Corrientes filosóficas y su desarrollo histórico

Empirismo

Empirismo: Escuela filosófica que encuentra su máximo desarrollo entre los siglos XVI-XVIII en las islas británicas de la mano de autores como Bacon, Berkeley, Locke o Hume. El empirismo plantea que todo conocimiento debe proceder de los sentidos, que sin experiencia sensible no hay posibilidad de conocimiento. Desde este punto de vista es, por lo tanto, un planteamiento opuesto al del racionalismo. El empirismo defiende que el ser humano nace sin conocimiento alguno, oponiéndose así a la teoría racionalista de las ideas innatas, con lo que será la experiencia sensible la que irá proporcionando conocimiento a los sujetos. Si el racionalismo planteó una epistemología apriorística, el empirismo se caracteriza por entender que el conocimiento es posterior. Hume, por mencionar al autor, plantea que en el proceso de conocimiento lo primero son las impresiones, que captamos con los sentidos, y posteriormente las ideas, que son copias atenuadas de las anteriores. El origen del empirismo podemos encontrarlo en la filosofía de Aristóteles, quien utiliza el término griego empeiria, del que procede el concepto, para designar un conocimiento derivado de la experiencia.

Escolástica

Escolástica: Escuela filosófica medieval fruto del intento de conciliación de la tradición filosófica griega con el discurso teológico de las tres grandes religiones que tienen su origen en la Biblia (cristianismo, judaísmo e islam). En un primer momento, hasta el siglo XI, la escolástica tiene una mayor influencia platónica, en autores como Agustín de Hipona o Anselmo de Canterbury, mientras que, a partir del siglo XIII y hasta el XIV, con la traducción de Aristóteles, es el estagirita el que produce una mayor influencia, como puede apreciarse en Tomás de Aquino y Averroes. Sus temas fundamentales son la polémica en torno a los universales (realismo/nominalismo), la relación entre razón y fe y las demostraciones de la existencia de Dios. En este último tema destacan el argumento ontológico, de Anselmo de Canterbury, de filiación platónica y las cinco vías, de Tomás de Aquino, de influencia aristotélica.

Racionalismo

Racionalismo: Escuela filosófica que se desarrolla especialmente en los siglos XVII y XVIII. Sus máximos representantes son Descartes, Spinoza y Leibniz, aunque como actitud epistemológica podemos remontarlo a la filosofía de Platón y a la mayéutica socrática. El racionalismo, a diferencia de su escuela rival, el empirismo, entiende que el instrumento epistemológico fundamental es la razón y desconfía del conocimiento adquirido por vía sensible, ya que puede resultar engañoso. Defiende el conocimiento a priori, sin experiencia sensible, y la existencia de ideas innatas, que el sujeto posee en su interior desde el momento mismo de su nacimiento. Por eso, defiende la introspección como método de conocimiento. Descartes, a través de su duda metódica universal, buscará una verdad que resulte innegable sobre la que fundamentar todo el edificio filosófico. Para Descartes, tal como establece en su Discurso del Método, esa verdad es la propia existencia del sujeto como sustancia pensante, lo que se expresa en su conocida frase, cogito ergo sum, pienso luego existo.

Idealismo

Idealismo: Corriente filosófica presente a lo largo de la historia de la filosofía. El idealismo defiende la preeminencia del pensar sobre el ser, es decir, entiende que la realidad material, así como su evolución, tienen un carácter lógico o eidético. Como la escuela filosófica alcanza su máximo desarrollo en los siglos XVIII-XIX en Alemania, de la mano de autores como Kant (idealismo absoluto), Fichte (idealismo subjetivo), Schelling (idealismo objetivo) y Hegel (idealismo absoluto). El idealismo hegeliano desarrolla una concepción dialéctica de la historia en la que esta es entendida como desarrollo de la idea o espíritu absoluto. La inversión de este planteamiento por Marx, es decir, la comprensión de que el pensamiento es efecto de los procesos materiales, está en el origen del materialismo histórico. La historia de la filosofía puede entenderse como un constante enfrentamiento entre idealismo y materialismo.

Sofística

Sofística: La sofística es un movimiento cultural que se desarrolla en la Atenas del siglo V antes de la era. Como consecuencia del proceso de democratización que se produce en Atenas en los siglos VI-V a de era, y que culmina en las reformas de Pericles, el logos, la palabra, adquiere una relevancia política fundamental. Los sofistas serán los encargados de enseñar a hablar en público a los hijos de los nuevos ricos, que aspiran a ser la nueva clase dirigente. El objeto del sofista es enseñar a su discípulo a convencer al auditorio, capacitándole para defender una postura y la contraria. Entre los sofistas destacan Gorgias y Protagoras, quien estableció que: ‘el hombre es medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que no son y de las que no son en cuanto que no son’, poniendo de esta manera las bases del relativismo, pues para los sofistas la verdad depende de los intereses o características del sujeto y de las circunstancias, de la ocasión (kairós). La sofística sintonizó con las posiciones democráticas y fue duramente atacada por Sócrates y Platón.

