Crítica de Nietzsche a la Filosofía Occidental y la Muerte de Dios

La Muerte de Dios y sus Consecuencias

Con la muerte de Dios, muere también todo lo que él representa y, por tanto, se derrumban los pilares de la cultura occidental. Al tomar constancia de la muerte de Dios, el hombre queda angustiado y desorientado, pues ha perdido sus valores y el sentido de su vida. La consecuencia es el nihilismo, es decir, el convencimiento de que la existencia es absolutamente vacía, carente de sentido, dado que no existe aquello que debería ser el fundamento de todo sentido y valor (Dios).

Estoy de acuerdo con Nietzsche cuando dice que Dios ha muerto en la medida en que hemos dejado de creer en él, porque si nadie cree en él, nunca conoceríamos quién fue y lo que hizo. La mayoría de las personas en la actualidad recurren a Dios simplemente para que alguien nos perdone o nos ayude. Actualmente, tampoco se sabe realmente si ha existido o no, simplemente nos basamos, como dice Nietzsche, en lo que han dicho otras personas y acudimos a la fe. Por ello, estoy de acuerdo en que si muere Dios, es decir, si dejamos de creer en él, morirá todo lo que él representa (por ejemplo, qué es lo verdadero y lo aparente).

Crítica de Nietzsche a la Filosofía Occidental

El Dualismo Ontológico y la Crítica a Platón

Nietzsche critica a los filósofos por su tendencia a considerar que existe un mundo verdadero y un mundo aparente. Este dualismo, iniciado por Parménides y su escuela y consolidado por Platón, implica, por tanto:

  1. En primer lugar, la negación del cambio.
  2. En segundo lugar, el desprestigio de los sentidos y la exaltación de la razón como única fuente del conocimiento.

Platón consideraba que la verdadera realidad, «el mundo verdadero», era el mundo de las Ideas, que se caracterizaba por ser inmutable y eterno. Este mundo era conocido a través de la razón y el conocimiento resultante se denominaba ciencia. En cambio, el mundo sensible era para Platón un mundo aparente compuesto de cosas mutables, múltiples y temporales. El mundo de las cosas era conocido a través de los sentidos y el conocimiento resultante se denominaba opinión. Platón consideraba «real» lo inmutable y «aparente» lo que cambia, como nos muestra en su mito de la caverna.

Nietzsche rechaza el dualismo ontológico: para él, lo que los filósofos han denominado «mundo verdadero» es solo una ficción, mientras que lo que los filósofos han denominado «mundo aparente» es el único verdadero y real, porque la realidad es cambiante, temporal y múltiple. Y los sentidos son una fuente fiable de conocimiento porque nos muestran sin engaños cómo es la realidad. Es la razón la que falsea la información de los sentidos.

Heráclito y el Lenguaje

Nietzsche opina que Heráclito tuvo el acierto de reconocer que la realidad cambia, de aceptar el devenir. Sin embargo, Nietzsche considera que también Heráclito fue injusto con los sentidos, pues mientras que los demás filósofos los rechazaban porque mostraban el cambio, Heráclito rechazaba los sentidos porque mostraban permanencia, y defendió que solo la razón nos permitía conocer el carácter cambiante de la realidad.

Nietzsche considera que el lenguaje da lugar a una visión errónea de la realidad y que la visión de la realidad que tienen los filósofos como eterna y permanente es un engaño del lenguaje. La realidad es múltiple, variada (cada cosa es diferente a las demás), es cambiante (las cosas nunca permanecen igual). Y el lenguaje nos hace ver la realidad como si existieran cosas idénticas entre sí (y a los rasgos comunes que comparten los denominamos «esencias») y como si fuera permanente (las cosas no cambian, permanecen idénticas a sí mismas).

Crítica a la Metafísica y el Perspectivismo

La crítica de Nietzsche se centra principalmente en los conceptos usados por la metafísica. Concluye que si nuestra gramática fuera distinta, nuestra forma de entender el mundo sería también distinta. Solo la superación de la creencia en la gramática puede llevarnos a superar las ideas sobre la realidad típicas de la metafísica tradicional. Para Nietzsche, los conceptos no son un buen recurso para expresar la realidad. No es posible que la misma palabra sirva para referirnos adecuadamente a dos cosas distintas, porque si se refiere adecuadamente a la primera, no puede hacerlo también respecto a la segunda, pues ambas son distintas. Por esta razón, la metáfora es mejor modo de captar la realidad que el concepto preciso.

Nietzsche defiende el perspectivismo: todo conocimiento depende de la perspectiva vital en la que se encuentre el sujeto que lo crea; para él, no existen verdades objetivas y universales. Tras la crítica realizada a la filosofía, Nietzsche concluye que el denominado «mundo verdadero» no existe, es una ficción. Y lo que llevó a los filósofos a inventarse ese mundo es el temor al cambio, la muerte, la vejez… Pretendían crear un mundo en el que no estuviesen presentes esas categorías, y esta huida de la realidad y de la vida es un síntoma de decadencia («vida descendente»).

La Crítica a Sócrates y el Intelectualismo Moral

Nietzsche acusa a Sócrates de iniciar el camino del racionalismo, que ha traído la decadencia a Occidente. Sócrates hizo triunfar la razón frente a la vida, lo apolíneo frente a lo dionisíaco.

  • Por un lado, porque buscaba establecer valores absolutos y objetivos, pretendiendo definir qué es lo bueno, lo justo, etc., como si existiera una realidad única e inmutable que pudiera ser atrapada en esos conceptos establecidos por la razón. En cambio, Nietzsche considera que esos conceptos no reflejan el carácter múltiple, temporal y cambiante de lo real, y que nos inducen al engaño de pensar que la realidad es inmutable.
  • Por otro lado, porque el intelectualismo moral de Sócrates convirtió al sabio, al que da primacía a su parte racional y domina su parte pasional e instintiva, en el modelo ideal de hombre. Nietzsche se opone abiertamente a este ideal de la moral contranatural.

La Crítica a Platón

Nietzsche hace una crítica radical al pensamiento de Platón, oponiéndose a sus teorías metafísicas, epistemológicas, antropológicas y morales. En primer lugar, rechaza el dualismo ontológico de Platón. Platón considera que el mundo verdadero era el mundo de las Ideas, que se caracteriza por ser inmutable y eterno.

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