KANT: El problema del conocimiento
Kant, al criticar o someter a juicio a la razón, se propone averiguar cuáles son la posibilidad, valor y límites del conocimiento humano. Pretende dar respuesta a la pregunta: ¿qué puedo conocer?, lo que implica dar respuesta a dos cuestiones:
1. ¿Cómo es posible el conocimiento científico?
Se trata de señalar los principios desde los cuales es posible un conocimiento científico de la naturaleza, y los límites dentro de los cuales es posible tal conocimiento.
2. ¿Si es posible la metafísica como ciencia?
Se muestra primordialmente interesado por el problema de la posibilidad de la metafísica, por el problema de si es posible un conocimiento científico riguroso acerca del alma, del mundo y de Dios. Pero la solución a este problema exige que respondamos primero a la cuestión anterior: ¿Cómo es posible el conocimiento científico o la ciencia? Pues solo si hemos determinado las condiciones que hacen posible la ciencia, podremos preguntarnos a continuación si la metafísica se ajusta o no a estas condiciones. En caso de que se ajuste a tales condiciones que hacen posible la ciencia, la metafísica podrá adquirir el rango de ciencia; pero si no se ajusta a ellas, la metafísica no podrá constituirse como ciencia y haremos bien en abandonarla.
Las condiciones que hacen posible el conocimiento científico no son condiciones empíricas, sino condiciones a priori. Las primeras son particulares y fácticas y, por tanto, pueden ser alteradas; las segundas, en cambio, son universales y necesarias. A estas dos características hay que añadir una tercera que define su naturaleza: que son previas a la experiencia. Son condiciones que pertenecen a la estructura mental del sujeto.
Explicación de por qué las condiciones que hacen posible las ciencias han de ser a priori y no empíricas.
Las condiciones empíricas no interesan para explicar la posibilidad del conocimiento científico, ya que este es válido universalmente y necesario, y aquellas, en cambio, son particulares y modificables. En cambio, las condiciones a priori, puesto que son universales y necesarias, sí pueden explicar los rasgos de universalidad y necesidad del conocimiento científico. Las condiciones a priori hacen posible la experiencia siendo previas a la misma y en tanto que hacen posible la experiencia y el conocimiento, estas condiciones a priori son denominadas por Kant condiciones trascendentales.
Sabido qué tipo de condiciones hacen posible el conocimiento y la experiencia (a priori o trascendentales), es preciso indicar cómo podemos descubrirlas. El criterio para averiguarlas consiste en partir del hecho de que la ciencia es un conjunto de juicios o proposiciones concatenadas entre sí. El hecho de que una ciencia es un conjunto de juicios hizo pensar a Kant que el problema de cuáles son las condiciones que hacen posible la ciencia, podía ser reformulado así: ¿cuáles son las condiciones que hacen posibles los juicios de la ciencia?
Clasificación Kantiana de los juicios:
a) Juicios analíticos y juicios sintéticos:
- Analítico: es cuando el predicado está comprendido en el sujeto y basta con analizar el sujeto para comprender que el predicado conviene necesariamente, también lo es cuando su negación da lugar a una contradicción. No amplían nuestro conocimiento.
- Sintético: cuando el predicado no está contenido en la noción o concepto del sujeto. También cuando su negación no da lugar a una contradicción. Sí amplían nuestro conocimiento.
b) Juicios a priori y juicios a posteriori:
Los juicios a priori son aquellos cuya verdad puede ser conocida independientemente de la experiencia, ya que su fundamento no se halla en esta. Son universales y necesarios y no admiten excepciones. Todos los juicios analíticos son a priori. En cambio, los juicios a posteriori son aquellos cuya verdad es conocida a partir de la experiencia. No son universales ni necesarios. Todos los juicios a posteriori son sintéticos.
c) Juicios sintéticos a priori:
Según Kant, los principios fundamentales de la ciencia, las matemáticas y la física, son de este tipo. Por ser juicios sintéticos, amplían nuestra información y por ser a priori son universales y necesarios, y el conocimiento de su verdad no depende de la experiencia. Por ejemplo, el juicio matemático «la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos» es un juicio sintético a priori. También en la física existen juicios sintéticos a priori. Un ejemplo es el principio de causalidad: «todo lo que comienza a existir tiene una causa». Así pues, los principios fundamentales de las ciencias son sintéticos a priori. Esto significa que la cuestión que venimos planteando: ¿cuáles son las condiciones a priori o trascendentales de los juicios de las ciencias? se puede formular: ¿cuáles son las condiciones que hacen posibles los juicios sintéticos a priori?
