Hume:1.5. Crítica de la idea de causa
Apliquemos el criterio de verdad humano a la idea de causa tal y como la hemos definido.
¿Tenemos impresión alguna que corresponda a la idea de una conexión necesaria entre dos fenómenos?
Hume responde que NO: Hemos observado a menudo el fuego, y hemos observado a continuación que aumentaba la temperatura de las cosas cercanas a él. Pero nunca hemos observado que entre ambos hechos exista una conexión necesaria. Lo único observado y observable entre ambos hechos es que en el pasado se ha dado una sucesión constante. La idea de causa se reduce a: la contigüidad espacio-temporal entre la causa y el efecto. la prioridad de la causa sobre el efecto. La conjunción constante entre la causa y el efecto. Pero por más que examinemos los fenómenos por ninguna parte aparece una impresión de conexión necesaria. En conclusión: no sabemos que el agua se calentará, sólo lo creemos. El pretendido conocimiento de hechos futuros por inferencia causal no es en rigor conocimiento, sino sólo suposición y creencia.
La «certeza» que todos tenemos de que el agua se calentará sobre el fuego, proviene del hábito y la costumbre de experiencias pasadas en que tras lo primero sucedíó también lo segundo.
1.6. Crítica a las tres substancias
El que no conozcamos hechos futuros, que sólo creamos en ellos, en la práctica no es grave, pues tal creencia nos basta y nos sobra. ¿Hasta dónde es posible extender esta certeza apoyada en la creencia acerca de la inferencia causal?
El hábito y la costumbre nos permiten pasar de una impresión a otra, pero no de una impresión a algo de lo cual no ha habido nunca impresión. Hume aplica este criterio a las tres substancias del Racionalismo:
La realidad exterior (substancia extensa) Algunos autores han tomado la realidad extramental como causa de nuestras impresiones.
Hume:Pero la realidad extramental, por definición, está más allá de nuestras impresiones (mentales), no hay por tanto impresión de dicha realidad exterior.
La realidad exterior sería la causa y la impresión en nosotros el efecto.
La idea de causa no puede justificar la existencia de dicha realidad, pues la idea de causa sólo permitía, como hemos dicho, enlazar dos impresiones, nunca enlazar una impresión con algo de lo que no hay impresión ninguna (como es la realidad extramental). La creencia en la existencia de una realidad (substancia extensa) distinta de nuestras impresiones es injustificable. La existencia de Dios (sustancia infinita) Tradicionalmente el principio de causalidad se utilizaba para probar la existencia de Dios (Tomás de Aquino, Berkeley). Pero de Dios no tenemos impresión alguna, luego, de nuevo, es una utilización ilegítima del principio de causalidad.
Respecto al argumento ontológico de Anselmo, Hume entiende que no se puede demostrar que encierre contradicción afirmar que Dios no existe. Por tanto, la existencia de Dios es indemostrable: no sabemos que Dios exista, sólo podemos creer en ello.
Dios es un asunto de la fe
2 El yo (sustancia pensante) La existencia del yo (una sustancia pensante diferente de lo pensado) era indudable para Descartes (y también para Locke y Berkeley), y era el resultado, no de la aplicación de la idea de causa, sino de intuición inmediata («pienso, luego existo»).
La idea de un yo sería la idea de un algo permanente e invariable que subyace a todas nuestras impresiones e ideas. Para Hume, sólo tenemos intuición de nuestras ideas e impresiones, pero ninguna impresión es permanente e invariable.
No hay, por tanto, impresión -y tampoco entonces idea cierta- de un yo permanente e invariable, subyacente a todas nuestras impresiones e ideas.
La existencia de un yo es una ficción
Para explicar la conciencia de la propia identidad que todos poseemos, Hume recurre a la memoria: recordamos la sucesión de nuestras impresiones. El error consiste en que confundimos sucesión con identidad.
