Contextos Filosóficos de Nietzsche y Ortega y Gasset: Influencias y Legados

Contexto Filosófico de Nietzsche

La vida de Nietzsche transcurre en la segunda mitad del siglo XIX. Es una época en la que se consolidaron las sociedades democráticas y liberales, así como un nuevo modelo económico y social en Europa. La economía alcanzó un estado de prosperidad como consecuencia de la Revolución Industrial y de los avances de la tecnología, un periodo de gran agitación tanto a nivel social como político. Se caracterizó por el movimiento socialista y obrero. Es el siglo del socialismo y del anarquismo, pero también de la contrarrevolución y el conservadurismo. Tuvieron lugar movimientos de acción y reacción, revolucionarios y contrarrevolucionarios. La sociedad se convierte en conservadora para frenar la fuerza ascendente del movimiento obrero y de la acción socialista y anarquista. El nacionalismo y el antisemitismo cobraron gran auge como una barrera en contra de los movimientos revolucionarios.

En cuanto a la cultura de la segunda mitad del siglo XIX, dominaban tendencias culturales como el realismo y corrientes filosóficas como el positivismo, que Nietzsche rechazaba. Triunfaba la ideología favorable a la burguesía, todo lo que suponía colaborar con una mentalidad de la reserva, el ahorro, el aumento de la producción y con la moral del conservadurismo. El romanticismo, movimiento en el que los sentimientos, las emociones y las pasiones son fuerzas que ganan terreno contra la barrera de la razón. Siempre hay en la filosofía de Nietzsche una apuesta por las tendencias irracionales del individuo y por la capacidad creadora del ser humano.

Nietzsche prestó atención a los avances de la ciencia, aunque realizaba críticas furiosas contra la debilidad y el servilismo de los científicos, alabó los avances del conocimiento de la ciencia. Acogió con gran satisfacción los progresos de la física y la teoría de la evolución, porque suponían un aldabonazo contra el cristianismo y contra el fundamento de la ideología burguesa. Su testamento filosófico intentó darle la vuelta de una forma radical a la metafísica socrático-platónica y al pensamiento tradicional, tal como se había desvelado en la metafísica cartesiana, kantiana y hegeliana.

El pensamiento filosófico de Nietzsche era el de un desclasado que atacó la ideología predominante en la sociedad burguesa. En sus escritos abundan las críticas a la ideología de la época y a las consecuencias de la tecnología y de la ciencia. Tampoco fue simpatizante del movimiento obrero y socialista. El filósofo alemán arremetió contra la moral de rebaño y la alianza de los débiles, y apostó por la fuerza del individuo.

En sus planteamientos hay una crítica ácida contra la cultura alemana y la occidental, especialmente contra los ideales de la Ilustración y del idealismo alemán, contra Kant y Hegel, así como contra el pensamiento tradicional encarnado en el platonismo y en el cristianismo, que constituía el fundamento de una forma de vivir y de pensar más conservadora. Nietzsche entendió el cambio producido en Grecia a partir del pensamiento socrático y platónico como una traición al hombre de su tiempo, que además se prolongó durante muchos siglos para desgracia del género humano. Su obra comenzó como una interpretación personal de Grecia, y esta se mantuvo durante toda su vida como el sustrato de un pensamiento absolutamente innovador.

El encuentro con la obra de Schopenhauer fue realmente decisivo. La influencia de este pensador fue una de las claves que despertaron su vocación filosófica. De hecho, de no haber conocido a Schopenhauer, probablemente se habría mantenido en los límites de la filosofía griega.

Contexto Filosófico de Ortega y Gasset

La vida intelectual de Ortega y Gasset se desarrolló a lo largo de la primera mitad del siglo XX. En este tiempo, se produjeron en Europa dos guerras mundiales y en España la Guerra Civil, que supuso el exilio para el filósofo madrileño. Fue testigo asimismo de la revolución socialista y de la ascensión del fascismo. Tuvo que vivir en un país atrasado en la investigación científica, el desarrollo de la tecnología y la industria. El hambre y la miseria no eran extraños para los hombres de su tierra natal. Además, el analfabetismo era moneda corriente entre los ciudadanos con quienes compartía su vida. Los trabajadores y los sindicatos provocaban huelgas y manifestaciones violentas.

Unamuno fue un punto de referencia para Ortega. Entre los dos se entabló una polémica bastante ácida en la que se lanzaron mutuas acusaciones. Mientras que el rector de la Universidad de Salamanca apostaba por la defensa de los valores tradicionales, Ortega lo hacía por Europa, la investigación, la ciencia, el desarrollo de la industria y el fortalecimiento de la economía.

El pensamiento filosófico de Ortega no era ajeno a las circunstancias en que vivía. Además de ejercer su labor como profesor de la Universidad de Madrid, siendo catedrático de metafísica, se dedicó a escribir en prensa de forma continua y sistemática. Le escandalizaba que en toda la historia de España no hubiera existido continuidad en la investigación científica ni en la tradición del pensamiento filosófico. No soportaba el primitivismo que reinaba por todas partes en la tierra patria. A España le hacía falta cultura para vencer la ignorancia de sus ciudadanos.

Uno de los objetivos más importantes que se planteaba en sus artículos periodísticos era cómo elevar el nivel cultural de los españoles, y a eso precisamente se dedicaba en su actividad diaria en el periódico. Por muy vitalista que fuera el pueblo, por mucha fuerza que tuvieran sus tradiciones, un país necesitaba cultura. Ortega se quejaba amargamente de que en España hubiera un pueblo de gran vitalidad y sin embargo no existiera una élite cultural ni una élite política. El único programa político posible para unas elecciones generales consistía en agitar las aguas políticas con el fin de fortalecer la vitalidad del pueblo, en pensar en la posibilidad de crear los órganos de la cultura, en agilizar los cauces para que pudieran avanzar la ciencia y la técnica y en favorecer el ambiente en el que pudiera surgir algún estadista.

La época en la que vivió Ortega estaba marcada por el desarrollo de las vanguardias. Respecto a la ciencia, se desarrolló la reacción contra la física newtoniana. Aunque a Ortega se le acuse de no haber interpretado bien a Einstein, lo consideró como un auténtico modelo a seguir, y la teoría de la relatividad, tal como él la valora, influyó de una manera decisiva en su concepción del perspectivismo.

Desde el punto de vista filosófico, Ortega reaccionó contra el racionalismo. En la doctrina del punto de vista planteó de forma contundente y radical la necesidad de superar el contexto ideológico y cultural del racionalismo, ya que este había desnaturalizado el sentido de la vida. Sin embargo, no propuso nunca un ataque frontal ni una crítica radical a la razón, porque el riesgo sería caer en una postura primitiva y salvaje que también tendría unas consecuencias desastrosas para nuestro pueblo. Para él, la filosofía era una necesidad, como el respirar.

En el marco de la fenomenología, Ortega encontró una ayuda importante para considerar una realidad anterior a la del pensamiento. Las obras de Husserl y Heidegger dejaron una huella muy clara en el pensamiento filosófico de Ortega. La influencia de la fenomenología fue una de las claves del raciovitalismo y un apoyo fundamental para superar el idealismo. Los conceptos clave de la filosofía heideggeriana le permitieron profundizar en sus reflexiones metafísicas.

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