Estructura de la «Crítica de la Razón Pura»
Se estructura en 3 partes: Estética Trascendental, Analítica Trascendental y Dialéctica Trascendental. Se corresponden a las 3 facultades que Kant distingue en el hombre: sensibilidad, entendimiento y razón. Se corresponden también con los 3 tipos de conocimiento: matemático, físico y metafísico. El plan de estas partes es el siguiente:
- En la Estética Trascendental se estudian las condiciones sensibles a priori del conocimiento, a la vez que muestra cuáles son las condiciones a priori que hacen posible que en las matemáticas existan juicios sintéticos a priori.
- En la Analítica Trascendental se estudia el entendimiento, al tiempo que muestra cuáles son las condiciones que hacen posible que haya juicios sintéticos a priori en la física.
- En la Dialéctica Trascendental se investiga la razón, a la vez que se ocupa del problema de la posibilidad o imposibilidad de la metafísica, es decir, de si la metafísica satisface las condiciones que hacen posible la formulación de juicios sintéticos a priori.
La Estética Trascendental
Argumento en pro de la aprioridad del espacio y el tiempo.
El espacio y el tiempo son condiciones a priori, porque podemos pensar que no haya objetos ni en el espacio ni en el tiempo, pero no podemos representarnos los objetos sin espacio ni tiempo. Espacio y tiempo son, pues, condiciones universales y necesarias de la sensibilidad. Por ello Kant define el espacio y el tiempo como formas a priori de la sensibilidad y también como intuiciones puras.
- Espacio y tiempo, formas a priori de la sensibilidad:
- Formas: Que el espacio y el tiempo son formas significa que son la forma o el modo como percibimos las impresiones particulares: los colores, sonidos, etc., son percibidos en el espacio y en el tiempo.
- A priori: el espacio y el tiempo no proceden de la experiencia, sino que la preceden, como condiciones para que esta sea posible.
- De la sensibilidad: Kant distingue entre sensibilidad externa y sensibilidad interna. La sensibilidad externa está sometida a ambas formas de espacio y tiempo (colores, sonidos, etc.). La sensibilidad interna está solo sometida a la forma del tiempo (nuestros actos mentales).
- Espacio y tiempo, intuiciones puras:
- Intuiciones: Kant pretende subrayar que no son conceptos del entendimiento. Los conceptos se caracterizan por poder ser aplicados a una multiplicidad de individuos. Sin embargo, el espacio y el tiempo son únicos. No hay pluralidad de espacios y tiempos, sino partes de un espacio único e intervalos de un tiempo único que influye sin cesar.
- Puras: el término «puro» significa en Kant vacío de contenido empírico. El espacio y el tiempo son dos coordenadas vacías en las cuales se ordenan las impresiones sensibles.
- Los fundamentos de las matemáticas: Además de exponer las condiciones sensibles a priori del conocimiento, Kant se ocupa de los fundamentos epistemológicos de las matemáticas. Piensa que la posibilidad de los juicios sintéticos a priori en matemáticas depende precisamente de que el espacio y el tiempo son intuiciones puras. El razonamiento de Kant se puede resumir: La geometría y la aritmética se ocupan, respectivamente, del espacio y del tiempo. Que la geometría se ocupa de determinar las propiedades del espacio no parece difícil de admitir. La aritmética se ocupa de la serie numérica 1, 2, 3…, n, y esta, a su vez, se basa en la sucesión temporal (el 2 antes que el 3 y después del 1, etc.). El tiempo es el fundamento último de la aritmética. Las matemáticas pueden formular juicios sintéticos a priori porque el espacio y el tiempo son intuiciones puras, a priori.
