Análisis Comparativo: Santo Tomás de Aquino, Descartes y Hume – Filosofía Medieval y Moderna

SANTO TOMÁS DE AQUINO

Relación Fe y Razón

Tomás de Aquino reflexionó sobre las relaciones entre fe y razón, distinguiendo dos tipos de verdades:

  • Naturales: Forman parte de la realidad natural que puede ser aprehendida por la razón humana con la ayuda de los sentidos.
  • Sobrenaturales: Proceden por revelación divina para que podamos conocerlas mediante la virtud de la fe, superior a la capacidad de la razón. Esta revelación se realiza a través de las Sagradas Escrituras y de la tradición oral de la Iglesia.

Aquino estaba convencido de que hay algunas verdades naturales que Dios ha revelado para hacerlas accesibles a todos. Si Dios no las revelase, muchos no serían capaces de conocerlas. Frente a la teoría averroísta de la doble verdad, sostuvo que fe y razón no se contraponen, ya que tienen el mismo origen, que es Dios. La fe no es algo irracional, sino suprarracional. Ambas se ayudan:

  • La razón proporciona los preámbulos de la fe, aquellas verdades naturales reveladas por Dios que sirven de inicio y preparación para la aceptación de las verdades sobrenaturales.
  • La fe protege a la razón de dudas y errores mediante verdades naturales que Dios también revela y le suministra nuevos campos para la investigación.

Metafísica

Noción de Ente

Tomás se planteó los principios primeros y las causas últimas de la realidad y el ser de las cosas. La ciencia que estudia lo que es a todos es la filosofía primera, esto es, la metafísica. Lo primero que conocemos es el ente, algo que existe. Lo común a todos los entes es el ser. La noción de ente no se puede definir porque es universalísima. De la noción de ente se deriva un principio del conocimiento: el principio de no contradicción, no se puede afirmar y negar a la vez una misma cosa, principio que se funda en las nociones de ente y no ente. Si el ente es lo que es, no puede no ser.

Movimiento

Tomás sostuvo la realidad del movimiento. Los entes tienen la capacidad de perder y ganar perfecciones, las cosas cambian o se transforman porque ya son en potencia lo que pueden llegar a ser en acto. En todo tipo de movimiento se presupone un sujeto que cambia. Las realidades que nos muestra la experiencia tienen la capacidad real, la potencia, de perfeccionarse. Tomás asumió la teoría aristotélica del movimiento y de los tipos de movimiento: accidental y el de cambio sustancial.

Esencia y Existencia

Si lo primero que conocemos en las cosas es su carácter de ente, los entes son contingentes, lo que es podría haber sido de otro modo o no haber sido. Aquello que una cosa es, su esencia, es distinto de aquello por lo que es, su ser (existencia). La esencia de los entes se comporta como la potencia, es en primer lugar capacidad real de ser, y este es el acto que perfecciona radicalmente a los entes y los constituye.

Contingencia de los Seres y el Ser

Los entes son, pero no son el ser en plenitud. La realidad del movimiento, su contingencia, confirman su limitación. Según Tomás, tienen el ser, pero no son el Ser: participan del ser, aunque limitadamente.

Teología Natural: La Razón y el Conocimiento de Dios. La Creación

El concepto de creación no se encontraba en el pensamiento clásico grecorromano. Para Aristóteles, la materia es eterna y depende del Primer Motor solo en su generación y corrupción. Este es su causa motora. Tomás sostiene que Dios no solo es el Primer Motor, sino que produce las cosas sin partir de algo dado de antemano, es decir, de la nada. También puede explicarse racionalmente. Si todos los seres son contingentes, exigen una causa de su ser, esa causa debe poseer el ser en propiedad. La creación supone que las cosas dependen de Dios en su existencia y participan de su mismo ser. Los entes creados son imagen de Dios, manifiestan su ser y reflejan su bondad, verdad y belleza.

