I. La relación fe-razón: el armonismo fe-razón
El problema de la relación entre la fe y la razón fue característico de la filosofía medieval. La razón de la emergencia de este nuevo problema filosófico reside en la naturaleza epistemológica del cristianismo como religión dogmática que se presenta ante el mundo como depositaria de la verdad única e incuestionable, de manera que a la razón no le queda otra función que la de actuar en el limitado marco por las exigencias de la fe cristiana. De ahí que Santo Tomás, como filósofo cristiano, que asume como supuesto previo incuestionable la primacía epistemológica de la fe, se vea obligado a tratar como cuestión fundamental la referente a qué posición debe adoptar un cristiano ante el desafío de la razón, que en su época estaba representada por la filosofía y la ciencia de los griegos, redescubiertas a través de la mediación árabe y cuya asimilación supuso un gran reto, en tanto presentaban una visión del mundo racional y sistemática, sin deber nada a ninguna revelación religiosa. La posición de Santo Tomás, que a menudo se describe como un tipo armonioso o concordismo, se puede resumir así:
1. Distinción entre fe y razón
La fe y la razón son fuentes de conocimiento distintas: la filosofía toma sus contenidos de la razón; y la teología, del depósito de la fe. Ahora bien, entre la razón y la fe hay una zona de intersección común que está representada por una serie de contenidos que son comunes a la razón y a la fe, los denomina preámbulos de la fe. Pero hay contenidos de fe que no son demostrables racionalmente, que sólo son accesibles por la fe y a esos los denomina artículos de la fe. La doctrina de los preámbulos de la fe tiene una gran importancia filosófica, pues le permite a Santo Tomás fundamentar parcialmente el cristianismo, en tanto que los preámbulos de la fe son racionalmente demostrables, con lo que en este punto la razón y la fe coinciden. No es posible, no obstante, una fundamentación total del cristianismo, puesto que los artículos de fe no son demostrables racionalmente; son verdades preternaturales por encima de la razón.
2. Razón y fe colaboran
Aunque la fe y la razón son fuentes de conocimiento distintas, ello no impide que la razón colabore con la fe y que la fe colabore con la razón. La razón colabora con la fe: la razón establece los preámbulos de la fe, además suministra a la fe procedimientos de organización, clasificación y sistematización de la teología. Y la fe colabora con la razón: la fe anticipa el conocimiento de ciertas verdades que es urgente conocer para orientar nuestras vidas, y que al hombre le costaría mucho llegar a ellas por medio de la razón (e incluso algunos no llegarían a ellos); y la fe sirve de criterio extrínseco para la razón, la fe es criterio supremo de verdad que dictaminaría si la razón está equivocada o no.
3. Armonía entre la fe y la razón
Santo Tomás niega la posibilidad de un conflicto real semejante, porque la fe y la razón proceden ambas de Dios y, por tanto, ambas ofrecen visiones complementarias; es absurdo admitir la existencia de una doble verdad, pues ello entrañaría que Dios puede contradecirse a sí mismo.
4. La razón está subordinada a la fe
Santo Tomás concede a la razón una cierta autonomía, pero no una autonomía plena; lo cierto es que finalmente acaba subordinando la razón a la fe: si es un criterio superior de verdad en caso de conflicto, en cuanto se acepta como verdad previa que la fe es el depósito de verdades cristianas, entonces se sigue que la razón queda subordinada a la fe religiosa.
II. El hombre
La teoría antropológica tomista está muy influida por la de Aristóteles.
1. La idea general del hombre
Por lo que respecta a la idea general de hombre, Santo Tomás adoptó el hilemorfismo antropológico de Aristóteles, según el cual el hombre es un compuesto de dos elementos: la materia, que es el cuerpo, y la forma, que es el alma, de tal manera que la esencia del hombre radica tanto en el cuerpo como en el alma y la unión de ambos da lugar a una única sustancia humana. Así pues, Santo Tomás es también dualista, pero su dualismo es moderado, pues no sostiene, como Platón, que el hombre sea un compuesto hilemórfico de dos elementos inseparables, unidos esencialmente. El cuerpo y el alma, que es su composición, constituyen una única sustancia.
