Este canto se abre con la inscripción de la puerta del Infierno. Con ella nos introduce el autor en el ambiente de la desesperación y de dolor que caracteriza el mundo de los condenados. Luego se describe el tormento de los indiferentes y por último el pasaje por el río Aqueronte.
El canto comienza abruptamente. Antes de llegar a él, la única información que teníamos estaba dada por el canto II, en una extensa conversación entre Virgilio y Dante en la cual el primero le explica al segunda la razón por la que está allí y adónde irán ahora, quién lo envió y con qué fin. Pero no hay mayor explicación. El canto tres comienza con estas palabras que sólo después de leer los tres tercetos, nos enteramos que quien está hablando no es ninguno de los personajes, sino la puerta misma, que se encuentra personificada a través de las palabras “por mí…”. La puerta parece hablar, advertir a todo aquel que llega a ese lugar, que no existe esperanza, que están en el lugar tan temido en vida, que este es el reino del dolor eterno.Dante no sabrá dónde está, Virgilio debe explicarle, y el lector, al igual que el personaje parece asombrarse, estremecerse con tales palabras que no tienen ninguna explicación hasta que Virgilio la dé. Es la búsqueda del impacto. La inscripción golpea al lector y al personaje a la vez, porque son palabras duras e implacables, por su sobriedad y solemnidad sobrecogedora. Ese Dios amoroso, también es justo y quien llega allí lo ha hecho por los actos de su vida y su falta de arrepentimiento.
“per me si va nella cittá dolente,
Per me si va nell’ eterno dolore,
Per me si va tra la persuta gente”
(“Por mi se va a la ciudad doliente
Por mi se va al eterno dolor
Por mi se va a la perdida gente”)
La puerta es el único acceso al mundo signado por el dolor eterno, es la ciudad del dolor, es donde habita la raza perdida, es la decir la “desgraciada”, la que ha quedado fuera de la gracia de Dios, pero no porque Dios lo haya querido así, sino por sus obras y por su falta de fe. Los perdidos son aquellos que han elegido darle la espalda a Dios.
Este primer paralelismo, acompañado por la anáfora “per”, es un paralelismo sintético porque cada uno de los versos va agregando algo nuevo a lo anterior. La anáfora refuerza la idea de perdición, ya que quien entre por ella no podrá contar con la esperanza de salir. El castigo es eterno y la esperanza en este mundo infernal está muerta. La salvación sólo es posible en vida, y estas almas han perdido su tiempo.Primero “la ciudad doliente”, el lugar en el que habitan sólo es esperable el dolor
Esta característica del dolor se repetirá en los otros dos versos, de una u otra forma. Una vez que el alma llega al infierno pierde toda su libertad, sólo le resta obedecer y sufrir. El dolor y el odio son los únicos sentimientos posibles en este mundo. El primero es porque el pecado cometido trae como consecuencia el castigo eterno. Ellos saben que están allí por justicia divina.
El odio es hacia Dios, tal como lo tuvieron en vida al despreciar su palabra.
La segunda característica es el “eterno dolor”. Aquí hay una nueva idea: la eternidad de ese dolor. No existe el principio ni el fin de ese dolor. Es constante, permanente y eterno. No se detendrá jamás, sólo habrá una excepción, cuando Dante quiera conversar con algún alma para enterarse de la historia del personaje que entrevistará. Ese es el único momento de descanso de estas almas y son un instante ante la eternidad. Este momento que detiene a la eternidad por un instante es un acto amoroso de Dios, porque le permite algo que ellos no merecen, en primera instancia, y en segunda instancia porque le da a Dante la oportunidad de escribir lo que ve para aleccionar a la humanidad del peligro que corre si no se arrepiente. Dante es un privilegiado, un elegido para esta actividad, por la sola gracia de Dios y la insistencia de Beatriz que fue quien pidió a la Virgen para que intercediera por Dante y le diera esta oportunidad. Dante coloca a Beatriz en el lugar más alto, en el paraíso, al lado de la Virgen, lo que nos recuerda a la “donna angellicata” tan mentada en el Dolce Stil Novo.