Cinco Vías

  1. Por el movimiento: Todo lo que se mueve es movido por otra cosa, no es posible una serie infinita de motores, ya que es necesario un Primer Motor.
  2. Por la causalidad eficiente: En el mundo sensible encontramos causas eficientes que a su vez han sido causadas, tiene que haber una Causa Primera.
  3. Por la contingencia: Los seres contingentes son, pero podrían no haber sido, se generan y se corrompen. Si todos los entes fueran contingentes, habría habido un tiempo en que nada existía.
  4. Por los grados de ser: Comprobamos que en las cosas se dan algunas perfecciones en mayor o menor grado, se aproximan de manera diferente a la Perfección en grado sumo.
  5. Por el orden o del movimiento: Hay un orden o finalidad en los entes que no tienen inteligencia, tienden a un fin, sino de un modo inteligente y deliberado, ha de existir una Inteligencia Ordenadora que nos dirija.

Esencia de Dios

Propuso explicar la esencia divina. No podemos conocerla perfectamente, pero sí es posible saber algo de ella partiendo de la relación de las criaturas con el Creador. Dos vías:

  • Vía Negativa: Excluir de Dios todo aquello que no le puede ser atribuido, por ejemplo, el cambio y la composición.
  • Vía Afirmativa: Atribuir a Dios en grado máximo e infinito todas las perfecciones que se descubren en las criaturas: Dios es inteligente y bueno en grado máximo.

La vía de la eminencia es posible porque el Aquinate, siguiendo a Aristóteles, entendió que la noción de ser es análoga: las perfecciones de las criaturas reflejan de alguna manera el ser del Creador. El ser de las criaturas participa en mayor o menor grado del ser de Dios.

Antropología

Tomás entendió, siguiendo la teoría hilemórfica de Aristóteles, que todo individuo humano es una unión sustancial de cuerpo y alma. Añadió que el alma humana es espiritual, no depende del cuerpo, es inmortal: cuando el cuerpo muere y se corrompe, el alma permanece. Aportó diversos argumentos para demostrar la espiritualidad del alma. Las operaciones propias del hombre, entender y querer, en las que no interviene intrínsecamente la corporeidad. El otro se apoya en el conocimiento que el alma tiene de sí misma. La experiencia nos muestra que el conocimiento ligado a órganos materiales nunca es reflexivo. El alma humana tiene dos facetas: una como ser propio subsistente que se conserva tras la muerte y otra como forma del cuerpo y acto primero de la vida humana. Las funciones intelectivas se realizan a través del entendimiento y la voluntad, que son facultades exclusivas del hombre. Ambas hacen posible su libertad. Por ser espiritual, cada alma es individual en sí misma y comunica su individualidad al cuerpo, de manera que está destinada a unirse a un cuerpo y no a otro. También negó que el alma preexista al cuerpo ni que sea engendrada por los padres: es creada por Dios siempre que comienza a vivir un nuevo ser humano.

Teoría del Conocimiento

Las tesis de Aquino sobre el conocimiento se inspiraron en la filosofía de Aristóteles. Por conocimiento sensible entendió la captación de formas o cualidades sensibles que están en las cosas. El conocimiento intelectual se inicia en los sentidos y consiste en poseer formas inteligibles que provienen de la esencia de las cosas. Destacó el papel de la imaginación y del intelecto agente en la abstracción de los conceptos. Mantuvo la función del intelecto paciente. Unió la teoría de la abstracción de Aristóteles con el iluminismo de San Agustín. El intelecto agente sería como una luz participada de Dios gracias a la cual conocemos los conceptos. El intelecto agente es, por lo tanto, una participación del entendimiento divino. Nuestra razón es capaz de penetrar en lo sensible para descubrir lo que oculta de inteligible. Los entes reales son individuales y concretos, pero el hombre es capaz de conocer lo que contienen de universal y permanente.

