Max Weber (1868-1920): Un Sociólogo Multifacético
Max Weber no es solo un sociólogo, ya que su amplísima cultura y los diferentes centros de interés de su investigación lo sitúan en la economía, el derecho, la filosofía y la historia comparada. Implicado con su tiempo, intentó comprender la naturaleza y las causas del cambio social. Aunque influido por Marx, fue muy crítico con algunas de sus principales ideas. Rechazaba la concepción materialista de la historia y consideraba que los conflictos de clase eran menos relevantes de lo que suponía Marx. Para Weber, los factores económicos son importantes, pero el impacto de las ideas y los valores sobre el cambio social es igualmente significativo.
Weber pensaba que la sociología debía centrarse en la acción social, no en las estructuras. El ser humano, sus ideas y sus motivaciones, es verdaderamente el que motiva el cambio. No pensaba, como Marx o Durkheim, que hubiera estructuras al margen de los individuos. Las estructuras sociales, más bien, se conforman mediante una compleja interconexión de acciones. La labor sociológica, de este modo, es la de comprender los significados subyacentes, lo cual le enfrentaba expresamente a las aspiraciones positivistas de descubrir leyes universales de la conducta humana comparables a las ciencias naturales.
La Acción Social
Esta preponderancia del individuo y su acción en la metodología weberiana nos hace preguntarnos por la peculiaridad de la acción social según Weber. ¿Cómo se capta el sentido de las acciones sociales? ¿Todas las acciones son acciones sociales?
Para que una acción sea social tiene que tener dos características:
- Que se realice teniendo en cuenta a otros (aunque no sea explícitamente).
- Que los demás la entiendan (no necesariamente que la compartan).
Los Tipos Ideales y el Origen del Capitalismo
Precisamente para encontrar alguna regularidad significativa a la acción intersubjetiva e ir más allá del mero subjetivismo, Weber propone una serie de categorías intelectuales, unos “conceptos puros”; algo así como una serie de recipientes semánticos regulares que permitan dotar metodológicamente de sentido. No se encuentran en la realidad social en estado puro, pero sirven para comprenderla. De este modo, un tipo ideal es un concepto genérico que recogería idealmente, no en la práctica, los rasgos más significativos de un fenómeno social o de un colectivo que se pretenda estudiar.
Estos tipos ideales pueden ser el Estado, el modo de producción capitalista, el ascetismo mundano, el carisma, la burocracia, y está compuesto por el conjunto de elementos que explican cómo probablemente actuarán los agentes en determinado contexto del tipo ideal.
Propongamos el ejemplo que Weber desarrolla en su libro La ética protestante y el espíritu del capitalismo. En esta obra, Weber construye el tipo ideal del capitalismo para explicar que existe una manera de actuar, una forma de vida, que busca sistemáticamente el beneficio económico (una filosofía de la avaricia). Esta forma de actuar debe tener alguna fuente ideológica, debe estar respaldada por alguna ética del comportamiento. Weber construye el tipo ideal del protestantismo y descubre que en el calvinismo existe una filosofía de vida (el ascetismo mundano) que sanciona el uso y disfrute de los bienes de lujo (limitación del consumo, compulsión al ahorro) y promueve el trabajo como forma de salvación. La combinación de estos dos elementos genera la acumulación de capital necesario para que el capitalismo se expanda. No se trata propiamente de una relación causa-efecto, sino de una afinidad entre calvinismo y capitalismo que permiten explicar, desde este punto de vista cultural, la consolidación del capitalismo.
El Poder
El asunto del poder y de la autoridad es de gran importancia en la obra de Weber, ya que este es el contexto significativo de la acción de la mayor parte de las personas en las sociedades modernas. Según Weber, en todas las sociedades, al margen de su nivel de desarrollo, las personas actúan porque creen que existe un orden legítimo en el que se enmarca su acción. A este orden lo denomina “formas de dominación”.
La legitimidad de este orden procede de tres tipos de autoridades:
- La tradicional: se actúa porque las cosas siempre se han hecho así, porque fueron instituidas por un orden fundacional. La figura que podría corresponder sería la del monarca.
- La carismática: se actúa siguiendo a una persona de cualidades extraordinarias y al código de conducta que representa. La figura es la del líder.
- La legal: actuamos de acuerdo con las leyes que regulan la vida en común. Un juez.
Burocracia y Racionalización
A Weber le interesó especialmente la autoridad legal, ya que de ella es de donde emana el instrumento de dominación de la burocracia. La burocracia es la formalización de la administración del poder. Para Weber, es la organización humana a gran escala más eficiente. A medida que el tamaño de las organizaciones crece, tienden a hacerse cada vez más burocráticas.
La burocracia, junto con la ciencia y el capitalismo, son los fenómenos que contribuyen a la modernización progresiva de la vida social. Las consecuencias de ellos son importantes:
- En primer lugar, el progresivo desencantamiento del mundo. Ya no son necesarios los dioses para explicar fenómenos naturales o sociales porque se da una respuesta racional.
- En segundo lugar, la racionalización consecuente de la vida genera una “jaula de hierro” cuyos barrotes son un número creciente de normas que someten y regulan el comportamiento de los individuos.
- En tercer lugar, el Estado moderno se convierte en el actor social y político hegemónico, en el único que puede reclamar para sí el uso legítimo de la violencia para hacer cumplir las leyes.
- En cuarto lugar, se consolida una cierta tendencia histórica a la igualación social, a pesar de que se mantienen desigualdades.