Contexto Tomás de Aquino
Relación con la obra y con el pensamiento de Tomás de Aquino
En este apartado se debe hablar de la Suma de Teología, los temas que trata en esta obra inacabada, su relación con otras obras, especialmente con la Suma contra los gentiles, la otra gran obra de Tomás, así como con el resto de su trabajo. Diferenciar las distintas etapas que podemos encontrar en su obra, y la fluidez del pensamiento de otros autores anteriores en el pensamiento de Tomás: Avicena, Averroes, Aristóteles y Platón.
El texto comentado pertenece al artículo 3 de la cuestión 2 de la primera parte de la Summa theologiae, tratado sistemático de teología especulativa. Es decir, la teología que usa la filosofía para la comprensión de la fe. Es muy importante tener en cuenta que Tomás concibió esta obra en 1266, en el periodo de transición, cuando iba abandonando el agustinismo avicenizado y avanzaba hacia el averroísmo. Eso explica que Tomás ideara esta obra como una filosofía de la fe, en respuesta a las nuevas tendencias averroístas, ya presentes, en las que la razón ocupaba un papel preponderante. Y por eso, a pesar de ser una obra de teología, no se supone sin más que Dios existe, sino que se plantea filosóficamente el problema de la existencia de Dios y los argumentos en favor de su existencia.
Pero, además, el texto que comentamos, ya que es del inicio de la Summa, pertenece precisamente al año 1266. Eso explica la presencia de elementos platónicos y aristotélicos: la primera vía es típicamente aristotélica y averroísta, mientras que la cuarta es puramente platónica. E incluso, en alguna vía, como la tercera, están mezcladas, en torturada estructura, ideas de Agustín, Avicena y Averroes. Precisemos el lugar exacto de esta 1ª parte de la Summa theologiae en el pensamiento de Tomás, pues su pensamiento no es un bloque homogéneo, sino que es necesario distinguir tres etapas, en función de las influencias que predominan en él.
- Primera etapa. Santo Tomás sigue las tendencias intelectuales que había recibido en su formación: el agustinismo avicenizado, cuya base era la filosofía neoplatónica de San Agustín, completada con los desarrollos neoplatónicos y aristotélicos de Avicena. Tomás era entonces un neoplatónico avicenizante.
- Etapa de transición. En 1259, en Nápoles, entra de nuevo en contacto con las traducciones de Aristóteles y los comentarios de Averroes. Su asiduo estudio le hace ir abandonando posiciones neoplatónicas hacia un aristotelismo genuino, o sea, la interpretación de Averroes.
- Tercera etapa. Es la más importante: Tomás es el Maestro más importante de la Universidad de París, y luego lo llaman a Nápoles a fundar el Studium Generale de los dominicos.
Su posición filosófica se sitúa dentro de la nueva corriente averroísta: una filosofía autónoma, de corte aristotélico, que defiende la independencia de la razón respecto a la fe en los diversos ámbitos filosóficos y científicos.
En cuanto al tipo de escrito dentro de la producción tomista
Podemos señalar que los variados textos de Tomás se pueden clasificar en 3 grupos:
- Comentarios a las Escrituras, a diversos autores y, sobre todo, a Aristóteles. Estos últimos comentarios son casi todos de la última etapa de su pensamiento, sigue de cerca el método y teorías de Averroes, y en ellos podemos encontrar la última y genuina filosofía de Tomás de Aquino.
- Cuestiones disputadas: eran obras de investigación, que exponía en sus clases, y las cuestiones quodlibetales, debate y exposición de temas, ante toda la Facultad, suscitados por alumnos y profesores.
- Obras sistemáticas:
- Pequeños tratados circunstanciales. Como el De ente et essentia y De aeternitate mundi.
- Las grandes obras sistemáticas o sumas. Además del Comentario a las Sentencias y de la Suma contra gentiles, escribió la Suma de Teología, inacabada, su obra teológica principal, a la que pertenece el texto que comentamos.
La Época que le Tocó Vivir
Tomás de Aquino vivió en el siglo XIII, el siglo de oro de la Edad Media, donde florecen todos los fenómenos en los que se enmarca su vida y dan razón de la génesis de sus obras:
- La filosofía y teología escolásticas, nacidas en las escuelas palatinas y catedralicias, pero que experimentan una gran transformación en el XIII, merced a las Universidades, en ellas se desarrolla a nivel científico la filosofía… La filosofía de Tomás pertenece a la escolástica y se desarrolla dentro de las Universidades, con su sistema de investigación, enseñanza, bibliotecas, etc.
- La entrada de las obras de Aristóteles, primero comentadas por Avicena a finales del siglo XII y luego por Averroes, hacia 1230. Esto será determinante para la evolución del pensamiento de Tomás. Puesto que si en Agustín de Hipona la base filosófica fue el platonismo y el neoplatonismo, marcando la primera etapa del pensamiento medieval, Tomás hará una lectura de la teología cristiana desde el aristotelismo que fue recuperado en occidente a través de la filosofía hispanomusulmana.
- La entrada de Aristóteles pone en primer plano la cuestión de las relaciones entre fe y razón, y la autonomía de la razón humana, lo cual influye directamente en la problemática de la demostración de la existencia de Dios. La defensa que hizo Tomás de la autonomía de la razón frente a la fe se irá desarrollando posteriormente provocando la crisis del pensamiento escolástico, síntoma del declive de la época medieval.