2. La inmortalidad personal del alma
En pro de la tesis de la inmortalidad del alma propone varios argumentos:
- Argumento de la capacidad del alma de autorreflexión: que pretende inferir la inmortalidad del alma a partir de la naturaleza espiritual de esta. Si el alma fuese material, no podría reflexionar sobre sí misma, pero, dado que es capaz de autorreflexión, hemos de suponer que es inmaterial y, por tanto, inmortal.
- Argumento fundado en el deseo de persistencia en el ser: en el que deduce la inmortalidad del alma de la existencia de un deseo natural de inmortalidad, y como este deseo natural tiene que haber sido implantado por el Autor de la Naturaleza, no puede ser vano.
3. La estructura del alma
En cuanto al estudio de la estructura del alma, a la que concibe como principio vital y como principio de vida mental (esto es, como causa de las funciones vitales del organismo y a la vez como causa de sus diversas actividades psíquicas), Santo Tomás la considera organizada en un triple nivel: vegetativo, sensitivo e intelectual.
- Nivel: potencias vegetativas.
- Nivel: potencias sensitivas (potencias locomotriz y los sentidos).
- Nivel: potencias intelectuales o racionales, que se desdoblan en dos clases: orden cognoscitivo y orden temporal.
III. El conocimiento
1. Principio empirista
Santo Tomás esboza una concepción empirista del conocimiento humano: comienza por la experiencia sensorial y depende de ello. Esto significa que el entendimiento del hombre no contiene ideas innatas; la mente humana tiene una capacidad natural para la abstracción y la formación de ideas. En resumen, el alma humana nada entiende si la referencia de los conceptos a la percepción sensible, por lo que podemos decir que nada hay en el intelecto que antes no estuviese en los sentidos. La solución de Santo Tomás al problema reside en la llamada abstracción, que consiste en aislar intelectualmente a las imágenes lo universal separado de lo que tiene de particular. Al entendimiento, en cuanto que realiza la abstracción (es proceso de formar conceptos a partir de imágenes sensoriales), lo llama entendimiento activo o agente. Una vez que se ha formado el concepto y queda registrado en la mente, lo llama entendimiento pasivo. No se trata de que haya dos entendimientos; hay uno solo, pero con dos funciones distintas.
IV. Dios
1. La existencia de Dios
Santo Tomás reconoce que la existencia de Dios no es evidente y que, por tanto, requiere demostración y, tras establecer que es demostrable, distingue dos tipos de pruebas mediante las cuales se podían intentar demostrar la existencia de Dios:
- Prueba a priori: que rechaza, pues para probar a priori la existencia de Dios habría que disponer de un conocimiento previo de su existencia que no está a nuestro alcance. Por tanto, sostiene que la única forma de probar la existencia de Dios es con el argumento a posteriori.
- Prueba a posteriori: parten de las cosas del mundo como efectos y de ahí se remontan hasta Dios como causa infinita de todos los efectos. Expone cinco pruebas a las que denomina vías, pues se presentan como diferentes caminos para llegar a Dios.
- Vía por el movimiento: hay cosas que se mueven y, aplicando el principio de causalidad, llega a la conclusión de que existe Dios como motor inmóvil.
- Vía por la causalidad: a partir de la existencia de causas en el mundo llega a la conclusión de que existe una causa última o primera de todo lo que existe.
- Vía por la contingencia: del hecho de que hay seres contingentes, infiere la existencia de un ser necesario como causa de la existencia de todo ser contingente.
- Vía por los grados de perfección: debido a la existencia de cosas más o menos perfectas, llega a la existencia de un ser absolutamente perfecto como causa de los grados de perfección.
- Vía por la finalidad: del hecho de que las cosas naturales tienen un fin, se concluye afirmando la existencia de un ser supremamente inteligente, que, en cuanto fin absoluto, ha dotado a las cosas de tal finalidad.
Las cinco vías comparten una estructura lógica. Se ha objetado que Santo Tomás comete un error en la conclusión al identificar al Dios supremo de las vías con el Dios cristiano. Este tránsito es ilegítimo, pues, aun cuando las vías fuesen válidas, lo único que demostrarían es que hay un ser supremo como causa primera, pero no se demuestra que ese sea el Dios del cristianismo o de otra religión. Por tanto, mediante las vías Santo Tomás no consigue su objetivo de justificar el teísmo cristiano; para eso tendría que demostrar que el que existe es el Dios cristiano, pero eso no es posible.
