El Método Cartesiano: La Búsqueda de la Certeza en la Filosofía
La Necesidad de un Método
La necesidad de un método en filosofía ya se había sentido en el Renacimiento. Bacon la puso de relieve; pero en Descartes es ya una verdadera obsesión: convencido de la certeza y seguridad de las matemáticas, quiere emplear en filosofía un método que conduzca a la misma seguridad. Admira la certeza, la claridad y la seguridad a la que llegan los científicos, al mismo tiempo que aborrece la Escolástica decadente que ha estudiado. Todo ello le lleva a una verdadera obsesión por encontrar un método adecuado.
Como el método más exacto es el matemático, éste debe ser el preferido: un método que nos haga llegar, por medio de la deducción, de una verdad cierta a las demás verdades. Así se podrá construir un edificio filosófico sólido, como un verdadero árbol de la ciencia, asentado sobre un fundamento seguro.
La variedad de opiniones filosóficas era un espectáculo deprimente para Descartes; era preciso buscar una Filosofía única y verdadera, un saber universal, válido para todos, lo mismo en el orden teórico que en el práctico, un saber que fuera el rector de la vida humana.
¿Por qué no se ha llegado a esta Filosofía definitiva, universal y necesaria, como pueden ser las matemáticas? La respuesta es clara: porque no se ha utilizado un método válido y adecuado. Y entonces, se fija en el modelo matemático; éste sí que presenta un saber en el que hay progreso y no caben los pluralismos, y las soluciones son universalmente admitidas. ¿En qué consiste este método? En la intuición y en la deducción: sin ellas no se puede adquirir certeza:
- Intuición: búsqueda de verdades evidentes, indubitables que de ninguna manera se puedan negar. Son como axiomas que no son demostrables.
- Deducción: es toda conclusión necesaria derivada de otras cosas conocidas con certeza. Son conclusiones seguras, estables, ciertas y eficaces que nos permiten demostrar con rigor otras verdades.
El matemático procede por pasos, no por saltos, siendo cada uno de ellos evidentes, de tal forma que la totalidad de su razonamiento, al estar construido por eslabones evidentes, las conclusiones se hacen también evidentes. Es una cadena de razones.
El fracaso de los filósofos anteriores está en que no han sabido encontrar ese método para su reflexión filosófica. Un método que nos haga llegar a la verdad absoluta sin posibilidad de error.
El Método en Descartes
Punto de Partida: La Duda
Descartes quiere llegar a distinguir lo verdadero de lo falso y poder encontrar así el fundamento sólido de la certeza, que es la idea clara y distinta. Pero para llegar a la certeza absoluta, hay que empezar dudando. ¿Cómo es la duda?
- Universal: Hay que dudar de todo; hay que someter a la duda todas las certezas que ha tenido hasta ahora; de todos los principios filosóficos en los que se apoyaba.
- Metódica: La duda cartesiana no es una duda escéptica: no se propone una finalidad demoledora, sino constructiva: pretende alcanzar la verdad, una verdad firme de la que no se puede dudar. Por tanto, no se puede confundir con la duda escéptica: la duda escéptica es estacionaria, se convierte en un estado permanente, es un hábito del pensamiento. Descartes no participa de esta duda. La duda es un instrumento para alcanzar la verdad, un instrumento para elaborar la filosofía, por eso la podemos llamar metódica (aunque este término no fue empleado por Descartes): no es dudar por dudar, sino para asegurarnos más en la certeza: es la manera de combatir a los mismos escépticos y poder llegar a la verdad absoluta. No es un fin en sí misma, sino un método para edificar la filosofía.
- Teorética: En el sentido de que no debe extenderse al plano de las creencias o comportamientos éticos, sólo al plano de la teoría o la reflexión filosófica, lo que se propone Descartes es re-pensar la Filosofía, desde sus fundamentos.
Pero, ¿de qué duda en concreto?
- Duda de los sentidos: Algunas veces nos engañan, nos inducen a error, por tanto no nos podemos fiar de ellos: “los sentidos son engañosos y es prudente no fiarse nunca por completo de quienes nos han engañado una vez”.
- Duda del mundo exterior: Si a veces es imposible distinguir la realidad exterior del sueño, ¿cómo podemos estar ciertos de que exista ese mundo exterior? Yo lo percibo como real, pero… también eso me ha pasado durante el sueño y creía que era real.
- Duda de los propios razonamientos: Mi entendimiento se puede equivocar cuando razona, aun de las propias demostraciones matemáticas: “¿Qué sé yo si Dios ha querido que yo también me engañe cuando sumo dos y tres, o enumero los lados de un cuadrado?” Hipótesis del “Dios engañador”: Los razonamientos matemáticos siguen teniendo validez, incluso en sueños, pero quizá Dios nos ha creado de tal manera que nos engañemos siempre, incluso en los razonamientos más evidentes.
- Duda de si es posible que tenga una especie de “duendecillo” en mi interior, a algún espíritu maligno que me induce a error. Hipótesis del “genio maligno”: aun suponiendo que Dios no puede engañarnos, porque es bondadoso, podría existir un espíritu malvado que se divirtiese haciéndonos errar cada vez que razonamos.
Descartes pretende llegar a una verdad que puede ser creída por sí misma, independientemente de toda tradición o autoridad. Y una verdad, además, de la que se deduzcan las demás verdades.
