La Crítica de la Razón Pura de Kant: Límites de la Metafísica y el Papel de la Fe

Por ello, cuando, a pesar de todo, se los aplica a algo que no puede ser objeto de experiencia, de hecho convierten ese algo en fenómeno y hacen así imposible toda extensión práctica de la razón pura. Tuve, pues, que suprimir el saber para dejar sitio a la fe, y el dogmatismo de la metafísica, es decir, el prejuicio de que se puede avanzar en ella sin una crítica de la razón pura, constituye la verdadera fuente de toda incredulidad, siempre muy dogmática, que se opone a la moralidad. (I. Kant, Prólogo a la segunda edición de la Crítica de la Razón Pura).

En este fragmento argumentativo del Prólogo a la segunda edición de la «Crítica de la Razón Pura», Kant aboga por dejar espacio a la fe y critica al dogmatismo metafísico, que considera la raíz de la incredulidad que obstaculiza la moralidad. Para Kant, la razón pura tiene límites cuando se aplica a aspectos más allá de la experiencia sensorial, convirtiendo los conceptos en fenómenos y obstruyendo su uso práctico. Él aboga por dejar espacio para la fe para comprender lo que está más allá de la experiencia, ya que opera en un ámbito diferente al de la razón pura. Además, critica el dogmatismo en la metafísica, refiriéndose al prejuicio de que se puede avanzar en el conocimiento de lo trascendental sin someterlo a una crítica de la razón pura. Este dogmatismo, según Kant, es la raíz de la incredulidad que se opone a la moralidad. En su visión, la falta de crítica en la metafísica conduce a una postura dogmática que obstaculiza el progreso moral y la comprensión adecuada de lo trascendental. Kant plantea que la aplicación de la razón pura a lo trascendental resulta en la creación del fenómeno y limita su utilidad práctica. Propone la inclusión de la fe como complemento necesario y critica el dogmatismo en la metafísica como una barrera para la comprensión y el progreso moral.

RAZÓN PURA

Capacidad para entender el mundo sin influencia sensorial o emocional.

El texto se refiere a la facultad de la razón que se ocupa de conceptos y principios independientes de la experiencia empírica, es decir, aquellos que no pueden ser objeto de experiencia directa. Esta facultad se contrapone al dogmatismo de la metafísica, que asume que se puede avanzar en el conocimiento sin una crítica fundamentada en la razón pura. Según la teoría del autor, es la capacidad de la mente humana para obtener conocimiento a priori, independientemente de la experiencia. Es el dominio de los principios y conceptos universales que gobiernan el entendimiento humano, como las categorías del entendimiento y los principios del juicio.


La metafísica, conocimiento especulativo de la razón, completamente aislado, que se levanta enteramente por encima de lo que enseña la experiencia, con meros conceptos (no aplicándolos a la intuición, como hacen las matemáticas), donde, por tanto, la razón ha de ser discípula de sí misma, no ha tenido hasta ahora la suerte de poder tomar el camino seguro de la ciencia. Y ello a pesar de ser más antigua que todas las demás y de que seguiría existiendo aunque éstas desaparecieran totalmente en el abismo de una barbarie que lo aniquilara todo. Efectivamente, en la metafísica la razón se atasca continuamente, incluso cuando, hallándose frente a leyes que la experiencia más ordinaria confirma, ella se empeña en conocerlas a priori. Incontables veces hay que volver atrás en la metafísica, ya que se advierte que el camino no conduce a donde se quiere ir.(I. KANT, «Prólogo de la segunda edición de la Crítica de la razón pura» (BXIV- BXV).

En el fragmento argumentativo de “Prólogo a la segunda edición de la Crítica de la razón pura”, Kant argumenta que la metafísica, como conocimiento especulativo de la razón, ha fracasado en establecerse como ciencia debido a su desconexión con la experiencia empírica, lo que lleva a un estancamiento continuo en su desarrollo. Kant sostiene que la metafísica, entendida como el conocimiento especulativo de la razón, se enfrenta a dificultades fundamentales para establecerse como ciencia. A diferencia de disciplinas como las matemáticas, que pueden basarse en la intuición para desarrollar conceptos, la metafísica se apoya únicamente en conceptos abstractos que no tienen un fundamento empírico sólido. Esto la deja aislada de la experiencia concreta, lo que dificulta su progreso hacia un estado científico.

