Comparación Filosófica: Descartes-Hume, Kant-Marx, Marx-Nietzsche

Descartes-Hume

Aunque suelen ser presentados desde una perspectiva antagónica, lo cierto es que Descartes y Hume tienen bastante en común. Ambos son herederos del humanismo renacentista en el sentido de defender la autonomía de la conciencia. Están de acuerdo en que la razón es una vía de conocimiento preferible a la autoridad de la tradición y elaboran teorías genealógicas del conocimiento que parten de la conciencia. Además, se muestran tolerantes con la amplia variedad de modos de entender el cristianismo que se dan en su tiempo, así como favorables a que la autoridad civil prevalezca sobre la eclesiástica.

Sin embargo, hay buenas razones que explican por qué generalmente son presentados antagónicamente. Como empirista, Hume continuó la labor de Locke en la crítica del racionalismo, cuya más destacada figura es Descartes, y lo hizo para socavar la fundamentación metafísica de la ciencia del autor francés que se apoya en tres sustancias: el yo, Dios y el mundo. Descartes afirmaba que estas sustancias no necesitaban de nada más que de sí mismas para existir y que su existencia podía demostrarse a priori en consonancia con su concepción metafísica de la realidad.

Pero Hume, como empirista, rechaza que el alcance de la razón sea ilimitado; afirma que no hay ciencia más allá de la experiencia y que justamente carecemos de ella para explicar las sustancias en que se apoya Descartes. De acuerdo con Hume, estas sustancias son ideas que nos hemos inventado por la tendencia natural de la mente a buscar explicaciones lo más generales posible que expliquen la realidad como totalidad. Así, Dios es el resultado de creer que una voluntad distinta de la nuestra gobierna lo que se nos escapa; el mundo es la suposición de que más allá de lo que hemos conocido todo es igual porque nuestra experiencia es universal; y el yo es la aparente constancia de nuestra mente aunque en realidad solo es un haz de percepciones.

Kant-Marx

Kant y Marx son filósofos muy distintos; no obstante, tienen un propósito común que orienta toda su filosofía. Dicho propósito no es otro que contribuir al proyecto ilustrado de emancipación de la humanidad. Ambos filósofos confían en el poder de la razón que, alzándose contra la autoridad, guiará al género humano por la senda del progreso hacia la libertad. Pero ahí terminan las semejanzas:

  • Para Kant, como pensador formado en los ideales de la Ilustración del siglo XVIII, el problema es que la sociedad vive en minoría de edad por culpa del dogmatismo. Por medio de la autoridad o la costumbre se imponen ideas éticas, políticas o religiosas que no han sido sometidas al juicio de la razón y que, sin libertad, jamás podrán serlo. Así pues, el problema y la solución están en la conciencia del sujeto que, dotado de entendimiento, ha de lanzarse al encuentro de la Ilustración confiando en el juicio de la razón y conquistando así su autonomía en armonía con la ley universal.
  • Para Marx, pensador de la sociedad industrial del siglo XIX, el problema es la falta de libertad derivada de las condiciones materiales de producción de una sociedad que tienen su origen en la propiedad privada. Esta falta de libertad pesa sobre la clase social que no posee medios de producción y que es explotada por los propietarios como medio de producción. Así como el idealismo trascendental de Kant es una teoría del conocimiento centrada en el sujeto, el materialismo histórico de Marx es una teoría económico-política centrada en la historia social. Para Marx, el objetivo inmediato no es libertar la conciencia del sujeto sino la conciencia de clase. Dicho de otro modo, el sujeto histórico no es ningún individuo sino que lo son las clases sociales.

La esencia del ser humano es transformar la naturaleza por medio del trabajo y el modo en que lo hace no revela la conciencia de un individuo sino la conciencia social. Lo que sucede es que dicha conciencia está alienada por la ideología de la clase dominante en aras a perpetuar sus privilegios a costa de la clase dominada. No obstante, toda sociedad atraviesa periodos de crisis en los que, Marx afirma, la clase explotada (siempre la más numerosa) toma conciencia de sí y se alza para subvertir el orden social. Marx vaticina que tras la crisis de la sociedad capitalista el proletariado internacional tomará el control del Estado para abolir la propiedad privada y, posteriormente, disolver el Estado en la sociedad comunista, logrando así la ansiada emancipación social.

Marx-Nietzsche

Son autores muy diferentes; sin embargo, junto a Freud, son conocidos como los tres maestros de la sospecha. En este sentido, es cierto que tienen en común una radical desconfianza respecto a los valores tradicionales y los discursos políticamente correctos. Efectivamente, su perspicacia ha sacado a la luz muchos aspectos del ser humano de los que a menudo no cabe sentirse orgulloso.

En el caso de Marx, su concepto de alienación y su crítica de las ideologías han resultado ser herramientas de análisis social muy útiles que, a grandes rasgos, siguen teniendo vigencia a día de hoy. Y Nietzsche es seguramente quien mejor ha desvelado la naturaleza degenerada que puede ocultarse tras el velo de la moralidad que se alza como idea sacra, en nombre de la cual se defiende la bondad de lo que no es otra cosa que voluntad de poder guiada por el resentimiento. Lo cierto es que, tras una atenta lectura de estos filósofos, las ideas parecen más peligrosas cuanto más atractivo tienen, pues la ilusión que enardecen en nosotros es la sombra más peligrosa desde la que nos acecha el impostor.

Sin embargo, Marx y Nietzsche son autores muy diferentes y, en algunos aspectos, antagónicos:

  • Sin ir más lejos, la filosofía de Marx parte de la dimensión social del ser humano y se proyecta sobre la emancipación social, mientras que la de Nietzsche es marcadamente individualista y se proyecta sobre la realización personal.
  • Marx, en el fondo, propone un tipo de moralidad superior: la del proletariado. Para Nietzsche, la única moral superior (la del señor) es la que cada uno se da a sí mismo, pero que no es extrapolable a los demás ni superior a la de otros, quedando una moral a sí mismos, sean muy diferentes. Pretender la verdad de una moral superior extensible al género humano es hacer una moral de esclavos.
  • Los dos autores se alejan del idealismo, pero si Marx lo hace para defender un materialismo objetivo que explique las relaciones sociales por medio de la economía, Nietzsche lo hace para defender un sensualismo perceptivo subjetivo que explique el deseo de ser del humano.
  • Por último, Marx continúa la tradición ilustrada de progreso, lo que implica una fe incuestionable en el poder de la razón, que es la guía de la historia. Nietzsche, por el contrario, afirma que la razón (a la que llama metafísica del lenguaje) introduce todas las mentiras e ilusiones que los seres humanos necesitan para no verse en el espejo de la realidad. No se trata de negar el progreso de la ciencia, del que Nietzsche era plenamente consciente, sino de que no existen progreso moral ni reforma de la humanidad más que como ejercicio de vanidad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *