El Dualismo Epistemológico en Platón

Dualismo Epistemológico

Debido a la muerte de Sócrates, Platón pasó por una época que le hizo cambiar de pensamiento y comenzar a interesarse por la política, proponiéndose crear una polis perfecta (La República), donde el hombre viviera en completa felicidad. Por este motivo, empezó por cuestionarse la posibilidad de conocer la realidad única y absoluta. Se propuso desmantelar el relativismo gnoseológico de los sofistas, mostrando su falsedad, comenzando por la crítica al pensamiento epistemológico de Protágoras, quien afirmaba que el hombre era la medida de todo. Platón critica esto afirmando que el conocimiento verdadero ha de cumplir **dos requisitos**: ser objetivo, tratando las cosas tal y como son, por lo tanto, ha de ser universal y tratar las cosas como una esencia, abarcando toda la pluralidad de casos posibles.

Finalmente, Platón concluye diciendo que el subjetivismo de Protágoras no es real, ya que si el conocimiento se basa en la percepción sensible de cada individuo, nadie es más sabio que nadie y, así mismo, él no puede permitirse, como sofista, enseñar a otros. Platón acaba diciendo que la percepción sofista no se puede dar, ya que los sentidos no proporcionan una verdad absoluta, debido a que los objetos sensibles están en continua transformación y el conocimiento, al ser objetivo, solo puede ser algo estable y permanente. Platón cree que el hombre puede conseguir un conocimiento objetivo y universal de la realidad. El conocimiento universal ha de contener una realidad objetiva, es decir, una esencia universal, a lo que Platón nombrará **Idea**.

Platón distingue dos géneros de conocimiento racional: la **Episteme** (conocimiento racional) y la **Doxa** (conocimiento sensible), es decir, mundo sensible y mundo inteligible. Este dualismo del conocimiento lo expresa Platón en el símil de la línea del libro VI de «La República». Donde Platón coloca en el nivel más bajo, el conocimiento sensible (Doxa), que se divide en dos partes: la **Eikasia**, donde se da el conocimiento a partir de sombras e imágenes de la realidad sensible, y la **Pistis**, donde encontramos el conocimiento perceptivo de las cosas sensibles. Por encima de estas tenemos la **Episteme**, que también se divide en dos partes: la **Dianóia**, el conocimiento que se da a partir de realidades inteligibles como son las matemáticas, y como nivel más alto de conocimiento tenemos el **Nous**, donde se encuentran las Esencias Universales o Ideas.

Por tanto, Platón nos demuestra en este libro de la República la gradación del conocimiento.


La Búsqueda del Conocimiento

Debido a la muerte de Sócrates, Platón pasó por una época que le hizo cambiar de pensamiento y comenzar a interesarse por la política, proponiéndose crear un sistema político perfecto (La República) donde el hombre viviera en completa felicidad. En la búsqueda del conocimiento, Platón se vio obligado a distinguir entre percepción sensible y razón, pero en este tema, la preocupación de Platón por la verdadera realidad le llevará a adentrarse más en el mundo de las ideas. Estas ideas pueden ser definidas por conceptos, pero no se pueden identificar con el mundo perceptible ni con las creaciones de la mente. Por tanto, deben existir fuera del espacio-tiempo en un mundo (**Kosmos Noetos**) solo accesible al **Eidos** (ideas). Las cosas que pertenecen al mundo sensible son solo la copia o la imitación de las ideas que residen en el Kosmos Noetos.

De las ideas platónicas podemos decir dos cosas: la primera es que las ideas son el verdadero objeto de conocimiento y son las que nos permiten conocer la realidad sensible, ya que son partícipes del mundo sensible; por lo tanto, las ideas son modelos a los que nos adaptamos para conocer la realidad física. Seguidamente, las ideas son la verdadera realidad y causa formal de las cosas sensibles, ya que las ideas son permanentes e inmutables, no como la realidad sensible que se caracteriza por su mutabilidad. Además, estas ideas son las que tienen en común los seres de apariencias distintas pero de la misma esencia, es decir, las ideas son el principio de una pluralidad. Por último, solo las ideas son la verdadera realidad.

