Clasificación de las ideas según Descartes

1.A)SITUAR O AUTOR NO MARCO HISTÓRICO-CULTURAL E FILOSÓFICO DA SÚA ÉPOCA

Este texto es de Descartes, filósofo que nace en Francia. El Siglo XVII en el que transcurre su vida es un período de crisis en Europa; se desmorona la hegemonía religiosa y surge el protestantismo y con ello, hay un paso del teocentrismo al antropocentrismo. Hay situaciones de guerra permanente, provocadas por la consolidación de los estados modernos y numerosas guerras religiosas entre protestantes y católicos en defensa de sus intereses políticos, económicos y religiosos. A esto se suma la profunda crisis económica paralela al avance del capitalismo y auge de la burguésía. La vida de Descartes coincide con el final del Renacimiento donde surge el renacentismo donde el hombre vuelve a los valores clásicos. Además el hombre, en esta época, ya es el objeto principal de la filosofía (humanismo) frente al pensamiento medieval. Descartes es el iniciador de la filosofía moderna. Él pretende hacer una reconstrucción de todo el edificio de la ciencia y la filosofía. Para ello recoge diversas tendencias de la ciencia moderna: Copérnico, Kepler (heliocentrismo, dejando atrás el geocentrismo), Newton (protagonista de la física mecanicista, la cual concibe el universo como una máquina, en el que todo funciona según leyes frente a la física finalista de Aristóteles) y, sobre todo, Galileo, según el cual podemos explicar la naturaleza a través de las matemáticas, creando un método hipotético-deductivo adecuado para alcanzar conocimientos ciertos y seguros. Descartes establece un método (modelo matemático) apoyado en la razón, por eso se le considera el fundador y principal representante de la corriente racionalista, la cual se opone al Empirismo (Hume) que apoya que el verdadero conocimiento se adquiere a través de los sentidos.


1.B)CUESTIÓN CONTEXTUAL

1.B.1 → RENACEMENTO E REFORMA

Entre la filosofía medieval y la moderna hay un período conflictivo de transición llamado Renacimiento, así llamado porque su interés fundamental fue la renovación intelectual, moral, espiritual y política, que tomaba como modelo la cultura clásica greco-latina. En el terreno político-social asistimos a la descomposición del feudalismo medieval y la formación de varios estados racionales; en el terreno cultural y filosófico, se descubren textos filosóficos griegos desconocidos con los que se recuperan corrientes como el platonismo, aristotelismo, estoicismo o humanismo. Esta última corriente es muy desarrollada, que consistíó en tomar al ser humano como valor con dignidad propia y atributos superiores a cualquier otro ser. Es el fin del teocentrismo medieval que da paso al antropocentrismo moderno. En este terreno también se marca un nuevo espíritu crítico y de afirmación de la razón, donde se cuestionan los métodos tradicionales, el de la autoridad y el de sumisión al magisterio de la Iglesia. En el terreno científico, asistimos a la revolución tecnológica, motivada por necesidades de tipo técnico-práctico, al Naturalismo y al avance ininterrumpido de la ciencia. En el terreno religioso, a partir del Siglo XV la iglesia entra en crisis que culmina con la Reforma protestante. La Reforma protestante, de la mano de Lutero y Calvino separadamente, invalida el poder de la Iglesia como única institución con legitimidad para interpretar la palabra divina. De este modo, van apareciendo nuevas formas de religiosidad durante el Siglo XVI y XVII que desarrollan la piedad interior y la comunicación directa con Dios.

El problema del conocimiento se convierte en el problema fundamental de la filosofía moderna. En los racionalistas el tratamiento del problema del conocimiento va a terminar derivando en la construcción de un sistema metafísico basado en el concepto de sustancia, siendo sustancia la primera idea innata (verdad primera y fundamental) de la que todo derivará mediante un estricto proceso deductivo.

