Rousseau: Contrato Social y Voluntad General
Jean-Jacques Rousseau sostiene que la sociedad civilizada ha corrompido al ser humano, que, en su estado natural, es bueno. Este estado de naturaleza no puede ser descrito empíricamente, ya que solo conocemos al ser humano en sociedad; por lo tanto, se presenta como una hipótesis para criticar el orden social vigente.
El hombre en su estado natural es libre, y su principal diferencia con los animales radica en su libertad y capacidad de perfeccionarse. Esta bondad natural se expresa en dos aspectos:
- El amor de sí, un instinto de autoconservación no egoísta.
- La piedad natural, un sentimiento de compasión hacia los demás.
La propiedad privada, sin embargo, es el origen de todos los males en la sociedad, ya que provoca desigualdades morales y políticas que corrompen al hombre y su libertad, creando una sociedad civil desigual.
Para Rousseau, la libertad perdida debe ser restaurada a través de un contrato social. Este no implica un regreso al estado de naturaleza, sino que establece un pacto entre iguales, en el que cada miembro de la sociedad se compromete a obedecer la voluntad general, renunciando a sus intereses particulares. De este modo, se sustituye la libertad natural por una libertad civil, donde el hombre recobra su bondad y moral naturales.
Rousseau destaca que la voluntad general busca el bien común, a diferencia de la voluntad de todos, que es solo la suma de los intereses individuales. Una vez firmado el contrato, la voluntad individual se identifica con la voluntad general, orientada al bien común. Así, el pueblo es soberano, ya que expresa la voluntad general a través de leyes universales. La soberanía del pueblo es inalienable, lo que significa que el poder ejecutivo se limita a ser meramente administrativo.
Rousseau también señala que no hay una forma de gobierno ideal para todos los casos. El mejor modelo de organización política depende de las características de la sociedad y el estado, pero Rousseau tiene una preferencia por:
- Gobiernos democráticos en estados pequeños.
- Gobiernos aristocráticos en estados de tamaño medio.
- Gobiernos monárquicos en estados grandes.
Él favorece los estados pequeños, como los cantones suizos, donde es posible una democracia directa.
Descartes: Dualismo, Método y Certeza
Para René Descartes, el ser humano está compuesto por dos sustancias completamente diferenciadas: la res cogitans (alma) y la res extensa (cuerpo o materia). Este dualismo es más radical que el de Platón, ya que el alma (res cogitans) es indivisible y tiene evidencia directa —podemos dudar y pensar, lo que demuestra su existencia—, mientras que el cuerpo (res extensa) es materia divisible y no tiene tal evidencia.
El cuerpo está sometido a las leyes físicas y, por lo tanto, es determinista, lo que implica que no posee libertad. Por otro lado, el alma, como facultad de pensamiento y entendimiento, sí goza de libertad, pero esta libertad no debe entenderse como la indiferencia ante todas las alternativas o una elección arbitraria. Para Descartes, la libertad se da cuando la voluntad elige lo que el entendimiento considera como bueno y verdadero. La voluntad debe someterse al entendimiento, garantizando una libertad guiada por la razón.
En cuanto a la interacción entre alma y cuerpo, Descartes sostiene que esta es posible gracias a la glándula pineal, situada en la nuca. Según él, en esta glándula se da la conexión entre la res cogitans y la res extensa, permitiendo la influencia mutua entre el pensamiento y la materia.
Moral Provisional y Pasiones
Descartes establece una «moral provisional» para guiar su vida mientras desarrolla los principios morales basados en su sistema metafísico. Estas reglas son:
- Obedecer las leyes y costumbres del país.
- Ser firme en las decisiones tomadas.
- Adaptar los deseos internos y aceptar el destino.
- Cultivar la razón y buscar el conocimiento verdadero.
Descartes diferencia las acciones (decisiones voluntarias) de las pasiones (emociones involuntarias provenientes del cuerpo). Aunque no es necesario eliminar las pasiones, deben ser dominadas por la razón. Recomienda la virtud de la generosidad: reconocer que solo lo que depende de nuestra voluntad nos pertenece, no desear lo que está fuera de nuestro control, y actuar siempre según lo que se considera mejor.
El Método Cartesiano
René Descartes considera fundamental el uso de un método adecuado para conocer la verdad. Propone cuatro reglas esenciales:
- Regla de la evidencia: No aceptar como verdadero aquello que no sea claramente evidente.
- Regla del análisis: Dividir los problemas complejos en partes más simples.
- Regla de la síntesis: Ordenar las ideas de manera ascendente, de las más simples a las más complejas.