Kant, Teoría del Conocimiento
La teoría del conocimiento kantiana se halla en su obra capital, la Crítica de la razón pura, a la que pertenece el texto que comentamos. Desde el punto de vista del contenido, esta obra se articula en 5 partes:
- Los dos prólogos y la introducción, donde Kant plantea el problema del conocimiento.
- La estética transcendental, donde trata la capacidad receptiva humana a fin de establecer las dos formas a priori de la sensibilidad.
- La analítica transcendental, donde establece las formas a priori del entendimiento, o sea, los 12 conceptos puros o categorías, e indaga también los primeros principios o primeros juicios del entendimiento.
- La dialéctica transcendental, donde Kant demuestra la imposibilidad de la metaphysica specialis de los racionalistas; o sea, contiene la crítica a la metafísica racionalista.
- La doctrina transcendental del método, donde Kant distingue entre razón teórica y razón práctica, e introduce las tres condiciones de la razón práctica, de la moral: la libertad de la voluntad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios.
Ya que ahora se trata de explicar su teoría del conocimiento, dejando fuera la crítica a la metafísica, vamos exponer las tres primeras partes arriba mencionadas.
i) Planteamiento del problema del conocimiento
En los Prólogos y la Introducción, Kant expone que se hizo consciente de la insuficiencia de la metafísica de su tiempo para fundamentar el auténtico conocimiento: la física newtoniana. En consecuencia, desechó las dos grandes soluciones de su época: el racionalismo y el empirismo, pues el primero no alcanzaba la realidad y el segundo negaba la causalidad; y en consecuencia, tanto uno como otro impedían comprender y justificar el conocimiento científico. Kant muestra que, para que haya ciencia, se requiere que haya una ampliación del conocimiento a partir de lo sensible, y que sea un conocimiento universal y necesario. Este conocimiento científico se realiza en los juicios sintéticos a priori.
ii) La estética transcendental
Para elucidar dicha cuestión, Kant comienza su investigación por la sensibilidad: “La capacidad de recibir representaciones al ser afectados por objetos, llámase sensibilidad. Así, pues, por medio de la sensibilidad nos son dados objetos y ella es la única que nos proporciona intuiciones”. La sensibilidad es nuestra capacidad de ser afectados por las cosas del mundo. Ciertamente nosotros sólo conocemos lo dado en nosotros, o sea, lo que hemos recibimos del exterior, pero las cosas en sí, las fuentes de nuestras sensaciones, quedan totalmente fuera de nuestro conocimiento. Este planteamiento implica tres cosas:
- que los objetos en sí son desconocidos.
- que sólo conozco mi experiencia, lo dado en mí.
- que, sin embargo, sé que los objetos en sí existen, puedo pensarlos, aunque no pueda conocerlos tal cual son realmente en sí, sino sólo en la medida en que me son dados en la sensibilidad: “Sin embargo, y esto debe notarse bien, que, aunque no podamos conocer esos objetos como cosas en sí, podemos al menos pensarlos. Pues si no, seguirías la proposición absurda de que habría fenómeno sin que nada se manifestara”.
En consecuencia, ya en esta primera parte de la KrV Kant introduce la distinción entre fenómeno y noúmeno o cosa-en-sí, y concluye que nosotros no conocemos la realidad tal como es en sí, sino según está en nuestra receptividad. La materia bruta de la sensibilidad está constituida por las sensaciones, ¿Cuál es su forma, lo a priori? Kant sostiene que las formas de la sensibilidad son el espacio y el tiempo. El espacio es la forma de la sensibilidad externa, y el tiempo, la forma de la interna. Eso significa que el espacio y el tiempo no existen como realidades exteriores, y ni siquiera los objetos en sí son espaciales o temporales; ni incluso tampoco las meras sensaciones o impresiones son espaciales o temporales. Todos los fenómenos los conocemos espaciotemporalmente. Esa universalidad de las formas de conocer no puede proceder de fuera, de donde sólo recibimos impresiones y sensaciones singulares, discontinuas y distintas según los sujetos. Por tanto, espacio y tiempo, puesto que son condiciones universales de todo lo que conocemos sensiblemente, según Kant, son formas a priori que sólo pueden proceder del sujeto. Así pues, el sujeto recibe las intuiciones sensibles y las organiza de modo espacial y temporal en el nivel sensible. Esta primera organización sensible de lo dado es lo que llamamos fenómeno. Por eso, todo fenómeno se halla en el espacio y el tiempo, o sea, estructurado por nuestras formas cognitivas sensibles. En resumen, tenemos una capacidad receptiva, que recibe sensaciones a partir de una fuente exterior, el noúmeno, que no podemos conocer, aunque sí pensar. De ahí su nombre noúmeno, tomado del griego, que se podría traducir por lo pensado. Las sensaciones son organizadas, estructuradas, por las formas puras a priori de la sensibilidad: el espacio y el tiempo. Esa nueva realidad ya estructurada es lo que se llama fenómeno, o sea, el conocimiento sensible, base de la experiencia: “En el fenómeno, llamo materia a lo que corresponde a la sensación; pero lo que hace que lo diverso del mismo pueda ser ordenado en ciertas relaciones, llamó la forma del fenómeno”. Así pues, el objeto conocido ya está elaborado por el sujeto, incluso al nivel de la sensibilidad. Esta doctrina recibirá el nombre de Idealismo trascendental.