1. Tipos de Conocimiento
Hume se plantea la cuestión de determinar las formas posibles de conocimiento, dividiendo los objetos de la razón humana en dos grupos: relaciones de ideas y cuestiones de hecho.
1.1 Relaciones de Ideas
Son proposiciones que acuden a nuestra mente independientemente de la existencia real de lo que afirman. Por ejemplo: 5 + 5 + 5 = 30 / 2. Para saber esto no nos basamos en nada externo. Hume, basándose en el principio lógico de no contradicción, dirá que lo contrario a una relación de idea es contradictorio. No es posible anular 5 + 5 + 5 = 30 / 2 sin caer en un absurdo lógico. Estas relaciones son ciertas a priori.
1.2 Cuestiones de Hecho
Este tipo de conocimiento requiere la experiencia. Para saber si los leones comen pan con mantequilla, debemos observarlo. Lo mismo ocurre al averiguar la temperatura del café o los efectos de un objeto. Aprendemos que el cristal corta y que no debemos meter los dedos en el enchufe. Las cuestiones de hecho se basan en la experiencia y, por lo tanto, tratan de cosas existentes. La física, la historia, las ciencias… son cuestiones de hecho cuyo conocimiento es imposible a priori.
Si solo nos fijamos en las cualidades de un objeto, no podemos descubrir sus propiedades y efectos. Hume afirma que todos los razonamientos que parten de la experiencia se fundan en la relación causa-efecto. Por eso, lo contrario a una cuestión de hecho no implica contradicción.
- Relaciones de ideas: Son necesarias, constituyen el dominio del pensamiento cierto, son analíticas (su verdad se descubre mediante el análisis de sus términos), se obtienen por intuición (operación del entendimiento) y su verdad es independiente de la experiencia.
- Cuestiones de hecho: Son contingentes, constituyen el dominio del conocimiento probable, son sintéticas (su verdad no se descubre mediante el análisis de sus términos) y se obtienen por observación directa.
2. Crítica al Principio de Causalidad
Este es uno de los aspectos más importantes de la filosofía de Hume. Desde su empirismo, Hume dice que toda idea compleja se construye a partir de ideas más simples. Su proyecto consiste en analizar ideas filosóficas, remontándose a las impresiones de las que proceden.
Según Hume, la idea de causa no se basa en la experiencia, sino en hábitos y creencias. Por ejemplo, si la bola A golpea a la bola B en una mesa de billar, y B se mueve, Hume argumenta que si nunca hubiéramos visto algo similar, no podríamos anticipar el movimiento de B. La idea de causa se forma tras experiencias repetidas.
En el ejemplo de las bolas, observamos:
- Siempre que ocurre un fenómeno A, le sigue un fenómeno B.
- Existe un vínculo entre A y B, que llamamos causa, que hace que B suceda tras A.
- Siempre que ocurra A, ocurrirá B.
Hume afirma que podemos afirmar (1) con base en la experiencia, pero no (2) ni (3). Que dos fenómenos (fuego y humo) siempre aparezcan juntos no demuestra un enlace causal entre ellos ni que seguirán apareciendo juntos. Creemos en la causalidad por hábito, no por demostración.
3. Crítica a la Idea de Dios
La inferencia causal no puede demostrar la existencia de Dios. Damos un paso ilegítimo al ir de una impresión a algo no perceptible. El límite de nuestro conocimiento son las impresiones. Si una idea no se origina en una impresión, debe ser rechazada. Hume, radical en su empirismo, concluye que la idea de Dios transgrede los límites del conocimiento, siendo solo creencia, no certeza racional.
4. Crítica a la Idea del Yo
Con la sustancia espiritual o «yo» ocurre lo mismo: no tenemos impresión de ella. Si la tuviéramos, seríamos invariables. No hay un sujeto distinto de sus actos, impresiones e ideas. No hay un «yo» recipiente. La identidad personal se forja a través de la memoria.
Al no admitir Hume el conocimiento de las cosas ni sus causas, se impone un escepticismo moderado. A pesar de su investigación, en la práctica, las cosas siguen funcionando igual. Este escepticismo rechaza la metafísica como un saber absurdo y dogmático, ya que sus temas no se derivan de impresiones, careciendo de fundamento.