La época de Descartes, el Barroco (Siglo XVII), supone en Europa una crisis de la sensibilidad provocada por las crisis en la economía, la sociedad, la política, la religión y la ciencia.La economía sigue siendo esencialmente agrícola, lo que no impide que las grandes hambrunas y las enfermedades diezmen la población. Se mantiene la sociedad estamental, pero se agudizan los antagonismos sociales. Las revueltas, las insurrecciones, las guerras de religión y entre estados son continuas. En esta crisis generalizada, Europa es un continente roto y en guerra permanente. El hombre del Barroco es pesimista: todo es fugaz y contingente, todo es apariencia (Calderón: La vida es sueño). Se rompe el equilibrio emocional y se busca la pasión, el desbordamiento, el exceso.En medio de estas crisis hay una intento de buscar soluciones:En lo económico surge el mercantilismo: la riqueza de un país viene dada por su reserva de oro y plata.En lo político, las monarquías absolutistas se ofrecen como garante de la paz y la seguridad (aunque a menudo provocarán más guerras que las que resuelvan).En el pensamiento, el Racionalismo (en el continente) y el Empirismo (en Inglaterra) buscarán llenar el vacío dejado por la crisis de la escolástica.
Racionalismo es, en general, la actitud que otorga a la razón la única fuente y criterio de conocimiento, pero el término se aplica, en concreto, a la corriente filosófica del Siglo XVII iniciada por Descartes y continuada por Malebranche, Spinoza y Leibniz.La confianza plena en la razón humana lleva al Racionalismo filosófico a admitir que la razón es la única fuente de conocimiento que puede conducir al hombre a la verdad, se desconfía del testimonio confuso y dudable de los sentidos (razón se opone a sentidos más que a fe y revelación).La razón es capaz de sacar de sí misma verdades primeras y fundamentales (ideas innatas), a partir de las cuales se pueden deducir (ideal deductivo) las demás verdades de la ciencia. Así entendido, el Racionalismo se opone al Empirismo (el origen y el valor del conocimiento está en la experiencia sensible).
Vida y obra:
René Descartes (1596-1650) nace en La Haya (en la Turena francesa). Recibe educación en el colegio de los jesuitas de La Flèche. Luego estudia Derecho en la Universidad de Poitiers. En su juventud toma parte en las milicias imperiales y católicas con el duque de Baviera contra los protestantes. Estando enrolado, en el invierno de 1619-1620, descubre «un nuevo principio» para la filosofía y la ciencia. Entre 1620 y 1628 viaja por Europa, retirándose finalmente en Holanda para buscar la tranquilidad que le permitiera dedicarse a escribir.En 1649 la reina Cristina de Suecia se lo lleva como preceptor. Los madrugones y el frío clima le provocan la neumonía que acaba con él.Entre sus obras destacan:Tratado del mundo (1633-34), donde defiende el copernicanismo y que Descartes no publica, por el temor que le inspira la condena de Galileo.Discurso del método (1637): autobiografía filosófica en francés.Meditaciones metafísicas (1641).Principios de filosofía (1644), destinados a la enseñanza general.El Discurso del método para dirigir bien la razón y encontrar la verdad en las ciencias fue publicado en 1637 en francés (lo cual ya era una novedad) como prólogo que precedía a tres ensayos científicos titulados La Dióptrica, Los Meteoros y La Geometría.El discurso del método es la obra fundacional de la filosofía moderna, una filosofía que fue fraguándose desde el Renacimiento y en la que todavía nos encontramos. Fue una obra revolucionaria, no sólo por ser escrita y publicada en francés cuando la lengua culta era todavía el latín, sino sobre todo por suponer una ruptura frente al pensamiento tradicional (Santo Tomás) representado por la enseñanza recibida por Descartes en La Flèche.A modo de autobiografía filosófica Descartes va definiendo una nueva filosofía que quiere empezar desde cero, renunciando a toda la tradición recibida, y construida con la sola ayuda de la razón.
1. La teoría del conocimiento: razón y método
1.1. La unidad de la razón: el saber como certeza.El punto de partida de la filosofía de Descartes es la unidad del saber humano. Sólo hay una única sabiduría y una única verdad y la razón es la facultad de conocer la verdad. La verdad es la certeza y la verdad como imposibilidad absoluta de dudar consiste en conocimiento claro y distinto. Claridad: una cosa es clara cuando la cosa es «presente y manifiesta». Distinción: una cosa es distinta cuando está perfectamente delimitada, o sea, que no hay contornos borrosos. Una percepción puede ser clara sin ser distinta (por ejemplo, siento claramente un dolor, pero soy incapaz de separarlo de otras sensaciones o dolores).En cambio, para que algo sea distinto tiene que ser claro, pues la misma noción de «distinción» supone la «claridad».Oscuro será la negación de lo claro. Confuso será la negación de lo distinto.1.2. Las reglas del método.Todo lo dicho se resume en la búsqueda de un método que, aplicado estrictamente, proporcione certeza. Este método consiste en cuatro reglas:a.- Evidencia (admitir como verdadero sólo lo evidente): claridad y distinción.B.- Análisis (dividir la dificultad en tantas partes como sea conveniente): búsqueda de las naturalezas simples.C.- Síntesis (reordenar el problema desde lo simple hasta lo complejo): deducción.1.3. La duda metódica universal. Hay que eliminar todo aquello de lo que sea en principio posible dudar (aunque no dudemos de ello de hecho), para ver si queda algo que sea enteramente indudable. Descartes propone los siguientes motivos de duda:- Las falacias de los sentidos: Los sentidos a veces nos engañan, luego no son fiables. No aceptaremos nada que provenga de ellos.- Los paralogismos matemáticos: A veces en los más sencillos razonamientos matemáticos cometemos errores.- La confusión del sueño y la vigilia: Otras veces somos incapaces de distinguir el sueño de la vigilia, tenemos sueños que nos parecen reales, por tanto podría suceder que todo lo que creemos real no sea más que un sueño.