Por tanto, el mundo de las ideas y el mundo sensible se reparten las dos funciones principales: el mundo sensible es aquello que parece ser y el mundo de las ideas se encarga de lo que realmente es. Esta parte se subdivide en una especie de sistema donde todas se coordinan en una gradación jerárquica. En la cúspide se encuentra la idea de **Bien** e inmediatamente, debajo de ella se encuentra la idea de **Belleza** y la idea de **Justicia**, las cuales derivan de la primera que es lo que engloba todo y la esencia que contiene todas las ideas. Platón compara esta idea de Bien en el mito de la cueva, donde relaciona la idea de bien con el sol, ya que este es el que ilumina todos aquellos objetos visibles por una realidad sensible. Sin el sol no podríamos ver nada, es decir, no podríamos entender el mundo de las ideas; solo la idea de bien nos permite comprenderlas. De la misma manera que el sol es el responsable del nacimiento y crecimiento del mundo sensible, la idea de bien también lo es del mundo de las ideas y de la realidad; por lo tanto, esta constituye la entrada al mundo de las ideas.

No obstante, la idea de Justicia también ejerce un papel en el mundo humano, ya que es la que regula las relaciones entre las tres partes del alma humana (concupiscible, irascible y racional), así como las tres partes del cuerpo social y las tres virtudes personales y públicas, creando una justicia perfecta. De todo lo que se ha dicho anteriormente, se derivan la diferencia entre el Kosmos y el Kosmos Noetos. Al Kosmos Noetos se accede por la razón y constituye una pluralidad de ideas eternas, perfectas… constituyen la verdadera realidad. Al Kosmos se accede por los sentidos y está constituido por seres cambiantes y aparentes; el mundo sensible es totalmente opuesto al mundo de las ideas y no constituye una verdadera realidad.

La relación entre el mundo de las ideas y el mundo sensible la explica Platón recurriendo a dos conceptos: la **imitación**, es decir, las cosas sensibles copian de su esencia. Sin embargo, la copia de la idea perfecta es imperfecta, y la **participación**, donde las cosas sensibles toman parte de la esencia perfecta del mundo de las ideas; sin embargo, esta participación nunca puede ser total.


La Concepción del Hombre en Platón

La concepción del hombre en Platón se trata de una concepción dualista en la que el hombre es concebido como una especie de unidad formada por dos realidades distintas: el cuerpo y el alma. Platón utiliza el “Mito del carro alado” para representar el alma humana como una auriga tirada por dos caballos: uno blanco que representa las pasiones nobles y sigue la tendencia de conseguir lo útil y beneficioso para la especie, y que solo es asequible superando las dificultades. Este caballo sería la parte del alma irascible. El otro caballo, que tira del carro, es de color negro y representaría las pasiones innobles; este caballo tiende a ir al mundo sensible, formando parte del alma concupiscible. Por último, tendríamos la razón, que está representada por Platón en forma de auriga, y es la que se encarga de contemplar de manera suprasensible las ideas. Esta parte del alma es de naturaleza divina e inmortal.

La razón, las emociones y el apetito están presentes en toda persona, pero según qué elemento sea el dominante, tendremos tres tipos de hombres, es decir, tres clases sociales. Platón afirma que el alma racional (auriga) tiene que ser el elemento dominante. El alma pertenece al mundo de las ideas y se siente impulsada por su naturaleza. La parte del alma racional es inmortal y no preexiste al cuerpo. Cuando este se corrompe, es decir, muere, el alma sobrevive. Por eso, mientras el alma está unida al cuerpo, esta se intenta purificar, es decir, prepararse para la contemplación de las ideas en el mundo de las ideas, ya que el cuerpo es su prisión. El alma será libre cuando consiga purificarse y, por tanto, liberarse con la adquisición de la inteligencia y de las virtudes.

