Análisis Comparativo: Ortega y Gasset, Marx, Arendt y Nietzsche

Conocimiento: Ortega y Gasset

Ortega y Gasset enfoca su pensamiento en el problema del conocimiento, proponiendo una filosofía que responda a la circunstancia vital del individuo. Destaca la importancia de la relación entre el individuo y su entorno, expresada en su famosa frase «yo soy yo y mi circunstancia». Para él, la razón vital es esencial para entender y salvar esta circunstancia, ya que implica contextualizar los hechos con su historia, distanciándose de la razón abstracta del racionalismo europeo. Critica tanto a los antiguos como a los modernos por sus visiones parciales de la realidad y propone una nueva forma de entenderla basada en la interdependencia entre el individuo y su circunstancia.

En su primera etapa, Ortega aboga por el objetivismo, que demanda la ciencia como modelo de conocimiento para superar la falta de objetividad en España. En su segunda etapa, destaca el concepto de vida como realidad radical, defendiendo que todos conocemos las cosas desde una perspectiva vital particular. Subraya que ninguna perspectiva es la única verdadera y que la verdad se encuentra integrando varias perspectivas.

Desde los años 20, Ortega desarrolla la doctrina del raciovitalismo, que no abandona el perspectivismo, sino que se apoya en dos perspectivas radicales del ser humano: la razón y la vida. Para Ortega, la razón vital es parte esencial de la vida, capacitando a la persona para entenderla y tomar decisiones sobre ella.

Sociedad

Ortega y Gasset aborda el problema de la sociedad desde la perspectiva de la razón vital, buscando comprender y salvar la circunstancia en la que vive. Define la realidad radical como la coexistencia del yo y su circunstancia, donde la vida concreta y las relaciones sociales adquieren relevancia. Analiza las generaciones como unidades básicas del cambio histórico, definiéndolas por compartir sensibilidades, problemas y soluciones esenciales.

Describe el cambio social a través de la interacción entre la masa, caracterizada por la inercia, y la minoría, que busca el liderazgo social y promueve nuevas formas sociales. Identifica un gran acontecimiento social en el siglo XX:

  • El abandono de la función de liderazgo por parte de las minorías, permitiendo que las masas asuman un papel predominante, lo que puede llevar a desorientación, revoluciones o surgimiento de totalitarismos.

Destaca la importancia de una minoría selecta responsable de educar, formar y orientar a la sociedad para evitar desviaciones autoritarias. En cuanto a las relaciones sociales, distingue entre relaciones interindividuales, que son espontáneas y responsables, y relaciones sociales, que son impersonales y no tienen espontaneidad ni responsabilidad, manifestándose en los usos sociales. Estos usos tienen tres efectos sociales:

  1. Facilitan prever la conducta de los desconocidos.
  2. Transmiten la herencia del pasado.
  3. Automatizan aspectos de la conducta, facilitando la dirección de la propia vida hacia un porvenir racional.

Realidad

Ortega concibe la filosofía como una reflexión de la realidad y un intento de clarificar nuestra vida como proyecto y quehacer con las cosas. Desarrolla una nueva postura filosófica que sitúa a la vida como lugar central y radical. Critica tanto el realismo que solo se enfoca en los objetos como el idealismo que niega la independencia de las cosas. Reconoce que el idealismo acierta al afirmar que no se puede conocer las cosas sin el sujeto, pero falla al considerar que las cosas son meros contenidos del pensamiento. Propone que la realidad es la coexistencia del yo y las cosas, dando importancia al vivir como dato radical, donde la vida precede al pensamiento. Su famosa frase «yo soy yo y mis circunstancias» expresa la idea de que la vida incluye al individuo y a todo lo que lo rodea. Entiende las circunstancias en dos sentidos: el marco histórico-cultural y las situaciones concretas que dan sentido a nuestra experiencia. Ortega enfatiza que la vida es dinámica y activa, donde el individuo interactúa con el mundo y las circunstancias, siendo la realización constante de la vida una actividad fundamental.

