El Origen del Término «Existencia»
El verbo latino existere significa «erguirse (o sostenerse) fuera», «surgir», «aparecer». En ocasiones, este verbo aparece en latín clásico con un significado similar a esse («ser»). Sin embargo, en las lenguas modernas, «existir» significa algo distinto del «ser» de «ser A» o «ser B». Por ejemplo, decimos que Apolo es un dios, que es arquero y que es hijo de Zeus y de Leto, pero también decimos que Apolo no «existe». Con esto queremos decir que nunca podríamos encontrárnoslo, constatar su presencia, fotografiarlo o diagnosticar la herida de una de sus flechas.
Si decimos que no «existe en la realidad», esta restricción, «en la realidad», solo significa que nos reservamos la posibilidad de decir que «existe» como figura mitológica. Esto es: que, sin duda, «existe» un repertorio de textos y noticias antiguos en los cuales aparece la figura de Apolo como el arquero dios de la claridad y la belleza. Esto nos permite decir que, de alguna manera, Apolo existe, y solo porque de alguna manera existe podemos decir algo de él, decir que «es…». Si de algo que yo me he inventado digo que «es…», es porque existe al menos en mi mente. De un modo más o menos implícito, admitimos comúnmente que el ser solo tiene lugar por referencia a algún existir, al menos posible: si decimos que «todo hombre es capaz de llorar», queremos decir que no puede existir un hombre que no sea capaz de llorar.
La Esencia como Posibilidad
Hacia finales de la Edad Media, essentia se convierte en un término opuesto a existentia. El primero designa el «qué es» de una cosa y el segundo su «que es (= que existe)». Además, est empleado absolutamente significa «existe». Finalmente, en la filosofía alemana anterior a Kant (siglo XVIII), la esencia se entiende como la posibilidad y la existencia como el cumplimiento de esa posibilidad.
Que en la esencia de algo esté incluida la nota Z significa que ese algo no puede existir si no es cumpliendo la nota Z. Así, el que la nota Z sea constitutivo de la esencia de algo quiere decir que es constitutivo de la posibilidad de ese algo, que, sin la nota Z, el algo en cuestión no podría existir. Es posible aquello de lo cual hay una esencia, esto es: un conjunto de notas definitorias que no se contradicen entre sí. Pero con tal conjunto de notas definitorias no se dice nada acerca de la existencia (= realidad efectiva) de lo definido; solamente se expone su posibilidad.
La Relación entre Esencia, Existencia y el Eîdos
La remisión de la cuestión del ser a la cuestión del existir ha llevado consigo otra transformación: Essentia traduce en cierta manera el eîdos de Platón y de Aristóteles. Aunque en este último el eîdos no fuese lo ente, era, precisamente en Aristóteles, aquello en lo que consiste ser. Pero, ahora, el ser en términos absolutos es el existir y existentia es precisamente «lo otro» con respecto a essentia. Por otra parte, el eîdos no «existe» en modo alguno, precisamente porque no es ninguna cosa. El eîdos, la esencia, no es ni ser ni ente. No hay «esencias», solo hay cosas individuales.
Un filósofo del siglo XIV, Guillermo de Ockam, dice que, cuando conocemos «(todo) hombre», lo que ocurre es simplemente que conocemos a Juan, Pedro, Pablo, etc., de un modo lo bastante confuso para que ninguno de ellos pueda distinguirse de los demás, tal como dos objetos algo diferentes parecen iguales cuando se los ve desde cierta distancia.
Esencia y la Posibilidad de Verdades Universales
La noción de «esencia» venía siendo el fundamento de que pudiese admitirse que ciertas proposiciones son universales y necesarias. Si decimos «Todo hombre es capaz de llorar», el fundamento de esta predicación no puede estar en la constatación de que todos los hombres que alguien ha encontrado alguna vez son capaces de llorar, porque eso no nos diría que todo posible hombre tiene que (precisamente por el hecho de ser hombre) ser capaz de llorar. El verdadero fundamento de la predicación en cuestión tiene que ser la misma esencia «hombre»; solo si a la propia esencia «hombre» le pertenece (aunque no sea una nota de su definición) la capacidad de llorar, puede verdaderamente decirse que todo hombre posible tendrá que ser capaz de llorar. Igualmente, si sabemos que nunca una piedra será capaz de hablar, no es porque nadie haya conversado jamás con una piedra (esto solo nos diría que hasta el momento no se ha conocido ningún caso de piedra hablante), sino porque la esencia «piedra» excluye la capacidad de hablar.
Destruir la noción de «esencia» parece equivaler a destruir la posibilidad de verdades universales y necesarias. Esto sería algo así como destruir la posibilidad de todo saber y decir, pues en todo decir «es», en todo decir algo de algo, están supuestos y dados por válidos ciertos principios de carácter universal y necesario. En todo caso, la filosofía moderna (siglos XVII, XVIII y comienzos del XIX), heredera de la destrucción de la «esencia» en el viejo sentido, encontrará la esencia (esto es: la posibilidad de verdades universales y necesarias) en otra parte.