Metafísica y Antropología en Descartes
3. La Duda Metódica y sus consecuencias
3.1. La Sustancia Pensante
Argumentos:
- Este juicio parece nacer de la propia naturaleza humana, pero no en el sentido de la naturaleza racional, sino de una naturaleza instintiva, y esa tiene poco valor.
- Argumenta, afirma, que esos objetos se presentan ante nosotros en contra de nuestra voluntad, pero este argumento tampoco es válido ya que los sueños y las alucinaciones tampoco dependen de nuestra voluntad.
- Habría un tercer argumento para demostrar que existe fuera de mi mente alguna de las ideas que están dentro de mi mente y sería el considerar a las ideas no como tales (ya que así son todas iguales) sino por aquello que representa y buscar entre ellas alguna que representa una realidad ontológica que sea más entidad (superior) al ser que la piensa.
3.2. La sustancia infinita (Dios)
Hasta ahora Descartes tiene únicamente una certeza: la de que existe como ser pensante y, aunque encuentra en su mente muchas ideas, la hipótesis del genio maligno le lleva a dudar de ellas. Si pudiera demostrar que existe Dios y que es bueno, automáticamente dejaría de dudar en todo aquello que percibe con cierta claridad y distinción.
Descartes demuestra la existencia de Dios en la “Meditación Tercera” mediante dos argumentos:
- En el primero parte de que encuentra en su mente dicha idea de Dios como un ser infinito y tal idea no puede ser Adventicia (las que vemos con los sentidos) porque no hay nada en la realidad infinito, tampoco puede ser Facticia (que procede de la imaginación); así pues, un ser finito e imperfecto no puede inventar la idea de ser perfecto o infinito, así que esta idea solo nos la ha podido poner un ser infinito y perfecto: Dios.
- El segundo argumento parte de la idea de que tiene que haber un Dios que le haya dado a Descartes la existencia y no cabe imaginar que él se haya creado a sí mismo porque entonces se hubiera creado mucho más perfecto; tampoco es imaginable que esa existencia se deba exclusivamente a sus padres porque ellos no son perfectos y no han podido poner en él la idea de perfección.
En conclusión, Dios existe y, como es perfecto, ha de ser bueno y no puede ser engañador (mentiroso).
3.3. La sustancia material (Alma)
Con la bondad infinita de Dios como garantía de la verdad (validez) de nuestras ideas, Descartes elimina definitivamente la hipótesis del genio maligno y puede retornar gran parte de las ideas de las que previamente ha dudado, concretamente aquellas ideas Adventicias que demuestran cualidades claras y distintas del mundo físico, como la extensión y el movimiento.
Así pues, gracias a la demostración de la sustancia infinita, cuyo atributo principal es la perfección, llega a la demostración de la sustancia material (Res extensa), cuyo atributo fundamental es la Extensión. Se está refiriendo Descartes al mundo físico, un mundo que entiende con una concepción mecanicista muy propia de la época, según la cual unas leyes mecánicas expresadas matemáticamente rigen el mundo y, si pudiéramos conocerlas perfectamente, podríamos predecir con total exactitud lo que va a ocurrir en un momento determinado.
De la realidad física quedarían excluidas aquellas cualidades como el olor, el color, el sabor, que Descartes llama cualidades secundarias y que, por ser subjetivas, no aceptará como válidas.
4. Doctrina antropológica
Es dualista como su metafísica. Concibe al ser humano como compuesto de dos sustancias:
- La sustancia pensante (alma), un alma única, indivisible e inmortal, y que le permite al ser humano percibir, imaginar, comprender, desear, elegir, etc. De todas estas facultades, las más importantes son el Entendimiento y la Voluntad; esta última hará posible la Libertad.
- La otra sustancia que compone al ser humano es la materia (cuerpo), cuerpo que, como en el resto de los animales, está sometido a las leyes físicas que propone el mecanicismo. Esta es la razón por la que Descartes tiene tanto empeño en independizar el cuerpo del alma: la de hacer posible la libertad, ya que si solo fuéramos materia esta no sería posible debido al determinismo mecanicista.
A pesar de ello, es evidente que el alma interactúa con el cuerpo, como apreciamos cuando nos encontramos físicamente mal ante un disgusto o, sencillamente, cuando movemos nuestro cuerpo según las directrices del alma. Esta interrelación presenta, sin embargo, un grave problema metafísico: el de explicar cómo pueden entrar en relación lo material y lo inmaterial. Para resolver esta cuestión, Descartes propone que esa conexión se produce en el centro de nuestro cerebro, en la glándula pineal.
La unión entre alma y cuerpo es, pues, una unión accidental, como la que afirmaba Platón, formando dos realidades que nunca llegarán a completar una unidad.