Contexto Histórico
En 1875, el golpe de estado del General Campos proclama a Alfonso XII rey de España, dando comienzo así a la Restauración Borbónica. Un síntoma de la crisis es el desastre del 98: la liquidación del imperio español sume a la sociedad en el pesimismo. La Gran Guerra (14-18) traumatizó a Europa. En nuestro país aumentó la conflictividad social: huelgas generales, el pistolerismo, atentados anarquistas. A esta tensión se sumó en 1921 el desastre de Annual. Esta situación provocó la desconfianza hacia los partidos tradicionales y causó los totalitarismos. Es el miedo que trasluce Ortega en el tema de nuestro tiempo, conocedor de las consecuencias de la Revolución Rusa de 1917 y de la llegada al gobierno italiano del fascismo en 1922. Se produce el golpe de estado de Primo de Rivera en 1923, cuando Ortega publica el tema de nuestro tiempo, que abre una dictadura de casi 8 años.
Contexto Cultural
Este periodo de crisis sociopolítica coincide con la Edad de Plata de la cultura española: Picasso y Sorolla en la pintura, Gaudí en arquitectura, Albéniz y de Falla en música; D’Ors, Pérez de Ayala, Ramiro de Maeztu en el campo del pensamiento (ensayistas); Santiago Ramón y Cajal en ciencia. Los movimientos que aspiran a resolver los «males de la patria»: el regeneracionismo de Joaquín Costa, la renovación pedagógica de Giner de los Ríos o la Generación del 98. Para resolver los males de España, es necesario dotarla de una capacidad científica, de una «competencia». Retraso científico e industrial (males de España).
Contexto Filosófico
Inicialmente, Ortega encuentra en Alemania la ciencia ajustada al neokantismo. Pronto abandonará ese modelo porque participa del idealismo. La suspensión del idealismo (que es «el tema de nuestro tiempo») era para él la solución a los problemas de España y Europa. El vitalismo de Nietzsche y la fenomenología de Husserl serán decisivos para superar el idealismo. Asumirá su concepción perspectiva de la verdad y la defensa de los valores vitales, aunque siempre evitando su irracionalismo y su relativismo. Al vitalismo nietzscheano enfrentará Ortega su raciovitalismo. Los existencialismos de Heidegger y Sartre enamoran a su generación, la del 14. Ortega comparte con Sartre la idea de que el ser humano carece de naturaleza, puesto que la vida es un «quehacer» puesto que continuamente tiene que decidir la vida que ha de vivir. También la influencia del historicismo de Dilthey fue decisiva en el concepto orteguiano de razón vital e histórica. Recoge la concepción de la vida como realidad radical y para comprender al hombre, ya que este no se puede explicar a través del método propio de las ciencias naturales. Ortega fue condiscípulo de Dilthey y recibió influencia de él.
El Tema de Nuestro Tiempo
La doctrina del punto de vista es el capítulo X del libro El tema de nuestro tiempo, y el título del capítulo expresa claramente su tesis fundamental: la teoría de la perspectiva o perspectivismo. La doctrina del punto de vista es el último capítulo del referido libro, lo que significa que se expresa la respuesta orteguiana al problema y al tema de nuestro tiempo. El texto desarrolla en 5 pasos su objetivo fundamental. Tomando como ejemplo concreto «el conocimiento», se inicia la respuesta que dan al problema el racionalismo y el relativismo. Luego se aborda cómo el sujeto en su aprehensión de la realidad no es un yo puro transparente, sino que ejerce una función selectiva. Y lo mismo sucede con cada pueblo y cada época. Se aborda la relación entre perspectiva y realidad, y se muestra el carácter perspectivista de la realidad. El carácter perspectivista de la realidad y la dimensión vital e histórica de la razón son el fundamento para la crítica de todo pensamiento y de toda filosofía utópicos. Por último, se armoniza cada punto de vista particular, cada verdad (con fecha y lugar) y la porción de la realidad que le corresponde. Ortega defiende que no existe un punto de vista objetivo, ni siquiera Dios. Dios también es un punto de vista. El tema de nuestro tiempo es ser fieles a nuestra vida, tener una existencia con la que sumar cada una de las perspectivas para alcanzar la verdad integral (total).
Relación con el Relativismo y Vitalismo de Nietzsche
La realidad (ontología)
Según Nietzsche, no hay más realidad que la vida. Los conceptos son vacíos, no recogen lo real, que se caracteriza por ser devenir, cambio, movimiento. Ortega acepta el perspectivismo de Nietzsche. La perspectiva es el principio organizador de la realidad, por lo que esta ofrece a cada sujeto una vertiente o parte de sí misma.