El último paralelismo; “la perdida gente”, no sólo insiste en la esperanza perdida, sino en el dolor eterno, existe la posibilidad de salvación para ellos. Es gente rechazada por la gracia de Dios. Quien allí entre ya está perdido. La palabra gente refiere en realidad a las almas que no han olvidado lo que eran cuando tenían cuerpo. Esto es muy importante, porque es lo que explica el sufrimiento físico. Lo que subsiste es el sentimiento de cuando estaban vivos, y es por esa forma de pensar que siguen aferrados al dolor. Ellos están perdidos porque sabían que estaban pecando, con lo cual ya estaban perdidos aún en vida, y nunca se arrepintieron, ni siquiera un instante antes de morir, lo que los hubiera puesto en el Purgatorio. Ellos sabiendo la diferencia entre el bien y el mal, escogen el pecado, eso es libre albedrío. La única excepción en el Infierno es el primer círculo: el limbo. Allí la gente que se encuentra no tiene un castigo físico, sino una eterna sensación de que les falta algo: Dios. Esto se debe a que ellos murieron antes de conocer a Cristo, por lo tanto no pudieron ver la redención, ni conocer a Dios. Así estarán condenados al infierno, pero sin un castigo físico, sino más bien una eterna melancolía que no podrán explicarse.
El segundo terceto alude a la Trinidad divina:
“Giustizia, mosse il mio alto Fattore:
Feceme la divina potestate,
La somma sapieza e’ il primo amore”
(“La justicia movió a mi alto Hacedor:
Soy la obra de la divina potestad,
La suma sabiduría y el primer amor”)
Dios es el único hacedor y se manifiesta en sus tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, aludidas en el terceto como “la divina potestad, la suma sabiduría y el primer amor”. Estas categoría también se pueden encontrar en la Biblia, Dios como el Hacedor, todopoderoso, que creó al mundo y al hombre y también fue capaz de crear el Infierno. Este no fue creado para el hombre, pero por la perdición del hombre, allí se encuentran las almas pecadoras. El infierno fue creado para el Diablo y aquellos ángeles que se rebelaron con él, pero la intención de Dios era que todo hombre se salvara, aunque el hombre no lo quiso así, y como Dios es Justo también, debe cumplir con este castigo. El infierno es obra de la divina justicia, y de la sabiduría, a la que los proverbios asocian con Cristo, aquel que clama por la sensatez del hombre, y por el Espíritu Santo también definido como amor. En la concepción de Dante, el amor mueve su mundo. Movió a Beatriz a salvar a Dante, y mueve todas las cosas, Dios es amor, lo definirá una de las epístolas de Juan, así aunque resulte difícil de entender, el Infierno es obra del amor, como lo es permitirle a Dante descubrirlo y dejarlo plasmado en su obra para lección moral de la humanidad.“El autor juzga con severidad y condena fácilmente al hacer concordar siempre la voluntad con la justicia divina de la que actúa como portavoz. El personaje en cambio sufre y se rebela, compadece, llora, no comprende. A medida que vaya recorriendo el mundo infernal, su espíritu irá acompasándose a la voluntad divina, a medida que se va desarrollando en él la catarsis. Toda La Divina Comedia es el proceso de purificación de las pasiones vivido por Dante.” Dirá Carriquiry.
El Infierno es obra del amor, porque Dios le dio al hombre la posibilidad de elegir a través del libre albedrío. El hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, tiene, al igual que Él, la posibilidad de elegir. Pero esa elección también tiene sus consecuencias. Es precisamente el libre albedrío (la opción de elegir entre nuestra propia voluntad o la voluntad de Dios) la ley que rige el universo. Quien pervierte esa ley queda esclavo del mismo vicio, tanto en la vida como después de muerta. La ley es eterna, y quien ingresa en el mundo del mal o del vicio debe perder toda esperanza, a no ser que haga un verdadero arrepentimiento, única posibilidad de salvación. Esta es la razón por la que se escribe este texto, para que la humanidad se arrepienta. Quien no lo haga pasará a ser parte de “la perdida gente”, cada acto del hombre tendrá sus consecuencias, si sigue su propia voluntad, asumirá solo esas consecuencias, sino quien responderá será el mismo Dios. Estos son los principios de amor del mundo cristiano.