Las pruebas que presenta Platón para demostrar la inmortalidad de esta parte del alma son las siguientes: todo el conocimiento que tenemos es solo el recuerdo de las ideas contempladas; el conocimiento de las ideas para el alma demuestra el parentesco de esta con las ideas; y, por último, las ideas copian o participan de las ideas. El alma participa de la idea de vida, por lo tanto, no participa en la idea de muerte y, por esta razón, es inmortal. Platón explica la transmigración de las almas con el Mito de Er, que dice que cuando un cuerpo muere, el alma se presenta en un tribunal precedido por Minos y se clasifica según el tipo de vida y el grado de purificación. Si no obtiene el grado máximo, deberá pasar 1000 años en los Campos Elíseos o en el Hades si su alma no ha sido purificada. Al pasar estos años, las almas son llevadas junto a las tres Moiras, donde deberán elegir su nueva encarnación, pero siempre siguiendo el grado de virtud, lo cual depende de la conducta que haya tenido el hombre. Platón establece una jerarquía de reencarnaciones, situando en el nivel más bajo a los tiranos y en el nivel más alto a los filósofos. El alma, al unirse al cuerpo, no pierde los conocimientos que adquirió en su previa existencia, pero sí que quedan oscurecidos. El procedimiento por el cual el hombre se hará consciente de lo que sabe desde siempre se llamará **anamnesis**, y este proceso se hará con la ayuda de la educación, donde el maestro le enseñará usando un proceso llamado **maiéutica**, ya usado previamente por Sócrates para hacer nacer este conocimiento innato a los sofistas. También utilizará la percepción sensible, donde el alma recordará el conocimiento olvidado, ya que en el mundo sensible hay reflejos de belleza, y esta es la entrada al mundo de las ideas.


La Ética Platónica

Debido a la muerte de Sócrates, Platón pasó por una época que le hizo cambiar de pensamiento y comenzar a interesarse por la política, proponiéndose crear un sistema político perfecto (La República) donde el hombre viviera en completa felicidad. Es por esto que la ética platónica está enfocada al éxito del bien supremo del hombre. Por lo tanto, Platón afirma que la felicidad solo es asequible en este mundo con una vida buena que exija el desarrollo intelectual por medio del cultivo de la filosofía, ya que de esta manera el hombre conseguirá conocer las ideas (belleza, justicia y bien), en especial la idea de bien, ya que según Sócrates, maestro de Platón, el que conoce el bien nunca hará el mal. Y con el desarrollo de la moral, con la adquisición de las virtudes, para así poder purificar su alma de todas las pasiones y educar al cuerpo para volver al estado de contemplación de las realidades eternas en el mundo de las ideas.

Por lo tanto, el objetivo de la ética platónica es la virtud, ya que es el medio que tenemos para realizar el bien y conseguir la purificación de nuestra alma. Platón asigna a cada parte del alma una virtud particular: la **prudencia**, que es la virtud de la parte del alma racional y se encarga de que el hombre actúe con razonamiento y conocimiento en causa de sus actos; después tenemos la **fortaleza**, de la que se encarga el alma irascible y tiene como objetivo estimular al hombre para vencer las dificultades y actuar de manera buena y justa; por último, tenemos la **templanza**, la cual pertenece al alma concupiscible y se encarga de moderar los deseos carnales y sensuales.

Para Platón también es de suma importancia la virtud de **justicia**, ya que es la que armoniza el equilibrio perfecto entre las tres partes del alma. La justicia como virtud garantiza la unidad y la eficacia del individuo, ya que un hombre no puede ser justo si no tiene prudencia, fortaleza y templanza. Por tanto, la ética platónica es inseparable de la política.


