Crítica de la Cultura Occidental en Nietzsche

NIETZSCHE

1.- Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor

Contexto histórico-cultural

Comenzaremos hablando sobre el contexto histórico-cultural. Nos encontramos en el siglo XIX, aunque debemos destacar que un siglo anterior se produjo la Revolución Francesa, que supuso la liquidación del Antiguo Régimen, adquiriendo en ella la burguesía una posición dominante. Sin embargo, tras la derrota de Napoleón, se instaura la Restauración del Absolutismo, causando unas revoluciones burguesas que dieron comienzo al liberalismo, el cual trajo consigo el Estado liberal con los derechos cívico-políticos.

El triunfo político de la burguesía se asienta sobre su poder económico, que alcanzó un nivel hasta entonces desconocido por la implantación de un nuevo sistema económico, el capitalismo, y por la Revolución Industrial con el desarrollo de la producción, que fue sustituyendo al sistema agrícola y artesanal. Este proceso cambió radicalmente las condiciones económicas de las personas y la estructura de los grupos sociales, pasando a una sociedad industrial formada por el proletariado y la burguesía.

Continuando con el ámbito político, comienza la época de los nacionalismos y del imperialismo. La acumulación progresiva de capital impulsó el avance científico, destacando a Mendeliev y Darwin.

En el ámbito cultural, comienza a surgir un nuevo movimiento artístico, el romanticismo, que apostaba por lo exagerado y lo apasionado. Frente a éste, surge el vitalismo, teoría fundamental de Nietzsche, opuesta a la razón lógica. Por último, podemos citar a Antonio Machado, poeta del S. XIX que recoge en su obra los temas fundamentales opuestos a la filosofía occidental (tiempo, amor y muerte), criticada ésta por Nietzsche.

Contexto filosófico

En cuanto al contexto filosófico, este filósofo, junto a Marx y Freud, son los llamados filósofos de la sospecha. Pensadores, escritores y artistas con los que entró en contacto dejaron en Nietzsche su huella, y él ejerció influencia en otros intelectuales. Analicemos primero las influencias recibidas.

En primer lugar, Heráclito, que le influyó en la idea del devenir. También, Wagner, principal músico de su época y prototipo del artista comparable con los creadores griegos. Schopenhauer, para quien la vida es vivida como una fuerza irracional, cósmica y material, como un destino que domina desde los seres inanimados al hombre, por lo que está condenado al fracaso. Además, conoce a Kant, oponiéndose a él, ya que cree que la razón debe estar al servicio de la vida y no funcionando en el vacío. También recibió influencias de Stirner, Goethe, Heine y Dostoievski.

En cuanto a las influencias ejercidas, podemos destacar a Unamuno, que hace de la doctrina del hombre de carne y hueso una clara oposición a todo lo racionalista. En el raciovitalismo de Ortega y Gasset, que planteará una forma de filosofar como transparencia, desvelamiento.

Por otro lado, los existencialistas lo admiran por el individualismo concreto que defiende frente al individuo abstracto: el hombre, la humanidad.

Y por último, los anarquistas, porque defiende una fuerza o voluntad sustitutiva de Dios que nos hace amos de nosotros mismos y superadores de la esclavitud, y por su corrosiva crítica contra toda autoridad religiosa y política, que esclaviza a los individuos.

2b.- Exposición de la temática

El tema principal es la crítica de la cultura occidental, más concretamente la crítica de la filosofía.

Sócrates fue el iniciador de la decadencia del nihilismo al afirmar que la razón es igual a la virtud y a la felicidad, por lo que para Nietzsche es una extravagancia y contraria a la vida.

Más tarde, Platón introduce la interpretación moral del ser, ya que la idea suprema es la idea de Bien, minusvalorando lo cambiante, el devenir, porque se rechaza el mundo real.

