Crítica de la Moral de Esclavos y el Superhombre en Nietzsche

Crítica de la Moral

La Moral Judeo-Cristiana

En el fondo de toda cultura subyace un sistema de valores morales. La crítica de la moral occidental debe comenzar con la crítica de la moral que la sustenta: la judeo-cristiana, vigente desde hace 21 siglos. Para criticar esta moral hay que investigar su origen: ¿cuándo, cómo, para qué se inventó el hombre occidental esos juicios de valor que son las palabras «bueno» y «malo»?

Los conceptos «bueno» y «malo» tienen una doble procedencia: la esfera de los nobles y la esfera de los esclavos, entendiendo la nobleza y la esclavitud en el sentido espiritual: se es espiritualmente señor y se es espiritualmente siervo o esclavo.

La Moral de los Nobles

El hombre noble es el hombre orgulloso, el hombre que se siente superior, que vive una vida elevada y afirmativa. Para este tipo de hombre lo bueno es lo superior, lo afirmativo, lo no sujeto a trabas, la rebeldía, el coraje, mientras que lo malo es lo bajo, lo inferior, lo mezquino, la modestia, la humildad, la resignación. En un principio la moral imperante fue la moral de los señores, esta moral fue sustituida por la moral de los esclavos que pusieron como virtudes los vicios de los nobles.

La Rebelión de los Esclavos

El paso de una moral a otra se dio con el pueblo judío, que inició lo que Nietzsche llama «la rebelión de los esclavos en la moral», la cual continuó el cristianismo.

La moral de los esclavos es la expresión de un hombre incapaz de afirmarse a sí mismo ante la vida. Bajo el amor, el altruismo, la compasión, la bondad, están soterrados el odio, el egoísmo, el interés, la vanidad y la crueldad. Proclamándose virtuosos lo que pretenden estos «pobres de espíritu» es arrogarse una forma de superioridad sobre los nobles. Esta moral es rechazada por Nietzsche, ya que va en contra de la vida, al relegar al más allá toda felicidad. Rechazar la moral judeo-cristiana conlleva la elección de otra moral que diga sí a la vida con todas sus consecuencias, lo que supone la «transmutación de todos los valores», que la llevará a cabo el «superhombre».

La Muerte de Dios y el Nihilismo

En la muerte de Dios y el Nihilismo, la moral de esclavos está llegando a su fin, ya que ha desaparecido el ideal que la sustentaba: Dios.

Con la afirmación «Dios ha muerto» Nietzsche quiere significar el derrumbamiento de la moral judeo-cristiana y la caída de los valores que sustentan. La muerte de Dios es un hito en la historia del hombre; marca el final de una era y el punto de partida de otra nueva, edificada sobre nuevos valores. Este acontecimiento puede no ser liberador si el hombre no tiene el coraje de «convertirse él en dios». También puede ser dramático si carece de la fortaleza espiritual para aceptar que el faro que guiaba su vida se ha apagado y considera su existencia absurda por la falta de metas.

El nihilismo es la negación de los valores y metas que sustentan una cultura y la situación en que ésta queda hasta que se encuentran otros nuevos. Ello supone la pérdida de sentido de la existencia, por ello el hombre puede sentirse huérfano (aspecto negativo del nihilismo), aunque el hombre puede crear nuevos valores (aspecto positivo del nihilismo). El nihilismo sería el estado en que quedarían los hombres del siglo XX. Para combatirlo, Nietzsche nos ofrece el nuevo sentido de la vida: el «superhombre».

El Superhombre

Nietzsche compara al «superhombre» con su opuesto: el hombre mediocre moderno, gregario y desindividualizado, incapaz de grandes acciones, hombre que rinde culto a la felicidad y a la satisfacción moderadas.

El «superhombre» es el hombre superior, entendiendo esta superioridad como vital y espiritual. Sus tres rasgos fundamentales son:

Rasgos del Superhombre

  1. La mundanidad: Se opone a todo «más allá» ya sea religioso o filosófico (mundo inteligible) y afirma el «sentido de la tierra», colocando el mundo sensible como el único.
  2. La vitalidad: Que se manifiesta en la aceptación dionisíaca del mundo y en la alegría del vivir. «Yo he santificado el reír; hombres superiores, aprended a reír».
  3. La transmutación de valores: Su tarea fundamental es la creación de nuevos valores contrarios a los de la moral de esclavos, la «transmutación de todos los valores», la construcción de «nuevas tablas de valores» que serán las opuestas a las antiguas de la moral de esclavos que aconsejan amor al prójimo e indulgencia, y compasión. Zaratustra predica: «¡No seas indulgente con tu prójimo!», «Haceos duros».

El Eterno Retorno

Según Nietzsche, éste es el tema clave de «Así habló Zaratustra», refuta la concepción lineal y teleológica del Universo: «Si el Universo tuviese una finalidad, ésta debería haberse alcanzado ya». De este modo, Nietzsche afirma que no hay más mundo que éste, y toda huida a otro es una pérdida de la realidad. Por tanto, hay que permanecer fieles a la tierra (delinquir contra la tierra).

