Aristóteles y Platón: Contrastes Filosóficos

Naturaleza

Naturaleza. «La sustancia de las cosas que tienen el principio de movimiento en sí mismas». También dice que es principio y causa de movimiento y del reposo de los seres naturales. Es lo específico y característico de un ser en tanto que determina sus posibilidades de cambio -transformación- o de no cambio -reposo-. Este término une las nociones de esencia (que sería igual que naturaleza pero sin la posibilidad de cambio). Posibilita diferenciar lo natural de lo artificial que es producto humano.

Potencia-Acto

Términos que explican el movimiento. Acto es la propia existencia del objeto, lo que el objeto ya es. Y potencia es lo que todavía no es, pero puede llegar a ser. Por tanto, potencia es la capacidad de llegar a ser aquello que algo es por naturaleza, y acto es la realización de sus potencialidades específicamente de los seres. Cada ser, en un momento concreto, posee unas características y propiedades que constituyen su acto, y al mismo ser, en el mismo momento, posee unas posibilidades que puede desarrollar y que contribuyen a su potencia. El cambio se produce al convertirse en realidad lo que estaba en cada ser como posibilidad. Cuando lo que estaba como posibilidad se realiza, pasa al acto y causa el movimiento.

Causa

Todo elemento que interviene en la producción de un proceso o cambio cualquiera. Hay que recurrir a la explicación de 4 causas para que un conocimiento pueda ser considerado científico. Son las siguientes: la causa material, aquello de lo que está constituido algo; la causa formal (la forma), aquello que constituye su esencia y naturaleza, lo que es; la causa eficiente o agente, aquello que actúa siendo lo que es, lo que produce el cambio; y la causa final, aquello para lo que algo existe, su finalidad.

Sustancia

Aquello que es necesariamente; es decir, lo que permanece inalterable a pesar de todos los cambios que puedan sobrevenir en sus atributos, características o propiedades. Así, sustancia es el ser individual concreto. La sustancia se diferencia de los accidentes -que serían todas las modificaciones del ser; es decir, sus características o atributos en los que, aun cambiando éstos, el ser o la sustancia permanece inalterable. Por ejemplo, en el individuo Rodrigo puede cambiar el color del pelo (de negro a blanco, puede perderlo completamente (quedarse calvo), crecer (de niño a adulto), puede aprender francés o puede moverse, pero seguiría siendo el mismo individuo, el mismo ser. Aristóteles hace una distinción entre sustancia primera y sustancia segunda. La primera es el individuo concreto -Rodrigo- mientras que la segunda es la especie (la forma) a la que pertenece dicho individuo; en este caso, la especie humana.

Alma

Aristóteles dice que es aquello por lo que primaria y radicalmente vivimos, sentimos y razonamos de forma – académica, podríamos decir que es el principio de vida; es decir, aquello que diferencia a los seres vivos de la materia inanimada. En la distinción materia forma, el alma se identifica con la forma. El cuerpo y el alma son inseparables, siendo esta última mortal: muere conjuntamente con el cuerpo. No obstante, Aristóteles también abre la puerta a la inmortalidad del alma al sostener que la especie (entendimiento agente permanece más allá de la vida individual. Distingue 3 funciones en el alma: la vegetativa, que posibilita la reproducción, el crecimiento y la nutrición; la sensitiva, que posibilita la percepción y los apetitos; y la intelectiva, que posibilita el razonamiento y las facultades intelectuales.

Felicidad

La actividad del alma desarrollada conforme a la virtud, la felicidad se alcanza con la realización de la función propia, o lo que es lo mismo, de la virtud, que consiste en el desarrollo de las capacidades intelectuales que conducen a una vida contemplativa y prudente. Aunque no sea la única manera de conseguirla, sí es la única manera de alcanzarla en su grado máximo. Sin embargo, Aristóteles se muestra realista recordando que para llegar a la felicidad debemos poseer, como meros medios y de manera moderada, un nivel económico mínimo, salud y bienes del alma.



