-El Raciovitalismo de Ortega es el intento de superar la crisis de la modernidad, una modernidad que con Descartes se inicia en la corriente racionalista y en el idealismo epistemológico. Ortega había alabado la función de Descartes en la historia del pensamiento occidental, al romper la ingenuidad del Realismo, y consideró la duda metódica como un proceso interesante para fundamentar el conocimiento, pues ponía de relieve un elemento olvidado en la filosofía anterior: la subjetividad. Lo problemático en Descartes fue dar al pensamiento un grado de radicalidad del que carece, pues antes que pensar, dice Ortega, hay que vivir. La vida es un nivel más profundo y radical que el pensamiento, y por eso la razón ha de estar enraizada en la vida, ha de ser vital. Ortega propone la perspectiva y la circunstancia para crear un modelo distinto de racionalidad a la moderna, y se opone a la sustancialidad del yo a la posición esencialista de la metafísica cartesiana. -Centrándonos en el racionalismo cartesiano, Ortega observa que trata de reducir la racionalidad a la racionalidad matemática, y eso impide entender la vida humana.
La razón no puede ser una razón ahistórica, atemporal, pura como la cartesiana, sino que tiene que ser una razón vital. Por eso mismo, la verdad no puede ser la evidencia racional, la claridad y distinción de las ideas ante la intuición de la razón desencarnada, sino que la verdad es perspectiva, el punto de vista del sujeto individual, fiel a su circunstancia. Un punto de vista “bajo la especie de la eternidad de la luz racional pura” sería un punto de vista imposible para el ser humano: nuestra racionalidad está siempre inmersa en unas circunstancias personales, sociales y culturales. Se trata de ver la realidad “bajo la especie de las circunstancias”. Una verdad absoluta, fuera de toda perspectiva, es algo imposible. Para Ortega lo real es perspectiva, la perspectiva es una condición ontológica de lo real y lo que la hace cognoscible, y esta perspectiva es a la vez individual y colectiva, en cuanto incluye la biografía, la cultura, la época y las generaciones dentro de las cuales el sujeto vive. –Por otro lado, en Descartes se perfila el idealismo epistemológico propio de la modernidad, el cual hace que la realidad se convierta en un contenido de la mente y la mente como un continente. El idealismo cartesiano es excesivo haciendo pasar la realidad por una construcción del sujeto, siendo éste la realidad sustancial independiente desde la que toma asiento el mundo. En Descartes, la ontología descansa en el análisis del yo y de sus ideas, de las ideas claras y distintas que éste descubre en el ejercicio de la duda, y que supone “perder la realidad”. Para Ortega es necesaria una nueva metáfora, la de los dioses conjuntos, para superar la metáfora idealista de la mente como continente y del mundo como contenido: ni el mundo es una construcción del sujeto ( el mundo es lo dado para el sujeto, aquello de lo que éste se ocupa, y al cual da sentido el sujeto), ni el sujeto es independiente del mundo ( no se da el solipsismo cartesiano), sino que el sujeto se constituye en su ocuparse del mundo, orientarse y actuar en él y con él. La vida humana muestra que el yo no es sólo autoconciencia.Si entendemos al sujeto sólo como el cogito cartesiano, dejando de lado toda la biografía, la historia personal, el cuerpo, la època con sus creencias, ideas, valores, usos, costumbres, es decir la circunstancia, perdemos el yo. De ahí la importancia de la frase orteguiana como superación del idealismo: yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo. -La ontología que se deriva de la epistemología cartesiana es coherente con su visión estática y pura de la razón: la realidad es realidad substancial, estática.Ser es ser sustancia. La ontología que se relaciona con la epistemología en Ortega es coherente con su visión actuante, relacional, temporal e histórica de la realidad radical y fundamental: la vida humana (y no el cogito cartesiano). Esto hacae que el ser fundamental no sea la sustancia: Ser es vivir. El yo no es una sustancia, una res cogitans, sino un proyecto, es destino, una realidad que se tiene que hacer y que está sometida al devenir. La vida humana es la verdad indubitable y fundamental sobre la cual toman asiento otras realidades. No es una sustancia reducible a una idea analizable con las reglas del método cartesiano, no es reducible a ninguna categoría metafísica como la res cogitans o la res extensa cartesianas. Por tanto, no puede ser objeto de una explicación metafísica tradicional. Comprender la vida humana es entender el sentido que el ser humano da a las cosas (el ser de las cosas) y a su propia vida. Ciertos objetos de la vida humana podrían ser matematizables, como aspiraba a conseguir Descartes (las cualidades primarias de la realidad extensa), pero ese tratamiento de la realidad desde la razón físico-matemática no nos informa del sentido de esos objetos para la vida humana. Sólo una razón vital e histórica es capaz de dar cuenta de ello.