Ética Tomista

En sintonía con Aristóteles, propuso una ética teleológica en la que todo creado tiende a un fin o bien propio y efectuó un análisis de las virtudes.

Fin Último del Hombre

El Aquinate señaló que el hombre es capaz de encaminarse libremente hacia su fin. Gracias a la inteligencia y la voluntad, el hombre goza de libertad. El ser humano es el único animal que conoce los fines que persigue y decide encaminarse o no hacia ellos. El hombre puede elegir el fin que es bueno para él, pero también puede decidir actuar voluntariamente en contra de su naturaleza. El ser humano puede querer o no dirigirse hacia el bien, pero lo que no puede es decidir lo que es bueno, ya que la perfección que le es propia está inserta en su modo de ser, esencia o naturaleza, tal como ha sido creada por Dios. Tomás distinguió entre actos humanos, realizados con inteligencia y voluntad, y actos del hombre, que no dependen de su libertad. Solo los actos humanos son objeto de estudio de la ética, puesto que solo ellos son susceptibles de responsabilidad moral. Tomás buscó identificar el fin último para el ser humano. Distinguió entre fin último en cuanto a su objeto o contenido, que es Dios mismo, y fin último en cuanto a su posesión, que es la bienaventuranza o felicidad. La bienaventuranza perfecta es un fin sobrenatural que excede las fuerzas naturales del hombre y está reservada para después de la muerte.

RENÉ DESCARTES

Finalidad de la Filosofía

Descartes mostró una gran inquietud por la búsqueda de la verdad. Consideró que la enseñanza escolástica que había recibido sembraba de dudas la inteligencia. Reafirmó esta convicción la lectura de los ensayos de Montaigne, quien proponía un escepticismo. Todo ello lo movió a romper con la filosofía de su tiempo y a proyectar un nuevo sistema filosófico. Frente a la confusión, se encontró con la seguridad que ofrecía la nueva ciencia renacentista y el importante papel que desempeñaban las matemáticas. Descartes se propuso dotar a la filosofía de un nuevo método que permitiera descubrir verdades claras, ciertas y demostradas. De este modo se lograría superar todo posible escepticismo. La filosofía debía adoptar un solo método, el matemático, por lo que todas sus partes debían construir un todo orgánico, un sistema racional único, es decir, una sola ciencia universal.

El Método

Descartes supuso que la razón goza por sí misma de la capacidad natural e infalible de conocer la verdad. Sin embargo, raramente se usa bien. La reflexión filosófica exige establecer el método más riguroso, semejante al de las matemáticas: prescindir de los contenidos de la fe y renunciar a las explicaciones de la filosofía anterior y a la experiencia sensible. El método es el instrumento para guiar a la razón y posibilitar su correcto uso. Ha de consistir en un conjunto de reglas seguras y sencillas. En el Discurso del Método lo resumió en cuatro reglas:

  1. Evidencia: Consiste en no admitir nada como verdadero a no ser que sea conocido como tal, solo se han de aceptar aquellas ideas que nuestra mente posea con claridad y distinción. Una idea es conocida con claridad si está presente y manifiesta ante una mente despierta. La distinción de una idea implica que es tan precisa y diferente de todas las demás. La evidencia hace referencia a las representaciones de la mente y queda fundamentada en la razón. Descartes distingue tres tipos de ideas:
    • Adventicias: Proceden de la percepción sensible.
    • Facticias: Son invenciones de nuestra imaginación.
    • Innatas: Emanan de la razón misma y no de la experiencia sensible.

    Descartes sostuvo que las ideas claras y distintas se obtienen mediante la intuición intelectual.

