Lo Apolíneo y lo Dionisíaco
La primera formulación del pensamiento de Nietzsche aparece en El nacimiento de la tragedia. Los **principios de la realidad** (apolíneo y dionisíaco) aparecen representados en la tragedia griega: **Dionisios** representa la voluntad irracional y **Apolo** la razón. La pretensión de imponer un orden racional al mundo hizo triunfar al individuo teórico, apolíneo, sobre el trágico, dionisíaco, que predominó en la etapa presocrática. Este triunfo, representado por **Sócrates**, continuará en **Platón** y el cristianismo.
La Crítica a la Moral
En La genealogía de la moral, cuando el resentimiento es creador de valores, se invierte la mirada y aparece la **moral de los esclavos**, que invierte los valores de la **moral de los señores**.
La moral de los señores
De la aristocracia. Es de autoafirmación, que dice sí a la vida. Lo propio de los señores es la **voluntad de poder**, que impone jerarquías y desigualdades. Donde hay vida, hay voluntad de poder, de superación. Se trata de un impulso por el que la vida tiende a exteriorizar su fuerza, su poder. No es una voluntad de dominio sobre un pueblo, en sentido político. Para Nietzsche, la voluntad de poder es individual, entendida como fuerza creadora de valores.
La moral de los esclavos
Del hombre vulgar, servil al hombre aristócrata. Es el resultado del resentimiento y la reacción frente a los valores nobles, que ellos han inventado. Lo propio de los espíritus débiles es la voluntad de igualdad: formar parte del rebaño.
La moral de los esclavos triunfa en la cultura occidental: es el rebaño el que impone su voluntad de igualdad y ha producido los valores de Occidente, una civilización enemiga de la vida. En el socialismo y la democracia, es la moral del rebaño, basada en el concepto de igualdad (en vez de Dios), concepto enemigo de la individualidad, voluntad de poder y de la jerarquía natural de la vida.
La Crítica de la Metafísica
La historia de la filosofía es, según Nietzsche, la historia de un error que comienza en Sócrates al imponer el pensamiento lógico y racional, y sigue con Platón, que infravalora el mundo sensible y crea el suprasensible en el que sitúa el bien en sí. Nietzsche interpreta ese mundo con la negación a la vida. Incapaces de afrontarla, los espíritus débiles inventan la ilusión del mundo verdadero y someten la realidad a las leyes lógicas y a conceptos. La filosofía a martillazos recae sobre los conceptos de la metafísica, con los que pretende separar la apariencia de la esencia. La apariencia para Nietzsche es lo único que existe y los conceptos metafísicos nos separan de la auténtica realidad. Si Platón ha situado la realidad en un mundo supra ilusorio y consideró al mundo aparente el único mundo verdadero, el cristianismo es un platonismo para el pueblo: justifica el sufrimiento y la muerte por la culpa, el pecado es todo lo que significa la vida. La salvación para ellos es la renuncia a la vida: convierte en valores los sentimientos del rebaño (obediencia, sacrificio): «El veneno de la doctrina ‘idénticos derechos para todos’, el cristianismo lo ha diseminado del modo más radical, con el resentimiento de las masas ha forjado su arma capital contra nosotros. El aristocratismo de los sentimientos ha sido socavado de la manera más subterránea por la mentira de la igualdad de las almas». Esta moral de renuncia propone una evasión con respecto al hombre concreto y al mundo real. Así surge el **ideal ascético**, caracterizado por la fe en la verdad, la negación a la vida y la voluntad de la nada (diluirse en el rebaño). Este ideal se manifiesta en la ciencia, que cree en la verdad y la distingue de la apariencia. El esquema platónico se repite en el cristianismo: el sentido de la vida se coloca en un más allá. Platón y el cristianismo no son los únicos dispensadores de sentido: la razón, el progreso y la historia han ocupado el lugar de Dios desde la Ilustración. La necesidad de encontrar sentido a la existencia es propia del hombre, pero la vía es el azar sin finalidad.
La Crítica al Lenguaje y la Ciencia
El lenguaje es el instrumento para conocer la realidad y nos permite un conocimiento objetivo sobre el mundo. El **método genealógico** mostrará que el lenguaje es una forma de expresar la experiencia vital del individuo. Como la experiencia es cambiante, el hombre pretende fijarlo en un concepto, que es una metáfora, ya que no proporciona conocimiento de la realidad, sino generalización.
