Crítica de la razón pura: La revolución copernicana de Kant

Noción «metafísica y ciencia»

La metafísica no es una ciencia, y la tarea es lograr que lo sea. Kant se pregunta: ¿qué podemos saber? Afirma que la ciencia/factum es un conocimiento riguroso y que solo tres disciplinas se han constituido como ciencia: geometría, lógica y física. Esta logra progresos y acuerdos entre los científicos, mientras que la metafísica no consigue avances ni acuerdos, pero es una necesidad de la humanidad puesto que es un conocimiento especulativo, teórico y sin apoyo de datos empíricos. Kant busca el método para convertir la metafísica en ciencia, es decir, la crítica que investiga las condiciones del conocimiento científico, ya que si se conocen las condiciones, podremos determinar si la metafísica las cumple. No toda la metafísica puede ser ciencia, solo la metafísica general. Respecto al estudio de los tres objetos de la metafísica: Dios, alma y mundo, es imposible puesto que no hay intuición sobre ellos. Además de que jamás podremos sobrepasar la frontera de la experiencia posible.

Noción «experiencia y conocimiento a priori»

En todo conocimiento hay algo a priori y algo a posteriori e independiente de la experiencia. La metafísica no es ciencia, y Kant trata de buscar el método para que la metafísica sea ciencia, la crítica que investiga las condiciones del conocimiento científico. Un conocimiento científico es universal, necesario e incrementa nuestro conocimiento. Existen dos tipos de juicios: analíticos, que no aportan conocimientos nuevos pero son necesarios y universales, y sintéticos, que aportan conocimiento nuevo. Pero un juicio científico debe ser sintético y a priori puesto que los objetos son el resultado de la unión de algo que procede del fuera del sujeto (la experiencia) con algo que procede del sujeto (a priori). Las impresiones son la materia bruta que, junto con lo a priori, constituye las formas y la materia. Kant sostiene que debemos determinar los elementos puros a priori sin mezcla de sensibilidad. El conocimiento a priori es independiente de la experiencia. A este se le opone el conocimiento empírico, que solo es posible a posteriori (mediante la experiencia).

«Metafísica y ciencia»

El conocimiento se divide en:

  1. Estética trascendental

    Es la doctrina de los sentidos, estudia las estructuras de la sensibilidad, que nos aporta el primer conocimiento empírico. La sensibilidad es la capacidad de recibir representaciones y de ser afectados por los objetos, nos presenta los objetos y nos da la intuición. El fenómeno está compuesto por las impresiones, espacio y tiempo. El espacio es la forma interna de los sentidos externos, y el tiempo, la forma interna de los sentidos internos, los cuales los coloca el sujeto, son las formas a priori de la realidad y no son determinaciones ontológicas. Kant niega que tiempo y espacio puedan ser realidades absolutas, pues no son independientes de la intuición sensible.

  2. Analítica trascendental

    Tras espacializar y temporalizar los datos sensibles, se produce el fenómeno y comienza el entendimiento. Pensamos los objetos a través de la intuición y los conceptos, que son los elementos constituyentes y necesarios del conocimiento. Tomando el fenómeno como materia prima, el entendimiento trabaja con las categorías, que son las ideas puras y a priori independientes de la experiencia, es decir, formas de pensamiento que ordenan y dan sentido al fenómeno. El entendimiento sitúa a Kant entre el empirismo y el racionalismo, ya que los empiristas sostienen que no se pueden aplicar las categorías sin los materiales empíricos, por tanto, las abstracciones racionalistas hay que someterlas a juicio. Por otro lado, surge el innatismo, que sostiene que las doce categorías del entendimiento son previas e independientes de la experiencia. La forma pura de la sensibilidad, junto con las categorías del entendimiento, forma el sujeto trascendental, que son las estructuras de conocimiento subjetivas y universales. El conocimiento científico es universal y necesario y procede del sujeto y de sus estructuras a priori. El fenómeno tiene un ámbito restringido y está rodeado por un ámbito más vasto, el noúmeno. El entendimiento no puede superar los límites de la sensibilidad, por lo que no puede determinar objetos, solo si trabaja con la sensibilidad puede hacerlo, es la razón por la que no podemos estructuralmente ir más allá del fenómeno.

«Dialéctica trascendental»

El resultado de la acción de la sensibilidad es el fenómeno, al que se le aplican las categorías del entendimiento y obtenemos el conocimiento. Los juicios sobre los fenómenos son el punto de partida de la razón, que es independiente de la experiencia y aspira a la abstracción. En este proceso se crean tres conceptos de la metafísica:

  • Alma: unificación de la experiencia interna.
  • Mundo: unificación de las experiencias externas.
  • Dios: concepto máximo de la metafísica y origen del mundo y el alma.

Pero estos conceptos no son válidos puesto que no podemos ir más allá de la experiencia posible. Al intentar ir más allá, cometemos errores necesarios que son ilusiones estructurales. La dialéctica constituye una crítica a estas ilusiones que permanece por ser ilusiones naturales. En conclusión, el pensamiento humano se limita, desde el punto de vista cognoscitivo, al horizonte de la experiencia, pero el hombre posee una tendencia natural a ir más allá de la experiencia, es una necesidad del espíritu y una exigencia de la naturaleza del hombre en cuanto a hombre. Apenas sale el hombre de la experiencia, comete una serie de errores e ilusiones que poseen una lógica específica. En la última parte de la Crítica a la razón pura, Kant estudia cuáles y cuántos son los errores y el motivo por el cual los cometemos con el objetivo de disciplinar la razón. La metafísica son esos errores e ilusiones y el estudio de los mismos. Kant define la razón como la capacidad de lo incondicionado, es decir, la capacidad que impulsa al hombre a ir más allá de lo finito para buscar los fundamentos últimos y supremos. Kant comprendió que las ideas expresaban el objeto supremo de la trascendencia metafísica. La metafísica es pura exigencia de la razón, y las ideas se convierten en los conceptos supremos de la misma. Estos son:

  • Alma: la psicología racional quiere encontrar un sujeto absoluto al que atribuirle los fenómenos psíquicos, pero la razón yerra al construir esa presunta ciencia. Constituye paralogismos, los cuales son el punto de partida del «yo pienso» y de la autoconciencia que se transforman en la unidad ontológica substancial que se puede aplicar a los datos de la intuición. Sabemos que somos seres pensantes, pero no conocemos el sustrato nouménico del yo, solo nos conocemos como fenómenos y erramos al ir más allá de la experiencia.
  • Mundo: se entiende como la totalidad ontológica contemplada en sus causas nouménicas últimas. La razón cae en errores estructurales e ilusiones trascendentales al pasar de la concepción fenoménica del mundo a la nouménica, construye antinomias, de manera que se puede demostrar de igual forma una tesis y su antítesis.
  • Dios: es el ideal por excelencia de la razón, ya que es el modelo de todas las cosas, por tanto, todos los seres dependen de él. Sin embargo, este ideal nos deja con total ignorancia acerca de un ser con una preeminencia tan excepcional, lo que da pie a las demostraciones de su existencia:
    1. Prueba ontológica: parte de la definición de Dios perfecto y, a partir de ahí, deriva su existencia.
    2. Prueba cosmológica: parte de la experiencia e infiere a Dios como su causa.
    3. Prueba físico-teológica: parte de la variedad, finalidad, orden y belleza del mundo y se remonta hasta Dios, considerándolo el ser último y supremo.
    Pero estas demostraciones tienen una serie de errores: en primer lugar, sustituye el predicado lógico por el real. La razón no llega al concepto de ente perfecto, pero lo necesita. Además, de la definición de ente perfecto no se deriva si existe al ser una proposición que afirma una existencia analítica, ya que la existencia de algo es la posición real de ese algo. En los objetos del conocimiento puro no hay manera de conocer su existencia, por lo que tendría que ser íntegramente a priori y nosotros contar con una instrucción intelectual. En segundo lugar, el principio que le da causa a lo contingente es el mundo sensible y, fuera de este, pierde sentido. Además, la prueba cosmológica replantea el argumento ontológico y, una vez llega al ser necesario, necesita demostrar su existencia de modo no analítico, utiliza los juicios de existencia que son sintéticos a priori, pero para captar la existencia de Dios necesitaríamos una intuición intelectual.

Por último, no se puede demostrar la existencia de un creador del mundo a cuya idea se sometan las demás, pues para demostrarlo salta hasta una prueba cosmológica, que es un argumento ontológico disfrazado.

Resumen del texto: El giro copernicano

En este texto, Kant propone que la metafísica imite a la matemática y a la ciencia natural para constituirse en ciencia: ellas se constituyeron en ciencias gracias a una revolución producida repentinamente mediante un cambio de método. Sostiene que la metafísica podría imitarlas, puesto que también es un conocimiento de la razón y, por tanto, son conocimientos análogos respecto a las otras ciencias. Para ello, propone que la metafísica invierta el supuesto que hasta ahora ha tenido acerca del conocimiento. Si hasta ahora se había supuesto que el conocimiento se regía por el objeto, Kant propone suponer lo contrario: que el objeto se rige por el conocimiento. Si hasta ahora se había supuesto que el conocimiento se regía por el objeto, Kant propone suponer lo contrario: que el objeto se rige por el conocimiento. Así ocurriría lo mismo que ocurrió con Copérnico, con cuyo nuevo sistema heliocéntrico se pudieron explicar mejor los movimientos celestes: con la propuesta de Kant, se explicarían mucho más fácilmente los elementos a priori del conocimiento humano. Kant dice que, en cuanto a la intuición de los objetos, si la intuición se rige por la naturaleza de los objetos, no se pueden explicar sus elementos a priori, pero que si supone lo contrario: que el objeto sensible se rige por nuestra facultad de intuición, entonces se pueden explicar. A continuación, afirma que para pasar del conocimiento sensible al intelectual, es decir, para convertir el objeto sensible en conocimiento conceptual, ocurre lo mismo: si suponemos que el conocimiento conceptual se rige por los objetos de experiencia, no podemos explicar los elementos a priori de ese conocimiento, pero si suponemos lo contrario, que el objeto se rige por los conceptos, entonces ya se pueden explicar las dimensiones a priori del conocimiento intelectual. Sostiene también que, en el conocimiento intelectual, hemos de suponer unas reglas a priori que se expresan en conceptos a priori que ordenan los objetos de la experiencia. Kant sostiene que los objetos meramente pensados por la razón como necesarios nunca pueden ser dados en cuanto tales en la experiencia, pero que le sirven como piedra de toque de su nuevo método y demuestran que solo conocemos a priori de las cosas lo que nosotros mismos ponemos en ellas. En la nota, Kant sostiene que las proposiciones sobre objetos de la pura razón no pueden demostrarse mediante experimento, porque sus objetos no aparecen nunca en la experiencia, pero eso nos permite sacar una nueva conclusión: la diferencia entre el uso de los conceptos y principios supuestos a priori en tanto que se aplican a los objetos de la experiencia y cuando dichos elementos a priori intentan sobrepasar los límites de la experiencia. Kant considera imprescindible tener en cuenta ese doble uso de los elementos a priori para conocer correctamente.

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