El conocimiento (epistemología)
Los sentidos nos muestran el mundo real que es devenir. Son el único instrumento de conocimiento válido. Así, el conocimiento es relativo a cada sujeto (relativismo). Frente a este relativismo, propone una concepción perspectivista.
El ser humano (antropología)
Para Nietzsche, la vida humana es esencialmente inconsciencia e instinto. El hombre, definido como un ser que busca valores absolutos (la verdad, el bien, la belleza), es una ilusión del racionalismo y del cristianismo. La filosofía occidental ha definido al hombre por lo que no es: intelecto, razón, contemplación de lo trascendente. Ortega critica este vitalismo: el ser humano no puede prescindir de la cultura, de querer conocer la verdad, actuar bien y contemplar lo bello. Define al hombre como un «devorador de verdades». Sin verdad no hay hombre, pero esa verdad solo es accesible para un ser humano que es razón vital (raciovitalismo).
Actualidad
El papel de la cultura y de la educación
Ortega ha argumentado una crítica al culturalismo, a la concepción racionalista de la cultura. La cultura tiene que ser un contenido vital. La doctrina del punto de vista lleva al sistema educativo a su autocritica y autoanálisis.
El papel de la vida política
La filosofía orteguiana se propone como una solución a la crisis de la modernidad. Actualmente se ha difundido la expresión «clase política»: unos profesionales que parecen ocuparse más de sus asuntos que de los que preocupan a la sociedad.
Las relaciones internacionales
Según Ortega, la verdad integral surgirá de la unión de las verdades parciales proporcionadas por todas las perspectivas. Sus argumentos son aplicables a las relaciones entre grupos, partidos, organizaciones cívicas, culturas, etnias, estados. Ortega fue el precursor de los llamados Estados Unidos de Europa. Él acuñó la frase.
La diversidad cultural
La doctrina del punto de vista se convierte en un antídoto para cualquier etnocentrismo que niegue el valor de las otras culturas. Cada ser humano es una perspectiva que accede a una verdad parcial. La intersubjetividad y el diálogo se imponen. Las verdades parciales se complementan. El perspectivismo es un instrumento vigente para articular la convivencia en sociedades cada vez más multiculturales.
Cultura: actividades vitales del individuo que superan lo biológico. Pensar es también una actividad biológica necesaria para la vida. Si el ser humano no hubiera pensado, no hubiera sobrevivido.
Vida: lo que cada uno es y hace. El conjunto de sus vivencias: sentir, pensar, sufrir, amar. Es la realidad básica porque nos aparece evidente, indubitable. La vida es la realidad radical porque el resto brotan de ella. Hay categorías comunes a toda vida: 1. Vivir es ser consciente de que se vive. 2. La vida es nuestra vida, es intrasferible. 3. Vivir es encontrarse en el mundo o circunstancia.
Valores de la cultura: aquellos que perseguimos cuando pensamos, actuamos o contemplamos una obra de arte. La búsqueda de la verdad, del bien y de la belleza han generado la cultura. Trascienden lo biológico, pero deben brotar de los valores de la vida.
Culturalismo: posición intelectual que, por insistir en la importancia de la cultura o vida espiritual, olvida que el origen de la cultura es la vida. El tipo de cultura que define el culturalista es una cultura que no dice nada al individuo de su tiempo. El culturalismo es consecuencia del racionalismo.
Vitalismo: la filosofía que defiende que la vida es la única realidad. El conocimiento es un proceso biológico como otro cualquiera para Ortega. Conocer es igual que respirar.
Rechaza el conocimiento racional y conceptual, y frente a él propone la intuición, entendida como la experiencia subjetiva y privada. El vitalismo desemboca en el relativismo. Sostiene que la cultura debe someterse a la vida. Frente al vitalismo, Ortega propone el raciovitalismo.
Racionalismo: propiamente es la corriente filosófica que se desarrolló desde el siglo XVII y cuyos representantes más destacados fueron Descartes, Spinoza y Leibniz. Ortega lo usa en un sentido más amplio: la razón es lo que define al ser humano, está por encima de las particularidades de cada sujeto, es ultravital y extrahistórica, capaz de conocer la verdad que es eterna, única e invariable.
Generaciones: toda generación consta de una vanguardia que es una minoría selecta (intelectualmente cualificada) y una masa, que ofrece resistencia a los nuevos ideales que propone aquella. Ortega pertenece a la generación del 14.