Explicación de por qué las matemáticas son aplicables a la matematización del mundo físico.
- Las matemáticas formulan juicios acerca del espacio y el tiempo.
- Todos los objetos de nuestra experiencia se dan en el espacio y el tiempo.
- Se sigue que en todos los objetos de nuestra experiencia se cumplirán necesariamente los juicios de las matemáticas.
Los postulados de la razón práctica
Un postulado es aquello que no es demostrable teóricamente, pero que es supuesto o exigido necesariamente como condición de la moral misma.
Postulado de la libertad
La obligación de obrar por respeto al deber presupone la libertad, la libertad de obedecer o desobedecer la ley moral. No podemos considerarnos como moralmente autónomos más que bajo la idea de libertad. Por tanto, la idea de libertad es una condición prácticamente necesaria de la moralidad.
El postulado de la inmortalidad
El que es virtuoso merece ser feliz. Ahora bien, en este mundo no hay ninguna conexión necesaria entre virtud y felicidad. La razón práctica nos ordena aspirar a la virtud, es decir, a la concordancia perfecta y total de nuestra voluntad con la ley moral; pero esta perfección es inalcanzable en una existencia de duración limitada, exige una duración ilimitada de la existencia, es decir, la inmortalidad del alma.
El postulado de la existencia de Dios
Kant afirma que la existencia de Dios ha de ser postulada como fundamento de una conexión necesaria entre la virtud y la felicidad. Así pues, Kant, que en la Crítica de la Razón Pura estableció que la inmortalidad del alma y la existencia de Dios no podían ser demostradas por la razón. Por tanto, si la Crítica de la Razón Pura conduce al rechazo de la metafísica, la Crítica de la Razón Práctica conduce, en cambio, a su restauración, bien es cierto que esta restauración se realiza sobre una nueva base, sobre la base ética.
La analítica trascendental
El entendimiento, facultad de los conceptos y de los juicios
Si la función propia de la sensibilidad es percibir, la función propia del entendimiento consiste en comprender o entender lo percibido. Y la función de comprender lo percibido se realiza mediante conceptos. Y esta actividad de referir los fenómenos a los conceptos se realiza siempre a través de un juicio. El entendimiento se puede considerar, pues, como la facultad de los conceptos o bien como la facultad de los juicios, la facultad de juzgar.
Hay tantos conceptos a priori o categorías como tipos de juicios, a cada categoría se corresponde un tipo de juicio
Es necesario distinguir dos tipos de conceptos totalmente distintos: los conceptos empíricos, que son aquellos que proceden de la experiencia, son a posteriori, y los conceptos puros o categorías. Según Kant, son exactamente doce los conceptos a priori o categorías del entendimiento. Para obtener la tabla de las categorías del entendimiento, parte del criterio de que la función fundamental del entendimiento es formular juicios, unificar y coordinar los datos de la experiencia sensible por medio de juicios. Pues bien, habrá tantos conceptos puros o categorías como formas posibles de juicios.
Valor y función epistémicas de las categorías
Los conceptos puros o categorías son condiciones trascendentales, necesariamente requeridas para nuestro conocimiento de los fenómenos. Las categorías son de suyo vacías y, por tanto, han de llenarse con los datos procedentes del conocimiento sensible. Esto implica que las categorías solo son fuente de conocimiento aplicadas a los fenómenos. Por tanto, las categorías no tienen aplicación válida más allá de los fenómenos, no pueden aplicarse legítimamente a realidades que trascienden la experiencia posible.
Los fundamentos epistemológicos de la física
Kant también se encarga de la posibilidad de los juicios sintéticos a priori en la física, la cual queda firmemente establecida y asegurada por el hecho de que en correspondencia con las categorías existen unos principios fundamentales del entendimiento, que son juicios sintéticos a priori y constituyen la base de la física. Uno de esos principios es el principio de causalidad.
