Aristóteles analiza la naturaleza humana
Cada ser es feliz realizando la actividad que le es propia y natural (este principio es una consecuencia de su concepción teleológica de la naturaleza: todo tiende a un fin que es su bien).
Para Aristóteles la felicidad no es, pues, una mera posesión, no es ni siquiera un ser, sino un hacer conforme a la virtud, “areté“, es decir, la eficiencia, o la excelencia en la realización de la función propia (sabiduría). El ser humano si quiere ser feliz necesita: bienes corporales y bienes exteriores, pero sobre todo las virtudes morales. Virtudes intelectuales que perfeccionan el conocimiento y las morales que perfeccionan el carácter, el modo de ser y comportarse.
Estoicismo
El fundador de la escuela estoica de filosofía es Zenón de Citio y funda esta escuela de filosofía en Atenas en el 306 a. C. Es de la época helenística.
El ideal moral del estoicismo es el sabio, pues es él quien sabe que todo lo que ocurre a su alrededor se debe a una racionalidad o logos por lo que su actitud será de aceptación impasible (apatheia) de los acontecimientos que no dependen de él. Lo que sí depende de él es la consecución de la paz interior, verdadera fuente de felicidad, que se logra cuando se consigue la autonomía que produce el ejercicio de la libertad, libertad interior sobre todo. Los representantes fundamentales de esta escuela filosófica son Epicteto y Séneca.
Epicureismo
El epicureismo es otra escuela filosófica que surge también, como el estoicismo, en el período helenístico, s. III a. C.. Su fundador es Epicuro de Samos. Esta teoría ética es un hedonismo porque identifica la felicidad con el placer. Distingue entre 3 clases de placeres: placeres naturales pero no necesarios, placeres naturales y necesarios, placeres no naturales ni necesarios. Así, Epicuro defiende que el camino para lograr la felicidad es el placer. Pero no todo placer tiene que ser buscado, ni todo dolor o sufrimiento evitado, porque a veces un padecimiento conlleva a la larga un placer mejor. La felicidad consiste en la ausencia de dolor corporal y la ausencia de perturbación en el alma. Este es el objetivo: la no perturbación o ataraxia y por tanto a la felicidad.
Kant
Una acción es buena si la intención que la guía es buena, es decir, si tiene buena voluntad. Una acción tiene buena voluntad cuando es realizada exclusivamente por respeto al deber, sin tener en cuenta otros condicionantes o intereses. El deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley, es decir, el sometimiento a una ley moral, no por la utilidad o la satisfacción que su cumplimiento pueda proporcionarnos, sino por respeto a la misma. Así, según Kant, un hombre actúa moralmente, bien (correctamente) cuando actúa por deber. No simplemente cumpliendo el deber. El deber moral se expresa mediante imperativos o mandatos. Rechaza los imperativos hipotéticos por ser a posteriori (su contenido está extraído de la experiencia) y condicionados. Kant afirma que el imperativo moral debe ser categórico y universal, necesario y absoluto. Kant ha ofrecido diversas formulaciones del imperativo categórico, una de ellas es: «Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal». Esta formulación establece la forma que han de tener las normas que determinan la conducta de cada uno (denominadas máximas por Kant): es decir, cada persona debe actuar siguiendo una máxima, una norma propia subjetiva, de modo que asuma y que pueda ser norma para todos los hombres, en ley universal.
Materialismo
Los primeros filósofos observaron las cosas que les rodeaban y se preguntaron si existía algún principio del cual proceden todas ellas: El arjé. Tales de Mileto pensó que ese principio último constitutivo de la realidad era el agua, Anaxímenes que era el aire, Heráclito, que era el fuego. También consideraron hoy que los fenómenos naturales están regidos por unas leyes, una racionalidad o logos y que no suceden por azar o por la voluntad caprichosa de los dioses. La filosofía de Marx, el materialismo dialéctico, considera que la materia es el sustrato, la base de toda realidad, tanto física como abstracta (ideas, conciencia, pensamientos). Pero se trata de una materia en la que todos los elementos están relacionados entre sí y en continuo desarrollo, es decir, la realidad es material pero también es dialéctica y está formada por elementos en oposición y en continuo desarrollo y evolución.
Idealismo
Platón defiende que la auténtica realidad no la constituye el mundo que percibimos por los sentidos pues está en continuo cambio, la auténtica realidad es el mundo de las ideas. Las ideas constituyen la esencia (lo que son las cosas sensibles). Las teorías idealistas, a diferencia de las materialistas, explican la realidad desde las ideas. Hegel, el filósofo con el que se formó Marx, representa el idealismo absoluto. Según él, la verdadera realidad es la Idea, el Espíritu, el pensamiento creador de la Razón.
Lógica
La lógica se inicia de manera sistemática con Aristóteles, pues es el primer filósofo que escribe libros de lógica. Inicia una parte de la lógica elemental que se denomina silogística, ya que estudia un tipo de deducciones que se llaman silogismos. Después de Aristóteles, los filósofos estoicos inician otra parte de la lógica que se ha llamado lógica proposicional.
La lógica proposicional es una parte de la lógica elemental que fue desarrollada por los filósofos estoicos. Pero es a mediados del siglo XIX, cuando la lógica tiene un desarrollo muy importante debido a la matematización de la lógica. El fundador de la lógica simbólica o matemática es el matemático y filósofo alemán Leibniz, quien tiene la brillante idea de aplicar las técnicas de la deducción matemática a los razonamientos filosóficos. Leibniz se propuso construir un cálculo ideológico que permitiera operar con las ideas de una forma exacta, como las matemáticas lo hacen con los números. Leibniz no pudo llevar a cabo este proyecto, pero si lo consiguen dos matemáticos del siglo XIX: el inglés G. Boole en “Las leyes del pensamiento” y G. Frege en 1879 con su obra Conceptografía. La obra más importante de lógica del siglo XX se titula “Principia matemática” de B.Russell y A. Whitehead.
La lógica es la ciencia que tiene por objeto el análisis formal de las deducciones o argumentos, es decir, estudia la validez formal de las deducciones o razonamientos. Esta validez formal depende exclusivamente de la coherencia interna que hay entre las premisas y la conclusión del razonamiento. Una deducción es el proceso mediante el cual, partiendo de unas proposiciones iníciales o premisas se llega necesariamente a otra proposición o proposiciones finales, que es la conclusión, es decir, consiste en derivar una conclusión partiendo de unas premisas. Una proposición es un segmento lingüístico que tiene sentido completo y que puede ser afirmado con verdad o falsedad. Esta última condición establece los valores de verdad de las proposiciones tal y como estableció Aristóteles con el principio de bivalencia. Así, los dos valores de verdad de las proposiciones son: Valor de verdad positivo: V ó 1 Valor de verdad negativo: F ó 0