»Contrapongamos a esto, por fin, el modo tan distinto como nosotros….»
1-
Apariencia
Aspecto superficial de una cosa que se capta por los sentidos. En la metafísica tradicional se utiliza como opuesto a ‘realidad’ lo que según Nietzsche, es un engaño motivado por el medio a la contingencia y al perpetuo devenir.
No existe tal opción entre ‘apariencia’ y ‘realidad’. Lo que se considera ‘apariencia’ es la única realidad que existe
Devenir
La realidad entendida como proceso o cambio. La metafísica tradicional lo trata como mera apariencia como humo irreal, frente al ser que se caracteriza por su permanencia, unidad,.. El hombre para poder comunicarse necesita fijar la multitud cambiante de lo real. He aquí el origen metafórico de las palabras, de los conceptos. Lo siguiente es dividir en ‘aparente’ y ‘real’
2-
Observamos como el discurso racional es algo que debe ser eliminado, como vía para una filosofía que quiere captar lo medular de la realidad. A pesar de parecer este fragmento un sucumbir a la metafísica tradicional, en relación a la unidad del concepto, cierto álito de tristeza también se respira por su frase” nos vemos en cierto modo cogidos en el error, necesitados al error” , ya que embaucados por la razón nos vemos obligados a utilizar su lenguaje.
En este momento se nos olvida el carácter metafórico de las palabras y añadimos ser a entidades que solo son palabras. Para el esta posición es la causa de nuestro error, nuestro engaño con respecto a la realidad.
El crepúsculo de los ídolos, también traducido como el ocaso de los ídolos, es subtitulado por Nietzsche cómo se filosofa con el martillo. Escrita en 1888, es casi el ocaso de nuestro pensador. La crítica a la tradición occidental nietzscheana es demoledora y se dirige a todos los campos: La ciencia positivista, las religiones judaica y cristiana, la moral socrática y la filosofía tradicional. Este escrito contiene el pensamiento antifilosófico, como suscribe más tarde en Ecce homo, también en 1888: “Fue escrito en tan pocos días, que no me atrevería a decir su número”.
Es el libro excepcional por excelencia, es revolucionario y casi nos atreveríamos a decir maligno. Significa ocaso de los ídolos, fin de esa “vieja verdad”. La de la metafísica socrático- platónica, con su pervivencia en Descartes y en Kant.
Fin de la ontología occidental que encorseta el devenir en conceptos universales sobre el ser, como hemos leído en este mismo texto. Es ese miedo a vivir el que sin más nos está denunciando. Nos encontramos en al apartado tercero del crepúsculo siendo el tema central la razón en la filosofía.
Se describe la distancia entre el filósofo tradicional o el típico, que se opone a la noción misma del “devenir” y por tanto odia a la vida. Excepto la filosofía de Heráclito, la anterior ha sido obra del “resentimiento”.
La “razón” en la filosofía, es la causa de que nosotros falsifiquemos el testimonio de los sentidos. Entonces caemos en el fetichismo grosero, ya que adquirimos conciencia de las premisas fundamentales de la metafísica del lenguaje, o sea, de la razón.
“El lenguaje cree en el yo como sustancia y proyecta la creencia en el yo sustancia, crea la noción de “cosa” y el ser es pensado e introducido en las cosas como causa. Así los filósofos llegan a las categorías de la razón, concluyendo que estas no podían provenir del Empirismo, al contrario se encontraban en oposición con ellas. ¿De dónde provénían? Los platónicos pensaban que los contenidos estables pertenecen a un mundo más allá de los sentidos, de lo que nos rodea, siendo falso por su mutabilidad. Los platónicos cristianos medievales mantuvieron el mismo esquema, sustituyendo el mundo suprasensible por el cielo o el paraíso. Y eso por culpa de Parménides, que privilegió la inmutabilidad de las cosas. Incluso los mismos adversarios de los eleáticos sucumbieron a la concepción de su concepto de ser.
Por ejemplo, Demócrito. Nietzsche piensa en la razón en el lenguaje como esa “¡vieja hembra engañadora!” o como dice en este pasaje “es ahí donde está el error”. La producción filosófica de Nietzsche se clasifica atendiendo a tres períodos principalmente: el ROMántico (1871-1875), bajo la influencia de Schopenhauer y de Wagner. El período positivista y racionalista, ilustrado (1878-1883). Ataca directamente a la religión, la metafísica y el arte, demostrando su carácter ilusorio y buscando el origen etimológico y psicológico de los conceptos: “Humano demasiado humano”, “Aurora”, “La gaya ciencia”. Finalizar con su período crítico, de madurez (1883-1889). Es la parte más dura de su crítica “la filosofía del martillo”.
Ataca a la filosofía y a la moral tradicional, ya que ellas quiere destruir al hombre tal y como es para realizarse como superhombre, que es el que conoce la muerte de Dios y puede subvertir los valores decadentes en los que se sumerge la sociedad de su tiempo, es él quién debe encontrar los nuevos valores, bajo la apariencia de un niño. Él que con la voluntad de poder se mueve en “el eterno retorno de lo mismo”. El método que emplea es el desenmascaramiento psicológico, descubre qué se oculta tras los valores más asentados de la cultura occidental