1.B.2 → A VINCULACIÓN DO Empirismo E O Racionalismo COA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA

El Racionalismo es una actitud filosófica de confianza plena en la razón, en las ideas y en los pensamientos, independientemente de los datos de la experiencia. Es opuesto al Empirismo; este sostiene que sin los datos sensibles el entendimiento no podría llegar la ninguna verdad sobre el mundo. Ambas corrientes están vinculadas a la revolución científica de la Edad Moderna.

Al final de la Edad Media, la filosofía escolástica estaba enfrascada en discusiones para la fusión de fe y razón, de cristianismo y aristotelismo. Mientras tanto, aparecíó un movimiento de pensadores que reclamaban la importancia de los asuntos humanos en el que tuvo mucha importancia la recuperación de los textos filosóficos clásicos originales. Así, el ser humano se convirtió en el centro de la reflexión filosófica (sustitución del teocentrismo medieval por el antropocentrismo renacentista). Paralelamente, tuvo lugar la Revolución científica, cuyos protagonistas fueron Copérnico, Galileo y Newton. Su esfuerzo se centró en la observación directa de la naturaleza (para obtener el origen del conocimiento) y en las matemáticas (para sustituir los principios metafísicos y religiosos). La nueva ciencia se basaba en el nuevo modelo científico, que tenía sus fundamentos en el método hipotético-deductivo y en las nuevas explicaciones surgidas del Renacimiento.

La Revolución Científica se inicia con la sustitución del geocentrismo y la física aristotélica por el heliocentrismo y la nueva dinámica. Sus aportaciones más importantes fueron el nuevo método y la incorporación del lenguaje matemático a las explicaciones. El convencimiento de que la naturaleza respondía a leyes y estas a la exactitud matemática llevó a un modelo mecanicista del universo (cuyo principal representante era Newton), donde todo está determinado por leyes empíricas y exactas.

Tenemos entonces que el científico moderno entiende que sabe una cosa cuando la controla racionalmente. La aplicación de la razón a los objetos exteriores es la causa de la aplicación de la matemáticas a la ciencia. Por eso, la ciencia moderna es la ciencia del número y en la que todos los campos se organizan matemáticamente o tienden a hacerlo. Es aquí donde se aprecia claramente la vinculación con el Racionalismo. Pero, además, en la ciencia moderna la base del conocimiento es el experimento. Esta es la vinculación de la revolución científica con el Empirismo. La ciencia moderna es una síntesis entre Empirismo y la visión matemática de la realidad, propia del Racionalismo.

El problema del conocimiento se convierte en el problema fundamental de la filosofía moderna. En los racionalistas el tratamiento del problema del conocimiento va a terminar derivando en la construcción de un sistema metafísico basado en el concepto de sustancia, siendo sustancia la primera idea innata (verdad primera y fundamental) de la que todo derivará mediante un estricto proceso deductivo.