  2. Análisis: Señala que hay que dividir los problemas en tantas partes como sea necesario con la finalidad de reducir lo complejo a sus partes más simples.
  3. Síntesis: Hemos de conducir nuestros pensamientos comenzando por los objetos más simples y fáciles de conocer para ascender poco a poco hasta el conocimiento de los más compuestos. En esta regla se aplica la deducción, que consiste en cualquier derivación necesaria de una idea a partir de otra que conocemos con certeza.
  4. Recuento: Implica hacer en todo enumeraciones tan detalladas y revisiones tan generales de manera que tengamos la seguridad de no haber errado en el desarrollo del método.

Metafísica

La Duda Metódica

Una vez establecidas las reglas del método, consideró que para afrontar con éxito la búsqueda de la certeza absoluta era necesario dudar de todo metódica y provisionalmente. Se considera como condición necesaria del filosofar. Esta duda es universal y voluntaria. Existían diversos motivos para dudar:

  1. Los sentidos proporcionan a veces un conocimiento confuso y engañoso.
  2. No es posible distinguir entre la vigilia y el sueño.
  3. Podríamos suponer que existe un genio maligno que nos induce a creer que estamos en lo cierto siempre que erramos.

Primera Certeza: Existencia del Yo

Al dudar de todo, surge una verdad de la que es imposible dudar: la existencia de un yo que duda. Podría dudar de la existencia del mundo que me rodea, pero es incuestionable que existe un yo que piensa y que duda: Pienso, luego existo. Yo pienso es una primera idea clara y distinta que expresa la unidad inseparable entre pensamiento y existencia. Estoy seguro de que existo en la medida en que pienso, aunque todos mis pensamientos fuesen falsos. Solo puedo estar seguro de mi existencia cuando estoy pensando. Descartes lo estableció como el principio y fundamento de su sistema. Para Descartes se trataba de una evidencia que se presenta diáfana a la mente, una idea clara y distinta que proviene de una intuición intelectual. ¿Quién soy yo? El yo que se construye en el pensamiento es una cosa o sustancia que piensa. El pensamiento es toda actividad que sucede en nuestro interior y que puede ser percibida por nosotros mismos. Los cuerpos carecían de actividad mental, por lo que Descartes identificó la sustancia pensante con el alma o espíritu. El pensamiento procede del entendimiento o razón, facultad del espíritu cuyas operaciones son la intuición y la deducción. Hay que distinguir otra facultad: la voluntad o el querer. La voluntad no tiene en sí misma ningún límite, porque puede aceptar o no las ideas y juzgar las cosas con completa libertad.

Segunda Certeza: Existencia de Dios

Para ser fiel a su método, ha de partir de esta primera certeza para demostrar la existencia de la realidad exterior a la mente. Descartes descubre que posee una idea innata de Dios: manifiesta mi imperfección y finitud, mis dudas y mis carencias. La idea de imperfección presuponía la de perfección e infinitud, es decir, la idea de Dios. Esta segunda idea aparece con claridad y distinción en mi espíritu porque mi conocimiento de lo finito solo es posible si poseo una idea de lo infinito. Solo si Dios existe podrá afirmarse sin miedo que mis ideas son claras y distintas y que se corresponden con algo real. Dios no permitiría que un genio maligno me engañase ni que yo confundiera mis ideas con imaginaciones o sueños. Dios se constituye en la filosofía cartesiana como la garantía y el fundamento del ser y del conocimiento. Se propuso probarlo con tres argumentos:

  1. La idea de Dios no puede proceder del yo al ser este finito e inferior, y de lo inferior no puede proceder lo superior; nuestra idea de lo infinito no puede tener otra causa que una realidad infinita.
  2. Dios es causa no solo de su idea en mí, sino de mi existencia: Yo, un ser imperfecto y contingente que posee la idea de lo perfecto… un ser imperfecto no puede darse el ser a sí mismo, pues quien da el ser puede darse también todas las perfecciones, y esto corresponde solo a un ser perfecto.
  3. Argumento ontológico: El punto de partida es que la idea de un ser sumamente perfecto es tan clara y distinta como la idea de que la suma de los tres ángulos de un triángulo es igual a dos rectos. La diferencia entre estos es que del triángulo no se deduce su existencia, mientras que de la idea de Dios sí, ya que perfección máxima y existencia se identifican.