Karl Marx: La Alienación y el Materialismo Histórico

Karl Marx toma como punto de partida la situación del obrero contemporáneo. Su filosofía pretende liberar de la opresión al ser humano a través de la modificación de la sociedad. Concibe que la esencia del ser humano es la praxis y el trabajo, y los lleva a cabo mediante los medios que le proporciona la naturaleza para satisfacer sus necesidades. El trabajo permite al hombre realizarse y cubrir sus necesidades mediante la praxis productiva y es que, al trabajar, el ser humano se realiza con otros trabajadores, lo que deriva en la sociedad.

Adopta el concepto hegeliano de alienación, es decir, el espíritu se aliena, que consiste en negarse, salir fuera de sí, alejarse de su naturaleza. El humano sale de sí al relacionarse con el mundo, sin embargo, la verdadera alienación es la que supone formas negativas, considerando tres de ellas: alienación filosófica, religiosa y del trabajador.

La Alienación Filosófica

No hay verdades permanentes, pues la realidad material está en constante cambio. Las ideologías son conjuntos de representaciones falsas sobre la realidad que crean sistemas de opresores y oprimidos.

La Alienación Religiosa

Ante el sufrimiento, el ser humano se ve obligado a buscar consuelo, encontrándolo en la religión. Con ello se legitima el sistema vigente. Sin embargo, Dios es producto del hombre y según Marx la sociedad ideal no requeriría de la religión, pues él la considera el opio del pueblo.

La Alienación Económica

Según Marx, el trabajo asalariado transforma al trabajador en mercancía pues, el trabajador se objetiva en su trabajo y por otro lado ni el producto ni los medios le pertenecen. Por ello se aliena, porque entrega su ser como condición para subsistir. Esto conlleva una situación en la que el obrero es explotado y cada vez lo es más. En un principio el trabajo permite al humano humanizarse y humanizar la naturaleza, pero las condiciones del momento (2 mitad siglo XIX) lo deshumanizan. Para Marx, el trabajador es forzado para satisfacer necesidades ajenas.

La Alienación Social

La posesión de las fuerzas productivas y las relaciones laborales hacen surgir la sociedad de clases en lugar de que las personas se encuentren en igualdad de condiciones.

La Alienación Política

La clase dominante impone unas normas que sostienen el sistema económico, manteniendo a los opresores y oprimidos en lugar de que el Estado proteja a todos los ciudadanos.

De la alienación surge un sistema capitalista y Marx analiza el valor del trabajo como mercancía, distinguiendo tres tipos de valor:

Valor de Uso

Es la capacidad de cualquier producto de satisfacer una necesidad, por ello el valor de uso es idéntico al valor de consumo de un producto.

Valor de Cambio

Es el valor común entre dos productos distintos para que sea posible su intercambio, permitiendo asignarle un precio. Marx consideró que este valor consiste en la cantidad de trabajo requerido para producirlo y por comodidad, ese tiempo se mide en dinero.

Plusvalía

Es el valor añadido que aporta la fuerza del trabajador.

Sin embargo, esta plusvalía no se ve reflejada en su salario. Según Marx, al obrero se le paga en sólo en función del valor de cambio de cambio que posee su fuerza de trabajo, que es lo mínimo para subsistir. Por ello la plusvalía ha de considerarse como la fuente de beneficio neto del capitalista

Ello le permitió explicar a Marx como se genera el capital (riqueza acumulada) y la opresión obrera, cuyo origen es la propiedad privada, la cual justifica que el capitalista se adueñe de la plusvalía del trabajador. Por ello la opresión finalizaría con la abolición de la propiedad privada.

Materialismo Histórico

Marx señaló que la lucha entre clases es el motor de la historia, siempre una lucha entre opresores y oprimidos que puede finalizar de dos formas. Una es una revolución de la sociedad y la otra la destrucción de la sociedad. En su época, la lucha era entre burguesía y proletariado. El burgués domina los medios de producción (estructura económica) y los medios de producción intelectual (superestructura ideológica) y de esta forma mantiene su dominio sobre el proletariado. Añade que la estructura condiciona a la superestructura, es decir, las condiciones materiales condicionan a las personas. Todo ello se denominó materialismo histórico. Es decir, las ideas de las clases predominantes son las ideas impuestas sobre la clase dominada, y así se tiene dominada a la sociedad.

