Conocimiento antigüedad

Según Tomás de Aquino, siguiendo los pasos de Aristóteles, el conocimiento humano empieza por los sentidos. El objeto primero de nuestro conocimiento son las realidades sensibles materiales.
Frente a esta concepción podemos situar la interpretación platónica del conocimiento. En su Símil de la Línea distingue radicalmente el ámbito del auténtico conocimiento (Episteme) del ámbito de la opinión (Doxa). El conocimiento verdadero sólo está al alcance del alma cuando su instrumento, la razón, contempla las ideas iluminadas por la verdad.

El “conocimiento” que nos aportan los sentidos no es auténtico conocimiento.
Platón lo denomina opinión (doxa). Los sentidos jamás podrán conducirnos al conocimiento pues por su naturaleza corporal están limitados al mundo material, solo nos pueden enseñar el mundo sensible, nunca alcanzarán el mundo inteligible. El conocimiento es para Platón conocimiento de las Ideas que sólo pueden ser alcanzadas por la razón, jamás por los sentidos.
 Por otra parte, Tomás de Aquino afirma que el conocimiento humano es limitado. Precisamente por su origen sensible el conocimiento humano está incapacitado para lograr el conocimiento de las realidades inmateriales superiores. Esta limitación no sería admitida por Platón. Como hemos dicho antes, Platón pensaba que a través de la ciencia dialéctica, la razón puede lograr el conocimiento de la idea suprema. La Idea de Bien es lo último que se conoce, y con mucha dificultad, sólo unos cuantos privilegiados pueden llegar a conocerla. Pero los que conocen la Idea de Bien conocen las causas de todo, lo conocen todo.
No hay que confundir los universales de los que habla Tomás de Aquino con las ideas de Platón. Los universales manifiestan las esencias de los seres, lo que las cosas son, pero son conceptos creados por la razón mediante un proceso de abstracción realizado por el entendimiento agente y culminado por el entendimiento paciente.Por el contrario las ideas platónicas no son conceptos de la razón sino entes reales inmateriales. La auténtica realidad, la que constituye el mundo de las Ideas.
Por último, dirigiremos la comparación hacia la cuestión del conocimiento de Dios. Tomás de Aquino afirma, como ya hemos dicho, que no podemos, debido al origen sensible de nuestro conocimiento, conocer las realidades superiores inmateriales. Nuestro conocimiento de Dios es analógico e imperfecto. Sólo gracias a la fe, podrá el hombre conocer íntegramente a Dios. Sin embargo, Agustín de Hipona, filósofo medieval cristiano y neoplatónico, sostiene que el objeto de nuestro conocimiento son las realidades inmateriales (ideas en Platón). Nuestro conocimiento no parte de los sentidos, sino del alma. A través de un proceso de introspección, es decir, investigando nuestra propia alma podremos encontrar en ella las verdades inmutables (sitúa Agustín en el alma lo que Platón pone en el Mundo Inteligible) y entre ellas a Dios fundamento de toda verdad. Para San Agustín Dios puede ser conocido por la razón, por el conocimiento humano, al contrario que para Santo Tomás.

Aunque Simone de Beauvoir recoge algunas ideas de la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud, es necesario aclarar que difiere en muchos aspectos de esta teoría. Así pues, centraremos el escrito en algunos temas carácterísticos del Psicoanálisis, como el determinismo de la vida psíquica, la importancia de la sexualidad o el concepto de “cuerpo vivido” que toma SB.
En el Psicoanálisis la racionalidad queda en una pequeña porción de la mente, mientras que la otra parte mucho más amplia será la concebida como lo inconsciente, que afecta en gran medida a la conducta humana. Freud distingue dos contenidos en el inconsciente: por un lado, se encuentran los impulsos que constituyen el “ello”; por otro, está el “superyó” formado por normas morales que ejercen un papel represor de los impulsos. Frente al inconsciente, se encuentra el “yo”, que conecta al individuo con la realidad. La generación de impulsos y la represión de estos mismos generan conflictos entre lo inconsciente y lo consciente. Por ello, Freud afirma el determinismo de la vida psíquica: todo lo que ocurre al sujeto está determinado por los conflictos, la mayoría a nivel inconsciente.

Además, esta teoría da especial importancia a la sexualidad: aparece el “complejo de Edipo”, etapa de la infancia en la que los niños sienten deseo erótico hacia sus madres y cierto rechazo a sus padres. De esta fase surge el “complejo de castración”, al descubrir la niña la diferencia anatómica entre los dos sexos que le hace pensar que ha sido mutilada. Aparece entonces el “complejo de Electra”, la niña se identifica con la madre e intenta seducir al padre. Además, Freud rechaza el cuerpo-objeto descrito por los científicos, considera que está atravesado por tensiones contradictorias. En definitiva, en esta teoría se afirma que la vida humana descansa sobre la sexualidad, además de la importancia de lo inconsciente en toda la conducta humana.


Por su parte, Simone de Beauvoir se opone a algunos de estos aspectos. En primer lugar, rechaza el determinismo psíquico, ya que considera que no da cabida a la decisión y actuación libres rechaza el determinismo psíquico, ya que considera que no da cabida a la decisión y actuación libres por el sujeto, base del existencialismo al que pertenece SB. En segundo lugar, se opone al hecho de considerar que la totalidad de la vida humana descanse en la sexualidad, además de que no acepta que la sexualidad femenina sea definida a partir de la masculina. Por otra parte, una idea que toma Simone de Beauvoir de Sigmund Freud es el concepto de “cuerpo-vivido”: el cuerpo humano no es tal y como la ciencia lo interpreta, un “cuerpo objeto”, si no un cuerpo-vivido por el sujeto integrado en una determinada estructura valorativa.
En conclusión, podemos encontrar un aspecto del Psicoanálisis que recoge Simone de Beauvoir ( cuerpo-vivido ). Sin embargo, la filósofá se opone a la mayoría de ideas propias de la teoría de Sigmund Freud, en particular, al hecho de definir la sexualidad femenina desde la masculina, a la importancia de la sexualidad y, sobretodo, al determinismo psíquico por no dar cabida a la libertad.

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