Crítica a la metafísica tradicional

3.1-Mediante los conceptos ‘momias conceptuales’, los filósofos convierten la realidad en algo estático pero con apariencia de realidad y verdad. El devenir es rechazado como algo irreal. Características de la realidad sensible son para ellos características del no-ser. El ‘verdadero’ ser es todo lo contrario: único, eterno e inmutable. Nietzsche denuncia el escepticismo, el haber considerado la realidad desde una perspectiva falsa, la de la eternidad, y la negación del movimiento y del tiempo. Usa esta imagen metafórica porque la representación humana en la escultura y pintura egipcia se caracteriza por el hieratismo, falta de expresividad y movimiento. La negación del devenir corre paralela con la negación de la vida. Los filósofos han decidido que el ser estático, pero la realidad les muestra todo lo contrario: el cambio. Los filósofos responden que los sentidos que nos muestran el devenir, nos engañan. Pero los sentidos no solo son fuente de engaño sino de inmoralidad. El odio al devenir y a los sentidos se materializa en el odio al cuerpo, a lo corporal. El filósofo entierra lo real y convierte lo que su razón inventa en la auténtica realidad. Así lo auténticamente real está representado por lo irreal y abstracto: Dios, el ser estático absoluto. El error tradicional proviene de la razón; de la interpretación que la razón hace del testimonio de los sentidos, al calificar este testimonio de engaño o ilusión, e inventar el ‘mundo verdadero’. El juego de Nietzsche con la terminología platónica es evidente y continuo: repite la dualidad de sentidos-razón y ‘mundo verdadero’. Lo hace para afirmar lo contrario ya que lo que hasta ahora se ha juzgado de aparente es lo real, y lo real es pura invención. Nietzsche recoge la enseñanza de Heráclito de que el ser es una mera ilusión. Este mundo en el que vivimos es el único mundo que existe mientras que el mundo creado por la razón, mundo vacío y engañoso. La mentira fundamental se ha fundado en la invención de un mundo falso e ilusorio, pero también en la confusión de lo primero con lo último. Los filósofos inventaron una realidad y la colocaron en el lugar más elevado. Esa realidad se forma mediante los conceptos supremos que son los más generales, los más vacíos y los menos reales. Dios es el ente máximamente real y se define por ser ‘causa sui’ y esta característica es para la filosofía tradicional la máxima garantía de realidad y verdad, lo que proviene de otra cosa es considerado menos real que lo que proviene de sí mismo. Nietzsche señala que esta peculiaridad de los filósofos es un trastorno mental, similar al que se inventa una realidad y acaba dependiendo de ella, al juzgarla más real que la verdadera realidad. Dios es la suposición que tuerce todo lo que estaba derecho. Por lo que el nihilismo es la consecuencia de la tradición platónico-cristiana y el engaño de la metafísica. La idea de la ‘muerte de Dios’ pone al hombre en el comienzo de la afirmación en la necesidad de salir de la situación a la que lo lleva el nihilismo. Con la muerte de Dios se terminan las esperanzas supraterrenales y el hombre empieza a adquirir el sentido de la tierra. Nietzsche es consciente de que su posición es minoritaria. El error no proviene de los sentidos sino de la razón, que se ve obligada a elaborar ‘conceptos supremos’. La razón crea conceptos para regular, ordenar y sobrevivir al devenir y el verdadero error es creer que la realidad, el devenir, es tal y como ordena la razón. Los primeros pasos de la psicología rudimentaria se dan cuando el ser humano toma conciencia de su lenguaje y se pregunta qué hay detrás de sus palabras y lo que encuentra es su razón a la que desde entonces idolatra. El funcionamiento de la razón lo lleva a elaborar entidades como ‘yo’, ‘voluntad’, ‘cosa’, ‘sustancia’,… Sustancia y causalidad proceden de la creencia en un ‘yo’ uno, estable y con voluntad, es decir un yo agente. Al entender el ‘yo’ como una sustancia, la metafísica clásica ha proyectado la sustancialidad sobre todas las cosas. Sin embargo, la unidad del ‘yo’ es una mera y simple ficción. El recurso nietzscheano del ‘superhombre’ responde a la necesidad de instalarse en el devenir. La voluntad de poder es la necesidad de afirmarse en la tierra y potenciar la vida. Aunque podamos negar la validez de la razón y sus categorías no podemos dejar de hablar. La razón en el lenguaje es la fuente del engaño. Nietzsche es consciente de que cuanto más sintéticamente exponga su pensamiento, más fácilmente se verá que su propuesta contradice las tesis de la ontología tradicional, que había afirmado la existencia de un mundo verdadero. Nietzsche afirma que esos rasgos de lo sensible fundamentan su realidad, y lo hacen porque provocan en el hombre miedo e inseguridad, que le lleva a inventar un mundo seguro y tranquilizador.

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