2. La esencia de Dios
Santo Tomás se plantea el problema de cómo los humanos podemos conocer la esencia de Dios. Para llegar a conocer a Dios:
- Vía negativa: de Dios tenemos un conocimiento negativo: una vez que sabemos que Dios es una causa primera o un ser necesario, podemos atribuirle los predicados negativos que no están en contradicción con el concepto de Dios al que llegó por las cinco vías. En suma, sabemos lo que Dios no es; lo conocemos por exclusión.
- Vía afirmativa: según esto, también podemos atribuir a Dios predicados positivos y, por tanto, saber lo que Dios es de una forma positiva basándonos en la semejanza que hay entre las criaturas creadas y Dios. En esta tesis se funda la doctrina de la analogía, según la cual un término es análogo cuando se refiere a cosas distintas que en parte son semejantes y en parte son diferentes. Es decir, dado que las criaturas, aunque diferentes de Dios, se asemejan a Él, los atributos positivos de estas se los podemos predicar también a Dios, pero de una forma eminente o supereminente.
V. Ética
La teoría ética tomista es teológica, está fundada en Dios, cuyo gobierno ha establecido un orden de la naturaleza y en el hombre, que es la ley eterna, y también es teleológica, porque deduce los preceptos de la ética a partir del repertorio de tendencias inscritas en la naturaleza humana. En la naturaleza humana están inculcadas una serie de leyes naturales que son un reflejo o participación de la ley eterna establecida por Dios. Al conocimiento accesible a todo hombre de los principios de la ley natural contenidos en su naturaleza, Santo Tomás lo denomina sinderesis.
– Deducción de los preceptos de la ley natural a partir de las tendencias de la naturaleza humana.
El proceso que sigue es el siguiente: parte del principio de que el objeto primario de la razón práctica es el bien, y puesto que el bien tiene naturaleza de fin, se sigue que el fin primario de la razón práctica es la consecución y realización del bien, en tanto que este es la meta de nuestras inclinaciones naturales. Y de esta tesis se obtiene el primer principio de la ley natural. Ahora bien, el principio supremo tan solo nos dice que hagamos el bien, pero no nos dice en qué consiste; Santo Tomás deduce que el contenido de la ley natural siguiendo el mismo proceso que ha seguido para establecer el principio supremo de la ética. Del mismo modo, obtiene los preceptos de la ley natural que nos indican qué es bueno y qué es malo fundándose en el repertorio de tendencias naturales genéricas y particulares del hombre.
VI. Filosofía política
1. Origen de la sociedad política
Santo Tomás sostiene que la sociedad política tiene un origen natural. En virtud de la carencia de autosuficiencia o autarquía por parte de los individuos humanos, estos se ven obligados a vivir en sociedades, y, a su vez, una sociedad se ve compelida a transformarse en sociedad política, debido a que una sociedad no puede preservar y funcionar adecuadamente si no cuenta con un gobierno que la rija. La diferencia principal con Aristóteles está en que Santo Tomás busca una fundamentación teológica o la tesis del origen natural, según la cual Dios es el fundamento último del origen de la sociedad y del Estado, ya que ha sido Él mismo quien ha dotado al hombre de la inclinación natural a organizar su convivencia en sociedades políticas.
2. Clasificación de los regímenes o sociedades políticas, el modelo político ideal.
Santo Tomás adopta la clasificación de Aristóteles, según la cual hay tres formas o clases rectas (monarquía, aristocracia y democracia), que tienen como objetivo el bien común, y tres formas no rectas (tiranía, oligarquía y demagogia), que tienen como objetivo el bien propio particular. En cuanto al modelo político mejor, propone un régimen político mixto con las ventajas de las formas de regímenes políticos rectos. Se trata de una monarquía con magistrados seleccionados, tal como se hacía en la aristocracia, y elegidos por el pueblo.
3. Relación Iglesia-Estado
Debido a que el hombre posee un fin sobrenatural (la salvación eterna), el Estado debe estar finalmente subordinado a la Iglesia, ya que el fin sobrenatural del Estado es el bien común, esta subordinación a la consecución del fin sobrenatural. Por tanto, aunque en su propia esfera el orden político cuente con una cierta autonomía, la Iglesia tiene derecho a ejercer un poder indirecto sobre el Estado.