La Filosofía de Kant: Razón, Ética y Estado
Ilusión Trascendental
En su Crítica de la Razón Pura, Kant analiza las condiciones de posibilidad del conocimiento y llega a la conclusión de que la Matemática y la Física son ciencias porque parten de los datos sensibles de la experiencia, que son ordenados a través de los elementos formales o a priori del conocimiento en el nivel de la sensibilidad (espacio y tiempo) y del entendimiento (categorías).
Pero el tercer y último nivel, la razón, intentaría ir más allá. Busca juicios cada vez más generales que abarquen lo anterior recurriendo a las ideas de Dios, alma y mundo como totalidad, que son las ideas de la Metafísica tradicional. Aquí se produce lo que Kant denomina la Ilusión Trascendental: la razón intenta ir más allá de la experiencia sensible en busca de lo incondicionado que explique y abarque todo. Pero, al traspasar los límites de la experiencia, ya que no podemos conocer los objetos a los que se refieren estas ideas, la Metafísica no puede ser una ciencia.
La crítica de Kant a la metafísica no significa que niegue la libertad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. Lo único que hace es mostrar que no son susceptibles de conocimiento. Estas ideas sí tendrán para él validez en el ámbito de la razón práctica o de la moral.
El Imperativo Categórico en la Ética Kantiana
Según Kant, los seres humanos actuamos moralmente cuando somos guiados por la buena voluntad. La voluntad es buena cuando obra por deber, y el deber viene dado por la razón a través del imperativo categórico.
El imperativo categórico es una ley práctica que ordena una determinada conducta con independencia de la materia de la acción y sus efectos, por eso es universal (válido para todo ser racional) y a priori (anterior a toda experiencia).
Para saber si actuamos de acuerdo con el imperativo categórico basta con ver si la máxima que guía nuestra acción podría valer como ley universal para todo ser racional, para todo ser humano.
Una de las formulaciones del imperativo categórico es: «Actúa de tal manera que siempre tomes a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, como fin, nunca como puro medio.»
Esto es, la dignidad del hombre es la de un ser que es un fin en sí mismo. Por tanto, el ser humano ha de tratarse a sí mismo y a los demás como aquello que no se puede cambiar por nada (es un fin, no un medio para otra cosa).
El Contrato Social y la Formación del Estado Civil
La teoría del contrato social es una hipótesis que pretende explicar cómo los hombres sintieron la necesidad de realizar un pacto o contrato por el cual pasaron de un supuesto estado de naturaleza a un estado civil para facilitar su convivencia (hipótesis mantenida previamente por Hobbes, Rousseau, etc.). El estado de naturaleza, piensa Kant, era un estado de libertad ciega y semisalvaje, sin leyes, sin orden. Vivíamos juntos y enfrentados, obrando cada cual a su antojo, imperando la ley del más fuerte. Salir de ese estado y buscar la paz, la moral y la justicia se convirtió en una obligación moral que nos llevó a formar un estado civil.
En diversas hipótesis contractualistas se considera que el estado civil es aquel que se instaura mediante un contrato social, con el fin de abandonar el estado de naturaleza y someterse a un orden legal. En el caso de Kant, el estado civil es la unión de un conjunto de personas (de un pueblo) bajo leyes jurídicas. El Estado implica la existencia de leyes coactivas y de un poder instituido que las respalde. La paz no es posible en estado natural, sólo en un estado civil que contenga en sí tres poderes, es decir, la voluntad del pueblo unida en una triple persona: el poder soberano o legislativo, el poder ejecutivo (el de gobernante siguiendo la ley), y el poder judicial (en la persona del juez). Los miembros de una sociedad como esta se llaman ciudadanos.
La Libertad Jurídica en el Pensamiento de Kant
La libertad jurídica es (junto con la igualdad y la independencia), una de las características esenciales del ciudadano de un Estado. Responde a la libertad legal de no obedecer jamás a ninguna ley a la que no hayamos dado previamente nuestro consentimiento. El ciudadano debe ser colegislador. Pero el concepto de libertad jurídica no expresa desobediencia civil.
Los seres humanos poseemos libertad jurídica externa e interna. En el estado de naturaleza poseíamos libertad jurídica externa, puesto que no teníamos que acatar ninguna ley, sin embargo, no podía darse la libertad jurídica interna, que supone obedecer las leyes que nosotros mismos nos hemos dado. Así, en el estado civil, bajo una Constitución republicana, se legisla como si la voluntad de todos los ciudadanos lo hiciese y por lo tanto todos los súbditos podrían dar su consentimiento a tales leyes.
Sin embargo, la libertad jurídica sólo es interna, nunca externa, es decir, no implica desobediencia civil ni autolegislación, sino colegislación. Para Kant, el pueblo no debe rebelarse ni siquiera cuando las leyes sean injustas, porque eso implicaría volver al estado de naturaleza o de guerra que siempre es peor que el estado civil. El cambio a una Constitución republicana debe hacerse mediante sucesivas reformas, hay que confiar en el progreso de la historia y en la racionalidad humana.