- Regla de la enumeración: Revisar exhaustivamente todos los pasos.
El conocimiento válido, según Descartes, debe provenir de la intuición de las naturalezas simples y la deducción de las verdades a partir de ellas. El modelo que inspira el método cartesiano es el método matemático.
Duda Metódica y Cogito
Para encontrar verdades absolutamente seguras, Descartes utiliza la duda metódica. Se cuestiona:
- Las percepciones sensoriales.
- Los razonamientos.
- La distinción entre vigilia y sueño.
- La posibilidad de un genio maligno.
A pesar de esta duda radical, la certeza sobre la existencia del yo pensante emerge como indudable: “cogito, ergo sum” («pienso, luego existo»). Esta es la primera verdad clara y distinta. Al dudar, se piensa, y si se piensa, se existe. Este es el cogito, el primer principio de certeza.
Las Ideas y la Existencia de Dios
Tras el descubrimiento del cogito, Descartes establece que solo se sabe con certeza que existen el yo y sus ideas. Estas ideas se dividen en:
- Adventicias: Provienen de la experiencia.
- Facticias: Producto de la imaginación.
- Innatas: Presentes en el sujeto desde el principio.
Descartes considera que las ideas innatas son las más confiables. Dentro de ellas, destaca la idea de Dios. Presenta tres pruebas para demostrar la existencia de Dios:
- Argumento ontológico: La idea de un ser perfecto implica su existencia.
- Argumento de la causa: Un ser finito no puede ser causa de sí mismo; la causa es Dios.
- Argumento de la causalidad de las ideas: La idea de un ser infinito no puede ser creada por un ser finito.
Con la existencia de Dios demostrada, Descartes rechaza la hipótesis del genio maligno. El error proviene del mal uso de la voluntad libre. Descartes afirma la existencia del mundo físico y su propiedad objetiva, la extensión.
Las Tres Sustancias
Descartes establece tres tipos de sustancias:
- Sustancia infinita: Dios.
- Sustancias finitas pensantes: Almas (res cogitans).
- Sustancias finitas extensas: Cuerpos (res extensa).
En cuanto al mundo material, solo podemos conocer su propiedad objetiva, la extensión. La física cartesiana es mecanicista: el mundo funciona como una máquina regida por leyes del movimiento.
Aristóteles: Felicidad, Virtud y Política
Para Aristóteles, la felicidad se logra cuando el ser humano realiza su función propia, determinada por su naturaleza racional. La virtud consiste en perfeccionar la capacidad racional, actuando conforme a esta naturaleza.
Aristóteles reconoce que la naturaleza humana incluye deseos y necesidades. Para alcanzar la felicidad, se deben emplear dos tipos de virtudes:
- Virtudes intelectuales.
- Virtudes morales.
La forma más alta de felicidad se alcanza mediante la contemplación. Sin embargo, la felicidad también depende de que la razón guíe los deseos y necesidades (virtudes morales). El ser humano debe apuntar hacia el término medio, evitando los extremos. El término medio es subjetivo y requiere prudencia (phrónesis) y fuerza de voluntad.
Aristóteles critica el intelectualismo moral de Sócrates y Platón. Una vez adquirida la prudencia, se puede alcanzar la sabiduría, que proporciona la máxima felicidad: la vida contemplativa.
La felicidad humana no puede separarse de su dimensión social. La ética conduce a la justicia, la última de las virtudes intelectuales. La búsqueda de la felicidad personal se traduce en la búsqueda de la felicidad para los demás.
Antropología Aristotélica
Aristóteles concibe al ser humano como sustancia natural, compuesta de materia y forma, potencia y acto. El cuerpo se identifica con la potencia y la materia, y el alma con el acto y la forma. El cuerpo tiene la capacidad de vivir, y el alma actualiza esa capacidad. Alma y cuerpo no pueden existir separadamente; solo es real su unión. Aristóteles niega la inmortalidad del alma.
Tipos de Almas y sus Funciones
Todo ser vivo posee alma. Las funciones superiores incluyen las inferiores:
- Alma vegetativa (plantas): Nutrición, generación, crecimiento y reproducción.
- Alma sensitiva (animales): Funciones vegetativas, apetitivas, de movimiento local y percepción.
- Alma racional (seres humanos): Funciones vegetativas, sensitivas e intelectivas.
Concepción Antropológica, Ética y Política
El ser humano es un ser racional, por lo que su virtud reside en la razón. Al ser racional, es un animal social o político, capaz de hablar.