2.A)EL MÉTODO CARTESIANO

El método de Descartes es un método universal y matemático, carácterísticas propias del Racionalismo. Las carácterísticas fundamentales del Racionalismo y del pensamiento de Descartes son: confianza plena en la razón (única facultad que puede conducir al ser humano al conocimiento de la verdad), subjetivismo (el ser humano sólo conoce a través de su pensamiento, no conoce las cosas sino las ideas de las cosas) y la búsqueda de un nuevo método. Dado que la confianza en la razón es plena, para conseguir la verdad sólo es preciso un método adecuado para aplicarlo. Descartes entendía como método un conjunto de reglas fáciles y ciertas que, al ser observadas exactamente, eviten tomar nunca nada falso por verdadero y permiten llegar a todas las verdades de las que uno es capaz. El método es un conjunto de cuatro reglas: regla de evidencia, análisis, síntesis y comprobación. En la primera regla, el autor establece que no se debe aceptar cómo verdadero algo si no es evidente. Esta evidencia sólo se da en la intuición (acto racional inmediato de captación de una idea). La inmediatez indica que no hay ni cadena de deducciones ni relaciones con los sentidos. Y lo que la mente intuye son ideas claras y distintas. Las primeras se dan cuándo podemos observar todos sus elementos sin duda alguna (se opone a oscura) y las segundas cuando las captamos separadas, sin poderlas confundir con otras (se opone a confusa). A las ideas que son claras y distintas las llamó naturalezas simples y son los pilares de las ideas complejas. Son, además, ideas innatas; estas son poseídas por todos los seres humanos por el mero hecho de ser racionales. Son verdades evidentes que se hallan en nuestra mente. Estas ideas son las que garantizan la veracidad del conocimiento, al convertirse en su verdadero y único sostén. Ellas mismas no necesitan (ni pueden) ser demostradas. De esta regla deducimos que no podemos conocer por los sentidos (no hay intuiciones sensibles) y que algo o es verdadero o es falso, pues la probabilidad es duda y esta no es conocimiento. A continuación, debemos someter el problema a análisis, esto es, »dividirlo en tantas partes como fuera posible (…) para conocerlo mejor.». Así, al mismo tiempo que pasamos de lo complejo al simple, accedemos del desconocido a lo conocido (ideas innatas). La síntesis (3º paso) sirve para ampliar nuestros conocimientos con nuevas verdades. Consiste en reconstruir el problema en su complejidad a partir de los elementos simples obtenidos en el análisis (»comenzando por los objetos más simples (…) subir poco a poco (…) hasta el conocimiento de los más compuestos»). Esto nos permite acceder a lo desconocido mediante un proceso deductivo basado en la concatenación de ideas. Por último, antes de poder aceptar algo cómo evidente, es necesario realizar la comprobación (4ª regla), para »estar seguro de no omitir nada» y evitar cometer errores en el proceso analítico-sintético. Si aplicamos esto, obtenemos verdades evidentes, dándonos cuenta de que para alcanzarlas no es preciso acudir a la experiencia externa, sino que el entendimiento es un concebir de la mente siguiendo sus propias leyes. Con esto, Descartes llega a la conclusión de que todos las personas pueden alcanzar la verdad si siguen las leyes de su mente. Este método es el punto de partida de toda la filosofía de Descartes.


En la aplicación del método Descartes tropieza con la duda, una duda sistemática e hiperbólica. Esta duda cartesiana es una exigencia del método en su momento analítico previo a alcanzar alguna evidencia. Descartes encuentra un gran número de motivos para dudar: lo engañosos que pueden ser los sentidos, la incapacidad de distinguir el sueño de la vigilia y la capacidad de la inteligencia para establecer razonamientos; Descartes amplía el proceso de duda con la hipótesis del genio maligno, un Dios engañador que impide fiarse del funcionamiento del entendimiento.

Todo este proceso lleva a Descartes a la única idea de la que no se puede dudar: la intuición de la propia existencia.
El sujeto que piensa, mientras duda, ES. Se puede dudar de todo pero no de que se está dudando. Con esto se logra la salida del escepticismo.

En la aplicación de su propio método, el autor tropieza con una evidencia absoluta (se cumple la primera regla del método) gracias a la cual consigue escapar de la duda. »Pienso, luego soy» es la primera verdad, una idea clara y distinta.


Es decir, con el método llega a la idea absoluta del Yo, a partir de la cual demuestra la existencia de Dios. Estas dos forman, junto con el mundo, las tres sustancias que distingue Descartes. El concepto de sustancia es fundamental en la metafísica de Descartes y, por lo tanto, en la metafísica racionalista.


2.B)LA IDEA DE SUSTANCIA

El concepto de sustancia es fundamental en la metafísica de Descartes y en toda la metafísica racionalista. Descartes define substancia como algo que existe de tal manera que no necesita de ninguna otra cosa para existir, tal y como se ve en el texto. “(…) cosa que existe de tal modo que no tiene necesidad más que de si misma para existir”. Distingue tres sustancias: Dios o sustancia infinita (res infinita), el Yo o sustancia espiritual (res cogitans) y el Mundo o sustancia corpórea (res extensa). Esta definición de sustancia, literalmente tomada, sólo la cumple la sustancia infinita, puesto que es el único ser autosubsistente, mientras que la existencia del Yo y del Mundo depende de ella. Sin embargo, amplía la definición al Yo y al Mundo porque sólo dependen de Dios para existir, siendo independientes entre sí. Aquí es donde se halla el gran problema sin resolver del cartesianismo, que es el de la comunicación de las sustancias extensa y pensante. El objetivo del pensamiento de Descartes al afirmar que alma y cuerpo, pensamiento y extensión, constituyen sustancias distintas, era defender la autonomía del alma respecto de la materia. Las propiedades que el Yo conoce clara y distintamente de las substancias son los atributos. Algunos atributos de Dios son la infinitud, la inmutabilidad y la eternidad. El único atributo del Yo es el pensamiento y el único atributo de la sustancia corpórea Mundo es la extensión.