Tercera Certeza: Existencia de Cosas Corpóreas

La primera idea clara y distinta que aparece en nuestra mente referida a los objetos materiales es la de extensión en el espacio según tres dimensiones: longitud, anchura y profundidad. Descartes confirma que del análisis de la misma idea de extensión no se deduce su existencia. Tampoco era posible probar la realidad de las cosas extensas a partir de la idea del yo. Sin embargo, como Dios es veraz y causa de todo lo que existe, no ha podido engañarnos al poner en nosotros una fuerte inclinación a creer que nuestras ideas sobre las cosas extensas provienen de objetos corpóreos realmente existentes. Dios es la garantía por la que podemos deducir necesariamente que existen unas sustancias corpóreas que causan en nosotros ideas sobre cosas extensas.

Tres Sustancias

Siguiendo las reglas del método, Descartes logró un conocimiento muy simple de la estructura de la realidad. Hay tres ideas claras y distintas que podemos aceptar con certeza: idea de yo (sustancia pensante), la de Dios (sustancia divina, res divina) y mundo (sustancia extensa, res extensa). Yo soy una sustancia que piensa, Dios es una sustancia infinita y perfecta, y el mundo de los cuerpos es una sustancia extensa. Sustancia: la cosa que existe de tal manera que no necesita de ninguna otra para existir. En sentido estricto, solo se podía aplicar a Dios.

La Física Cartesiana: El Mecanicismo

La física cartesiana es la expresión de su concepción mecanicista del mundo sensible. Si los objetos materiales son solo extensión, han de explicarse en términos de cantidad y movimiento local. Siguiendo a Galileo, defendió la objetividad de las cualidades primarias de los cuerpos: la figura y el movimiento. Cualidades como el color, olor o sabor son subjetivas, es decir, son meras impresiones, sensaciones producidas en nosotros por variaciones en la extensión. No existen fuera de nosotros. No hay espacio vacío, el universo en su conjunto carece de límites: si la materia solo es extensión, un espacio más allá del universo sería contradictorio. La teoría cartesiana sobre el movimiento difiere de la aristotélica. Para Descartes, solo puede haber movimiento en la cantidad, se reduce a movimiento local. El movimiento queda definido como una alteración en la posición relativa de un cuerpo respecto a otro. El movimiento ha de originarse en una primera causa exterior que Descartes situó en Dios. Este confiere una cierta cantidad de movimiento al mundo que unos cuerpos transmiten a otros por contacto extrínseco. Dios no interviene en el movimiento de los cuerpos, sino que solo lo conserva. El universo, así concebido, es como una gran máquina perfectamente diseñada por Dios en la que todos los cambios se producen necesariamente según lo que ha previsto la voluntad divina. En el movimiento de las cosas no hay que indagar ninguna finalidad. Solo puede acudirse a la causa eficiente como principio explicativo de los objetos.

DAVID HUME

Conocimiento

Hume pensó que el conocimiento científico está relacionado con la naturaleza humana. Su objetivo fue descubrir los principios que regulan nuestros juicios morales. Consideró que, para lograrlo, había que clarificar los principios que rigen nuestro conocimiento teórico. Aplicó el principio empirista, donde todos los contenidos de nuestra mente proceden de la experiencia y de ella dependen. Solo conocemos nuestras percepciones, que son los hechos de conciencia, y no las cosas exteriores tal como son en sí mismas. Dividió en impresiones, que pueden ser de sensación o de reflexión, y las ideas, que pueden ser simples (recuerdo de una impresión) y complejas, que son causa, sustancia y yo. La combinación de ideas es fruto de la imaginación.

Leyes de Asociación

Cuando estas actúan, se rigen por la semejanza, la contigüidad y la relación causa-efecto.

