Análisis de las Demostraciones de la Existencia de Dios

Valoración de las Demostraciones de la Existencia de Dios

Las demostraciones de la existencia de Dios han caído en desuso. Normalmente, se considera que no es posible explicar la existencia. La ciencia explica un fenómeno a partir de otros. Dios no es un fenómeno que se dé en la experiencia, y si lo fuera, no sería Dios. En la filosofía, tampoco existe un argumento válido para demostrar la existencia de Dios, aunque a través de su historia se han dado varias demostraciones.

El argumento basado en la casualidad se salta una serie ilimitada de causas y supone una causa Primera, que es causa incausada. El argumento ontológico se equivoca en su punto de partida: la idea de Dios en la mente. Sin embargo, el argumento basado en el orden de las cosas goza de cierta consideración. Si este mundo es fruto del azar, es realmente sorprendente, pese a todo el orden y la armonía existentes. Es como si una mano divina lo hubiese ordenado.

Recientemente, han vuelto a resurgir la teoría creacionista y, también, ha aparecido, de carácter más moderado y como algo más intermedio entre el creacionismo y el evolucionismo, la Teoría del Diseño Inteligente, la cual se puede considerar una actualización del argumento teleológico.

La razón de que la filosofía se haya preocupado por elaborar diversos argumentos sobre la existencia de Dios se encuentra en su búsqueda de un fundamento último de las cosas: DIOS. Se trata de un dios filósofo, abstracto y muy lejos del dios personal.

Las demostraciones de la existencia de Dios funcionan para el que ya es creyente, dándole así la oportunidad de encontrar una coherencia entre las creencias y el conocimiento racional. Es inútil tratar de convencer al ateo con una demostración racional. Nadie llega a creer en Dios porque lo haya demostrado su existencia.

Análisis de Términos: Existencia y Evidencia

Existencia

«Lo que está ahí», lo que es real. Se contrapone al término esencia, ya que la esencia se refiere a algo en concreto. La tendencia primera y natural del pensamiento va dirigida a comprender las cosas; la existencia se da por supuesta, porque las cosas que trata de comprender el pensamiento están ahí. Dios no es un ser que se nos dé en la experiencia, y sin embargo, existe. Es el único ser que puede dar razón de su existencia.

Evidencia

Se refiere a algo que se presenta directa o indirectamente ante un sujeto. También se aplica a una proposición para indicar que es cierta y que no hay que recurrir a ninguna demostración para comprobar su verdad. Puede ser empírica o intelectual. Es empírica si el objeto se me presenta en la experiencia sensible e intelectual si se presenta ante el entendimiento.

En el texto, no se trata de una evidencia empírica, sino intelectual. Para Descartes, la evidencia es la captación directa de la verdad de una proposición a través de una simple inspección de la mente. La evidencia constituye la primera regla del método cartesiano y le da sentido a las reglas posteriores.

Análisis del Argumento a Priori

Temática: demostración existencia Dios. Para ello, existen dos tipos de argumentación: a priori (causa al efecto) y a posteriori (efecto a la causa). Este texto refleja el argumento a priori.

El texto contrapone las ideas matemáticas con la de Dios. Descartes se fija en dos: idea del triángulo (sus ángulos suman 180º) y la esfera (todos sus puntos externos están a la misma distancia del centro). Si pasamos a examinar la idea de Dios, nos encontramos con que Descartes la asimila a la del ser perfecto. La idea de las matemáticas y la idea de Dios se pueden expresar en proposiciones. La idea de Dios se expresaría así: «Un ser perfecto existe».

Esa relación necesaria que Descartes encuentra en las dos proposiciones en que se expresan las ideas del triángulo y la esfera es el origen de la evidencia. Pero esa evidencia es el resultado de un proceso analítico establecido como segunda regla del método cartesiano: una idea compleja, una idea compleja que hay que reducirla a ideas simples.

La evidencia con que se nos presentan las ideas matemáticas son establecidas por la razón, mientras que la evidencia de la idea de Dios está relacionada con la perfección misma. La existencia de Dios es más evidente porque de esa evidencia depende cualquier otra verdad, hasta el criterio de verdad.

Podríamos preguntarnos por qué la idea de Dios implica necesariamente su existencia, al contrario que del resto de ideas, como la idea del triángulo, al que puedo concebir sin atribuirle su existencia. Pero la idea de un ser perfecto es especial, la existencia pertenece a su esencia. Como la esencia de Dios es la perfección suma, tiene que incluir necesariamente su existencia. No puedo entender a Dios y negar al mismo tiempo su existencia.

Superando la Duda Metódica: El Argumento Ontológico

La demostración de la existencia de Dios es la manera como Descartes cree superar la duda metódica, y muy especialmente la hipótesis del «genio maligno». Si Dios existe, como es infinitamente bueno y veraz, no ha podido construirme mal. Luego, mi mente está bien construida y las leyes de mi mente son correctas.

En el Discurso del Método, Descartes formula dos argumentos:

  1. Comienza con la existencia en mi mente de la idea de un ser perfecto. Esa idea no proviene de la experiencia, tampoco es facticia, por lo tanto, ha sido puesta en mi mente por Dios.
  2. Descartes continúa diciendo que tengo la idea de perfecciones que no poseo, es porque no tengo el poder de dármelas, y si no tengo el poder de dármelas, tampoco tengo el poder de conservarme. Luego, quien me conserva es Dios.

La versión cartesiana del argumento ontológico pertenece a Anselmo de Canterbury. Para él, la noción de Dios de la que parte es la de «aquello tal que no se puede pensar nada mayor». A semejanza de las verdades matemáticas, Descartes toma la idea de Dios como algo racional, una idea innata que la mente humana percibe con claridad y distinción. Para Descartes, lo que hace el argumento ontológico es investigar que la naturaleza de Dios le pertenece al existir. Tras esta investigación, podemos concluir con claridad que la existencia pertenece a la naturaleza inmutable. Lo que sorprende es que el lugar de exposición del argumento ontológico varía según la obra.

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