Crítica Nietzscheana al Mundo Metafísico
El origen de nuestra civilización, según Nietzsche, no reside en el descubrimiento de la verdad, sino en la huida del miedo y la incapacidad de afrontar la vida. La fragilidad mental humana exagera el papel de la razón para crear un mundo irreal que ofrezca reposo y calma, contrarios al caos del devenir. La metafísica, por tanto, es un signo de tendencias antivitales guiadas por un instinto de vida decadente.
El miedo a perder este mundo seguro impulsa el interés filosófico y moral por ocultar el verdadero comienzo de la sociedad occidental. A través de la genealogía, Nietzsche revela que la razón es la causante de la enfermedad de Occidente, al intentar anular los impulsos y crear un ultramundo imaginario.
La cultura occidental se enorgullece de su progreso basado en la razón, pero este conocimiento universal y necesario choca con la realidad de los sentidos, la historia y la vida: todo fluye, todo cambia y nada permanece.
El engaño del mundo verdadero perduró hasta que la sociedad occidental, construida sobre una ficción, comenzó a sentir el vacío de sentido (nihilismo). Los ídolos han sido derrocados y la civilización se desintegra. Sin embargo, Nietzsche no busca salvarla, sino acelerar su muerte para construir una nueva cultura que no tema al movimiento ni a la vida, una cultura basada en la voluntad de vivir y que genere espíritus libres.
El Devenir como Realidad Fundamental
La realidad se presenta como un caos, un enigma indescifrable en constante cambio. Cualquier intento de conocerla está destinado al fracaso. El devenir es un misterio que desconcierta, por lo que intentamos simplificarlo inventando un mundo metafísico real, incondicionado y estable, accesible a través de la razón.
En resumen, se plantea un dualismo: el mundo del devenir (apariencia) y el mundo del ser (auténtico). Este dualismo ontológico, presente en la historia con diferentes matices, defiende que lo permanente tiene un valor superior a lo cambiante y que la razón es el medio para acceder al mundo inteligible.
Sin embargo, Nietzsche rechaza este dualismo. Para él, el único mundo existente es el aparente, el del devenir. El mundo verdadero es una construcción de la razón de individuos incapaces de afrontar la vida, que crean realidades imaginarias para sobrevivir. La razón, para Nietzsche, es un elemento secundario que no debe ser el valor supremo de la existencia.
Nietzsche elimina el dualismo de realidades, afirmando que todo es devenir. No hay ningún sentido oculto en el devenir, ni tampoco un sentido en sí mismo. El mundo aparente es la única realidad, un devenir sin intención final, carente de meta y de sentido. Un mundo del cual tenemos experiencias diversas, por eso lo llamamos mundo experimentable.
El Lenguaje como Herramienta de Falsificación
Los incapaces de afrontar el caos del devenir falsean un mundo absurdo, inhumano y amoral, convirtiendo lo mutable en cosas u objetos. Para crear este mundo apto para la vida fatigada, el intelecto utiliza la invención y la ficción, siendo el lenguaje su principal herramienta.
Según Nietzsche, el lenguaje dificulta percibir el cambio. Si nuestra gramática fuese distinta, nuestra forma de entender el mundo también lo sería. La superación de la creencia en la gramática es necesaria para superar la concepción tradicional de la metafísica. Algunos elementos lingüísticos que construyen mundos artificiales son:
- El término «yo»: Convence de la existencia de un sujeto, cuando el sujeto individual es una pluralidad de fuerzas y personajes.
- La estructura sujeto-predicado: Favorece una interpretación substancialista de la realidad, donde existen cosas con características propias.
- La gramática del verbo ser: Favorece la idea de entidades con rasgos permanentes.
- Polisemia y sinonimia: Someten lo individual a lo universal, tratando lo diferente como si fuese igual.
Conclusión: La Ruptura con la Tradición Filosófica
Las críticas de Nietzsche muestran su enorme distancia con el pensamiento filosófico precedente. Se opone a la creencia occidental de que el mundo es un cosmos y que la razón puede captar lo real. Estas creencias son la base de la filosofía, la ciencia y la cultura occidental. La filosofía de Nietzsche tiene una orientación irracional, que cuestiona el lenguaje, el conocimiento y la propia filosofía.