Relación Ontológica Platón-Aristóteles
1. Dualismo Ontológico Platónico y Crítica Aristotélica a la Doctrina Platónica
Sócrates, maestro de Platón y personaje principal de la mayoría de sus diálogos, estaba más interesado en las cuestiones ético-políticas que en la naturaleza y consideraba que la filosofía debía ser, principalmente, «cuidado del alma» porque esta era la condición de posibilidad de todos los bienes. El origen de la teoría de las formas platónica está en el esencialismo socrático, porque Platón reflexionó sobre la realidad de la esencia que era el objeto de la definición (lo justo en sí, lo piadoso en sí, etc.)
En primer lugar, la forma o idea es única e idéntica, mientras que las cosas concretas constituyen una multiplicidad de cosas diferentes entre sí. De ahí que Platón, como dice Aristóteles, «separara» las formas o ideas de las cosas y les atribuyera una realidad en sí independiente de estas. Pero la innovación filosófica fundamental de Platón consistió en atribuir a estas entidades un género diferente de realidad, de carácter inteligible o inmaterial, con lo que estableció un dualismo metafísico que divide lo real en dos ámbitos:
A) El Mundo Sensible: Es la realidad que captamos mediante los sentidos. Está constituido por cosas sujetas a la generación y el devenir. Son imperfectas porque contienen caracteres opuestos entre sí. En el mundo sensible solo existen, pues, copias o reflejos imperfectos de las formas.
B) El Mundo Inteligible: Está constituido por formas inmutables y perfectas o absolutamente idénticas, es decir, que no contienen nada contrario a su propia esencia. Son inmateriales y, por tanto, no pueden aprehenderse (captar algo en profundidad) con los sentidos, sino únicamente por medio del intelecto. La idea del bien tiene prioridad sobre el resto de ideas, que derivan de ella su ser y es causa de todo lo recto y bello que hay en el universo.
2. Realidad en Platón: Relación entre dos Mundos, Contenido del Mundo de las Ideas y Mito de la Caverna
Platón concibió la relación entre las cosas del mundo sensible y las formas del mundo inteligible en términos de participación, de manera que, por ejemplo, las cosas bellas del mundo sensible son bellas «por la presencia o la participación de la belleza en sí» que se da en ellas.
El mundo de las ideas alberga las esencias de los seres físicos y también las entidades matemáticas (todo el universo matemático es inteligible). A este mundo también pertenece el conjunto de los ideales morales y políticos al que han de acomodarse la conducta individual y la organización de la convivencia social.
Para Platón, las ideas no son un conjunto inconexo de esencias, sino que constituyen un sistema en el que todas se ensamblan y coordinan en una gradación jerarquizada cuya cúspide ocupa la idea de bien. El bien, como idea primera, como principio supremo, es expresión del orden y del sentido de lo real.
En el mito de la caverna, Platón explica aspectos fundamentales de su ontología: la morada subterránea simboliza el mundo físico, imperfecto, el mundo de las copias. El mundo exterior a la caverna simboliza el mundo de las ideas, las esencias. Estas dos realidades metafóricas expresan el dualismo ontológico o metafísico de Platón. Los objetos del exterior son las esencias y modelos perfectos; los objetos que están en la caverna serían las copias imperfectas. Como cúspide de idea suprema, la idea de bien, Platón utiliza la metáfora del sol.
3. Realidad en Aristóteles: Naturaleza, Movimiento, Hilemorfismo y Causalidad
El primer concepto que aclara Aristóteles para explicar su ontología es el de naturaleza: principio interno del movimiento que se da en los seres naturales. Por tanto, la diferencia entre los seres naturales y artificiales es que en los primeros hay movimiento (semilla) y en los segundos no existe el movimiento (silla).
Puesto que la naturaleza es principio interno de movimiento, a la ciencia que estudia los seres naturales le corresponde estudiar el movimiento. Esta ciencia es la física. Para analizar el movimiento o cambio es imposible en el primer caso, pero no en el segundo, y como lo que no es, pero puede ser, se halla en potencia y aquello que es actualmente se halla en acto, Aristóteles, por tanto, explica el movimiento como paso o tránsito de la potencia al acto.
Una vez garantizada la posibilidad de movimiento, del cambio, procede a su clasificación distinguiendo:
- Cambio sustancial, cuyo resultado es la generación de una sustancia nueva o la destrucción de una sustancia ya existente.
- Cambio accidental, en el que no se generan ni se destruyen sustancias, sino que estas sufren modificaciones en aspectos no esenciales de su ser.
Todas las sustancias naturales se componen de materia y forma. La materia es pasiva, mientras que la forma o acto la forma es la esencia (lo que cada sustancia es, lo que hace que la materia, que es indeterminada, sea precisamente esta sustancia y no cualquier otra), y es también la naturaleza de las sustancias, es decir, aquello que determina sus actos específicos. La esencia es un principio interno en Aristóteles y no externo como en su maestro Platón. La teoría aristotélica según la cual las sustancias naturales están compuestas de materia y forma se denomina hilemorfismo.
Aristóteles considera causas todos los factores que son necesarios para explicar un proceso o movimiento. La materia y la forma son causas intrínsecas, y la causa eficiente o agente, productora del movimiento, y la causa final o fin, al cual se orienta el movimiento, son causas extrínsecas.
4. El Bien en Platón y el Bien en Aristóteles
Para Platón, la idea de bien tiene una posición preeminente en el mundo de las ideas. De la misma manera que el sol produce la visibilidad y la generación de las cosas en el mundo físico, el bien es causa de la existencia y esencia de las ideas. Gracias al bien, las ideas son inteligibles y, por tanto, también reciben, «todas las cosas rectas y bellas». El bien es el «principio del todo» y, por tanto, es una realidad de orden superior, situada por encima de las ideas, «más allá de la esencia en cuanto a la dignidad y a potencia».
Para Aristóteles, el bien no podía concebirse ya como una realidad trascendente. En consecuencia, Aristóteles interpretó el bien como cumplimiento de la tendencia que lleva a todos los seres hacia su propia perfección.
5. Modelos de Naturaleza en Platón y en Aristóteles
Sabiendo que teleológica significa finalidad o perfección y trascendente significa por fuera o por encima de este mundo, podemos concluir que el modelo de naturaleza de Platón es un modelo teleológico trascendente, mientras que para Aristóteles es un modelo teleológico inmanente, ya que la naturaleza de cada ser tiende a actualizarse y alcanzar la perfección que le es propia, es decir, todos los procesos biológicos parecen presididos por una finalidad interna que los orienta y los dirige.