Además, Nietzsche rechaza la oposición del “mundo verdadero” y “mundo aparente” porque “sólo el devenir es”. Por ello, la metafísica se convierte en un invento para escapar de la caducidad, el cambio, el tiempo e invirtiendo la ontología: lo que antes se consideraba apariencia, ahora será lo real, y el verdadero es apariencia. Además, la verdad está enmascarada por la razón y el lenguaje; un engaño, pero necesario para vivir. La cultura occidental enferma por el nihilismo por la Muerte de Dios, por tanto, se niega la vida, no tiene sentido. En relación con el sentido de la vida, tenemos que resaltar que para el cristianismo el sentido de la vida era el castigo y la culpa según el ideal ascético, por el que se inventa otro mundo para negar esta vida y darle sentido.

2c.- Justificación desde la posición filosófica del autor

Continuemos con la crítica a la cultura occidental, en concreto con la crítica de la religión. El ateísmo es el presupuesto básico, y con la “muerte de Dios” se descubre que esos valores son creaciones humanas. El cristianismo es el enemigo mortal del “tipo superior de hombre”, “el superhombre”.

A continuación, la crítica de la moral, por la que pretende situarse “más allá del bien y del mal”, analizando las raíces de las que brotan los valores morales a través de la genealogía. Recordemos que para Nietzsche el ser humano es un animal de sentido, da sentido a la vida.

Se distinguen dos tipos de moral (lo apolíneo y lo dionisíaco). En primer lugar, la moral de señores, caballeresca, creadora porque es activa, propia del superhombre que ama “la muerte de Dios”. Y la moral de esclavos, que nace del miedo y de la venganza, pasiva, y en la que destaca la paz interior, la resignación, la humildad, el control de las pasiones, el resentimiento, la mala conciencia y el ideal ascético.

Nietzsche recurría a la primera transvaloración, por la que triunfaban los instintos más débiles sobre los más fuertes (la moral de esclavos frente a la moral de señores).

La “muerte de Dios” y el nihilismo

Pasemos a analizar la “muerte de Dios” y el nihilismo. Nietzsche rechaza la divinidad que niega la vida. El Dios cristiano se sitúa en el plano no humano, es el único origen, fundamento de la moralidad. Al hombre sólo le queda la obediencia y el sometimiento si quiere la vida eterna. Por lo tanto, la desobediencia y el pecado constituirían el sentimiento de culpa. Por lo que si Dios es obstáculo a la libertad humana, “matemos a Dios”, siendo esto tarea del superhombre. Tras la muerte de Dios, tiene lugar el nihilismo, pérdida de validez de los valores de occidente, distinguiendo dos tipos.

En primer lugar, el nihilismo pasivo con “el último hombre”, que llega a la conclusión de que no merece la pena vivir y se refugia en narcóticos. Esta actitud se corresponde con la primera metamorfosis del espíritu humano, la transformación en camello, un animal de carga que obedece (imposiciones de la religión y la moral negadoras de la vida). En segundo lugar, el nihilismo activo, que corresponde a la segunda metamorfosis, ejemplificada mediante el león, “el hombre que quiere perecer”, caracterizado por la fiereza, que se rebela contra su amo, por lo que conquista su libertad negando los viejos valores.

El Superhombre

A continuación, la tercera metamorfosis llevada a cabo por el superhombre, caracterizado éste por la ansia de vivir, representante del grado superior de la voluntad de poder, preocupándose de la vida corporal, salud, rompe con la jerarquía de valores tradicional cristiana y vive el eterno retorno, es decir, querer el futuro es volver a querer el pasado, por lo que todo ya ha existido. Esta metamorfosis la ejemplifica en la metáfora del niño, creador de sus propios valores, inocente y destructor del sentido de culpa, con voluntad libre y arbitraria.

La superación del nihilismo se llevará a cabo mediante la segunda transvaloración, el triunfo de la moral de señores llevada a cabo por el superhombre. Ahora lo que se considera negativo, será positivo, por lo que nosotros sólo podemos aspirar al “hombre que quiere parecer”.