Hannah Arendt: El Ser Humano y la Política

El Ser Humano

Arendt analizó en su obra La Condición Humana la importancia de la actividad del ser humano, al que entiende como un ser que habita el mundo con otros. En esta relación es importante el pensamiento y la acción. Lo primero nace del individuo y su objetivo es desarrollar la comunicación y cambiar el mundo y el segundo facilita llevar a cabo el pensamiento. Arendt defiende la vida activa frente a la contemplativa, que había predominado desde la filosofía socrática. Esta filosofía reivindica la reflexión sobre la vida activa, la cual es entendida como una condición para la vida contemplativa. La vida práctica se divide labor, trabajo y acción:

  • Labor: es la actividad encaminada a satisfacer las necesidades básicas para la supervivencia, por lo que está relacionada con los procesos biológicos humanos. La condición humana de la labor es la vida y el tipo de hombre es el homo laborans.
  • Trabajo: también está ligado a la supervivencia, pero se centra en el dominio de la naturaleza para generar objetos artificiales para generar un mundo estable y permanente. La condición humana del trabajo es mundanidad y el hombre es el homo faber.
  • Acción: se refiere a aquellas actividades que no requieren la mediación de cosas o materiales, sino con la política. La esfera pública se relaciona con la acción humana, que se desarrolla en el mundo y genera realidades políticas. La acción, diferente al trabajo, evita el aislamiento y surge de la pluralidad inherente a la condición humana. Es imprevisible e irreversible, exigiendo prudencia y asunción de responsabilidades. A través de la acción se manifiesta la identidad individual y la pluralidad de perspectivas. En la época moderna, la vida activa ha ganado importancia sobre la contemplativa, especialmente con el triunfo del homo faber, que se ve alienado por el consumo, conduciendo a una sociedad de masas que alimenta elementos totalitarios. Arendt subraya la importancia del diálogo para contrarrestar este fenómeno.

La Política

Arendt analizó el totalitarismo, que experimentó, enfocándose en el antisemitismo, el imperialismo y el totalitarismo como fenómenos modernos y peligrosos. El antisemitismo surgió en la construcción del Estado-nación, alimentando el odio hacia los judíos. El imperialismo, durante la expansión de las naciones, suspendió los derechos humanos basados en la raza, despojando a ciertas poblaciones, incluidos los judíos, de su estatus legal. El totalitarismo, resultado del descontento social y económico, promovió un partido único con líder supremo, usando propaganda, terror e ideología para controlar y exterminar poblaciones. Arendt argumenta que el totalitarismo destruye las estructuras tradicionales de la vida pública y transforma las clases sociales en masa, eliminando la diversidad política.

El totalitarismo emplea el terror y la ideología como sus principales herramientas de control. El terror, fundamental para Arendt, se basa en la creencia de que las políticas totalitarias derivan de una ley superior que debe cumplirse, como en el nazismo y la URSS. La ideología, utilizada por los líderes totalitarios, ofrece certezas que brindan seguridad al negar la experiencia real de las personas, requiriendo una referencia constante a una realidad supuesta más profunda. El totalitarismo representa el «mal radical» para Arendt al destruir la individualidad y la humanidad misma en tres fases: anulando la identidad jurídica, corrompiendo los valores morales y eliminando la individualidad, convirtiendo a las personas en «especímenes de animal humano».

Esto conduce a la uniformidad de la masa, eliminando la esfera pública y privada y dejando poco espacio para la afirmación personal. Aquellos que no se ajustan son deshumanizados y convertidos en objetos en campos de concentración. Arendt introduce el concepto del «mal banal» tras analizar el juicio de Adolf Eichmann, describiendo cómo la mayoría de la población alemana fue cómplice del Holocausto al obedecer sin cuestionar, lo que evidencia la normalización del mal en la sociedad totalitaria.