Marxismo

Marxismo: Escuela filosófica que tiene su origen en el siglo XIX con el pensamiento de Marx y Engels. El marxismo es un discurso de carácter materialista que entiende que es la realidad material, lo que se halla detrás de las formas de pensar, en contraposición al discurso idealista. En ese sentido, el marxismo desarrolla una concepción materialista de la historia, en la que esta es entendida como fruto constante enfrentamiento entre clases sociales. El marxismo posee una dimensión práctica, política, pues entiende que la filosofía no es solo un instrumento de análisis teórico, sino también de intervención sobre la realidad para transformarla. A lo largo del s XX, el marxismo ha conocido múltiples desarrollos, en ocasiones en vinculación directa con acontecimientos políticos, como la Revolución Rusa, en la que destacan teóricos y políticos como Lenin o Trotsky. El marxismo se ha asociado a lo largo del s.XX con otros discursos, como el psicoanálisis reich, Marcuse, el existencialismo Sartre o el estructuralismo Althusser.

Existencialismo

Existencialismo: Escuela filosófica del s XX cuyos máximos representantes son J.P. Sartre y M. Heidegger. El existencialismo, como su nombre indica, plantea que la existencia es previa a la esencia, es decir, que el ser humano nace sin una esencia establecida y se va construyendo como consecuencia de su proceso vital. De ahí la importancia del concepto de situación, pues es la situación la que permite al sujeto construirse y le abre al abanico de posibilidades entre las que elegir su proyecto. El existencialismo defiende la libertad radical del ser humano, hasta el punto de que Sartre dirá que estamos condenados a la libertad, pues no podemos dejar de elegir. ‘La libertad es la textura de mi ser’, escribe. Esa libertad produce angustia en el sujeto, que se ve arrojado al mundo y dado el carácter ateo del existencialismo, debe tomar sus propias decisiones con total autonomía. El existencialismo tiene también una dimensión literaria en la que, además de Sartre la novela ‘La Náusea’, destacan autores como Camus ‘La Peste’, ‘El Extranjero’ o Unamuno ‘San Manuel Bueno, Mártir’.

Nihilismo

Nihilismo: Concepto propio de la filosofía de F. Nietzsche (sXIX). El nihilismo, que etimológicamente procede de la palabra latina nihil (nada), posee dos sentidos en su obra. Por un lado, el nihilismo pasivo, como resultado del proceso de decadencia de la cultura occidental, denuncia que, a consecuencia del predominio del platonismo y de su versión religiosa, el cristianismo, el pensamiento occidental es la constante repetición de unos contenidos ya absolutamente agotados y es, por lo tanto, incapaz de producir ninguna novedad, al tiempo que el mundo y la vida son devaluados hasta devenir nada. Frente a esa situación, Nietzsche reivindica un nihilismo activo, que consiste en, desde la negación de los valores tradicionales asociados a la metafísica platónica y cristiana, producir nuevos valores. La ‘muerte de Dios’ que teoriza Nietzsche abre la puerta a la desaparición de la moral tradicional y coloca al individuo ante la necesidad de crearse sus propios valores y recuperar el sentido de la tierra.

Positivismo

Positivismo: Escuela filosófica del siglo XIX cuyo máximo representante es A. Comte. El positivismo pretende prestar atención a los hechos, pues solo desde ellos puede darse una comprensión científica de la realidad. Su lema es ‘ver para prever’, es decir, conocer la realidad para anticipar sus posibles desarrollos. Por ello puede entenderse que el positivismo está en el origen del nacimiento de la sociología como disciplina de estudio y control de la sociedad. Comte desarrolla una teoría de los estadios, en la que argumenta que a lo largo de la historia las sociedades pasan por tres periodos: estadio teológico, en el que para explicar la realidad y la humanidad recurre a entidades sobrenaturales, como dioses y espíritus. Estadio metafísico, en el que dicha explicación se realiza a través de conceptos abstractos de carácter no científicos. Estadio científico o positivo, en el que los seres humanos somos capaces de dar una explicación científica de la realidad. En su evolución psicológica el individuo también pasa por estos estadios, según Comte.

Materialismo

Materialismo: Corriente filosófica presente a lo largo de la historia de la filosofía. El materialismo plantea la preeminencia del ser sobre el pensar, tal como se sintetiza en la siguiente frase de Marx y Engels; ‘No es la conciencia la que determina al ser, sino el ser el que determina la conciencia’. Es decir, para el materialismo nuestros pensamientos son una consecuencia, un efecto, del mundo material que habitamos. A lo largo de la historia, el materialismo se ha manifestado en diferentes escuelas como en la antigüedad, el atomismo de Demócrito y Leucipo y el epicureísmo, o los materialistas franceses del XVIII. Sin embargo, su expresión más contundente aparece en el s XIX con la filosofía de Marx, quien desarrollará el materialismo histórico, en el que se entiende que el motor de la historia es la lucha de clases. El materialismo se contrapone al idealismo, que defiende que la realidad material, así como su evolución histórica tienen un carácter lógico o eidético.

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