Corrientes Filosóficas de la Antigüedad y el Ascenso del Cristianismo: Impacto en el Imperio Romano

Corrientes Filosóficas de la Antigüedad

1. Escepticismo

Fundado por Pirrón de Elis, quien promovió la Ataraxia (indiferencia ante el mundo) como ideal de vida a través del conocimiento. Sus fundamentos son gnoseológicos, sosteniendo que nada se puede conocer con certeza en esta vida, y que los resultados de las cosas son inciertos. Por lo tanto, nada debería afectarnos (apatía). El resultado final de este escepticismo es la indiferencia hacia las cosas y sus consecuencias.

2. Epicureísmo

Fundado por Epicuro de Samos, quien estableció una academia de filosofía donde impartía sus clases en un jardín, conocidos como los “Filósofos del jardín”. Su ideal de vida, aquello que la sabiduría debe perseguir, es la Ataraxia. Epicuro aborda esta cuestión desde las pasiones y los deseos. Afirma que para alcanzar la Ataraxia, primero debemos liberarnos de las pasiones, ideas y situaciones que puedan perturbarla. Los dolores, tanto espirituales (temores) como físicos, son las mayores perturbaciones. Respecto a los temores, menciona:

  • Temor al destino: Sostiene que el destino no existe; la vida es azarosa y se rige por la casualidad. No hay que temer a un destino trágico inevitable, y el hombre puede determinar su vida. Argumenta físicamente que el movimiento de los átomos no está regido por leyes, sino que tienen desviaciones que hacen que su recomposición sea azarosa.
  • Temor a los dioses: Aunque no niega su existencia, afirma que los dioses viven en su propio mundo y no se preocupan por nosotros; están muy alejados y no intervienen en los asuntos humanos.
  • Temor a la muerte: No niega la existencia del alma, pero dice que está compuesta por átomos más sutiles que los del cuerpo, aunque insertados en él. Cuando el cuerpo se disuelve, el alma se desintegra. No hay nada después de la muerte.

Epicuro reconoce que la vida es dolorosa, pero también tiene placeres que son buenos y deben ser asumidos solo en la medida en que eviten un dolor. Los placeres deben satisfacerse con moderación para evitar el daño; el exceso de placer se convierte en dolor. Dentro de los placeres espirituales, el mejor para Epicuro es la conversación con amigos.

3. Estoicismo

Fundado por Zenón de Citium (siglos III-IV a.C.), quienes también se reunían en un patio para impartir sus clases. Esta corriente propone que la finalidad del hombre sabio es buscar la Ataraxia. Sin embargo, sus principios y métodos difieren de los anteriores, ya que parten del hecho de que no se puede burlar el destino; el destino es una ley universal y el hombre no puede hacer nada al respecto.

Sus antecedentes se encuentran en Heráclito: el mundo está constituido por fuego, el cual tiene una ley, y el transcurrir de la vida está sujeto a esta razón. Esta ley es el destino, por lo que todo está determinado. Ante el destino, el hombre debe vivir conforme a la razón, conforme al destino, que es lo más sabio. Hay que aceptar las cosas del destino, ya que resistirse solo conduce a la autodestrucción y la infelicidad. Los estoicos rechazan las pasiones y los placeres porque consideran que nos atan. Hay que conformarse con lo que uno tiene. Los estoicos más importantes fueron Marco Aurelio, filósofo y fundador, y Epicteto, un esclavo que consiguió la libertad.

El Cristianismo y su Influencia en la Caída del Imperio Romano

En esta época comienza la decadencia del Imperio Romano, perdiéndose todos sus valores. En el 398 d.C., el emperador Teodosio divide el imperio en Oriente y Occidente, repartiéndolo entre sus dos hijos. En el 410 d.C., Roma es saqueada por el jefe bárbaro Alarico, y en el 478 d.C., otro jefe bárbaro depone al último emperador romano, Rómulo Augusto.

Las causas de la decadencia del Imperio Romano incluyen la pérdida de derechos y leyes escritas que se aplicaban a todos, a pesar de su avanzada organización e ingeniería (como el acueducto de Segovia). Sin embargo, no eran grandes filósofos. Un suceso crucial que marcó la cultura del imperio fue el cristianismo.

El cristianismo supuso un cambio radical en los valores morales y sociales, contribuyendo a la caída del Imperio Romano. La idea de igualdad entre los hombres chocó con la idea romana de la Patria dominante, Roma. La igualdad se fue instaurando lentamente en la sociedad, desde la esclavitud hasta la servidumbre, culminando en la Revolución Francesa como una idea laica. Este proceso fue lento hasta llegar a la igualdad jurídica, similar a la idea marxista de igualdad jurídica y económica.

Factores del Triunfo del Cristianismo

Se dice que el cristianismo era una herejía porque Jesucristo se proclamó Mesías sin demostrarlo, lo que llevó a su persecución. Sin embargo, él solo quería que los judíos lideraran el mundo. Entonces, ¿cómo pudo triunfar la religión cristiana? Se proponen varias razones:

  1. La idea de igualdad: El cristianismo predica la igualdad de los hombres, lo que socava las ideas de dominio, lucha, orgullo y superioridad. Los esclavos, antes sometidos, se rebelaron (como describe Nietzsche) adoptando la humildad y la libertad, y eventualmente triunfaron.
  2. La labor de San Pablo: Fundó iglesias y estableció los cimientos de la religión. Originalmente judío, se convirtió al cristianismo, transformando su fanatismo judío en fanatismo cristiano. Como ciudadano romano, tenía libertad para fundar iglesias. Tras un ataque epiléptico y una visión de Cristo, se convirtió al cristianismo y comenzó a fundar iglesias, manteniéndolas unidas con viajes y cartas. Él decía: “El corazón del imperio es la familia, y el de la familia es la mujer; por lo tanto, vayamos al corazón de la mujer y llegaremos al corazón del imperio”.

Para consolidar los triunfos del cristianismo, se adaptó la cultura clásica al cristianismo, o viceversa. Inicialmente, el cristianismo no estaba adaptado e incluso era considerado “enemigo” en cierta manera. Se desarrolló una filosofía cristiana, siendo el platonismo y el estoicismo las corrientes que mejor se adaptaron. Esta adaptación fue obra de los “Padres de la Iglesia”, quienes establecieron los fundamentos filosóficos de la Iglesia. Los más importantes fueron San Agustín y Santo Tomás de Aquino.

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