Friedrich Nietzsche: Crítica a la Metafísica y la Moral Tradicional

Metafísica

Nietzsche critica la metafísica tradicional occidental por basarse en las ideas de Sócrates y Platón, que luego serían adaptadas al cristianismo. La división de la realidad en dos mundos (el mundo sensible, falso y aparente y el espiritual, verdadero y superior) derivó en la idea de que la realidad sensible se compone meramente de apariencias, mientras que la inteligible es fija e inmutable. El platonismo y después el cristianismo habían impulsado estas ideas, con la división del mundo de las ideas y el sensible o la idea de la vida presente y el más allá. Esto deriva en una percepción negativa del mundo sensible y una positiva del inteligible. Nietzsche afirma que esta división es producto del temor hacia esta vida y del resentimiento de algunos filósofos hacia un mundo en constante cambio que rechazan. Un engaño con el que tener la esperanza en algo estable y en el que el conocimiento y el lenguaje son utilizados de forma fraudulenta. Este impulso contra la vida es denominado por este filósofo como la Voluntad de la Verdad y consiste en utilizar la razón para afirmar la supremacía de las esencias y de lo estático. El filósofo alemán considera falsa esta concepción de la realidad.

Frente a este planteamiento, Nietzsche defiende su postura del vitalismo: la vida presente es la única realidad. Esta es devenir constante, sin fin ni meta, en la que la apariencia es todo. En ella se unen lo apolíneo y lo dionisiaco. La vida es irracional y cruel, pero es necesario aceptarla como es. No existe nada más allá de los fenómenos sensibles. De igual manera, tampoco hay verdades absolutas. Para este filósofo, la realidad cambiante se presenta en forma de perspectivas (perspectivismo). Todo conocimiento sobre la realidad se muestra desde un punto de vista individual e intuitivo, por lo no existe una única percepción correcta de las cosas, sino múltiples puntos de vista o perspectivas. Ello conlleva a la idea de que el conocimiento sobre la realidad es relativo, ya que cada individuo lo percibe de manera particular. La Voluntad de la Verdad se muestra falsa y en su lugar Nietzsche defiende la Voluntad de Poder, que consiste en asumir y enfrentar a una realidad cambiante entendiéndola desde una perspectiva individual y temporal y una ausencia de verdad absoluta. Esta Voluntad de Poder es la afirmación de la vida que pretende imponerse para lograr satisfacer sus impulsos e instintos; es una voluntad creadora de nuevos valores y tiene un constante afán de superación.

Conocimiento

Nietzsche critica las teorías de conocimiento previas por alimentar la Voluntad de Verdad, buscando esencias bajo las apariencias. Los conceptos generados por el lenguaje, que pretendían representar la realidad, son en realidad metáforas que generalizan lo individual y mutable. Estas metáforas se convierten en conceptos mediante el uso y la costumbre, alejándonos de la experiencia individual. La percepción genera una imagen mental que se convierte en palabra, estableciendo una convención lingüística que oculta la realidad en constante cambio y compuesta de elementos singulares. Nietzsche desafía la noción de una verdad única y abraza el perspectivismo, donde las interpretaciones individuales de la realidad son todas válidas. Solo lo que promueve la vida y surge de la Voluntad de Poder puede considerarse verdadero. Aunque la metáfora recobra importancia como herramienta interpretativa, no tiene un fundamento absoluto de verdad.

Nietzsche critica las ciencias positivas por su enfoque exclusivamente cuantitativo, ignorando las diferencias cualitativas entre los elementos individuales. En contraposición a la razón que guía estas ciencias (lo apolíneo), Nietzsche propone la intuición (lo dionisiaco) como medio para percibir la vida y su dinamismo. La mentalidad calculadora es reemplazada por la expresión artística, que permite captar la verdad de la vida con mayor precisión y explorar los aspectos cualitativos de la realidad.

