24ª Sesión [447-472]
La Crisis de la Ciencia Moderna, el Romanticismo y su Destino, las Dos Culturas
Del Renacimiento surgieron dos corrientes culturales completamente diferentes en la mentalidad occidental. Por un lado, tenemos la racionalidad basada en la ciencia empírica y, por otro lado, el Romanticismo, con tendencia a expresar los aspectos de la experiencia humana que el espíritu racionalista y la Ilustración dejaban de lado. El Romanticismo es el primer movimiento crítico a la modernidad, aunque es moderno como tal, teniendo como ejemplo el arte mismo. Al igual que el racionalismo, tenía en cuenta la conciencia humana y su perspectiva en el universo, por lo que hablamos de una corriente humanista. De igual modo, se inspiraban en la Grecia Clásica. No obstante, tenía grandes diferencias, como el hecho de que los Ilustrados viesen la naturaleza como una máquina comprensible pero impersonal, mientras que los romanticistas pensaban que era un gran organismo viviente y divino que le rodea cierto halo de misterio. Igualmente notable era la diferencia entre las respectivas actitudes ante los fenómenos de la conciencia humana. La Ilustración se centraba en la razón para conocer y controlar la naturaleza, mientras que los románticos daban más importancia a la creatividad o a la imaginación. Su hombre ideal no era el científico, sino el artista creador de nuevas y creativas naturalezas. De esta manera, trataban de huir de la realidad fría e impersonal que el modernismo había descubierto y refugiarse en el arte, la música y la naturaleza que ellos podían crear fundiéndose con la propia naturaleza real.
Aparece la figura de Nietzsche, el cual predicó que no existía una realidad absoluta, ya que no hay una manera única de comprender el mundo, sino que existen muchas interpretaciones. Decía que la manera de contemplar el mundo era producto de impulsos ocultos, necesidades que buscaban ser satisfechas y deseos específicos. Por lo tanto, contrario a la tradición occidental que otorgaba únicamente validez a un único sistema de conceptos y creencias, Nietzsche profetizó que la verdad más elevada nacía del interior del hombre a través del poder autocreador de la voluntad. El individuo debía transformar su vida en una obra de arte dentro de la cual pudiera forjar su carácter, abrazar el destino y recrearse como héroe protagonista.
Finalmente, el Romanticismo redescubrió a Dios, no el Dios de la ortodoxia o el deísmo, sino el del misticismo, el panteísmo y los procesos cósmicos inmanentes, en donde la naturaleza es algo divino.
26ª Sesión [489-497]
Existencialismo y Nihilismo
A medida que avanzaba el siglo XX, la conciencia moderna se vio atrapada en un proceso contradictorio. Se había acumulado una cantidad de información de todos los aspectos de la vida, lo que imposibilitaba conocerlo todo, surgiendo diferentes teorías que se contradecían entre sí. Además, la ciencia había dado lugar a un mundo en el que la espontaneidad y la libertad individual se hallaban cada vez más ahogadas, no solo teóricamente por un cientificismo reduccionista, sino también en la práctica, por el ubicuo colectivismo y conformismo de las sociedades de masas.
La calidad de la vida moderna parecía siempre equívoca. El espectacular aumento de poder se contrarrestaba con una difundida sensación de angustioso desamparo. La angustia y la alienación de la vida del siglo XX llegaron a la plenitud de su expresión cuando los existencialistas enunciaron las preocupaciones más fundamentales y crudas de la existencia humana: el absurdo de saber que la vida no tiene sentido, la alienación al sentirse extraño en este mundo absurdo y la angustia de esa ausencia de sentido… en definitiva, el hombre estaba condenado a ser libre. Así pues, la existencia precede a la esencia, ya que somos completamente libres para elegir y vivir, sin tener siquiera referencias de cómo hacerlo. La figura más importante del existencialismo será Sartre.
Surgirá entonces el nihilismo que penetra cada vez con más insistencia en la vida cultural. Se pensaba que las anteriores respuestas modernas del realismo y naturalismo daban paso al absurdo y al surrealismo, a la disolución de todos los fundamentos establecidos y todas las categorías sociales.
De este modo, la libertad radical y la incertidumbre radical del siglo XX hallaron plena y precisa expresión en las artes. La expresión artística estaba gobernada por una insistente tendencia a lo amorfo e indeterminado. La incoherencia y la yuxtaposición perturbadora constituían la nueva lógica estética.
Finalmente, el gran optimismo de principio de la Edad Moderna se había terminado convirtiendo en un pesimismo absoluto.