La Educación en Platón

Platón explica su teoría de la educación representándolo con el mito de la cueva, donde el tema principal es la educación concebida como un proceso gradual y ascendente desde la opinión (mundo sensible) al conocimiento pleno (contemplación de las ideas). Platón describe una cueva subterránea que tiene una obertura por donde penetra la luz. En el interior de esta cueva están encadenados de pies y manos unos esclavos, que nunca han visto la luz del sol y que para ellos su única realidad son las sombras y los sonidos que se proyectan al interior de la cueva. Si un esclavo consiguiera liberarse y salir al exterior de la cueva, este no podría soportar la luz del sol y se tendría que someter a un proceso para finalmente acostumbrarse a la luz del sol. En el momento se daría cuenta de que el sol refleja todas las cosas del mundo sensible y que lo que él y sus compañeros observaban en la caverna solo eran sombras. La cueva representa el mundo sensible y los esclavos encadenados son las personas que viven en la **Eikasia**. Su visión del mundo es inadecuada, ya que está formada por sus pasiones y prejuicios. No obstante, si salieran directamente a la luz del sol, quedarían ciegos y se figurarían que las sombras son mucho más reales que las realidades. Esta parábola pone en práctica la ascensión del símil de la línea, que era considerada para Platón como un progreso.

Platón insiste en la gran importancia de la educación, con la cual el hombre es conducido de forma gradual a la contemplación de las verdades y de los valores eternos y absolutos; de esta manera, el hombre se libera del error, la falsedad… Por esta razón, la educación es primordial para los que han de ser políticos y gobernantes. La educación consistirá en llevar al ser humano de la consideración del mundo sensible a la consideración del mundo inteligible y conducirlo al punto más alto de la realidad, es decir, la idea de bien. Para prepararlo para la visión del bien, es por eso que el hombre ha de tener claros ciertos aspectos que son los que más se acerquen al bien, como la astronomía, la geometría, la música y, finalmente, la filosofía para entender la verdadera realidad. La inspiración fundamental de este pensamiento es la finalidad pedagógica política de la filosofía. El punto más alto de la filosofía es la contemplación de las ideas y del bien. En efecto, según Platón, el retorno a la caverna forma parte de la educación del filósofo para darse cuenta de que el mundo, aunque sea inferior, es su mundo. El filósofo deberá acostumbrarse a la oscuridad de la caverna y, de esta forma, verá mejor que sus compañeros y reconocerá mejor las sombras y las imágenes, ya que previamente habrá visto la verdadera realidad. El estado deberá ser constituido por gente despierta y sabia.


La Política en Platón

Platón y Aristóteles nunca consideraron la política como una cosa separada de la ética. Para Platón no hay una moral para el individuo y otra para el estado, sino un sistema de principios y valores morales absolutos que valen igualmente para todos los hombres y para todos los estados. El hombre es esencialmente ciudadano, y por tanto, en la polis es donde el hombre se realiza como tal y donde se da el intelectualismo y la moralidad. La exposición más completa y sistemática del pensamiento de Platón se encuentra en “La República”, obra en la que Platón diseña un estado ideal con sus funciones institutivas y funcionamiento peculiares. Es la justicia la que se plantea como tema central de este diálogo, ya que solo en un estado justo el hombre puede ser realmente feliz. El estado existe para servir a las necesidades de los hombres, ya que estos son dependientes los unos de los otros. Por tanto, el origen de la sociedad se establece sobre la necesidad de un gran número de cosas para la vida y la no autosuficiencia del hombre para conseguirlas. De esta manera, el fin original de la sociedad es económico y cree en el principio de la división y especialización del trabajo, así que Platón funda las distintas clases sociales que constituyen al hombre desde un punto de vista psicológico, dividiéndolos en los **productores**, que atienden a las necesidades más elementales de la vida humana y, por tanto, la especialización del trabajo a ciertos oficios o ocupaciones. Queda así constituida una sociedad austera y elemental, en la que se obtiene la simple satisfacción de las necesidades más básicas. Todos estos oficios constituyen la base económica de la sociedad y el conjunto de los individuos.

Después encontramos a los **guardianes**, los cuales tienen como objetivo la defensa de la ciudad frente a las agresiones externas y los desórdenes y conflictos internos, manteniendo la paz, el orden y la convivencia social. El ejército deberá ser profesional y los miembros deberán ser elegidos entre los ciudadanos que posean las aptitudes propias, que deberán ser tanto fuertes y valerosos como filósofos. Para ello, los guardianes deberán seguir un periodo de formación donde el objetivo consistirá en desarrollar el cuerpo y la música, dirigida a modelar el alma y el carácter. El objetivo consiste en desarrollar conjuntamente y armoniosamente la fogosidad y el dominio tranquilo de sí mismo, consiguiendo un equilibrio entre dos aspectos de la naturaleza humana que parecen incompatibles.