Es preciso aceptar los límites del lenguaje y, según Nietzsche, dentro de esos límites es posible el pensamiento. La **voluntad de poder** define la verdad como aquella clase de error sin el cual una determinada especie de seres vivos no podría vivir. Cuando la metáfora fijada a un concepto se hace común, aparece la verdad: el concepto que asigna la misma metáfora a sensaciones parecidas por un proceso de abstracción, se generaliza mediante un pacto para domesticar el mundo, pacto propio del espíritu gregario que teme enfrentarse a la diversidad de la realidad. La lógica es un invento del ser humano, útil en la lucha por la vida: al someter lo individual a lo universal, nos hace seguros, pues ordena la experiencia y hace posible la vida social y el desarrollo de la ciencia, pero no descansa en principios objetivos. La filosofía es la historia de un error filológico: confundir el lenguaje con la realidad, olvidar el carácter metafórico del concepto.
Esta teoría de la verdad lleva a considerar como mentira lo que queda fuera de la norma aceptada. Nietzsche niega la existencia de valores absolutos y afirma un concepto pragmático de la verdad: para cada individuo es verdad lo que aumenta su voluntad de poder. El mecanicismo y el positivismo aceptan como realidad los hechos objetivos. Contra esto, Nietzsche asegura que no hay hechos, sino interpretaciones. El conocimiento posible es la perspectiva individual. Frente a las palabras, que imponen una interpretación, Nietzsche defiende el **perspectivismo**, la pluralidad de interpretaciones. La perspectiva permitiría recuperar el valor metafórico de las palabras.
El Diagnóstico: La Muerte de Dios y el Nihilismo
Nietzsche ha arrancado la máscara a la cultura occidental. Es preciso anunciar la **muerte de Dios** y de todo lo que ha ocupado su lugar y ha tratado de someter a la vida: la expresión «Dios ha muerto» se refiere también a los valores morales y las grandes verdades que se fundamentaban en la divinidad y el mundo suprasensible. El hombre ha matado a Dios, y con él, todo sentido trascendente. El hombre de rebaño queda desorientado y pierde sus valores y el sentido de su vida. La consecuencia es el **nihilismo**, la negación de los valores. En Nietzsche, se refiere al proceso que sigue la conciencia del hombre a partir de la muerte de Dios. Tiene dos significados:
Nihilismo pasivo
Ante el hundimiento de los valores tradicionales, la voluntad de poder se reduce: de la conciencia de la muerte de Dios y la negación de todos los valores, surge la angustia y la desorientación.
Nihilismo activo
Consiste en asumir la muerte de Dios y contribuir activamente a la destrucción de los valores creando unos propios y dando sentido a su vida. Es el signo de la voluntad de poder, que crea al mismo tiempo que destruye.
Zaratustra: El Superhombre y el Eterno Retorno
En Así habló Zaratustra, Nietzsche usa a Zaratustra (profeta persa del siglo VII a.C.) para predicar una nueva filosofía que dé respuesta a la decadencia de la cultura occidental. Es la llegada del **superhombre** y el **eterno retorno**.
El Superhombre
Zaratustra es el pregonero de la muerte de Dios, anuncia el **último hombre**, que ha visto cómo se hundían sus valores y cae en el nihilismo pasivo. Es la figura que corresponde al hombre de su tiempo. El hombre último no crea sus propios valores. Ha de hallar el superhombre, capaz de asumir la muerte de Dios y crear su propia moral. El superhombre llevará a cabo la **transvaloración de los valores** (la inversión de los valores que niegan la vida), recuperando la inocencia primitiva, situándose más allá del bien y del mal, de la moral.
Para que a partir del hombre llegue el superhombre, son necesarias tres transformaciones del espíritu:
El camello
Animal que se arrodilla para aceptar la carga del «tú debes», se inclina ante Dios y la ley moral, debe transformarse en león.
El león
Animal que no acepta la carga de la moral y los viejos valores racionales, dice «yo quiero» y conquista así su libertad. No es capaz de crear sus propios valores, así que debe transformarse en niño.
El niño
Símbolo del sí a la vida, del hombre capaz de crear nuevos valores, de situarse fuera de la moral (más allá del bien y del mal), en la inocencia que le permite recomenzar. Para el niño (superhombre) la vida es creación y juego.
El superhombre encarna todos los valores de la filosofía de Nietzsche: es la superación del hombre, un ser libre que desarrolla su voluntad de poder. Supone la desigualdad, el riesgo y el final de la moral cristiana del rebaño.