Tipos de Juicios

  • Relaciones de ideas: Proposiciones cuya verdad se alcanza mediante la razón sin recurrir a la experiencia.
  • Cuestiones de hecho: Enunciados cuya verdad no se obtiene a través de un simple razonamiento, sino de la observación directa. Son las ciencias naturales o físicas.

Problema de la Inducción

Las ciencias de la naturaleza se asientan en la inducción, lo cual es problemático. El conocimiento basado en la experiencia no permite predecir el futuro con certeza. Reclaman apoyo en el principio de causalidad. Criticó este principio hasta eliminarlo como fuente de certeza para la ciencia. Negó la realidad del conocimiento científico como saber universal y necesario y lo redujo a la experiencia sensible.

Crítica al Principio de Causalidad

Hume dedicó un amplio análisis a este principio. Se preguntó por la impresión de la que deriva la idea de causa para concluir que no tenemos ninguna impresión de las causas, sino solo de algunas relaciones entre objetos. Cuando observamos dos objetos que relacionamos entre sí como causa y efecto, las únicas impresiones que percibimos son una relación de contigüidad en el espacio y una relación de sucesión en el tiempo. Estos elementos no bastan para poder hablar de causalidad, porque siempre pensamos que hay una tercera relación, que es la conexión necesaria entre la causa y el efecto. Solo tenemos impresiones directas de la contigüidad y la sucesión de los objetos, pero no de su conexión necesaria. La regularidad con la que se repiten estas relaciones permite que se forme en nosotros una costumbre o hábito psicológico por el que imaginamos juntos dichos objetos. De esta manera, quedan asociados en nuestra mente. El principio causal, para Hume, está en nuestro entendimiento, pero no en las cosas. Esta explicación afecta a la ciencia: debido a que una conexión causal se considera subjetiva, los enunciados de las ciencias solo pueden ser objeto de creencia. Esta crítica condujo a Hume a rechazar la metafísica.

Metafísica

Locke admitió la existencia del yo, de Dios y de las cosas materiales utilizando el principio de causalidad. Pero Hume sostuvo que solo existe en nuestra mente, por lo que el mundo material, el alma humana y Dios, que se afirmaban que eran realidades sustanciales… Hume se preguntó por el origen de nuestra idea de sustancia: es una idea compleja elaborada por nuestra imaginación de acuerdo con las leyes de asociación. Cuando hablamos de sustancia pensante, lo único que experimentamos es un conjunto de percepciones en movimiento que se suceden unas a otras: imaginamos una causa permanente que las sustenta y unifica en el tiempo: alma o yo. Respecto a la idea de Dios, consideró imposible demostrar si existe o no, puesto que no poseemos ninguna impresión que dé lugar a dicha idea. Consideró que no podemos salir del ámbito de nuestra experiencia sensible y no podemos saber con certeza si existen cosas distintas de nuestras ideas. Esto se conoce como fenomenismo.