Como última clase social tenemos a los **gobernantes** del estado, que serán asignados a un grupo reducido de gente a quien se elegirá de manera cuidadosa entre los mejores guardianes. De esta manera, los guardianes se desdoblarán en dos grupos: por una parte, los guardianes auxiliares y, por otra parte, los guardianes perfectos. Los futuros gobernantes deberán poseer las condiciones que exigen a un verdadero guerrero y las que le exigen a un filósofo. El periodo de formación de los guardianes va desde la primera juventud hasta la madurez. Este periodo incluirá dos ciencias decisivas en el conocimiento de la realidad: la instrucción matemática, que tendrá por objetivo ejercitar y desarrollar al máximo el razonamiento puro (**Dianóia**), y capacitar la capacidad de comprensión de las realidades inteligibles. Posteriormente, empezará el estudio de la **Filosofía** como ciencia verdadera de la realidad. Acabados estos años, se les enviará de nuevo al interior de la caverna; si superan esta prueba, llegarán a entender la comprensión de la idea de bien y contemplar el bien absoluto, ya que este es el modelo al que habrán de atender en la ordenación del estado. La función principal del gobernante será la vigilancia sobre la educación y la formación de nuevas generaciones.

La justicia en el estado se consigue cuando cada ciudadano se ocupa de su tarea correspondiente sin interferir en la de los otros. La justicia garantiza también la unidad del estado. Pero la justicia no es solo la unidad del individuo en sí mismo y el estado en sí mismo. Las normas necesarias para la realización del estado son las siguientes: la eliminación de la propiedad privada, que intenta erradicar el egoísmo y la ambición de los guardianes y de los gobernantes, que no han de poseer nada. Seguidamente, la abolición de la familia para evitar las tentaciones de la parte del alma irascible. Por último, se ha de crear un gobierno gobernado por filósofos, ya que estos son los que han contemplado el mundo de las ideas y son capaces de fundar una comunidad justa y feliz que posibilite el desarrollo de todos los ciudadanos.

Las formas de gobierno que plantea Platón en “La República” son cinco y se suceden mediante un proceso cíclico: la forma más perfecta de gobierno sería la **monarquía**, donde el poder está ejercido por los hombres que son mejores desde el punto de vista intelectual y moral, y rigiendo la ciudad mediante la justicia y la prudencia. Por degeneración de la monarquía, surge la **timocracia**, la cual se da a cabo cuando el que gobierna busca honores en ello. Seguidamente, la **oligarquía**, que surge por degeneración de la timocracia; esta sucede cuando los gobernantes buscan los honores haciéndose amigos de las riquezas. Entonces, el gobierno de los productores, cuando llegue al poder, se dividirá en dos: los ricos y los pobres, y cuando estos vean el momento, echarán a los ricos del poder. Cuando esto pasa, el gobierno cambiará y se convertirá en una **democracia**, donde el pueblo se apoderará del gobierno, y por lo tanto, el poder pasará a manos de gente menos digna y preparada, con una falta de autoridad, lo cual derivará en un estado de anarquía donde desaparecerá el orden y la justicia, dando paso al último modelo de gobierno, la **tiranía**, donde el afán de libertad de la democracia desembocará en un desorden democrático, suprimiendo todas las libertades y aumentando la injusticia, debido a que el tirano será dominado por sus más bajas pasiones. No obstante, en un momento dado, la sociedad reaccionará y volverá la monarquía. Por lo tanto, estas cinco formas de gobierno no son más que un proceso cíclico.

En su última obra “Las Leyes”, Platón atenuará su idealismo político y hará tres cambios fundamentales: el estado no estará a la sumisión del gobernador, sino que habrá una ley que estará por encima de él; se permitirá la propiedad privada y será obligatorio casarse; y, por último, Platón propondrá un gobierno mixto entre la monarquía y la democracia, donde el poder será guardado por los “37 guardianes de ley”, los cuales serán elegidos por voto popular y universal.

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