Libertad en la Filosofía de Kant
La libertad es un requisito fundamental para que se dé la Ilustración. Kant defiende la libertad de hacer uso público de la razón, es decir, la posibilidad de que una persona pueda expresarse públicamente sin prohibiciones. Además, la libertad es uno de los postulados de la razón práctica, siendo la condición de posibilidad de la moralidad. Solo un ser libre es responsable y posee una conducta moral. El grado de moralidad revela el grado de libertad.
Dos Sentidos de Libertad según Kant
- Libertad referida a la acción: Independiente de todo lo natural.
- Libertad referida a la capacidad humana: Determinarse a obrar según leyes dadas por su propia razón (ley moral).
Para Kant, la libertad equivale a la autonomía de la voluntad. El fundamento de la moralidad no es el libre albedrío, sino la libertad idéntica a la ley moral.
Yo, Mundo y Dios: Ideas Puras de la Razón
Kant considera que el yo, el mundo y Dios son ideas puras de la facultad de la razón, que buscan sintetizar y agrupar todos los juicios elaborados por la facultad del entendimiento, constituyendo razonamientos según los tres ámbitos de la realidad. Estas ideas puras no pueden llevarse más allá de la realidad, por lo que no es posible establecer a partir de ellas juicios sintéticos a priori. De este modo, la metafísica no es posible como ciencia, pero sus contenidos (yo, mundo y Dios) son necesarios para regular nuestro conocimiento y serán afirmados como una necesidad por la vía de los postulados de la razón práctica. Los contenidos de la metafísica serán una exigencia de la ética.
Racionalismo y Empirismo: La Síntesis Kantiana
El empirismo, representado por Hume, y el racionalismo, representado por Descartes, son dos corrientes opuestas. Mientras que el empirismo considera la experiencia como factor determinante del conocimiento, el racionalismo se centra en la razón. Sin embargo, ambos son realistas, ya que otorgan al objeto un papel determinante en el proceso de conocimiento.
Como oposición a este realismo, surge el idealismo con Kant, donde el sujeto es quien determina el conocimiento. Kant toma elementos de ambas corrientes: considera que el conocimiento solo puede darse dentro de las fronteras de la experiencia (herencia del empirismo), pero esas impresiones, que Kant llama «ideas», deben estar racionalmente ordenadas mediante el uso de la razón, la lógica y la mente.
El Giro Copernicano en la Epistemología de Kant
Copérnico, durante el Renacimiento, revolucionó la astronomía al situar al Sol en el centro del Sistema Solar. Su descubrimiento fue tan significativo que la expresión «giro copernicano» se utiliza para referirse a grandes cambios o descubrimientos. Kant comparó sus innovadoras teorías epistemológicas con los descubrimientos de Copérnico, planteándolas como un verdadero cambio de paradigma.
Kant buscó legitimar la universalidad de la ciencia, negada tanto por racionalistas como por empiristas. Para ello, propuso un cambio de perspectiva en el conocimiento: no es el sujeto cognoscente el que se adapta al objeto para conocerlo, sino que es el objeto el que se adapta al sujeto, quien influye y conforma el conocimiento del objeto. Solo así se pueden incluir las estructuras e ideas que el sujeto humano posee a priori en el conocimiento del objeto y, de esta forma, universalizarlo. La ciencia deja de ser probabilidad, como decían empiristas y racionalistas, y sus juicios se pueden extender a cualquier ser humano. El conocimiento se da gracias a la sensibilidad (capacidad de percibir) y al entendimiento (capacidad de pensar y clasificar los fenómenos sensibles en categorías).
La Ilusión Trascendental
Kant denomina ilusión trascendental a la tendencia inevitable de la razón humana a buscar lo incondicionado, la esencia de las cosas. El filósofo de Königsberg diferencia entre el fenómeno (aquello que se da en un espacio y tiempo determinados y es captado por los sentidos) y el noúmeno (la cosa en sí, su naturaleza real, independientemente de cómo se nos muestre).
Kant establece que los fenómenos pueden conocerse mediante la intuición sensible, mientras que los noúmenos solo podrían conocerse mediante una intuición intelectual o suprasensible, de la que el ser humano carece. Por ello, los noúmenos son inaccesibles para el ser humano, a diferencia de lo que afirmaban los racionalistas. Esto conforma un fenomenismo gnoseológico: no conocemos la realidad que origina los fenómenos. Kant niega la posibilidad de la Metafísica como ciencia, aunque admite que es natural para el ser humano tender a ella. A esta doctrina se le denomina idealismo trascendental: el espacio, el tiempo y los objetos que en ellos se dan están sujetos a la experiencia y son probables.
El Imperativo Moral en la Ética Kantiana
Un imperativo moral es un mandato que nos dice qué debemos hacer en el ámbito de la moral. Tras estudiar las éticas previas, Kant concluyó que eran todas éticas prácticas y materiales basadas en imperativos hipotéticos, que nos indican qué hacer para conseguir algo. Aplicándolas, la voluntad sería heterónoma, ya que dependería del contenido del enunciado para lograr un fin determinado.
Kant defiende una ética formal sin contenido, extrapolable a cualquier situación y basada en imperativos categóricos. La voluntad, en esta ética del deber, se vuelve autónoma, pues es ella misma la que crea la ley moral. Los imperativos hipotéticos (ej: si quieres aprobar, estudia) nos ayudan en un solo contexto y condicionan la voluntad, mientras que los categóricos (ej: debes hacer lo correcto) son prácticos en cualquier situación dado su carácter formal y universal.
El Contrato Social en el Pensamiento Político de Kant
El contrato social permite a los individuos salir del estado de naturaleza para entrar en el estado civil. No es un hecho histórico, sino una hipótesis que nos indica cómo debe ser administrado el Estado. El contrato social implica la sumisión absoluta de los individuos a una autoridad, acercando el pensamiento kantiano a Hobbes. Sin embargo, también supone que el individuo es colegislador, es decir, que ninguna ley puede ser aprobada sin su consentimiento y que el gobernante debe dictar las leyes como si emanasen de la voluntad general, aproximando el pensamiento de Kant a Rousseau.