Moral

Nietzsche cuestiona las bases de la moral tradicional, que él identifica como una moral del esclavo, en contraposición a la moral del señor. Su análisis genealógico de la moral revela que en sociedades históricas, el «bueno» era considerado aquel con poder y fortaleza, mientras que el «malo» era el débil y oprimido. A partir de esta premisa, distingue dos tipos de moral:

  • Moral del señor: surge de los hombres superiores y poderosos, capaces de crear sus propios valores y determinar lo que es bueno o malo. Esta moral refleja la autonomía y la fuerza de quienes la establecen, encarnando el ideal del superhombre.
  • Moral del esclavo: adoptada por los débiles y oprimidos, resentidos ante sus señores y la vida misma. Se basa en la negación de uno mismo y en la aceptación pasiva de valores y juicios impuestos por otros. Nietzsche la identifica como una moral nihilista, que conduce al resentimiento y a la búsqueda de consuelo en otra vida.

El filósofo atribuye el fortalecimiento de esta moral del esclavo al cristianismo, que promueve valores como la compasión por los débiles, el sufrimiento como virtud y el rechazo del placer terrenal. Esta moral, fundada en la debilidad y el miedo, ha permeado la civilización moderna, manifestándose incluso en ideologías como el liberalismo y el socialismo, a las que Nietzsche considera como síntomas de esta

Para contrarrestar esta decadencia, Nietzsche propone una transmutación de valores que restaure la moral del señor. Esta nueva moral, encarnada por el superhombre, promovería el amor por la vida, el poder y la afirmación de uno mismo. Sería una moral que celebra la vitalidad y acepta los impulsos naturales del ser humano.

Además, Nietzsche sostiene que la voluntad humana no es completamente libre, sino que se manifiesta como una voluntad fuerte que afirma la vida o una voluntad débil que la teme. La verdadera libertad, según Nietzsche, se encuentra en la posesión de una voluntad fuerte, independiente de las restricciones morales impuestas por la moral del esclavo.

La Muerte de Dios

La filosofía de Nietzsche proclama la «muerte de Dios», desafiando la metafísica occidental que había dependido de la divinidad para garantizar verdades absolutas y universales. La religión, usada como medio para imponer una moral restrictiva, representaba la moral del esclavo. La muerte de Dios liberaría al hombre de esta carga, permitiéndole trascender el bien y el mal y enfocarse en la vida presente.

La muerte de Dios implica un rechazo a sustituirlo por otro concepto ilusorio, como la razón o el Estado. Todos los atributos divinos deben regresar al hombre, permitiéndole legislar y crear valores. La función de Dios, de dar sentido a la vida, se desvanece con su muerte, lo que lleva al nihilismo, la ausencia de valores.

Nietzsche distingue dos aspectos de esta muerte de Dios: negativo y positivo. El aspecto negativo conduce al pesimismo y la pasividad, lo cual él rechaza. El aspecto positivo abre la posibilidad de una transmutación de valores, guiada por la Voluntad de Poder, encarnada en el superhombre. Este ser fuerte y trágico valora la vida intensamente, sin la necesidad de un más allá, abrazando el eterno retorno de lo mismo, que promueve vivir la vida presente con intensidad y sin restricciones morales.

El Superhombre

Nietzsche critica la debilidad del hombre occidental influenciado por la filosofía platónica y la moral del esclavo. Propone la llegada del superhombre, quien se libera de las ataduras sociales y culturales para crear nuevos valores. Este proceso implica tres transformaciones: de camello (carga moral), a león (rebelión contra la imposición), y finalmente a niño (creador de valores). El superhombre encarna la Voluntad de Poder, un instinto vital que rechaza las imposiciones morales y vive intensamente, afirmando el eterno retorno de lo mismo. Es libre, individualista y dueño de sí mismo. En este punto Nietzsche también defiende que este nuevo ser humano encarna la Voluntad de Poder, entendido en su aplicación en el hombre como la suma de todas sus fuerzas e impulsos vitales, un instinto principal y superior que debe dominar la inteligencia. Distingue esta voluntad de la voluntad de existir, que es meramente un instinto de conservación, mientras que la de poder es el impulso por superar todos los obstáculos y afirmar una vida que desea expandir y satisfacer sus deseos. Es una voluntad creadora de valores y de verdad, que no se somete a imposiciones y vive intensamente. El superhombre afirma el eterno retorno de lo mismo, ama el destino y vive intensamente, transvalorando y creando nuevos valores. Es libre, individualista, no es gregario; es dueño de sí mismo, vive su propia vida conforme a sus deseos.

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