El tercer terceto subraya la eternidad del castigo.
Dinanzi a me non fuor cose create
Se non etterno, el io etterna duro.
.Lasciate ogni speranza, voi ch’ entrare”
(Antes de mi no fue nada creado
Sino lo eterno y yo eterna permanezco
Dejad toda esperanza los que aquí entreís)
.Este mundo ha sido creado antes del hombre para castigar a los ángeles rebeldes, y no tendrá fin. La dureza del verso resume el sentimiento que domina a todos los condenados, la desesperación de saberse culpables, sin poder arrepentirse, y tal vez, sin querer hacerlo aún sufriendo los castigos, y por supuesto, sin aspirar al perdón. La atmósfera asfixiante proviene de la continua rebeldía, de la permanencia del odio y la blasfemia contra Dios. En varios pasajes bíblicos se define a este lugar como aquel en que se escucha el crujir de dientes, lo que puede llevarnos a pensar en esa falta de arrepentimiento, en esa blasfemia constante, en esa elección que en vida hicieron de darle la espalda al amor de Dios.Dante muestra el temor por estas palabras “oscuras”, por su sentido tan severo e implacable, que parece contradecirse con el amor de Dios. Es Virgilio quien asume la actitud paternal de dureza y calidez a la vez. Le dice que debe perder el miedo, y abandone su rebeldía, confiando plenamente en él. Esto va acompañado de un gesto: toma su mano, como forma de consuelo.
Estas almas que verán no son dignas de compasión, son aquellas que han perdido el bien del intelecto, máxima aspiración renacentista. La máxima aspiración de la inteligencia humana es la visión de Dios, y estas almas han perdido esa oportunidad, estarán condenadas a la oscuridad absoluta, al dolor, y la condenación. La oscuridad, obviamente es símbolo de la falta de Dios.
Al entrar al vestíbulo, lo primero que Dante reconoce es que éste es un “cielo sin estrellas”. Esta expresión es simbólica en toda la obra. La luz de las estrellas representan la presencia de Dios. El paraíso será la luz de las almas formando una rosa mística cuyo centro es Dios mismo. Las almas en el paraíso son luz, y es lo que vemos desde la tierra. Las estrellas son esas almas. Por lo tanto decir que el cielo no tiene estrellas es decir que allí no llega la bondad de Dios. Estas almas no pueden verlo, ni siquiera nombrarlo. La oscuridad absoluta es característica del infierno. Vale decir que cada vez que Dante sale de un reino, hay una referencia a las estrellas, porque ellas son el propósito de la obra: la redención de la humanidad a través del arrepentimiento. Es entonces necesario recordar la presencia divina en todo.
El infierno es un mundo sin tiempo. Al no haber estrellas, tampoco hay ni día ni noche. El tiempo está paralizado, es eterno. Pero en el Infierno, los condenados están paralizados en un gesto, que es en el instante mismo en que sellaron su destino. No habrá allí trascendencia, como sí lo hay en el Purgatorio, quedan fijados en su pecado y sufriendo eternamente su condena.Una vez constatada que el sentido de la vista está disminuido en este reino a falta de luz, es el sentido auditivo el que adquiere mayor preponderancia. El oído crea en el hombre, cuando este es caótico y apabullante, una sensación de impotencia y fragilidad. La indefensión es lo que asalta a Dante quien escucha los ruidos que provienen de todas partes y que no puede identificar, por lo tanto lo atraviesan, y lo confunden. La vista tranquiliza, por más difícil que sea lo que veamos, el ruido desespera, no por casualidad Dante autor utiliza el sonido para mostrar el clima del Infierno (“resonaban suspiros, quejas y profundos gemidos”). Esto confusión se manifiesta con el llanto del personaje. Dante irá evolucionando como personaje a medida que recorra los reinos. En este canto llora, se desmaya. En el segundo círculo, también se desmayará, pero ya en el noveno círculo su discurso será más duro y despreciativo hacia los condenados. A medida que vaya acercándose a la posibilidad de redención su alma va expiando sus culpas.Una enumeración de sonidos caracteriza esta entrada al vestíbulo. Esta enumeración caótica está acompañada también por una aliteración (reiteración de sonidos) de los sonidos “i” y “o”. La unión del sonido agudo y grave de estas letras dan una sensación de confusión que Dante personaje sufre, y que el lector experimenta a través de la lectura. .
