La Evolución del Concepto de Belleza
En la antigua Grecia, la belleza era concebida como una propiedad objetiva de la realidad, fundamentada en la “armonía de las formas”. (Si naturaleza = belleza, y arte capta belleza: arte griego = imitar naturaleza). Policleto, buscando la perfección anatómica, creó un canon para la escultura de cuerpos humanos, aproximándose a las proporciones ideales mediante principios matemáticos. Su canon, de inmensa influencia, describía la forma humana a través de progresiones geométricas. El Doríforo es la máxima expresión de este arte, representando el canon ideal: captar las proporciones más acertadas, el equilibrio de las formas y un canon de siete cabezas para alcanzar la perfección anatómica, todo inspirado en la belleza de la naturaleza.
En siglos posteriores, la belleza se vinculó a lo divino, donde el cristianismo consideró la imagen de Dios y los pasajes bíblicos como la máxima representación de la perfección. (Si las formas creadas son bellas, y el creador es Dios, la belleza absoluta es patrimonio de Dios). Dado que lo divino no se puede representar directamente, el arte se convirtió en una imitación de la naturaleza, que a su vez imitaba las formas del entendimiento divino, dando lugar a una rica iconografía cristiana para representar a Dios a través de la Revelación y las Sagradas Escrituras.
Con el Renacimiento y la modernidad, la belleza se asoció con el individuo y su interioridad, volviéndose subjetiva y dejando de ser una propiedad de la naturaleza o de Dios. Se transformó en una sensación que ciertas cosas producen en una persona, o no, definiendo el “buen gusto”. Sin embargo, esta subjetividad lleva al juicio, donde la opinión se comparte con los demás. Kant, en su Crítica del Juicio, ofrece una solución para reconciliar la subjetividad con la pretensión de validez universal del juicio estético, proponiendo que este debe ser: desinteresado (apreciación de la belleza como un sentimiento que se justifica por sí solo), comunicable (el placer estético se puede transmitir), y universal pretencioso (confianza en que todos puedan comprender nuestra apreciación). Estas ideas de Kant se extienden hasta el Romanticismo, inaugurando la estética moderna y negando la posibilidad de una definición objetiva de la belleza, marcando una revolución.
La Estética Romántica: Lo Bello y lo Sublime
Los románticos adoptan las ideas kantianas de: lo bello (placer desinteresado sin finalidad, del cual se disfruta sin desear poseerlo, como una flor) y lo sublime (placer desmesurado que empequeñece todo lo demás, como un cielo estrellado). Sin embargo, solo aquellos con sensibilidad estética pueden experimentar lo sublime, un privilegio reservado al genio que transgrede convencionalismos y normas sociales y morales.
El Arte Moderno y la Ruptura de los Cánones
El arte moderno genera controversia con la aparición de las vanguardias, que rechazan los valores estéticos vigentes y abrazan la experimentación. Rompen los cánones establecidos, cuestionan la autoridad y proponen un acercamiento a la vida cotidiana, uniendo el arte con el día a día. Aunque incomprendidas y a menudo eclipsadas, estas vanguardias desafían la concepción decimonónica del arte, incapaz de asumir su constante evolución, paralela a otros aspectos de la vida humana. La acusación de incomprensibilidad contra el arte moderno es tan antigua como el propio arte moderno, que exige atención, esfuerzo y aprendizaje, como cualquier idioma.
El Debate Actual: Gusto, Emoción y Experiencia Estética
Actualmente, el debate se centra más en el gusto, la emoción y la sensación que en las características intrínsecas de la obra de arte. La experiencia estética es la vivencia de lo bello a través de emociones y sentimientos. Sin embargo, como señaló Kant, al sentimiento subjetivo es necesario añadirle un juicio. A partir de este sentimiento estético, podemos enunciar dos teorías sobre la belleza:
Teorías Estéticas Objetivistas
Estas teorías sostienen que el valor estético de una obra de arte reside en la obra misma, basado en su propia naturaleza y no en la opinión de la mayoría. El juicio se centra en las propiedades intrínsecas de la obra, adecuándose a los criterios clásicos de belleza.
Teorías Estéticas Subjetivistas
Estas teorías afirman que la belleza y sus criterios no se encuentran exclusivamente en los objetos, sino en las reacciones de quienes los contemplan. La belleza se convierte en una característica personal.
Existen objeciones a esta postura debido a la falta de acuerdo estético. Para superar este SOLIPSISMO ESTÉTICO, podemos recurrir a:
- Postura sociológica (es mejor lo que agrada a la gente), aunque esto no resuelve el problema, ya que la popularidad no garantiza la validez y no se puede confiar en un recurso estadístico.