Las Reglas del Método
“Por método entiendo (dice Descartes) las reglas ciertas y fáciles que hacen imposible tomar por verdadero lo que es falso y… sin malgastar inútilmente las fuerzas de la razón hacen avanzar progresivamente la ciencia para llegar al conocimiento verdadero”.
Este método logrará una verdadera certeza evitando raciocinios largos: será a base de razonamientos intuitivos y concretos, porque en ellos es imposible el error. Ha de haber orden, sencillez y claridad. Las reglas del método son:
- Evidencia: No hay que admitir nada que sea dudoso. Hay que admitir solamente aquello que se presente a nuestra inteligencia con tal claridad que no quepa la menor duda.
- Análisis: La evidencia solamente la podemos tener de las ideas simples. Por lo tanto lo que hay que hacer es reducir las ideas compuestas a ideas simples. Análisis significa división: hay que dividir las ideas compuestas en ideas simples. Hay que reducir las percepciones confusas a percepciones claras, los raciocinios a intuiciones… Es la única manera de evitar el error.
- Síntesis: Una vez que hemos convertido los conceptos compuestos en ideas simples e intuitivas… debemos volver a recomponerlos por medio de la síntesis: se trata de una suma de intuiciones parciales que podemos percibir de una manera intuitiva tanto las intuiciones en sí, como la unión de ellas; y así podemos percibir, por tanto, su evidencia. Se trata de formar, pues, una cadena de intuiciones parciales cuyo resultado será una intuición evidente y ausente de errores.
- Enumeración: Se trata de revisar todo el proceso para estar seguros de no omitir nada. Es la comprobación de todo el proceso para obtener una intuición general y una evidencia simultánea en su conjunto.
Resultado de la Duda: El Cogito
Con la duda, Descartes ha barrido todas las opiniones, ha dejado en suspenso toda certeza, todo menos las verdades de fe y las normas de moral “para seguir viviendo”…: lo demás, todo se ha puesto en duda.
Pero hay una certeza que resiste todos los ataques de la duda y de la que es imposible dudar: es el hecho simultáneo del propio pensamiento y de la propia existencia: puede dudar de todo, pero no puedo dudar de que estoy dudando; no puedo dudar de mi pensamiento, y mi pensamiento se da porque se da mi existencia. Mi pensamiento y mi existencia lo percibo simultáneamente.
Cogito Ergo Sum (Pienso, Luego Existo.)
Puedo pensar que no existe Dios, que no existe el mundo, las cosas… Pero no puedo pensar que yo, que pienso estas cosas, no existo al mismo tiempo que las pienso.
Es posible que las cosas sean falsas, o que no existan; pero yo las pienso: eso es lo absolutamente cierto: de eso yo no puedo dudar; no puedo dudar de que las pienso.
Para dudar hace falta pensar, y para pensar hace falta existir. Aunque todo sea falso tengo que admitir que yo, que a lo mejor me engaño al pensar esas cosas, tengo que admitir que soy un ser que pienso, y por lo tanto, un ser que existe. Esa realidad puede con todas las dudas.
En el Cogito Ergo Sum encuentra Descartes el principio buscado. La idea clara y distinta. La base firme para construir todo el edificio de la filosofía, la gran base que va a servir de fundamento para deducir de ella todas las demás verdades.
De todo el proceso mental anterior, Descartes ha encontrado una base firme para construir toda su Filosofía: el “cogito” es una idea clara y distinta: ésta no admite ninguna duda, y de ella se pueden deducir las demás verdades, como sucede en matemáticas.
- Clara: es la que se manifiesta sin oscuridad, sin dificultad a la inteligencia que la intuye.
- Distinta: que esté separada de cualquier otra idea, que no contenga en sí otras ideas, es decir, que sea simple, elemental.
La Realidad en Descartes
Descartes ha encontrado ya un criterio de certeza para poder distinguir lo verdadero de lo falso.
“Siempre que tengo una idea clara y distinta, tengo la seguridad mental de que eso es cierto”.
A partir del “cogito” es de donde empieza su nuevo caminar filosófico: se trata de un “pienso, luego soy” en el que se intuye que el Yo existe como una sustancia cuya total esencia o naturaleza es pensar.
Descartes emplea como sinónimos las palabras “sustancias” y “cosa” (res).
El Origen de la Sustancia
Como hemos visto, a partir del “cogito”, Descartes deduce la sustancia; las tres realidades o sustancias o cosas son éstas:
- Res cogitans (sustancia pensante): Sólo soy un pensamiento, una cosa que piensa, una sustancia pensante, una cosa que existe de tal manera que no necesita de otra cosa para existir. Mi pensar no necesita del cuerpo para existir.
- Res infinita (sustancia infinita “Dios”): El ser pensante que piensa, que duda, es imperfecto, y esta imperfección reclama un ser perfecto, infinito, y éste es Dios.
- Res extensa (sustancia extensa “todo lo que ocupa un lugar en el espacio”): Ese ser pensante tiene cuerpo y todo ser corpóreo tiene extensión, longitud.
Así, hay una sustancia infinita, que es la que cumple perfectamente la definición; y otras sustancias finitas que son las almas y los cuerpos, que no necesitan de nada para existir, salvo de la sustancia infinita.
A cada sustancia le corresponde un atributo principal, que es inseparable de la sustancia: a la res cogitans le corresponde el atributo del pensamiento; a la res infinita, el de la perfección: a la res extensa, la extensión.