Estas almas producían “un tumulto que va rodando siempre por aquel espacio eternalmente oscuro, como la arena impelida por un torbellino”. Las almas del infierno no tienen cuerpo, pero el recuerdo del dolor existe, así como el recuerdo permanente de su pecado cuando estaban vivos. No existe el arrepentimiento, sino más bien la blasfemia permanente a Dios. Estas almas sienten dolor, incluso son despedazadas, como pasa con el tercer círculo, el de la gula, por Cerbero. Pero el mayor castigo no es el dolor físico, sino el recuerdo de lo perdido, como sucede con Paolo y Francesca (Canto
V) cuando ambos amantes, tienen “un cuerpo” que fue tomado por el amor en vida, y que hoy están condenados a no poder tocarse jamás, aunque permanecen juntos, como parte del castigo.
Hay una comparación que apela tanto a lo auditivo, lo táctil y lo visual cuando se habla del tumulto de las almas como “la arena impelida por un torbellino”. Estas almas son muchas, tantas que asombran a Dante que no puede creer que el Infierno sobrecoja a tantos. Por eso se las asocia a un tumulto. No están organizadas, son muchas y no se reconocen individualmente. Esta es la primera visión que Dante tiene al entrar al reino. Y la mantendrá en toda la obra. Cada vez que llegue a un lugar, verá una especie de tumulto castigo, y luego se concentrará en una historia que inmortalizará con su relato. Las palabras “eterno” y “oscuro” definen su condición infernal, como hemos explicado anteriormente. Tanta es la cantidad de estas almas que se las compara con la arena, algo que resulta incontable y no identificable en su individualidad. Estas almas, de forma desordenadas están en un constante movimiento inexplicable. El vestíbulo es un lugar de pasaje. Por allí entran las almas que van a ser transportadas a los círculos del infierno, por eso la visión que Dante tiene del vestíbulo es, de alguna forma, la visión de la cantidad de almas que pueden pasar por el Infierno en un momento dado. Lo que hace que la visión sea más terrible por su inmediatez. Si en un solo momento están esa cantidad de almas: ¿Cuántas habrán pasado ya y cuántas pasarán aún?
Frecuentemente los cantos del Infierno tienen una estructura similar: primero se describe el paisaje, luego el castigo, y por último algún condenado llama la atención del protagonista que antes de dialogar con él, recurrirá a Virgilio para que le explique quiénes son los que allí penan y cuál es su pecado. Una vez que obtiene la respuesta, Dante mantendrá una conversación que le permitirá conocer la historia personal del alma condenada. Esto inmortalizará al alma, ya que su historia quedará grabada en la obra. Esto es una forma de continuar viviendo en la tierra, una forma de no morir realmente. La estructura sufre en el canto tercero una modificación: Dante no dialogará con nadie. Esto se explica como forma de mostrar su desprecio a estas almas. Seleccionar a un personaje y contar su historia es un privilegio que Dante concede, ya que las reivindica ante el mundo a pesar de la condena que pesa sobre ellas. Sin embargo los indiferentes no merecen ser recordados, es una forma más de castigarlos, ya que su castigo será múltiple.Además del silencio, estas almas están condenadas a ser odiosas tanto para el Cielo como para el Infierno, por eso quedan en el vestíbulo. No merecen mezclarse con las almas buenas: “el Cielo los lanzó de su seno por no ser menos hermoso; pero el profundo Infierno no quiere recibirlos por la gloria que podrían reportar los demás culpable”. Esto que en apariencia parece ser que el Infierno no los quiere para que no le den gloria a las otras almas, es en realidad un nuevo desprecio. Pero esto también es parte del castigo.
