El Dasein y la Ética en la Filosofía de Heidegger y Epicuro

El Dasein en Heidegger

Ser en el Mundo

El Ser en el mundo es el primer existencial básico del Dasein. Es necesario distinguir el «ser en» referido a los entes y el «ser en» referido al Dasein. En el primer caso, nos referimos a una relación de continencia (ej., una campera dentro del ropero), es decir, una relación espacial. Por otro lado, el «ser en» referido al Dasein implica que este es un ente que está junto con el mundo, formando una estructura.

El Dasein en el mundo es de muchas formas, ya que se ocupa de emplear y utilizar las cosas, que son modos de ser en el mundo. Para Heidegger, el modo originario de ser en el mundo es que el Dasein está ocupado con las cosas, y a esas cosas con las que tratamos o utilizamos, Heidegger las llama «Zuhanden», que tienen como propiedad la amanualidad (estar a disposición del Dasein).

En conclusión, el Dasein continuamente opera con los objetos o Zuhanden, los cuales son útiles para sus actividades y tienen la propiedad de estar a la mano, a disposición del Dasein.

Ser con los Otros

El segundo existencial es el Ser con los otros. Este existencial surge de la coexistencia del Dasein con otros Dasein, es el resultado de vivir en comunidad. A causa de esto, Heidegger afirma que surge la existencia cotidiana, que es que el Dasein cae bajo el efecto de los otros, haciendo que nuestro «yo» se diluya, cayendo en una existencia inauténtica al adaptar gustos de los demás.

De esta manera, Heidegger llama al sujeto de la cotidianidad el «Uno», que viene a ser algo indiferenciado, una masa anónima que lleva a que el yo no sea él mismo; es decir, predomina el mandato de los otros, por lo que está sometido a ellos. Este Uno, entonces, es como una dictadura anónima y todos los que forman parte se comportan del mismo modo.

Somos dominados en el modo de ser cotidiano, a diferencia de la existencia auténtica en la que el hombre toma decisiones independientes del Uno. En conclusión, todo hombre comienza con una existencia inauténtica dominada por el Uno, pero con esfuerzo puede independizarse del mismo.

Angustia y Temor

Es importante distinguir los conceptos de angustia y temor. Ambos tienen un «ante qué» y un «porqué». En el caso del miedo, es ante algo concreto y por algo concreto; es decir, que el miedo es ante un ente que está en el mundo y es amenazador (ej., ladrones).

Esto es diferente con la angustia porque esta surge de la huida del Dasein ante sí mismo por estar sumergido en la existencia inauténtica. En cierto sentido, la angustia es positiva porque me hace salir de ese estado de salida y es el primer paso para llegar a una existencia auténtica. En conclusión, el ante qué y el porqué de la angustia es el mundo como tal.

Ser para la Muerte

El tercer existencial es el Ser para la muerte. Según Heidegger, la muerte no es algo que se nos agregue desde afuera, sino algo que ya tenemos pero que todavía no es. De esta manera, Heidegger afirma que «el hombre es ya su todavía no». La muerte pertenece a la existencia del Dasein y es una posibilidad de una imposibilidad (no poder ser más).

En conclusión, el hombre está condenado a existir al mismo tiempo que está condenado a morir.

Ética y Moral

Los animales no tienen ni necesitan moral porque su vida está programada por el instinto. En el caso del ser humano, este elige en cada caso cuándo usar determinados instintos dependiendo de la situación. Es decir, el ser humano se ve obligado a elegir, con una variedad de posibilidades, lo que va a hacer y, al hacerlo, manifiesta su libertad.

Es claro que existe un conjunto de normas que aprendemos y nos dicen qué debemos hacer porque es lo que se considera bueno. Ese conjunto de normas y valores que son lo justo, lo bueno y lo honrado, etc., es lo que consideramos moral. Y así, el hombre pone en práctica el comportamiento moral mediante las conductas que decide realizar, aunque el sujeto tiene libertad para aceptar o no las normas morales, pero la no aceptación es responsabilidad suya, lo que significa que debe tener razones que lo llevaron a realizar ese acto.

