Canclini – “Ideología y cultura: segunda conferencia”
Reproducción social y subordinación ideológica de los sujetos
Las clases hegemónicas constituyen la legitimidad del poder. Y no sólo constituyen la legitimidad sino que, como dice Pierre Bourdieu, eufemizan el poder, lo disimulan, difiriendo, desplazando a un lugar simbólico la explotación o la opresión económica.
Este autor ha desarrollado, en primer lugar, una teoría de los campos culturales, o campos simbólicos, como los lugares donde se realiza la mediación entre estructura y superestructura. En segundo término, una teoría que él llama del habitus (vamos a ver por qué no habla de hábitos), que es el intento de dar respuesta a cómo se interiorizan las estructuras sociales en los sujetos.
Teoría de los Campos
Su teoría de la sociedad no se organiza sobre la base de la división clásica entre estructura y superestructura. La estructura y la superestructura, lo económico y lo simbólico, deben ser estudiados conjuntamente. Entonces, si hay que mostrar en Bourdieu un gran esquema ordenador de la sociedad, éste sería, a mi criterio, la teoría de los campos.
Si graficáramos esto, haríamos un círculo grande que es el sistema social. El problema que se ha planteado tradicionalmente es cómo vincular esa determinación macrosocial, ese círculo grande, con un puntito muy pequeño, que sería la obra científica, la obra artística, la obra literaria. Lo que nos está diciendo Bourdieu es que entre ese círculo grande y esas obras particulares hay que hacer un círculo intermedio, que rodee a cada una de esas obras: ese territorio intermedio es lo que él llama campo artístico, campo literario o campo científico. Ese campo, constituido por los agentes sociales que intervienen para que un tipo de productos se haga, circule, se consuma en la sociedad, tiene leyes propias, participa de la totalidad de la estructura social pero, a la vez, está regido por un funcionamiento específico.
La modernidad inicia la posibilidad de automatizar cada uno de los campos y darles una legalidad propia. Se liberan del control religioso y comienzan a establecer formas independientes de organizar su legitimidad.
¿Qué es lo que constituye un campo? Dos elementos: la existencia de un capital simbólico común y la lucha por la apropiación de ese capital. Cada campo (el científico, el artístico) acumula a través de su historia un capital de conocimientos, habilidades, creencias. Respecto de ese capital actúan dos posiciones: la de quienes detentan ese capital y la de quienes aspiran a poseerlo.
Quienes participan en cada campo, tanto los que están en la posición dominante como los que están en la posición subalterna, de lucha por la apropiación del capital, tienen, dice Bourdieu, un conjunto de intereses comunes, un lenguaje común (el lenguaje de la ciencia, el lenguaje del arte), lo cual les da una complicidad subjetiva que subyace a todos los antagonismos. Por eso, el hecho de intervenir en la lucha por la apropiación de un capital dentro de un campo, contribuye a la reproducción del juego, mediante la creencia en el valor de ese juego. Sobre esa complicidad básica, se constituyen las posiciones enfrentadas. Quienes dominan el capital acumulado, fundamento del poder o de la autoridad en un campo, tienden a adoptar estrategias de conservación y ortodoxia. En tanto, los más desprovistos de capital, o recién llegados, prefieren las estrategias de subversión, de herejía.
Dice Bourdieu: “Las diferencias y desigualdades se duplican siempre por distinciones simbólicas. Y estas distinciones simbólicas tienen por función eufemizar y legitimar la desigualdad económica”.
Teoría del Habitus de Bourdieu
Según este autor, si hay una homología entre el orden social y las prácticas de los sujetos, no es por la influencia puntual del poder publicitario, de los mensajes políticos, sino por esas acciones ideológicas, esas determinaciones sociales, que se insertan, más que en la conciencia, en sistemas de hábitos, constituidos en su mayoría desde la infancia. La acción ideológica más decisiva para constituir el poder simbólico no se efectúa en la lucha por las ideas, como generalmente creemos los intelectuales, sino en esas relaciones de sentido, no conscientes en gran parte, que se organizan en el habitus y que sólo podemos conocer a través de éste. ¿Por qué habla Bourdieu utilizando la expresión latina “habitus”? Para diferenciarse de la psicología social que ha usado de otra manera la palabra hábito. Porque Bourdieu denomina habitus a un complejo sistema de disposiciones; de esquemas básicos de percepción, pensamiento y acción.
El habitus que cada uno lleva dentro ha sido estructurado desde la sociedad, no es engendrado por uno mismo. Cuando adquirimos el lenguaje, la lengua nos preexiste, nos estructura de una cierta manera, para pensar y percibir la realidad en los moldes que este lenguaje permite. Pero, a su vez, esas estructuras estructuradas están predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes, en el sentido de que son estructuras que van a organizar nuestras prácticas, la manera en que vamos a actuar en la sociedad.
De este modo, el habitus sistematiza el conjunto de las prácticas de cada persona y cada grupo, garantiza su coherencia con el desarrollo social, más que cualquier condicionamiento ejercido por campañas publicitarias o políticas.
Es en esta estructuración de la vida cotidiana que se arraiga la hegemonía. No tanto en un conjunto de ideas alineadas sobre la dependencia o la inferioridad de los sectores populares, sino como una interiorización muda de la desigualdad social, bajo la forma de disposiciones inconscientes, inscriptas en el propio cuerpo, en el modo de actuar, en el ordenamiento del tiempo y del espacio, en la conciencia de lo posible y de lo inalcanzable.
La sociedad contribuye a la reproducción del orden, y no sólo a través de la ideología consciente, sino a través de estas formas inconscientes de la ideología que se expresa en el habitus.
No estamos diciendo que la acción transformadora es imposible, sino que una acción política transformadora será ineficaz si sólo trata de cambiar una concepción intelectual por otra en las masas.