Principales Teorías Éticas
Intelectualismo Moral
Conocer el bien es hacerlo: solo actúa inmoralmente el que desconoce en qué consiste el bien. Esta teoría ética es doblemente cognitivista: afirma que es posible conocer el bien y defiende que este conocimiento es el único requisito necesario para cumplirlo. Sócrates fue el primero en mantener dicha postura ética. Sócrates concibe la moral como un saber: para este filósofo no hay personas malas sino ignorantes, y no hay personas buenas sino sabias.
Eudemonismo
Las éticas que consideran la felicidad el fin de la vida humana y el máximo bien al que se puede aspirar son eudemonistas. Cada uno entiende la felicidad a su modo. Aristóteles fue el primer filósofo en defender el eudemonismo ético. La máxima felicidad del ser humano residirá en lo que le es esencial por naturaleza: la vida contemplativa, el ejercicio teórico de la razón en el conocimiento de la naturaleza y en la conducta moral prudente.
Hedonismo
Proviene del griego hedoné, que es placer. Hedonista es toda doctrina que identifica el placer con el bien y concibe la felicidad en el marco de una vida placentera. Los cirenaicos formaron una escuela iniciada por un discípulo de Sócrates, Aristipo. La finalidad de nuestra vida es el placer entendido en sentido positivo como goce sensorial. El hedonismo cirenaico concibe el placer como algo sensual y corporal. Una entrega excesiva a los placeres de hoy puede comportar un incremento del dolor mañana. El epicureísmo identifica placer y felicidad. Define el placer como la mera ausencia de dolor: no se trataría de buscar el placer sensual del cuerpo sino la ausencia de pesar del alma. Esta serenidad y tranquilidad del alma es el objetivo que debe perseguir todo ser humano y es la verdadera esencia de la felicidad. Según Epicuro, un placer hoy puede ser un dolor mañana, y viceversa.
Estoicismo
Pueden considerarse estoicas todas las doctrinas éticas que defiendan la indiferencia hacia los placeres y dolores externos y la austeridad en los propios deseos. La ética estoica se basa en una particular concepción del mundo: el ser humano se halla limitado por un destino inexorable que no puede controlar y ante el que solo puede resignarse. La conducta correcta solo será posible en el seno de una vida tranquila conseguida con la imperturbabilidad del alma. Esta imperturbabilidad solo será alcanzable en el conocimiento y la asunción de la razón universal.
Iusnaturalismo Ético
Es toda teoría que defienda la existencia de una ley moral que determina lo que está bien y lo que está mal. Esta ley natural es objetiva, aunque el ser humano puede conocerla e interiorizarla, no es creación suya sino que la recibe de una instancia externa. Santo Tomás de Aquino, el filósofo que ha mantenido de forma más convincente el iusnaturalismo ético, según Dios ha creado al ser humano a su imagen y semejanza. Las personas encuentran en su interior una ley natural que determina lo que está bien y lo que está mal.
Formalismo
Son aquellos sistemas que consideran que la moral no debe ofrecer normas concretas de conducta sino limitarse a establecer cuál es la forma característica de toda norma moral. Kant fue el filósofo que reivindicó por primera vez la necesidad de una ética formal. Solo una ética de estas características podría ser universal y garantizar la autonomía moral propia de un ser libre y racional como el ser humano. Esta ley establece cómo debemos actuar para hacerlo correctamente, solo es expresable mediante imperativos categóricos, a diferencia de los imperativos hipotéticos. Un imperativo hipotético expresa una norma que solo tiene validez como medio para alcanzar un fin. No tiene sentido si pensamos que la finalidad humana es vivir placenteramente sin escatimar ningún goce. Este imperativo no depende de ningún fin, no nos dice qué tenemos que hacer sino que sirve de criterio para saber qué normas son morales y cuáles no.
Emotivismo
Es cualquier teoría que considere que los juicios morales surgen de emociones. Según esta corriente, la moral no pertenece al ámbito racional y no existe lo que se ha llamado conocimiento ético. David Hume es uno de los representantes de esta teoría. Según este filósofo, las normas y los juicios morales surgen de los sentimientos de aprobación o rechazo que suscitan en nosotros ciertas acciones. Se basan en el sentimiento de aprobación que provocan las acciones sinceras y en el sentimiento de rechazo que generan las acciones engañosas. Para los emotivistas, tiene como función suscitar esos mismos sentimientos en el interlocutor. La función que poseen los juicios y las normas morales, según esta teoría, es influenciar en los sentimientos y en la conducta del interlocutor.
Utilitarismo
Es una teoría ética muy cercana al eudemonismo y al hedonismo. Defiende que la finalidad humana es la felicidad o placer. Para los utilitaristas, las acciones y normas deben juzgarse de acuerdo con el principio de utilidad. El utilitarismo, como el hedonismo y el eudemonismo, constituye una teoría ética teleológica y, según las consecuencias que se desprenden de ellas, una acción es buena cuando sus consecuencias son útiles y es mala cuando sus consecuencias no lo son. John Stuart Mill distingue entre placeres inferiores y superiores. En las últimas décadas, han tenido éxito entre los defensores del utilitarismo una distinción entre dos versiones de esta filosofía moral:
- Utilitarismo del acto: Cree que es necesario juzgar la moralidad de cada acción.
- Utilitarismo de la regla: Recomienda ajustar nuestras acciones a las reglas habituales.
Ética Discursiva
Es heredera y continuadora de la ética kantiana. La ética del discurso es formal y procedimental. El criterio para determinar qué normas son éticas es similar al kantiano, aunque formulado de forma distinta. Para las éticas discursivas, es norma moral aquella que es válida para todo ser racional. Jürgen Habermas ha desarrollado una ética discursiva y procedimental de este tipo. Solo tienen validez aquellas normas aceptadas por consenso en una situación ideal de diálogo. Esta situación ideal debe cumplir una serie de requisitos:
- Todos los afectados por una determinada norma deben participar en su discusión.
- Todos los participantes del diálogo deben tener los mismos derechos y las mismas oportunidades de argumentar y defender su postura.
- No puede existir coacción de ningún tipo.
- Todos los participantes deben intervenir en el diálogo.