Demostración de la Existencia de Dios según Santo Tomás de Aquino: Cinco Vías
Primera Vía: El Movimiento
La primera vía tomista para demostrar la existencia de Dios se inspira en Aristóteles, utilizando una terminología claramente aristotélica. Ambos filósofos conciben el movimiento como el paso de la potencia al acto. El acto es anterior a la potencia, y solo lo que ya está en acto puede hacer que algo pase de potencia a acto. Lo que está en potencia tiende a actualizarse. Ambos otorgan un papel relevante a lo sensorial, que es el punto de partida del conocimiento. La demostración de la existencia de Dios es a posteriori: se parte de los datos suministrados por los sentidos hasta llegar a su causa, que es Dios. En la construcción del conocimiento, los sentidos y la razón deben colaborar (como en las cinco vías).
Santo Tomás acepta el argumento aristotélico de que todo lo que se mueve es movido por otro. La cadena de seres movidos por otros no puede extenderse infinitamente, por lo que ambos concluyen que Dios existe como primer motor, acto puro sin potencia, motor inmóvil responsable del movimiento de todo lo demás.
Segunda Vía: La Causa Eficiente
La segunda vía también se inspira en Aristóteles. Encontramos terminología claramente aristotélica, como el concepto de causa eficiente. Tomás de Aquino recoge la teoría de las cuatro causas de Aristóteles: material, formal, eficiente y final. La causa eficiente o agente es la que hace al ser en cuestión.
En esta vía, se concluye que Dios existe como causa eficiente primera. Se parte de la premisa «nada puede ser causa de sí mismo», lo que lleva a Dios como causa primera, fundamento de todo efecto. Ninguna cosa puede darse el ser a sí misma porque, en tal caso, obraría antes de ser, o resultaría anterior a sí misma, lo cual es absurdo. Santo Tomás le dará un sentido nuevo y más fuerte al concepto aristotélico de causa. La primera causa eficiente se convertirá en causa creadora. Cabe recordar que, para Aristóteles, Dios no crea el mundo, ya que este es eterno. Para Santo Tomás, Dios sí es creador.
Tercera Vía: La Contingencia y el Ser Necesario
La tercera vía es la de los grados de ser o perfección. Esta argumentación fue propuesta primero por Avicena y posteriormente por Maimónides. Aristóteles había definido a los seres como un compuesto de materia y forma. Santo Tomás acepta esta clasificación, pero añade que en los seres contingentes, que tienen existencia pero podrían no existir, existe un ser necesario que es existencia.
Todos los seres finitos tienen una existencia que han recibido del único ser necesario, que existe por sí mismo.
Cuarta Vía: Los Grados de Perfección
La cuarta vía es la de los grados de perfección de los seres. Fue sugerida en la Metafísica de Aristóteles y utilizada también por San Agustín y San Anselmo. En esta vía se detecta la influencia de la teoría de la participación de Platón: el Ser por esencia (las ideas platónicas) son causa del ser de los entes que tienen el ser por participación.
La cuarta vía considera los grados de perfección que hay en los seres. Para la elaboración de esta vía, Santo Tomás toma elementos de Aristóteles: vemos en los seres que unos son más o menos buenos, verdaderos y nobles que otros, y lo mismo sucede con las diversas cualidades. Pero el más y el menos se atribuyen a las cosas según su diversa proximidad a lo máximo, y por eso se dice lo más caliente de lo que más se aproxima al máximo calor. Por tanto, ha de existir algo que sea lo más verdadero, noble y óptimo. Ahora bien, lo máximo en cualquier género es causa de todo lo que en aquel género existe, y así el fuego, que tiene el máximo calor, es causa de todo lo caliente, según dice Aristóteles. De lo que Santo Tomás deriva que existe, por consiguiente, algo que es para todas las cosas causa de su ser, de su bondad y de todas sus perfecciones, y a esto llamamos Dios.
Quinta Vía: La Finalidad
La quinta vía es la de la finalidad. Esta vía está inspirada en Platón y en Aristóteles. Podemos apreciar la concepción teleológica de la naturaleza, común a ambos autores. Para ambos filósofos, todos los seres naturales tienden a un fin: actualizarse o alcanzar la perfección que les es propia. Dios dirige a los seres hacia su fin. Los mueve como causa final, en tanto que el resto de los seres aspiran o apetecen al acto.
No obstante, la concepción aristotélica de Dios es distinta a la cristiana, ya que la actividad propia de Dios es el conocerse a sí mismo; no conoce al mundo, por lo que no lo crea. Consecuentemente, tampoco se observa en Aristóteles la idea cristiana de amor hacia sus criaturas.