1.4. La primera certeza: “pienso, luego soy»puedo dudar de todo menos de que yo dudo. La propia existencia del sujeto que piensa y duda ha resultado ser inmune a toda duda por muy radical que ésta sea. Descartes lo formula así: pienso, luego soy.La primera certeza, el «pienso, luego soy» expresa la identidad entre pensamiento y ser: para la filosofía moderna el ser consiste en el pensar, aquello que es es lo que es cierto, aquello que resulta asegurado por y para la mente, es decir, el ser consiste en la certeza y la certeza sólo se da en el pensamiento, por tanto ser equivale a pensar.El «pienso luego soy» no sólo es para Descartes la primera certeza, sino que además constituye el criterio (paradigma) de certeza.La hipótesis del genio maligno no aparece en el Discurso del método pero sí en las Meditaciones metafísicas.2.1. El pensamiento y las ideas.Descartes llama pensar o pensamiento a la actividad del yo y al contenido del pensamiento lo denomina idea.
Idea es entonces el objeto del pensamiento, lo que piensa el yo.Las ideas pueden ser clara y distintamente percibidas (son las ideas innatas, como la idea de triángulo, la de yo, la de Dios…) o no serlo. Todo lo empírico y sensible es una idea, pero no es percibido de modo claro y distinto.La primera idea innata (evidente) que hasta ahora el pensamiento ha encontrado en sí mismo ha sido la idea de yo, la idea de pensamiento (cogito): el yo como un pensamiento que existe.Es el primer puente entre el pensamiento puro y la existencia real del mundo:
El yo es entendido como sustancia que piensa.
2.2. La sustancia.La sustancia es lo real existente, lo propio de la sustancia es existir.
Sustancia es «aquello que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra cosa para existir»Los atributos son las cualidades que permiten distinguir una sustancia de otra. La sustancia es el sujeto al cual atribuimos estos o aquellos atributos.
La sustancia sólo es conocida por sus atributos, y toda sustancia tiene un atributo fundamental que la define y que está supuesto en todo lo que podamos decir de ella. Este atributo fundamental, del cual dependen todos los demás, constituye la esencia de la sustancia y se identifica con ella.El método ha demostrado que todo lo que no es pensamiento es reductible a la extensión. Así, el alma se define por el atributo pensamiento y el cuerpo por el atributo extensión.
Res (cogitans) infinita
: Dios, a quien conviene absolutamente la definición de sustancia.
Res cogitans (finita)
: sustancias cuyo atributo definitorio es el pensamiento.
Res extensa (finita)
: aquellas cuyo atributo definitorio es la extensión. Las sustancias finitas (almas y cuerpos) no necesitan otras cosas (de otras sustancias) para existir, salvo de Dios.Sin embargo, Descartes sólo ha definido qué es sustancia y sus tipos, pero, hasta el momento, la única sustancia cuya existencia ha sido demostrada es la sustancia pensante. Para que su filosofía no termine en el escepticismo, es preciso demostrar la existencia de las otras substancias que han sido puestas en tela de juicio por la duda metódica.El esquema será el siguiente: Pienso, luego yo existo. Yo existo, luego Dios existe. Dios existe, luego el mundo existe.Este el orden deductivo en el que avanza en sus demostraciones el pensamiento humano (de la existencia del yo se deduce la existencia de Dios), lo cual no quiere decir que la existencia de Dios dependa de la existencia del yo.