La Religión Natural: Deísmo y Teísmo
La religión natural, el deísmo y el teísmo surgen como respuesta tanto al ateísmo como a las religiones positivas. A partir de la crítica al cristianismo, se busca construir una religión que esté de acuerdo con la razón y, al mismo tiempo, no se apoye en un catálogo de normas. Para ello, se deben determinar los elementos esenciales de la religión, anteriores a toda teología. Es decir, una religión que excluya los elementos que dan lugar a una gran variedad de credos -anglicanos, luteranos, calvinistas, católicos-, tales como no comer carne en determinados días, el culto a las imágenes, la confesión, asistir a los oficios religiosos, o considerar indudables ciertos dogmas como la virginidad de María, la trinidad, etc. Estos elementos, que conforman las religiones positivas (las diferentes religiones que encontramos repartidas por el mundo), serán considerados anecdóticos, superficiales, prescindibles e incluso irracionales. Si los eliminásemos de las religiones positivas, lo que se obtendría es la religión natural. De ahí que Rousseau y otros buscasen un núcleo racional o natural común a todas las religiones positivas. Se busca una religión natural y se encuentran dos interpretaciones de ella: el deísmo y el teísmo.
Deísmo y Teísmo: Dos Interpretaciones de la Religión Natural
- Deísmo: creencia en un Dios creador del Universo, del cual no se conoce nada más. Este Dios abandonó el mundo a sus leyes eternas e inmutables y ya no interviene para nada en su desarrollo, siendo los hombres los únicos responsables. Se podría definir como la creencia en un Dios racional sin dogmas ni obligaciones para los creyentes, al contrario de lo que sucede en los credos tradicionales.
- Teísmo: creencia en la existencia de un Dios creador y providente, que por lo tanto controla y dirige el mundo y a sus hombres, pudiendo, además, ser conocido por éstos.
A pesar del intenso proceso de secularización llevado a cabo y que tan maltrecho dejó el marco religioso tradicional, el ateísmo declarado no deja de ser minoritario en la Ilustración francesa. Normalmente se prefiere conectar con la tendencia generalizada de la Ilustración europea con respecto al tratamiento del problema religioso, es decir, con el deísmo. Algunos años antes, los pensadores ingleses se habían inclinado por esa opción, por ejemplo: Herbert de Cherbury, Tindal, Toland, Bolingbroke, Pope, etc.
El Deísmo: Orígenes y Desarrollo
El origen del deísmo hay que buscarlo en Herbert de Cherbury, pensador inglés del siglo XVII, quien concibió y defendió una ‘religión natural’, es decir, una religión carente de revelación, de misterios y de cualquier tipo de espiritualidad sobrenatural. Se trata de una religión basada única y exclusivamente en la razón. Dos ingleses, John Toland y Matthews Tindal, tratarán de eliminar del cristianismo todo elemento irracional, ya que la razón es soberana y el hombre nada debe admitir que no sea perfectamente inteligible. El título de la obra de Toland, Christianity not mysterious, es altamente significativo. Es la ciencia inglesa la que suministra la base de las posiciones deístas: la racionalidad y el método científico repercuten filosóficamente en el problema del conocimiento de Dios y de su papel en el mundo natural. La obra de Newton tenía un mérito evidente: el mundo parecía, de acuerdo con ella, una verdadera máquina, un maravilloso mecanismo en el que todo se explicaba sencillamente, a partir de tres o cuatro leyes generales. Un mundo así sólo requería una gran Inteligencia, el gran arquitecto, planificador de la máquina. Aparece el argumento teológico de la existencia de Dios y su concepción como inteligencia planificadora del universo. A muchos filósofos ingleses les parecía haber encontrado a Dios por la vía racional de la mecánica y del conocimiento basado en la experiencia.
El deísmo halló un medio apropiado de difusión gracias al rechazo de la autoridad eclesiástica en esta época, y al desarrollo de las ciencias que logran explicar muchos de los fenómenos que anteriormente se explicaban mediante una intervención divina. El deísmo se difunde en Francia en el siglo XVIII como intermedio entre el ateísmo y el teísmo. En Francia, el deísmo es la postura, al menos inicial, de los grandes enciclopedistas; el representante prototípico va a ser precisamente Voltaire. Incluso hará que se levante un templo en sus dominios con la leyenda «Deo erexit Voltaire». Que quede claro: el templo se construye en honor de Dios, no de los santos.
Voltaire y la Concepción Deísta de Dios
Para el deísmo, Dios es la referencia última para explicar el origen del universo. Al fin y al cabo, tampoco los admirados Locke y Newton habían procedido de otra manera. Dios, en la concepción deísta, es el Supremo Hacedor, el Creador del universo, porque la explicación mecanicista del universo es insuficiente, ya que no podemos incurrir en una cadena causal infinita. De manera que el modelo materialista-mecanicista no implica necesariamente el ateísmo; el deísmo no sólo no era incompatible con el modelo, sino que lo complementaba bien. Pero poco o nada más se puede saber acerca de la divinidad. En el artículo «Dios» de su Diccionario filosófico, Voltaire afirma: “…Es una temeridad insensata pretender adivinar lo que es ese Ser; si tiene extensión o no; si existe o no en un lugar; cómo existe o cómo obra”. Como claramente se pone de manifiesto en estas palabras de Voltaire, el deísmo conducirá a un agnosticismo esencialista -con respecto a la esencia-, en el que se admitirá la existencia de Dios, pero sin que se pueda conocer nada de su esencia y atributos. Dios será el gran Artífice de la Naturaleza, y ahí acaba todo nuestro conocimiento de Él.
‘La Naturaleza: Soy el gran todo; no se nada más. No soy matemática, y todo en mi está organizado con leyes matemáticas. Adivina, si puedes, como se ha hecho esto. El filósofo: Si eres el gran todo que no sabes matemáticas y tus leyes son profundamente geométricas, es necesario que exista un Ser eterno geómetra que te dirija, una inteligencia que presida tus operaciones… (Voltaire: Diccionario Filosófico, Artículo: Naturaleza).
Kant y la Religión dentro de los Límites de la Razón
El mejor ejemplo de deísmo es, no obstante, en definitiva, Kant -alemán- quien, en La religión dentro de los límites de la mera razón (1792-1794), sostiene que la única religión posible es la moral.