- Opinión de críticos expertos que cuenten con más argumentos y criterios. Sin embargo, en el arte no hay aspectos absolutos, ya que la experiencia estética tiene un fuerte componente emocional pero también intelectual (vivencia estética subjetiva y objetiva a la vez).
Determinismo y Libertad: Perspectivas Filosóficas
El determinismo es una concepción filosófica que afirma que todo está determinado, negando la existencia de la libertad y basándose en el principio de causalidad, que sostiene que todo acontecimiento tiene una causa. La dificultad de establecer las causas de nuestras decisiones no implica que no existan. El determinismo fisiológico, en particular, mantiene que nuestra condición somática condiciona fundamentalmente nuestra forma de ser. Un ejemplo es la teoría de Sheldon, que relaciona la constitución física con el tipo de conducta:
- Ectomorfo: persona delgada, rápida, nerviosa, solitaria, orientada a la madurez, controla la expresión de emociones.
- Endomorfo: persona obesa, de reacciones lentas, sociable, necesita hablar cuando está preocupada, orientada a la niñez, amabilidad indiscriminada, emocionalmente estable.
- Mesomorfo: persona atlética, fuerte, enérgica, ama el riesgo, agresiva, espíritu combativo, orientada a la juventud, insensible socialmente.
El Determinismo Ambiental
Según Watson, el ambiente determina la conducta de un individuo. “Dadme una docena de niños sanos y el ambiente específico adecuado para educarlos y me comprometo a tomar al azar cualquiera de ellos y adiestrarlo para hacer de él el tipo de especialista que yo elija.” Skinner sigue esta línea, explicando que toda la conducta de animales y humanos es efecto del ambiente a través de procesos básicos del conocimiento. Si el medio está dispuesto de tal modo que el reforzante sigue un cierto tipo de conducta, entonces la conducta se realizará más frecuentemente. Para él, el ambiente nos convierte en lo que somos, negando la libertad y la dignidad inherentes a la persona, reduciéndonos a productos del entorno.
Este concepto se puede aplicar a la película “La Ola”, donde los alumnos, a pesar de conocer los riesgos, se apuntan a una clase sobre totalitarismos. El factor de grupo y la masa transforman a la persona: la masa es el ambiente, regulado por reglas comunes y corrientes entre los miembros, alienados por un líder, el profesor, que introduce gradualmente un patrón de conductas diarias que determinan a los alumnos. El descontrol final de la película muestra cómo otorgar una identidad común a un grupo puede desatar el caos.
El Existencialismo de Sartre y la Libertad Humana
J.P. Sartre, filósofo existencialista, defiende la libertad del ser humano, aunque reconoce que la realidad se vive a través de la angustia, causada por la conciencia de la finitud y la fragilidad de nuestra posición en el mundo. La angustia es el modo en que el ser humano accede al último fondo de la realidad. Su frase clave es que antes de la vida humana no hay nada, por lo que no podemos definirnos sin existir. Primero existimos, nos encontramos en el mundo, y luego nos definimos por nuestros actos. El hombre, una vez que nace y adquiere una personalidad propia influenciada por la familia, la escuela y la sociedad, es responsable de sí mismo, ya que al no creer en determinismos, toda la responsabilidad de nuestros actos recae sobre nosotros. Al elegir estos actos, se da cuenta del tipo de humanidad que desea, sin que nadie le diga si ha elegido bien o mal. El miedo a no saber si hemos hecho lo correcto provoca una angustia que puede llevar a una persona a no querer asumir su propia responsabilidad, atribuyendo la culpa de sus actos a las circunstancias.
La Crítica de Nietzsche al Cristianismo y el Superhombre
Nietzsche criticó ferozmente el cristianismo, culpándolo de fomentar una moral de esclavos que promueve la obediencia, la humildad y la igualdad. Afirma que la religión y Dios son un invento de los hombres, por lo que postula la muerte de Dios y defiende un nuevo tipo de hombre que cree en la moral de señores, denominado superhombre (debe destruir el pasado e inventar un nuevo futuro donde actúe guiado por su voluntad; cree en el eterno retorno). Pretende restaurar la fuerza del hombre por la superación del resentimiento y de la compasión. Crea la teoría de las metamorfosis del espíritu mediante las cuales explica las fases por las que pasa el hombre para tener voluntad sobre sus actos:
- Hombre=camello: representa al sumiso, obediente, que carece de libertad.
- Hombre=león: momento de la crítica y de la destrucción de lo impuesto, donde se guía por su voluntad, por sus deseos y no por lo que le mandan. Aunque al destruirlo todo se genera una desorientación.
- Hombre=niño: tras destruirlo todo, aparece una nueva etapa donde se convertirá en el creador de valores. Es valiente, libre y decide sobre lo que está bien y lo que está mal.