La Dualidad Sensible-Inteligible de la Belleza en Platón
Platón eleva la belleza a un orden inteligible, situándola en el mundo de las ideas. Para él, la belleza presenta una dualidad o tensión entre dos polos: su lado sensible (la apariencia) y su lado inteligible (ideal). Esta tensión marcará la gran teoría de la belleza hasta el Renacimiento. En el mundo sensible, recordamos la idea de lo que está en el mundo de las ideas, y entre todas las ideas, la belleza es la que siempre se reconoce. La belleza es algo que se siente y es universalmente reconocible. Entre los dos polos de la belleza, distinguimos:
- Lado sensible: Una experiencia personal. La belleza para Platón es «hechicera», nos seduce, todo el mundo cae rendido a ella.
- Lado inteligible: El fundamento de la belleza está en la idea de belleza. No hay que confundir la verdadera belleza con la percepción sensible de las ideas. Lo bello es algo inmutable y perecedero.
Razones de Aristóteles para Defender la Mímesis Artística
A diferencia de Platón, para quien la mímesis artística era un engaño que despertaba la parte más baja del alma, poblándonos la razón y apartándonos del conocimiento, para Aristóteles la emoción que despierta la mímesis artística es algo bueno y natural en el hombre porque nos ayuda a alcanzar la felicidad y el conocimiento.
- Es natural e instintivo en el ser humano imitar aquello que nos rodea. Desde niños aprendemos imitando nuestro entorno.
- La mímesis nos ayuda a conocer, y eso es lo que nos diferencia de los animales.
- Además, nos produce placer, nos agrada, incluso en la contemplación de cosas feas o desagradables. Este placer está fundado en el «reconocimiento». El placer no está en el tema, sino en la afinidad modelo-imagen. Incluso la copia de algo ficticio nos genera placer de conocimiento porque en esa imitación de lo ficticio reconocemos algo real.
Rasgos que Definen la Categoría Estética de lo Sublime
Lo sublime es lo absoluto, lo infinito o desproporcionado, aquello que nos hace sentir pequeños ante la inmensidad de su poder. El objeto de lo sublime será aquello carente de límite, carente de forma, que se representa en toda su fuerza y extensión, con toda su infinitud respecto de la sensibilidad. Rasgos de lo sublime:
- Lo sublime nos produce placer, a la vez que nos atemoriza. Es un placer negativo que te lleva al límite.
- La distancia estética entre el sujeto y el objeto. No estamos sometidos a los efectos negativos, no participamos de la situación, la contemplamos como espectadores con una distancia estética. Esta distancia estética es imprescindible para sentir el placer de lo sublime.
- Lo sublime te lleva al éxtasis porque a la vez que atemoriza produce un placer intenso cargado de connotaciones morales que tienden a elevar al sujeto, a engrandecerlo, hace crecer algo en ti, que te sientas mejor.
La Norma del Gusto Según David Hume
Hume trata de «normalizar» el gusto, lo cual es sumamente problemático. Tenemos dos tesis verdaderas y enfrentadas entre sí. Para Hume, la belleza se puede juzgar y ello se realiza a través de la norma del gusto que formula. Los jueces, como críticos expertos, es decir, las personas que tengan delicadeza y sensibilidad para apreciar lo bello, cultivados, con buen juicio, y sobre todo con ausencia de prejuicios, con capacidad de comparar, son quienes pueden establecer dicha norma. El problema es que el juicio de la belleza no se puede probar, pero sí razonar: la belleza está en el objeto y si hay desacuerdo, el problema estará siempre en el sujeto al que le falta alguna cualidad para poder apreciarla. Se llegan a acuerdos que se probarán mediante el paso del tiempo y la objetividad de la norma.
Rasgos del Juicio «Puro» del Gusto Según Kant
Kant, con la Crítica del Juicio, recoge los problemas del gusto, concluyendo que la belleza está en el ojo del espectador. Para Kant, la belleza es un sentimiento, porque no habla de las cosas sino del placer al percibir el objeto. Los rasgos o cuestiones principales del juicio puro del gusto son:
- No es un juicio de conocimiento. Lo bello no es un concepto, la belleza no apunta al objeto sino al sujeto.
- Es universal, es un pensamiento racional.
- Es desinteresado, lo bello no está orientado ni al conocimiento ni al uso. Este concepto de desinterés es fundamental en la teoría del juicio puro. Es un valor autónomo, al margen de cualquier interés. La presencia de cualquier interés corrompe el juicio del gusto. Este rasgo de desinterés es importante para la idea de universalidad. La experiencia estética es contemplativa, la contemplamos en su apariencia, en su forma pura, de manera desinteresada, no orientada al conocimiento ni al uso.
El Papel del «Pintor de la Vida Moderna» Según Baudelaire
Baudelaire recalca la importancia de los nuevos pintores que se expresan a través de la vida cotidiana y contemporánea. Celebra la modernidad, lo que cambia, frente a lo clásico que sigue inmóvil, los cánones. Baudelaire celebra el «espectáculo» de la vida cotidiana. Hay que tratar los temas modernos, pero sobre todo, los personajes singulares que ya no son históricos. Hay otro tipo de belleza. El arte sirve de espectáculo porque se retrata lo que se ve. Los héroes son sustituidos por la gente de la calle. El pintor de la vida moderna debía ser un flâneur que nos mostrara el espectáculo en el que se ha convertido la ciudad. El arte académico, para él, tenía falsedad, no impactaba y no tenía vida.
El Aura de la Obra de Arte Según Walter Benjamin
Walter Benjamin define el aura como «la manifestación de una lejanía por cercana que pudiera estar». El aura tiene que ver con la singularidad de la obra, con la originalidad que causa respeto. Es un distanciamiento estético del espectador ante la contemplación de la obra de arte. El aura, por tanto, tiene que ver con el carácter sagrado, de culto, que tenía la obra de arte. Los museos se convierten en espacios de culto. En esta nueva época industrial, capitalista, de la producción y la reproducción, la obra de arte pierde su aura cuando se reproduce, esto es, cuando se multiplica para consumo en serie y en masa. Nuestra relación con la obra de arte es la de consumir, la de poseer, no importa el original. El aura de culto que tenía la obra de arte se pierde, al espectador le basta la cosa, la reproducción.
Los Salones y el Nacimiento de la Crítica de Arte
Los salones surgen en Francia en el siglo XVII y tienen relación inmediata con la Academia, nacida en la época de la Ilustración para inspirar el gusto francés de inspiración clasicista. La crítica se desarrollará en el ámbito de los salones porque empieza a haber un público del arte. Los salones, en principio, se abren para exponer lo que estaban haciendo los académicos. Pero aquí ya tenemos la idea de un arte autónomo que no sirve a lo religioso. Con este arte surge también la experiencia estética moderna, al contemplarse el arte por sus valores formales. El primer salón se crea en 1699, solo abierto a los académicos; el primero público es en 1737. Los burgueses necesitaban a alguien que les aconsejara, naciendo la figura del crítico entre el productor y el cliente. En este público que empieza a apreciar la obra de forma autónoma, donde hay un espacio para su contemplación, es donde surge el intercambio de ideas y de opiniones y, con ella, la crítica de arte.