La sustancia pensante tiene como atributo el pensamiento, como ya hemos dicho, pero Descartes dice que es posible que todo lo que pienso sea falso, pero hay algo evidente: que yo lo estoy pensando. Esta frase “Pienso, luego existo”, también conocida como el cogito cartesiano, le sirve a Descartes como criterio de certeza, y dirá que todo lo que sea conocido con igual claridad y distinción deberá admitirse igualmente como verdadero. Esta verdad ha sido conocida por intuición, pero ahora empieza la fase deductiva de su pensamiento. El problema es que del cogito no parece deducirse nada. Sólo puedo estar seguro de que pienso, pero nunca podré saber si a mi pensamiento le corresponde alguna realidad (solipsismo).

Cuando pienso, pienso ideas. Las ideas son, por una parte, un acto mental y, en este sentido, todas tienen la misma realidad; pero, por otra parte, representan objetos y, en este sentido, no todas tienen la misma realidad, porque no todas representan lo mismo. No obstante, Descartes vence el solipsismo. Para vencerlo, investiga el origen de las ideas y así distingue adventicias, ideas que proceden de las percepciones, facticias, ideas que la mente construye a partir de otras ideas e innatas, ideas que no provienen del exterior ni son elaboradas por el Yo sino que existen naturalmente en nuestras almas. Entre esas ideas innatas descubre Descartes la idea de perfección e infinito, a partir de la cual deducirá la existencia de Dios.

La existencia de Dios tendrá que probarla Descartes sin referencia al Mundo, a partir únicamente de las ideas o contenidos del Yo. Éstas ideas, como ya vimos, pueden ser de tres tipos: adventicias, facticias e innatas. Entre estas ideas innatas descubre Descartes la idea de perfección e infinito, a partir de la cual deducirá la existencia de Dios. Este Dios, sustancia infinita, será quien garanta la veracidad de las ideas evidentes (claras y distintas) frente a la hipótesis del genio maligno.

Descartes se ve empujado a acudir a Dios por necesidad filosófica. Si no puede asegurar la existencia de Dios, tampoco puede asegurarse la certeza sobre cosa alguna. Se le hace imprescindible, por lo tanto, demostrar la existencia de un Dios no engañador, a partir de la idea de Dios que es innata al alma. Y lo hace mediante tres argumentos, que son los siguientes. En el argumento gnoseológico Descartes dice, si me reconozco como un ser imperfecto, es porque tengo la idea de un Ser Perfecto, es decir, de Dios. En el argumento cosmológico, según Descartes, yo me sé imperfecto y limitado, pero tengo la idea de lo perfecto e ilimitado. Esto quiere decir que soy creado y conservado por alguien que en sí mismo tiene esas perfecciones (Dios). En el último argumento, el ontológico, dice que cuando pienso en Dios, pienso en lo más perfecto. Si soy capaz de concebir la idea de Dios como perfectísimo, incluyo necesariamente, la esencia perfecta, es decir, existente. La llamada prueba ontológica se reduce, por tanto, a una intuición inmediata de la idea de Dios en la que se incluye su existencia necesaria. Así pues, en la idea de Dios existe y de él depende la certeza de todas las cosas. A partir de la existencia de Dios, demuestra la existencia de la realidad exterior.

No obstante, en Descartes hay un círculo vicioso: se apoya en la veracidad de Dios para asegurar la capacidad cognoscitiva y, por otro lado, afirma a Dios a partir de las ideas innatas que él nos ha puesto en la mente. Se trata de saber, en definitiva, si el cogito es realmente el principio de la filosofía o se subordina a Dios.