También podemos destacar que en el aforismo 14 de su obra “Genealogía de la moral” realiza una parodia del “mito de la caverna”, concibiéndolo como un taller oscuro subterráneo donde se fabrican ideales, entre los que destacan que la debilidad se convierte en mérito, la impotencia en bondad, la bajeza en humildad y la miseria en bienaventuranza. Y por último, otra obra maestra, “concepto de juicio final”, donde Dios premiará o castigará a los hombres por sus obras en la tierra.

3.- Relación del tema elegido con otra posición filosófica y valoración razonada de su actualidad

Ontología, Epistemología y Antropología Platónica

Empezaremos hablando sobre la ontología platónica. Platón establecía un dualismo ontológico: una duplicación del Mundo o de la realidad en un mundo inteligible, plenamente real, de las Ideas (unas, únicas, inmateriales, eternas, imperecederas) en el que se establece una Jerarquía de ellas, siendo la suprema de todas la Idea del Bien; y el mundo sensible de las cosas, mudable, cambiante y aparente, al que Nietzsche llamaba mundo verdadero. El mundo inteligible estaba compuesto por las ideas y las entidades matemáticas, y el sensible por las cosas y las imágenes. La relación entre ambos mundos se basaba a través de la participación y de la imitación.

Respecto a la epistemología, Platón intenta explicar cómo es posible conocer las Ideas si pertenecen a otro mundo distinto del nuestro a través de la Reminiscencia y la Dialéctica. La Reminiscencia, por la que conocer no es más que recordar, y la Dialéctica, por la que intenta mostrar el proceso de recuperación de ese saber perdido y las formas de conocimiento que se corresponden con los distintos objetos de conocimiento. Todo ello representado en el símil de la línea y en el mito de la caverna. Así distinguimos entre doxa, subdividido en dos partes: eikasia, afección del alma que conoce las imágenes, y la pistis, que conoce a las cosas; y episteme, versando sobre objetos inteligibles. Si se trata de las entidades matemáticas, hablaremos de Dianoia, y si se trata de las Ideas, hablaremos de Dialéctica.

Respecto a la antropología platónica, establece un dualismo antropológico, una unión accidental y antinatural de cuerpo y alma. El cuerpo es la cárcel del alma, es una carga de la que debe liberarse para conocer la verdad, de naturaleza material y fuerza al alma a la posesión material, violencia, guerra. En cambio, el alma es de naturaleza espiritual, capaz de llegar a la verdad, inmortal, la esencia del ser humano, y fue creada directamente por el demiurgo. Además, establece una división tripartita del alma en racional, irascible y concupiscible, relacionándolo con la correlación estructural entre alma y Estado (el estado posee la misma estructura tripartita que el alma), que junto al principio de especialización funcional forman la teoría política platónica. Además, Platón ideó un sistema educativo en el que las medidas complementarias eran la igualdad absoluta entre hombres y mujeres y el comunismo de mujeres e hijos para las clases superiores.

Actualidad del pensamiento de Nietzsche

Muchos temas tratados por Nietzsche, lejos de haberse convertido en históricas cuestiones del XIX, presentan una actualidad evidente. Se reflexiona en torno a algunos de ellos. En primer lugar, el ateísmo. Nuestra cultura se caracteriza por vivir de espaldas a Dios, a la religión. El cristianismo y, sobre todo, el catolicismo, han perdido la influencia que tuvieron en el pasado. La creencia en Dios es menos sólida y se ha convertido en una nebulosa que el ser humano entiende de acuerdo con sus criterios subjetivos. La crisis de vocaciones y el distanciamiento entre la doctrina de la jerarquía eclesiástica y la de quienes se confiesan católicos son cada vez mayores. Por lo que se acentúa la tendencia a una religión a la carta que se adopta y modifica en función de intereses personales y coyunturales, que convierte a la religión en un artículo más de consumo. Esta situación, de la que participa gran parte de la sociedad occidental, tiene sus causas en la “muerte de Dios” propugnada por Nietzsche. ¿Es posible una nueva moral tras la muerte de Dios? ¿Cómo se construyen los valores en una sociedad secularizada?

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