Esta insistencia se debe a que el autor, que tiene un carácter apasionado, que supo de las amarguras y los peligros de una vida políticamente comprometida, considera uno de los mayores pecados la Indiferencia y la Cobardía. Dante los castiga duramente, pero los ubica en el vestíbulo como demostrando que existe un criterio de justicia superior a él, no afectado por su subjetividad. Estas almas no se comprometieron, no tomaron partido, vivieron para sí misma, para su comodidad. No tuvieron la valentía de hacer el mal, ni tampoco el bien, por eso no existen ni para Dios ni para el Diablo, ni tampoco para el mundo. Son almas que no supieron jugarse por nada, más que por ellos mismos. Toda la humanidad actual podría encontrarse en este vestíbulo, dado que la Indiferencia y el egoísmo es parte de nuestra época de manera alarmante.La indiferencia con que Dante y Virgilio los mira es un castigo tan desesperante para los condenados que prefieren el castigo del infierno mismo a esta vida en la que permanecerán anónimos (“ciegos”). (“Estos no esperan morir; y su ceguera es tanta, que se muestran envidiosos de cualquier suerte. El mundo no conserva ningún recuerdo suyo”).El castigo físico de estas almas consiste, en primer lugar, en correr tras una bandera sin insignia, sin poder detenerse jamás, y sin poder alcanzarla nunca. Las banderas, que normalmente representan un ideal, acá no representa nada, y esto es lo que importa del castigo. En su vida no fueron capaces de perseguir ningún ideal, como castigo ahora deberán seguir algo que no simboliza ningún ideal, lo que hace que su carrera eterna sea inútil. Vivir es tomar partido. Estas almas vivieron físicamente, pero nada más.En segundo lugar; están desnudas y por lo tanto expuestas a todo sufrimiento. En la vida eligieron no comprometerse para no sufrir ninguna consecuencia. Prefirieron la comodidad del no jugarse, ya que tomar decisiones implicaría sufrir. Ahora tendrán que pagar sufriendo sin ningún motivo.La tercera parte del castigo son los tábanos y las avispas que los persiguen picándolos. Esto podría verse como símbolo de aquellos incentivos que se presentaron en la vida y que ellos prefirieron ignorar.La última parte del castigo tiene que ver con sus lágrimas y la sangre que se desprende de sus heridas. Las dos se mezclan y parecen caer al suelo, pero ni siquiera son merecedoras de regar la En la multitud reconoce algunos rostros pero no los identifica para el lector, manteniendo el silencio que debe pesar sobre ellos. Sólo hace una mención “vi la sombra de aquel que por cobardía hizo la gran renuncia”. Este verso resulta oscuro al pesar sobre él el silencio de la identificación de esta alma. Algunos críticos aventuran que puede tratarse de Poncio Pilatos, quien se negó a defender a Jesús y decidió “lavarse las manos” cuando el pueblo pedía la cruxificción. Otros creen que podría ser Esaú, que renunció a su progenitura a favor de Jacob, cuando este lo engañó por un plato de comida, y sabiendo que había sido engañado, renuncia sin problema a tal honor en el pueblo hebreo. Por último se piensa en un personaje contemporáneo a Dante, Celestino V que abandonó el papado poco después de haber sido asignado en el año 1294, y fue sucedido por Bonifacio VIII quien determinó el exilio de Dante.Se llama “contrapasso” a la simetría entre el castigo y el pecado; y en este caso se aplica de forma casi perfecta. A la indiferencia de los condenados, corresponde la indiferencia del cielo, el infierno y la poesía; a la pasividad corresponde el movimiento constante; a su egoísmo corresponde el dar sangre y lágrimas para nada.