El filósofo señala que la razón, al tratar de construir la metafísica, a menudo se encuentra atascada, incluso cuando intenta establecer leyes universales que la experiencia ordinaria parece confirmar. Este estancamiento lleva a la necesidad de retroceder en el camino metafísico y reconsiderar sus fundamentos. La persistencia de este problema sugiere una falla inherente en el método metafísico, que impide su avance hacia un estado de ciencia estable y confiable. En resumen, Kant argumenta que la metafísica ha fallado en su intento de convertirse en una ciencia debido a su dependencia excesiva de conceptos abstractos y su desconexión con la experiencia empírica. Este desafío fundamental impide que la razón avance de manera efectiva en la construcción de un sistema metafísico coherente y confiable.


Ahora bien, suponiendo que nuestro conocimiento empírico se rige por los objetos en cuanto cosas en sí, se descubre que lo incondicionado no puede pensarse sin contradicción; por el contrario, suponiendo que nuestra representación de las cosas, tal como nos son dadas, no se rige por estas en cuanto cosas en sí, sino que más bien esos objetos, en cuanto fenómenos, se rigen por nuestra forma de representación, desaparece la contradicción.(I. KANT, «Prólogo de la segunda edición de la Crítica de la razón pura» (BXIV- BXV)

En el fragmento argumentativo de”Prólogo a la segunda edición de la Crítica a la Razón Pura”, Kant argumenta que si nuestro conocimiento empírico está sujeto a objetos como cosas en sí mismas, surge una contradicción al intentar concebir lo incondicionado. Sin embargo, si consideramos que nuestras representaciones de los objetos están determinadas por nuestra forma de percibir, y no al revés, la contradicción desaparece. Esto sugiere que nuestra experiencia se estructura según nuestras formas de representación, no según la naturaleza de los objetos en sí mismos.

Kant aborda la naturaleza de nuestro conocimiento empírico y su relación con los objetos. Argumenta que si consideramos que nuestro conocimiento está sujeto a los objetos como cosas en sí mismas, nos enfrentamos a una paradoja al intentar concebir lo incondicionado. Según esta perspectiva, lo incondicionado parece escapar a la comprensión humana, ya que nuestros conceptos y categorías están limitados por la naturaleza de los objetos que percibimos. Esta limitación impide una comprensión completa de la realidad tal como es en sí misma.

Sin embargo, Kant propone una solución a esta paradoja al sugerir que nuestros conocimientos no se rigen por las cosas en sí mismas, sino que los objetos, en tanto fenómenos, están sujetos a nuestra forma de representación. En este sentido, es nuestra mente la que estructura y organiza la experiencia, imponiendo ciertas categorías y formas conceptuales sobre los fenómenos que percibimos. Esta perspectiva trascendental implica que nuestra experiencia del mundo está mediada por las estructuras de la mente humana, y no necesariamente refleja la realidad tal como es independientemente de nuestra percepción.


Por lo tanto, Kant sostiene que la comprensión de la realidad no puede separarse de la manera en que nuestra mente la organiza y percibe. Esta idea subraya la importancia de considerar la influencia de nuestras estructuras cognitivas en la formación de nuestro conocimiento empírico. Al reconocer que nuestra experiencia está condicionada por nuestra mente, Kant busca establecer los límites y posibilidades del conocimiento humano, lo que lleva a una reevaluación fundamental de la naturaleza y alcance de la razón.

Incondicionado

Aquello que no está sujeto a ninguna condición o contingencia; es algo absoluto y necesario en sí mismo.

El texto se refiere a algo que no puede ser pensado sin contradicción cuando se considera que el conocimiento empírico se basa en los objetos como cosas en sí mismas. Sin embargo, cuando se cambia la perspectiva y se considera que los objetos son fenómenos que se rigen por nuestra forma de representación, la contradicción desaparece.

Según la teoría de Kant, lo «incondicionado» no está sujeto a ninguna condición o limitación, es decir, algo que existe de forma independiente y absoluta. Kant distingue entre lo condicionado, que depende de otras cosas para su existencia o conocimiento, y lo incondicionado, que no depende de nada más y es necesario para hacer posible la experiencia y el conocimiento humano. Para Kant, Dios, el alma y la libertad son ejemplos de conceptos incondicionados, ya que no pueden ser reducidos a fenómenos empíricos o experiencias sensoriales.

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