La razón no puede ser una razón ahistórica, atemporal, pura como la cartesiana, sino que tiene que ser una razón vital. Por eso mismo, la verdad no puede ser la evidencia racional, la claridad y distinción de las ideas ante la intuición de la razón desencarnada, sino que la verdad es perspectiva, el punto de vista del sujeto individual, fiel a su circunstancia. Un punto de vista “bajo la especie de la eternidad de la luz racional pura” sería un punto de vista imposible para el ser humano: nuestra racionalidad está siempre inmersa en unas circunstancias personales, sociales y culturales. Se trata de ver la realidad “bajo la especie de las circunstancias”. Una verdad absoluta, fuera de toda perspectiva, es algo imposible. Para Ortega lo real es perspectiva, la perspectiva es una condición ontológica de lo real y lo que la hace cognoscible, y esta perspectiva es a la vez individual y colectiva, en cuanto incluye la biografía, la cultura, la época y las generaciones dentro de las cuales el sujeto vive. –Por otro lado, en Descartes se perfila el idealismo epistemológico propio de la modernidad, el cual hace que la realidad se convierta en un contenido de la mente y la mente como un continente. El idealismo cartesiano es excesivo haciendo pasar la realidad por una construcción del sujeto, siendo éste la realidad sustancial independiente desde la que toma asiento el mundo. En Descartes, la ontología descansa en el análisis del yo y de sus ideas, de las ideas claras y distintas que éste descubre en el ejercicio de la duda, y que supone “perder la realidad”. Para Ortega es necesaria una nueva metáfora, la de los dioses conjuntos, para superar la metáfora idealista de la mente como continente y del mundo como contenido: ni el mundo es una construcción del sujeto ( el mundo es lo dado para el sujeto, aquello de lo que éste se ocupa, y al cual da sentido el sujeto), ni el sujeto es independiente del mundo ( no se da el solipsismo cartesiano), sino que el sujeto se constituye en su ocuparse del mundo, orientarse y actuar en él y con él. La vida humana muestra que el yo no es sólo autoconciencia.Si entendemos al sujeto sólo como el cogito cartesiano, dejando de lado toda la biografía, la historia personal, el cuerpo, la època con sus creencias, ideas, valores, usos, costumbres, es decir la circunstancia, perdemos el yo. De ahí la importancia de la frase orteguiana como superación del idealismo: yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo. -La ontología que se deriva de la epistemología cartesiana es coherente con su visión estática y pura de la razón: la realidad es realidad substancial, estática.Ser es ser sustancia. La ontología que se relaciona con la epistemología en Ortega es coherente con su visión actuante, relacional, temporal e histórica de la realidad radical y fundamental: la vida humana (y no el cogito cartesiano). Esto hacae que el ser fundamental no sea la sustancia: Ser es vivir. El yo no es una sustancia, una res cogitans, sino un proyecto, es destino, una realidad que se tiene que hacer y que está sometida al devenir. La vida humana es la verdad indubitable y fundamental sobre la cual toman asiento otras realidades. No es una sustancia reducible a una idea analizable con las reglas del método cartesiano, no es reducible a ninguna categoría metafísica como la res cogitans o la res extensa cartesianas. Por tanto, no puede ser objeto de una explicación metafísica tradicional. Comprender la vida humana es entender el sentido que el ser humano da a las cosas (el ser de las cosas) y a su propia vida. Ciertos objetos de la vida humana podrían ser matematizables, como aspiraba a conseguir Descartes (las cualidades primarias de la realidad extensa), pero ese tratamiento de la realidad desde la razón físico-matemática no nos informa del sentido de esos objetos para la vida humana. Sólo una razón vital e histórica es capaz de dar cuenta de ello.