El Eterno Retorno es la fórmula de la fidelidad a la tierra, en esa fórmula une Nietzsche simultáneamente dos afirmaciones: la inocencia en el devenir y en la evolución y el valor de la vida y de la existencia, que afirma que todo es bueno y justificable (todo debe repetirse). Esta fórmula expresa que el deseo de que todo sea eterno: el no querer que nada sea distinto (afirmar siempre la vida).

Ludwig Wittgenstein

Biografía

Nació en Austria en 1889. Russell fue su mayor influencia. Su temperamento era irritable, nervioso y depresivo. Participó en la primera y segunda guerra mundial. Murió de cáncer en 1951. Entre sus obras principales destacamos: Tractatus Logico-Philosophicus, Investigaciones Filosóficas.

El Tractatus Logico-Philosophicus

Esta obra que corresponde al primer Wittgenstein contiene una sucesión de aforismos ordenados según una clasificación decimal. Las siete proposiciones fundamentales que aparecen en la obra son: el mundo, lo que acaece, la figura lógica, el pensamiento, la proposición, la forma general de la función de la verdad y lo que no es posible expresar.

Lo que Wittgenstein trata de mostrar en esta obra son los límites de la realidad, del mundo, los límites que tiene la razón humana y las posibilidades del lenguaje. En esta obra Wittgenstein propone dos tesis principales, a saber:

  1. Que la estructura del mundo se corresponde con la estructura lógica del lenguaje.
  2. La tarea propia de la filosofía debe ser liberar al lenguaje científico de falsos problemas (pseudoproblemas).

La Teoría del Isomorfismo de los Significados

Wittgenstein pretende demostrar que existe una correspondencia exacta entre el mundo y el lenguaje. Los puntos fundamentales de la teoría del isomorfismo de los significados son:

  1. Las proposiciones del lenguaje describen la realidad, es decir, describen los hechos del mundo.
  2. La proposición del lenguaje en la que podamos acreditar una correspondencia o no con la realidad (es decir, encontrar algo que pueda ser verdadero o falso) dice lo que es la realidad.

Las Investigaciones Filosóficas

Las Investigaciones Filosóficas suponen una ruptura con el Tractatus aunque ambas obras tienen en común el protagonismo del lenguaje como objeto de la actividad filosófica.

La tesis principal de esta obra es que lo más primario en el lenguaje no es la significación sino el uso.

Para entender un lenguaje hay que comprender cómo funciona y por eso el lenguaje es comparado con un juego. En este sentido hay tantos lenguajes como juegos del lenguaje. Entender una palabra en un lenguaje no es solamente comprender su significado sino saber cómo funciona o cómo se usa dentro de uno de los juegos.

El significado lo que hace es envolver en una niebla el lenguaje. Lo fundamental en el lenguaje es el modo de usarlo. Las palabras parece que tienen un significado uniforme, pero la significación cambia. Cuando nos quitamos esa niebla nos damos cuenta de la multiplicidad de lenguajes y juegos de lenguaje que existen.

El lenguaje sirve para expresar la vida de quienes lo usan, es decir, está integrado en nuestra vida, tiene unas reglas determinadas y es una forma de vida, ya que tiene aires de familia.

Ejemplos de juegos del lenguaje son los siguientes: dar órdenes y obedecerlas, hacer chistes y contarlos, resolver problemas de matemáticas, preguntar, saludar, rogar, etc.

Además, el lenguaje tiene que enlazar con la realidad como una máquina porque sino el lenguaje carece de base y no habla sobre la realidad. En este sentido, el lenguaje filosófico es una rueda que gira libremente y no engrana con lo real (con las actividades humanas).

Wittgenstein en esta obra que corresponde a su segundo periodo abandona las tres tesis fundamentales del Tractatus:

  1. Los hechos poseen forma lógica:
  2. Los hechos elementales constan de elementos simples:
  3. El significado de un término es su referente extralingüístico, es decir, aquello a que el término se refiere:

La Pluralidad de Usos Lingüísticos

Wittgenstein cree que los juegos semánticos y pragmáticos del lenguaje (metáforas, imágenes, etc.) esconden una diversidad de lenguajes. Estos juegos del lenguaje nos sirven para el esclarecimiento filosófico.

Las características del lenguaje en Las Investigaciones Filosóficas afirman que no es un fenómeno abstracto, que el lenguaje y el mundo están relacionados de muchas maneras igual que en un juego y que cada juego lingüístico tiene sus reglas, su sintaxis y su pragmática.

La filosofía no puede dedicarse a descubrir cuál es la forma lógica correcta de las proposiciones que hacemos acerca de la realidad. No se trata ya de corregir las sentencias, sino simplemente de comprenderlas ya que la filosofía está ligada a los malentendidos. En este sentido podemos decir que los problemas filosóficos surgen del malentendido de ciertos usos lingüísticos. La tarea, pues de la filosofía consiste en disolver los problemas filosóficos a través de la comprensión de los usos lingüísticos.

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