Relación de Aristóteles con otros filósofos

Platón, quizá por influencia de los pitagóricos, aspira a un saber que sea fijo, estable y cierto, como lo es el de las Matemáticas. Pero lo busca en un mundo de realidades transcendentes, quitándole valor a la experiencia sensible. Aunque comparte con su maestro Sócrates el intelectualismo moral en el terreno ético, el platonismo no se construye de abajo a arriba, sino de arriba a abajo. Todo lo contrario de Aristóteles, quien retorna al método socrático, y revaloriza la experiencia sensible, que es para él punto de partida de todo conocimiento y de toda ciencia. Aristóteles parte de la realidad de los individuos sustanciales, concretos, múltiples y sujetos al cambio y movimiento, y a partir de ellos llega a un primer motor transcendente. También contrasta la brillantez y sugestión que provocan los caminos platónicos en contraste con los aristotélicos que aparentan más humildad y menos espectacularidad. Platón desemboca en un idealismo, situando las ideas como la verdadera realidad, mientras que para Aristóteles no existe ese mundo de las ideas platónico, sino que sólo existen las sustancias individuales, particulares y concretas. Platón desconfía del conocimiento que nos proporcionan los sentidos, mientras que para Aristóteles todo conocimiento comienza por los sentidos. Platón tampoco confía plenamente en la razón y para suplir deficiencias acude al mito de la anamnesis y a la dialéctica del amor. Por tanto, para llegar al mundo de las ideas emplea no sólo medios racionales, sino también extrarracionales, sentimentales y del ámbito volitivo. Sin embargo, Aristóteles, confía plenamente en la inteligencia, que, partiendo de los datos que suministran los sentidos, elabora conceptos universales, necesarios para hacer ciencia. Se trata, por tanto, de una labor combinada de sentidos e inteligencia. La doctrina platónica sobre el alma se basa en el mito de la preexistencia del alma. El alma, caída de su estado feliz, está como encadenada al cuerpo, con una unión accidental, violenta y antinatural. Se trata de un auténtico dualismo. Aristóteles, por el contrario, investiga el alma fijándose en sus actos, de los que deduce su naturaleza y propiedades. El alma no es una cosa extraña al cuerpo, sino su principio vital. Constituye la forma, y el cuerpo la materia, y ambas están unidas de manera sustancial, como un compuesto único y natural que es el individuo humano. En el terreno moral, la creencia platónica en el mundo transcendente de las ideas y de la inmortalidad del alma le dan un aparente elevación, de la que carecerá la moral aristotélica. Platón aspira a la contemplación directa del mundo de las ideas, después de esta vida, para lo cual es necesario purificar el alma de todo contacto con lo sensible y material para librarla de la rueda de las transmigraciones. Nada que ver con la ética aristotélica, que es esencialmente finalista y eudemonista (busca la felicidad) que se consigue a través del ejercicio y de la práctica de la virtud.



Opinión

Aristóteles afirma que la virtud se consigue mediante el ejercicio y el hábito. Por un lado, estoy a favor de esta idea si se refiere a que es necesario practicar una actividad para conseguir mejorarla o perfeccionarla. Hay muchos factores que nos ayudan a mejorar cualquier actividad como es el caso del aprendizaje, el cual conlleva aprender cosas nuevas, y por tanto, requiere esfuerzo, interés, constancia, tiempo y otros muchos factores que nos pueden ayudar a conseguir nuestra meta que en este caso es el aprendizaje. Algo que me genera una cierta duda es si ocurre lo mismo en el caso de la sabiduría, ya que si no disponemos de mucha capacidad cognoscitiva, lo más seguro es que no consigamos alcanzar la sabiduría, ni total ni parcialmente. Una virtud puede mejorarse con la práctica pero, sin una predisposición innata no podríamos alcanzar la perfección que consiguen algunas personas, como es el caso de Mozart, ya que, por mucho que practicáramos sería casi imposible alcanzar su perfección. Las actividades innatas podrían constituir un 70% aproximadamente y los hábitos el 20% restante. Por tanto, podríamos concluir que para conseguir un éxito absoluto es necesario tener hábitos, tal y como dice Aristóteles pero, además, necesitamos contar con cierta habilidad innata. Otro aspecto que podríamos cuestionar sobre Aristóteles es que éste afirma que la máxima felicidad se consigue mediante la sabiduría y también que ésta es el fin supremo, ya que es así como se consigue la plena realización y, en ocasiones, podemos pensar eso pero, la felicidad depende de muchos factores que pueden variar dependiendo de las personas. En muchos casos, si te dedicas a algún tipo de estudio que te apasione lo más probable es que seas muy feliz con ello y que cada día vayas adquiriendo nuevos conocimientos pero, por el contrario, hay muchas personas que no cuentan con educación, ni siquiera la mínima y son mucho más felices que otras personas que están continuamente adquiriendo nuevos conocimientos. Por tanto, podríamos decir que la posición de Aristóteles es cierta pero, solo en casos en los que la actividad intelectual a la que dediquemos nuestro tiempo nos guste realmente y, además, debemos añadir que la felicidad máxima se pueda alcanzar por numerosos métodos y no solo con el aprendizaje y la actividad intelectual. Pero, Aristóteles, además de afirmar que la felicidad máxima la da el conocimiento, afirma que no todas las personas pueden acceder a esa felicidad y que pueden alcanzarla con el desarrollo de las virtudes del carácter. En segundo lugar, Aristóteles hace alusión a la necesidad de poseer una serie de bienes como base mínima para construir la felicidad y, cierto es que, alguien que viva en la pobreza y que cuente con muy poca salud o que carezca de afecto, difícilmente podrá alcanzarla. Y, este argumento de Aristóteles es, en mi opinión aplicable a cualquier época. En resumen, no creo que la felicidad se consiga con la sabiduría, ya que la sabiduría nos puede ayudar mucho en nuestra vida pero hay muchos otros factores que influyen a la hora de conseguir esta meta y que, incluso podríamos considerar más importantes que la sabiduría.

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