Es así que los actos morales son aquellos a los que les podemos atribuir un agente de responsabilidad. De esta manera, la responsabilidad está relacionada con la libertad humana.

Para poder afirmar cuándo una persona es responsable de sus actos, Aristóteles señala dos condiciones:

  1. Que la persona sea consciente de su conducta, que sepa las circunstancias y consecuencias de su acción.
  2. Que la causa de sus actos sea por él mismo; es decir, que la acción no sea contra su voluntad.

Al ser la moral un hecho (que es vivido individual y colectivamente), requiere de una justificación; por ejemplo, la discusión de la justificación o no de la pena de muerte. Aquí es cuando entramos en una discusión ética. Así, podemos decir que la moral es un hecho, mientras que la ética hace una reflexión acerca de la moral, se limita a proponer principios para la fundamentación de las normas morales. En conclusión, a la ética le corresponde exponer las razones de la diversidad y de los cambios de la moral.

Epicureísmo

El epicureísmo es una corriente filosófica fundada por Epicuro de Samos, que a los 30 años funda una escuela en una casa con jardín, y de ahí viene la denominación de «Filósofos del jardín». Su escuela se consideraba como un círculo de amigos que iban allí para buscar un asilo de paz para el alma; sus enseñanzas eran sencillas y ayudaban a conservar la serenidad del alma.

Ética Epicureista

La Ética epicureista dice que el fin del hombre queda reducido a alcanzar la felicidad en el mundo, lo que se consigue a través de alcanzar el placer evitando el dolor (el único mal).

Todos los seres vivos buscan el placer y huyen del dolor. Pero para Epicuro, el hombre está compuesto de cuerpo y alma, y a ambos les corresponden ciertos placeres: los del cuerpo son carnales y los del alma son superiores y más elevados. Entonces, para Epicuro, el hombre no debe entregarse desenfrenadamente a todos los placeres porque eso puede traer un dolor mayor; afirma que conviene elegir cuidadosamente entre los placeres.

Controlando las actividades propias mediante la prudencia se logra el equilibrio del hombre. Por lo tanto, la virtud es aprender a regular los apetitos desenfrenados sabiendo que no todos los dolores son malos porque pueden traer un bien mayor, y de la misma manera con los placeres. En conclusión, hay que aprender a moderar los impulsos mediante la templanza para no elegir a ciegas cualquier placer.

Entonces, la moral de Epicuro no es una moral de libertinaje porque busca alcanzar la felicidad sin el desenfreno de las pasiones, sino alcanzando la paz del alma y superando perturbaciones externas.

Carta a Meneseo

En la carta, Epicuro aconseja que nadie debe dejar de filosofar porque nunca es muy tarde ni muy temprano para hacerlo. Luego, afirma que hay tres temores que debemos eliminar para ser felices:

  1. El temor a los dioses: Epicuro cree que los dioses son seres vivientes inmortales bienaventurados, pero que no tienen ninguna influencia para bien ni para mal en nuestra vida, por lo que no les debemos temer.
  2. Temor a la muerte: No hay que tenerle miedo a la muerte porque es una liberación de los males y dolores. Epicuro fundamenta que no debemos temerle porque cuando nosotros somos, ella no está, y cuando ella viene, yo ya no soy. Lo que no inquieta cuando se presenta es absurdo que haga sufrir en su espera.
  3. El miedo al destino: El destino no existe, solo existe el azar.

Luego, dice que hay que reflexionar sobre las consecuencias de nuestros actos; así aprenderemos a evitar las acciones que nos perjudiquen la salud y la tranquilidad.

Por último, plantea al placer como principio y fin de la vida feliz, a partir del cual hay que aprender a dejar de lado ciertas cosas para no caer en un dolor mayor y, a veces, transitar por dolores para alcanzar un placer mayor. La vida feliz se basa en saber elegir con equilibrio ciertas cuestiones. En conclusión, nadie puede ser feliz sin ser prudente, honesto y justo, ya que la felicidad va unida a las virtudes.

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