Fenómeno y noúmeno o cosa en sí
Lo dado o intuido en el espacio y el tiempo se denomina fenómeno (lo que aparece o se muestra al sujeto) y el correlato del objeto, considerado al margen de nuestro conocimiento, lo denomina cosa en sí o noúmeno. La cosa en sí o noúmeno es lo que las cosas son al margen de nuestro conocimiento, con independencia del mismo y, por ello mismo, no pueden ser conocidas. Nuestro conocimiento se halla limitado a los fenómenos. No hay conocimiento de las cosas en sí o noúmenos.
La epistemología kantiana como idealismo trascendental
Define su filosofía como un idealismo trascendental. Es idealista, porque sostiene que el espacio, el tiempo y las categorías no son propiamente rasgos reales de las cosas, sino que pertenecen a la estructura mental del sujeto. Y es trascendental, porque afirma que tales elementos, el espacio, el tiempo y las categorías, son condiciones a priori de la posibilidad de la experiencia.
La dialéctica trascendental
La pregunta fundamental que le preocupaba: ¿es posible la metafísica como ciencia? es contestada negativamente. La metafísica, entendida como un conjunto de proposiciones acerca de realidades que trascienden la experiencia posible, es imposible, ya que las categorías del entendimiento solo pueden usarse legítimamente en su aplicación a los fenómenos.
La Dialéctica Trascendental es, pues, una crítica del entendimiento y de la razón en su pretensión de alcanzar el conocimiento de las cosas en sí, de lo que trasciende la experiencia posible.
Pero, si la aplicación de las categorías más allá de la experiencia es ilegítima, es también una tendencia inevitable, de acuerdo con la naturaleza misma de la razón. La razón tiene necesariamente a la búsqueda de lo incondicionado, y de ahí que tienda inevitablemente a extender su conocimiento más allá de la experiencia. La razón es de tal naturaleza que tiende a encontrar juicios, leyes, hipótesis cada vez más generales. Pero esta tendencia de la razón lleva inevitablemente a traspasar las barreras de la experiencia, en busca de lo incondicionado:
- Todos los fenómenos psíquicos se pretenden unificar y explicar por medio de teorías metafísicas acerca del alma, lo que da lugar a paralogismos. Tal era el propósito y contenido de la psicología racional.
- Todos los fenómenos físicos se pretenden unificar y explicar por medio de teorías metafísicas acerca del mundo, lo que da lugar a antinomias o contradicciones. Tal era el contenido de la llamada cosmología racional.
- Finalmente, unos fenómenos y otros se intentan explicar y unificar por medio de la idea metafísica de una causa suprema de ambos tipos de fenómenos, físicos y psíquicos, es decir, mediante la idea de Dios, lo que da lugar a un tipo de razonamiento ilegítimo que Kant denomina ideal de la razón. Tal era la tarea y contenido de la teología racional.
Pues bien, Kant realiza una crítica de los tres tipos de razonamiento ilegítimos relativos a las ideas de alma, mundo y Dios. Por lo que respecta a esta última, considera inválidas todas las pruebas tradicionales de la existencia de Dios. Así, la prueba teleológica y la cosmológica no son válidas porque hacen un uso ilegítimo del principio de causalidad, el cual solo es válido dentro del ámbito de la experiencia o de los fenómenos y, sin embargo, en aquellas se aplica a Dios, que no es un fenómeno sino un noúmeno.
II. La crítica de la razón práctica: la filosofía ética
La Crítica de la Razón Práctica pretende dar respuesta a la cuestión ¿qué debo hacer?, esto es, establecer los principios prácticos determinantes de lo que debemos hacer.
La buena voluntad
El punto de partida de la filosofía ética kantiana es el concepto de buena voluntad. Una voluntad buena es lo único que es absolutamente bueno, de forma irrestricta. Hay otras cosas que son buenas, pero no lo son sin restricción, pues se pueden utilizar con fines malos. La única cosa que es buena sin restricción es la buena voluntad, la cual es buena en sí misma y no en función de las consecuencias de la acción, porque en gran medida escapan de nuestro control.
