Análisis marxista del capitalismo: alienación, ideología y revolución

La crítica de Marx al capitalismo

El objetivo de Marx fue analizar críticamente la sociedad burguesa capitalista, su modo de producción y la interpretación teórica que dicha sociedad hace de la realidad, del ser humano y de su historia, para así poder transformarla.

En primer lugar, dirigió su crítica a la filosofía idealista heredera de la Ilustración, representada por Hegel. Aunque tomó ideas de esta filosofía para construir la suya, critica del idealismo la idea de que es el sujeto el que construye la realidad gracias a la razón, a su pensamiento. Para Marx, esto es entender el conocimiento y la realidad de manera abstracta, especulativa, es decir, es reducir el conocimiento y la realidad a la reflexión puramente teórica. Para Marx, el conocimiento y la verdad no surgen solo de la conciencia que contempla la realidad, también surgen gracias a la interacción del hombre y la realidad mediante la praxis, la actividad humana. Conocemos la realidad al relacionarnos con ella mediante la praxis, transformándola.

Por influencia de la economía política inglesa, Marx afirma que el ser humano se define no tanto por su razón, sino por ser un productor que transforma la naturaleza mediante el trabajo para poder garantizar la supervivencia de la sociedad. Por esto, el interés de Marx será estudiar economía para poder entender cómo se articula el trabajo en el modo de producción capitalista y así entender la sociedad capitalista y el origen de la desigualdad.

Por todo esto, Marx tendrá una concepción materialista de la realidad, frente al idealismo de Hegel. La sociedad y su historia son resultado de la actividad productiva del hombre, que produce medios para poder satisfacer las necesidades materiales. En su análisis de la actividad productiva, afirma que todo modo de producción tiene tres elementos estructurales:

  1. La infraestructura
  2. La superestructura jurídico-política
  3. La superestructura ideológica

La infraestructura económica está compuesta por las fuerzas productivas y por relaciones de producción. La superestructura jurídico-política será el conjunto de leyes, normas e instituciones (como el Estado), que ejercen un control social para garantizar el dominio económico de las clases dominantes a través del dominio político y jurídico. La ideología queda definida en la superestructura ideológica como el conjunto de ideas y representaciones que forman la conciencia social. La ideología dominante es la ideología de la clase dominante, por lo que la función de la ideología es también garantizar el dominio económico de las clases dominantes a través del dominio social. Por esto, Marx afirma que la ideología es una falsa conciencia de la realidad que la sociedad tiene para poder justificar la estructura económica vigente. Así, la infraestructura determina la superestructura. Por ello, no es la conciencia del hombre la que determina la realidad material, sino la realidad material la que determina su conciencia. La tarea de la filosofía será analizar la realidad social capitalista, tanto su infraestructura como su superestructura, para poder transformarla mediante la acción política, dado que Marx sostiene que el modo de producción capitalista es un modo de producción basado en la explotación.

El concepto de alienación

Según Marx, el ser humano no tiene naturaleza, sino que se realiza como tal al transformar la realidad natural por medio del trabajo. Sin embargo, en el sistema capitalista el trabajo no sería fuente de realización, sino fuente de explotación y alienación. En la sociedad capitalista, donde los medios de producción son propiedad de la clase capitalista, la única mercancía que el trabajador desposeído tiene para vender para poder sobrevivir es su fuerza de trabajo. Esa fuerza de trabajo del trabajador, al trabajar, le reporta al capitalista una ganancia económica, dado que la fuerza de trabajo es una mercancía peculiar, que puede producir más de lo que ella misma se consume en esa producción. Esta ganancia, de la que se apropia la clase capitalista, es el plusvalor. De esta manera, el trabajador en el capitalismo solo puede aspirar a sobrevivir, empobreciéndose cada vez más, mientras que la clase capitalista se enriquece a costa de los trabajadores. Por esto ve el sistema capitalista como un sistema que genera desigualdades radicalmente injusto. Por otra parte, el obrero no trabaja para sí mismo ni el producto de su trabajo le pertenece, solo es un medio para que el capitalista, poseedor de los medios de producción, consiga su fin, aumentar su capital. Esto lo que produce es la alienación del trabajador.

Marx tomó el concepto de alienación de Feuerbach, un filósofo de la izquierda hegeliana crítico con la filosofía de la religión. Estar alienado significa estar sometido a otro, estar escindido, dividido, porque se ha arrebatado una parte de sí. Feuerbach estudió la alienación religiosa, que se da cuando el ser humano olvida que Dios es una creación suya y ve a Dios como algo exterior y extraño que le exige adoración y obediencia. Marx criticó a Feuerbach porque según él no entendió que la alienación religiosa, que pertenece a la alienación ideológica, responde en último término al mantenimiento del dominio de la clase capitalista sobre la obrera. Según Marx, la alienación religiosa se produce a partir de las propias condiciones miserables de existencia: el individuo se refugia en un mundo trascendente para escapar de la miseria económica real. Por esto, Marx afirma que la religión es el opio del pueblo. En la alienación ideológica también estaría la aceptación del sistema capitalista por parte del trabajador, viendo como legítimo que el capitalista posea los medios de producción, y también la aceptación del derecho, creyendo que las leyes son justas, aunque en la realidad esa supuesta igualdad no se dé. Además de la alienación ideológica, la principal forma de alienación es la alienación del trabajo.

El obrero no puede contemplar el trabajo como actividad que le es propia, sino ajena. Al ser los medios de producción de la clase capitalista, el obrero no puede decidir nada acerca de la producción. Asimismo, también se halla alienado al final del trabajo: el producto de su trabajo no es suyo, sino de aquel para el que trabaja, volviéndose por esto extraño y ajeno para el obrero su propio producto. La superación de todas las alienaciones vendrá cuando el proletariado haga una revolución, cuyo objetivo será abolir la propiedad privada de los medios de producción, de tal manera que el obrero pueda ser dueño de la organización del trabajo y del producto del trabajo.

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