Aristóteles: Metafísica, Epistemología, Antropología y Ética

Filosofía y Ética Aristotélica

Metafísica

Las Cuatro Causas

  • Causa Material: Aquello de lo que está hecho algo.
  • Causa Formal: Estructura que organiza a un ser y lo define.
  • Causa Eficiente: Principio activo de cambio o movimiento.
  • Causa Final: Finalidad o propósito por el que algo existe o se hace.

Si hay materia, hay forma. Si hay un agente de cambio, hay una finalidad.

Teoría del Conocimiento

El proceso cognitivo comienza con la percepción y la experiencia, el conocimiento sensible. El sentido común nos permite conocer a través de la experiencia. Podemos conocer sustancias particulares, pero lo universal son las esencias, la estructura de las cosas.

Componentes del Proceso Cognitivo

  • Sentidos Externos: Vista, olfato, gusto, oído, tacto (producen sensaciones, pero no conocimiento por sí mismos).
  • Sentidos Internos: Sentido común (integra sensaciones), imaginación (representación mental), memoria (guarda imágenes). Sin estos, seríamos meras máquinas receptoras de información.

Los sentidos externos e internos nos proporcionan conocimiento sensible de lo particular y concreto. El entendimiento se encarga del proceso de abstracción, captando lo universal o esencia. Este conocimiento intelectual es específicamente humano.

Antropología

Cuerpo y Alma

Aristóteles critica el dualismo platónico. Cuerpo y alma no son sustancias separadas, sino elementos inseparables de una única sustancia. El alma, compuesta de materia y forma (hilemórfica), no puede existir sin el cuerpo.

Funciones del Alma

  • Función Vegetativa o Nutritiva: La función básica de la vida, presente en todos los seres vivos.
  • Función Sensitiva: Percepción, imaginación, deseos y movimiento.
  • Función Intelectiva: Propia del ser humano, facultad del pensamiento y conocimiento intelectual.

Ética

La ética aristotélica se centra en los mecanismos del comportamiento humano, guiado por el carácter (tendencias y pasiones) y el pensamiento. A diferencia de Platón, Aristóteles tiene una concepción empirista: la experiencia nos enseña el bien. No buscamos un bien abstracto, sino nuestro propio bien. Todas nuestras acciones buscan un fin, un bien. La felicidad es el bien supremo, aquello a lo que todos aspiramos.

El bien de cada ser reside en su función propia, su actividad o capacidad característica, su virtud. En el ser humano, la actividad específica es la razón y el intelecto. De ahí derivan las virtudes éticas o morales (justicia, amabilidad, generosidad) y las dianoéticas o intelectuales (sabiduría, prudencia).

La virtud moral se adquiere con la experiencia y el ejercicio, creando el hábito de tomar buenas decisiones. El individuo elige libremente entre virtud y vicio. La decisión óptima es el término medio adecuado a cada situación, entre dos extremos (exceso y defecto). No hay reglas fijas, solo la experiencia y la prudencia guían la elección del justo medio. La capacidad para la virtud es innata, pero debe desarrollarse hasta convertirse en hábito.

La prudencia, virtud dianoética, controla los apetitos y deseos para elegir el término medio que conduce a la felicidad.

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