La sustancia extensa es el mundo y si Dios es infinitamente bueno y veraz, no puede permitir que nos engañemos cuando pensamos que el mundo existe, luego el mundo tiene que existir. Descartes no había podido demostrar a partir del cogito que a mi pensamiento corresponde una realidad, pero sí lo consigue a partir de Dios. Ahora bien, lo que Dios garantiza del mundo son las cualidades primarias, que son objetivas. Las cualidades primarias son las que se pueden expresar numéricamente; es decir, la extensión. Sin embargo, las cualidades secundarias como el color, el sabor, etc son subjetivas y por eso las elimina de la física.


3)COMPARA LA TEORÍA DE CONOCIMIENTO DE David Hume, EN TANTO QUE ES FENOMENALISTA Y EMPIRISTA CON LA TEORÍA DE CONOCIMIENTO DE Descartes, EN TANTO QUE ES RACIONALISTA. DETALLA EN QUE PUNTOS Hume SE ENFRENTA CON LOS RACIONALISTAS.

Como vimos, Descartes es un racionalista, por lo que su forma de pensar se va a oponer frontalmente a la de Hume, en tanto que este es empirista. La diferencia fundamental radica en decir de donde proviene el conocimiento. Si bien Descartes afirma que es la razón, Hume dirá que este proviene de la experiencia. Hume distingue dos tipos de percepciones: las impresiones, las que percibe la mente con mayor fuerza (pasiones, emociones, sensaciones) y las ideas, imágenes de las impresiones en la mente al pensar en ellas o recordarlas. Para Hume, a toda idea le corresponde una impresión: a las ideas simples impresiones simples y a las ideas complejas, impresiones complejas o bien proceden de ideas simples. Para que se puedan formar ideas complejas a partir de ideas simples es necesario que estas se unan. Tres son, para Hume, las leyes segundo las cuales se lleva a cabo la asociación de ideas (semejanza, contigüidad en tiempo o lugar o relación causa-efecto). Hume se va a basar en esto para atacar dos principios importantes de los racionalistas, en los que se incluye a Descartes: la causalidad (relación causa-efecto) y el concepto de sustancia. El principio de causalidad, la relación causa-efecto es fundamental para a explicación de la realidad en el Racionalismo. Hume niega la existencia de tal relaciones (la considera un hábito y una creencia), y solo la admite como resultado de la actividad del pensamiento. Sostiene que solo la podríamos conocer por la experiencia, nunca por la razón o deducción. Pero la experiencia no nos da esa relación, so a conjunción de constante acontecimientos. Como a toda idea le corresponde una impresión, la idea de conexión necesaria que implica esta relación también le debería corresponder una, pero la experiencia no nos dice eso, solo nos muestra dos fenómenos consecutivos. Queda así la relación causa-efecto reducida a una ley asociativa basada en el hábito de ver acontecer dos fenómenos siempre en la misma orden y en la creencia de que esta asociación se volverá a repetir necesariamente. En el otro aspecto al que se opone a los racionalistas, el concepto de sustancia, su postura consiste (aplicando el principio de copia), en negar su existencia, en tanto que no existe ninguna impresión de esta idea. Así, niega tanto la existencia de una sustancia material o Mundo (solo tenemos impresiones particulares y la realidad es un flujo de impresiones), como la sustancia espiritual o el Yo (considera que la consciencia de identidad personal es un engaño de la mente, pues no existe un yo que se mantenga en el tiempo, sino un conjunto de impresiones de la experiencia interna dispares y discontinuos) y la sustancia infinita o Dios (no tenemos evidencia empírica alguna de esta idea). En esta crítica a Dios, Hume arremete contra aquellos que utilizan las relaciones de causalidad para sus demostraciones pues, como vimos con anterioridad, negaba tal relación. Y es que si Descartes partía del escepticismo para llegar a la verdad, Hume recorríó el camino inverso: partíó del análisis del conocimiento para acabar desembocando en el escepticismo.

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