Moral

Hume la explica desde el análisis de las pasiones y sentimientos que están en la base de la conducta moral. Las pasiones o sentimientos son impresiones de reflexión, son percepciones de nuestras propias percepciones, conciencia de nuestras experiencias internas. La voluntad no es una facultad, sino un modo de la pasión, deseo. Respecto a la libertad, las acciones humanas están tan sometidas a la necesidad como los movimientos naturales. La única libertad posible es la ausencia de coacción o de violencia para actuar. La razón debe someterse a las pasiones. La primacía del actuar humano corresponde a la pasión, que es lo único que mueve a desear un objeto o a rechazarlo debido a la expectativa de placer o dolor que este produce. En cuanto a las pasiones como criterio de moralidad, Hume extendió la moral como la ciencia que se ocupa de las reglas que hay que seguir para conseguir el bien y la felicidad. El criterio que permita la distinción moral entre la virtud y el vicio. Los juicios morales determinan o impiden nuestro comportamiento, por lo que no provienen de la razón ni se apoyan en ella. La mayoría de los sistemas éticos habían fundado las obligaciones morales en la recta razón y extraían del deber ser del ser o de la naturaleza humana. Hume lo rechazó. El criterio para el juicio moral solo podía hallarse en las pasiones o sentimientos. Este juicio es un sentimiento de aprobación o desaprobación acerca de determinadas acciones. Este sentimiento se forma en la mente cuando se reflexiona sobre las impresiones o ideas que representan dichas acciones. Hume mantuvo que el sentimiento moral no es algo cambiante y relativo. Hay un instinto moral que nos hace apreciar lo que es bueno y malo. La virtud y el vicio no son cualidades de las acciones, sino percepciones de la mente. Hume concedió un papel a la simpatía, cualidad de la naturaleza humana que impulsa a compartir y comprender las inclinaciones y sentimientos de los otros, aun cuando sean contrarios a los de uno mismo. La simpatía está causada por la semejanza que la naturaleza ha establecido entre los seres humanos y se refuerza con las relaciones de parentesco, la educación, el trato y las costumbres. Hume propugnó que la causa de nuestros sentimientos de aprobación o reprobación moral se halla en la utilidad. Entendió el bien común a todos los seres humanos: una acción o cualidad produciría un sentimiento agradable o placentero cuando es útil para uno mismo y para los demás.

Política

Hume no aceptó que la comunidad política surgiese de la transición de un estado de naturaleza a otro civil fruto de un contrato social. El auténtico origen de la sociedad es la simpatía, que mueve a los hombres a unirse para lograr su utilidad y el bien común. Lo único que justifica o legitima el poder de un gobernante es el bien común que procura a su pueblo y la defensa de los bienes indispensables para la vida de una sociedad. La doctrina política humeana se apoyó en la utilidad.

Religión

Es fruto del sentimiento y no objeto de la razón. Este sentimiento religioso proviene de las pasiones: del miedo, esperanza, incertidumbre y temor ante lo misterioso. Hume rechazó la prueba de la existencia de Dios por el principio de causalidad. Describió la creencia en Dios como un proceso de idealización que arrancó del politeísmo, que personificaban las fuerzas de la naturaleza en una multitud de dioses. La religión es un hecho social práctico que no conviene eliminar, porque las creencias y los prejuicios del pueblo son útiles para mantener las buenas costumbres sociales.

IMMANUEL KANT

Evolución del Pensamiento Kantiano

Estimó necesario abandonar tanto el dogmatismo racionalista como el escepticismo empirista con el fin de poder investigar acerca del conocimiento científico y metafísico, de la libertad humana y de las leyes morales. Elaboró una filosofía crítica consistente en someter la facultad de conocer (la razón teórica, práctica, crítica…). Intentó:

  • Descubrir el fundamento y el alcance de nuestro conocimiento teórico.
  • Buscar los fundamentos de la razón práctica.

Conocimiento y Ciencia

Kant comenzó la crítica del conocimiento teórico y de la ciencia con la investigación sobre los posibles tipos de juicios, ya que mediante estos se expresa todo conocimiento.

  • Juicios analíticos: Son aquellos en los que el predicado se incluye en el concepto de sujeto. Son a priori, universales y necesarios.
  • Sintéticos: El predicado no está comprendido en el sujeto. Son a posteriori y no son universales ni necesarios.

Juicios de la Ciencia

Las matemáticas y la física no pueden ser ni analíticos ni sintéticos, sino solo sintéticos a priori. Por ser a priori son universales y necesarios, pero al mismo tiempo son sintéticos: se aplican a los objetos de la experiencia, por lo que aumentan el conocimiento. Kant estructuró la Crítica de la razón pura en tres partes: la estética transcendental y la analítica transcendental procuran explicar cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en las matemáticas y en la física, mientras que la dialéctica transcendental niega que estos juicios sean posibles en la metafísica.

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