Acto
El acto es el conjunto de cualidades del objeto que están realizadas en el momento presente. Es sinónimo de realización, perfeccionamiento: una potencia que deja de serlo para constituirse en realidad palpable. Aristóteles utiliza dos palabras griegas que suelen traducirse como acto: energeia y entelequia. Esta última nos da una pista para comprender mejor el concepto de acto: sería aquello que ha alcanzado su fin, que se ha realizado en el sentido pleno de la palabra.
Causa
Aristóteles distingue cuatro sentidos en los que se puede utilizar la palabra causa:
- Material: “aquello de- lo-cual se hace algo”.
- Formal: “la forma y el modelo, es decir, la definición de la esencia y los géneros de esta”.
- Eficiente: “aquello de donde proviene el inicio primero del cambio y del reposo”.
- Final: “el fin, y éste es aquello para-lo-cual: por ejemplo, el del pasear es la salud. ¿Por qué, en efecto, pasea? Contestamos: para estar sano, y al contestar de este modo pensamos que hemos aducido la causa.”
Efecto
El efecto es aquello que sigue a la causa, el resultado de la interacción de los cuatro tipos de causa que distingue Aristóteles.
Teleología
La teleología es una idea central de la biología aristotélica, con ramificaciones en la metafísica, la ética y la política. Este concepto hace alusión a la finalidad que, según Aristóteles, sería inherente a todo ser vivo. Todo en la naturaleza tiende a alcanzar un fin, por eso denomina entelequia al ser vivo ya adulto, maduro, que ha alcanzado todas sus potencialidades. La idea se aplica después a la ética y la política: la primera es una reflexión sobre el fin último de la vida humana, que no es otro que la felicidad. Igualmente la política ha de centrarse en su fin específico que es la felicidad dentro de la polis.
Abstracción
La abstracción resume el proceso de conocimiento del ser humano, tal y como lo concibe Aristóteles. Es la formación de conceptos que nos sirven para comprender y explicar mejor la realidad. Estos conceptos han de ser tan generales como sea posible, para que de esta forma tengan más capacidad explicativa. El conocimiento parte siempre de lo particular, pero los objetos “imprimen” su forma en el entendimiento del sujeto que se encarga después de construir los conceptos correspondientes. El conocimiento humano es abstracción, pero esto no implica dejar de lado la experiencia empírica que es el punto de partida para la misma. Igualmente, las ideas abstractas de la filosofía aristotélica tienen sentido en la medida en que nos sirven para comprender las cosas. Si no es así, han de verse sometidas a la misma crítica que el estagirita formuló contra las Ideas de Platón.
Alma
El alma es el principio de actividad. El concepto de alma en Aristóteles está muy influenciado por sus escritos biológicos y llegó a diferenciar tres tipos de alma, fijándose precisamente en el tipo de funciones que van asociadas a cada una de ellas: vegetativa, sensitiva y racional.
Monismo
El monismo es una teoría aristotélica que se enfrenta al dualismo de Platón, especialmente dentro de la antropología. Para el maestro de Aristóteles, el ser humano era un compuesto de dos fuerzas en lucha: cuerpo y alma. Con el monismo, el estagirita afirma que no hay separación entre alma y cuerpo, que estas no son dos sustancias, sino una sola, pues no hay ser humano sin cuerpo ni alma. La unión de ambos, materia y forma, es lo que da lugar al ser humano, por lo que hemos de huir de cualquier clase de dualismo. Se trata por tanto de una explicación más realista del ser humano y que compromete por otro lado la posibilidad de la inmortalidad del alma.
Felicidad
Aristóteles nos ofrece una definición sencilla de felicidad, que sería la “actividad del alma dirigida por la virtud”. Obrar bien nos hace felices, viene a decirnos Aristóteles. Posteriormente, continúa su reflexión completando esta primera aproximación, y concretando la felicidad en una vida guiada por la virtud, centrada en el logos y acompañada de los suficientes bienes externos (salud, posesiones indispensables, etc).
Virtud
La virtud es una “disposición permanente a obrar bien, tal y como haría el hombre prudente”. Esta expresión de Ética a Nicómaco ya nos dice que la virtud consiste en el hábito de hacer el bien, poniéndonos la prudencia como uno de los mejores ejemplos. Esta concepción de la virtud como hábito se completa en la misma obra con alusiones al término medio: el virtuoso acierta al elegir el término medio, un punto que no es geométrico, sino ético, ajustado a las circunstancias que rodean cada caso. Cuando se acierta una y otra vez en las decisiones y acciones de la vida cotidiana, decimos que hemos alcanzado la virtud.