Comentario: Este fragmento pertenece a la «Tesis sobre Feuerbach», escrita por Karl Marx en 1845, donde critica las ideas de este, entre las que destaca el materialismo contemplativo de los jóvenes hegelianos en todas las formas de idealismo filosófico.
Las «Tesis» identifican la actividad práctica (acción política) como la base de una epistemología casi inmediata posterior al mundo idealista de toda la filosofía desde Platón.
El texto relaciona la crítica hacia el idealismo y el materialismo idealista con una aplicación práctica, material y política.
Marx no publicó las «Tesis sobre Feuerbach» durante su vida; estas fueron editadas después de su fallecimiento por Friedrich Engels en 1888, con el texto original resultante en 1924.
Plusvalía: El origen del beneficio reside en la plusvalía o valor añadido que el trabajo confiere a los objetos producidos. El producto resultante tiene un valor superior al de la materia prima y al de la fuerza de trabajo empleadas en su fabricación. Esta diferencia de valor es la plusvalía: margen de beneficio que obtiene el capitalista por el trabajo ajeno no pagado y que constituye la diferencia entre precio de costo y precio de mercado. El dueño del capital se apropia de las condiciones de trabajo y de los productos de ese trabajo. La alienación económica se concreta en la plusvalía, base de la explotación de la clase trabajadora por parte de los capitalistas.
Infraestructura-Superestructura: La infraestructura es la base económica de la sociedad que determina un orden social concreto. Es el factor fundamental del proceso histórico. Está compuesta por las fuerzas productivas y las relaciones de producción (vínculos sociales obligatorios que se establecen en el trabajo). La superestructura es el conjunto de aspectos de la vida social que incluye ideas, técnicas, instituciones jurídico-políticas, creencias religiosas, etc. La superestructura depende en última instancia de la infraestructura, puesto que es la manifestación de la estructura económica. Cuando la infraestructura se transforma, cambia necesariamente la superestructura. No obstante, la relación entre infraestructura y superestructura es dialéctica.
Trabajo: Es el proceso de transformación de la naturaleza por el ser humano y la condición básica de la vida humana. La esencia del ser humano se pone en relación con la naturaleza y con los demás seres humanos, y nos desarrolla y perfecciona. Esta actividad práctica permite al ser humano producir sus medios de vida y lo diferencia de los animales. Es un error concebir esta relación como desarrollada por individuos aislados. El trabajo es siempre una tarea colectiva y organizada. Así, la historia humana es la historia del trabajo humano. Sin embargo, en la sociedad capitalista el trabajo es una mercancía alienada, un instrumento de explotación: no dignifica, sino que desposee y aliena. Marx pretendía la transformación del trabajo alienado en un trabajo libre.
Alienación: Para Marx, la alienación económica es la principal forma de alienación: en el modo de producción capitalista, el trabajador vive una situación de deshumanización. El resultado es la alienación del trabajo, pues la economía se convierte en un fin en sí mismo y no en un instrumento. Esta alienación no es un fenómeno natural y necesario, sino un proceso histórico, dependiente de un modo concreto de organizar la producción económica. Otras formas de alienación son: la alienación social, política y religiosa.
Comparación: Marx comparte con Kant su espíritu ilustrado al asumir como meta de la historia el logro de la emancipación humana. Ambos defienden una concepción teleológica de la historia como ámbito de la libertad y de la igualdad.
La idea ilustrada de proceso es un referente común, aunque desprovista del optimismo ingenuo de la que estaba revestida. Según Kant, la naturaleza dispone de un plan oculto por el que se sirve de un mecanismo, la «insociable sociabilidad», para el establecimiento de una sociedad civil con una constitución republicana.
La tesis marxista de que la lucha de clases es el motor de la historia expresa que las relaciones sociales entre los diferentes grupos no son de armonía, sino de conflicto económico, político e ideológico.
En conclusión, estos dos filósofos son ilustrados de modo crítico, pues han roto con la visión romántica inicial. La reticencia kantiana se manifiesta en su concepción del progreso, tanto en el ámbito de la relación hombre-naturaleza como en el de la relación entre los seres humanos.
Asimismo, Marx considera que la «razón ilustrada» otorga prevalencia a las ideas para generar el proceso social, lo cual constituye un error, pues desatiende sus condiciones materiales, basadas en unas relaciones socioeconómicas.
La segunda formulación del imperativo categórico advierte de que la humanidad debe ser tratada no como un medio, sino como un fin en sí mismo. Según Kant, las cosas tienen precio, por eso son un valor relativo; las personas, en cambio, no tienen precio.
Marx suscribe ese deber moral al denunciar la situación de alienación del trabajador en el sistema capitalista (donde se convierte en una mercancía, una cosa que se compra y se vende.
Difieren ambos, sin embargo, en la concepción de la realidad del conocimiento. Kant adopta una posición idealista (las cosas no son independientes del sujeto). En el proceso de conocimiento hay una primacía del sujeto y de la conciencia.
En contraste, Marx aboga por una concepción materialista: el sujeto no es independiente de las cosas, la realidad es una construcción social. Por tanto, hay una primacía de la dimensión social del ser humano. Este piensa a partir de su situación concreta, no desde una razón pura, independiente de las circunstancias.
Kant fue el precursor de la teoría crítica, que trata de analizar teóricamente la realidad para incidir prácticamente en ella y transformarla.