El deber: obrar por deber y de acuerdo con el deber
Kant afirma que la bondad moral de nuestros actos depende del motivo que tenemos para realizarlos y que el único motivo bueno es el deber: una voluntad buena es una voluntad que obra por deber y, en tal caso, se da una concordancia interna entre nuestra voluntad y la norma del deber. Hay que distinguir las acciones realizadas por deber, que son las que tienen pleno valor moral, de las acciones hechas de acuerdo con el deber; la concordancia de nuestra voluntad con la norma del deber es puramente externa; es más, podemos cumplir la norma del deber incluso contra nuestra voluntad íntima.
A su vez, obrar por deber es obrar por respeto a la ley moral. Y la característica de la ley moral es la universalidad estricta, que no admite excepción alguna. Pues bien, las acciones de un hombre, para que tengan valor moral, tienen que ser realizadas por respeto a la ley.
El imperativo categórico
Distinción entre imperativos hipotéticos y categóricos.
Además de por su universalidad, la ley moral se caracteriza por su forma de imperativo. Pero los imperativos pueden ser hipotéticos o categóricos. Un imperativo hipotético es aquel que ordena realizar ciertas acciones como medios para un fin. Por tanto, los preceptos o leyes morales que adoptan la forma de imperativos hipotéticos no tienen validez absoluta, sino solo un valor condicional, como medios para conseguir un cierto fin.
Definición del imperativo categórico y su formulación.
El imperativo ético tiene que ser categórico, el cual ordena acciones por ser buenas en sí mismas, sin referencia a finalidad alguna distinta de sí mismas. Se formula así: obra de tal modo que puedas querer que la máxima de tu voluntad se pueda convertir en ley universal.
El criterio de corrección ética de una máxima es su universalizabilidad como ley y la prueba de universalizabilidad se supera cuando se cumplen los dos requisitos siguientes:
- Que no surja una contradicción lógica o con una ley natural al intentar universalizar las propias máximas.
- Que no ocurra que la máxima universalizada se encuentre en antagonismo o conflicto con la voluntad del sujeto, es decir, esto viene a ser equivalente a lo que dice la regla de oro de la ética, que dice que no hagamos a los demás lo que no queremos que nos hagan los otros.
La ética kantiana, ética formal.
El imperativo categórico nos dice cómo debemos obrar. Este rasgo convierte a la ética kantiana en una ética formal, se diferencia de una ética material, en que carece de contenido o materia, pues no establece ningún bien o fin supremo que haya de perseguirse y, en consecuencia, no nos dice lo que debemos hacer sino la forma como debemos obrar. Hasta Kant todas las teorías éticas habían sido materiales.
Fundamento del imperativo categórico
Estamos obligados a juzgar nuestra conducta moral según el imperativo categórico si existe un fin absoluto, válido para todos los seres racionales, que sea el fundamento objetivo del imperativo categórico. Y tal fin absoluto existe: postula que el hombre, en cuanto ser racional, es un fin en sí mismo, esto es, un fin absoluto, que no puede ser utilizado nunca meramente como un medio. Por tanto, el hombre, en cuanto ser racional, es el fundamento del imperativo categórico, que es el principio supremo del deber. Esto significa que estamos obligados a juzgar nuestras acciones de acuerdo con el imperativo categórico, porque, en cuanto a seres racionales, somos fines en sí mismos. Y esto le permite a Kant ofrecer una nueva formulación del imperativo categórico.
Autonomía y heteronomía
La autonomía moral de la voluntad consiste en que ella se dé a sí misma la ley moral a la cual obedece, esto es, una voluntad autónoma es la que se determina por medio de las leyes que residen en nosotros, en nuestra razón. En cambio, la heteronomía consiste en recibir la ley desde fuera de la propia razón. Kant rechaza la heteronomía. Tiene particular interés su refutación de la ética teológica: a la tesis de que la norma de la moralidad es la voluntad de Dios se puede responder preguntando por qué hemos de obedecer a Dios, pues, antes de obedecerle, hay que empezar por reconocer como deber la obediencia a Dios, que si es un deber lo será independientemente de que Dios lo mande o no. Por tanto, antes de obedecer a Dios tenemos que legislarnos como seres racionales, lo cual supone admitir nuestra autonomía ética, que se erige así en el principio supremo de la moralidad, y no el de heteronomía.