El Contrato Social
Hasta el siglo XVII, en Europa prevalecía la opinión aristotélico-cristiana de que el ser humano vive en sociedad por una tendencia natural, de origen divino. Además, desde el medievo se consideraba que los seres humanos ocupaban una posición social inamovible, con deberes asociados: siervos para trabajar, soldados para proteger, clérigos para el bienestar espiritual y la nobleza para mandar. Sin embargo, las guerras, los conflictos religiosos de los siglos XVI y XVII y el ascenso de la burguesía, que demandaba mayor igualdad, generaron desconfianza hacia la Iglesia y la nobleza, cuestionando la visión de las monarquías absolutas.
En la Inglaterra del siglo XVII, algunos filósofos desarrollaron una nueva perspectiva política: el contractualismo social. Según esta, las sociedades y los Estados no surgen de modo natural, sino de un pacto entre seres humanos. Además, el derecho a gobernar no proviene de Dios, sino de la elección de los propios ciudadanos. El contractualismo social asemeja el origen del Estado a la fundación de asociaciones comerciales, es decir, mediante el pacto y el consentimiento.
Thomas Hobbes y el Estado Absoluto
El primer pensador contractualista fue el inglés Thomas Hobbes (1588-1679). Defendió que, antes de vivir en sociedad, los seres humanos vivían en un estado natural de libertad e igualdad, pero sin leyes ni autoridad. Debido a su egoísmo y maldad natural, el ser humano se convertiría en un “lobo para el mismo hombre” (homo homini lupus), y la vida sería una guerra de todos contra todos. Para sobrevivir, los seres humanos establecieron un pacto, renunciando a sus derechos individuales y otorgando poder absoluto a un gobernante. Con ello, perdieron libertad, pero ganaron seguridad.
John Locke y el Estado Liberal
El Estado liberal se basa en el liberalismo: doctrina económica, política y filosófica que aboga por la libertad personal individual (especialmente económica) y el progreso social. En un estado liberal, los gobernantes están al servicio de los individuos, garantizando la vida, la libertad y la propiedad privada. Si el soberano no cumple esta función, el pueblo tiene derecho a la rebelión.
Locke argumenta que, al unirse en sociedad, los seres humanos renuncian al poder legislativo y ejecutivo individual, pero no para entregárselo a un soberano absoluto, sino para acordar una vida en comunidad donde el individuo tiene derechos políticos. En un estado liberal, el poder no es absoluto, sino representativo. Cada persona consiente en apoyar las decisiones de sus representantes en el Parlamento, elegidos por votación. Los representantes elaborarán una Constitución, un conjunto de leyes que reflejen la voluntad de la mayoría y que estén en conformidad con la ley moral natural.
Para evitar el absolutismo, Locke propone la división de poderes: legislativo (Parlamento, elabora leyes), ejecutivo (gobernante, aplica leyes y sanciona incumplimientos, incluyendo el poder judicial) y federativo (gobernante, declara la guerra, establece paz y alianzas). Las leyes son fundamentales y todos, incluyendo los gobernantes, deben someterse a ellas.
El Siglo de las Luces
En el siglo XVIII, varios países europeos experimentaron un gran optimismo y confianza en el conocimiento humano, periodo conocido como el Siglo de las Luces. La metáfora de la luz indicaba que las tinieblas de la ignorancia habían quedado atrás y que la razón iluminaría el mundo.
Las principales características del pensamiento ilustrado son:
1ª Fe en el progreso científico: La razón humana permite conocer las leyes de la naturaleza e intervenir en ella para beneficio propio. La ciencia y la técnica, apoyadas en las matemáticas y la experimentación, posibilitarán el progreso constante y la felicidad general.
2ª Confianza en la razón: La razón es una herramienta para el progreso en ciencia, política, educación, filosofía y religión. Sin embargo, no es omnipotente, sino una guía en una búsqueda constante. La razón tiene una función crítica: a) Crítica consigo misma, para fijar los límites del conocimiento humano. Existen ámbitos como el arte, la religión o el mundo emocional, donde la razón juega un papel secundario. “El corazón tiene razones que la razón no conoce” (Pascal). b) Crítica con la tradición, considerada llena de ignorancia y supersticiones. La razón se considera libre de tutelas, especialmente de la religión. Si en la Edad Media la religión juzgaba la razón, ahora es la razón la que juzga la religión.
3ª El deísmo: Muchos ilustrados rechazan la religión sobrenatural y defienden una religión racional (deísmo). La razón indica la necesidad de una Causa Primera, un Ser eterno o Inteligencia creadora. Este Ser no interviene en el mundo ni en la vida humana. Este Dios estaría presente en todas las religiones, exigiendo tolerancia. Se dice que la Ilustración sustituyó a Dios por la Razón.
4ª Necesidad de educación: La educación es clave para el progreso, llevando al ser humano desde la ignorancia a la realización personal y social. Se rechaza la enseñanza dogmática y se defiende la igualdad intelectual natural, atribuyendo las diferencias a la educación.
5ª Creación de una Enciclopedia: Impulsada por Diderot y D’Alembert, con más de 130 colaboradores (científicos, médicos, juristas, artesanos, artistas, filósofos). El objetivo era reunir todo el conocimiento para difundir la cultura y crear un estado de opinión crítico que destruyera prejuicios y oscurantismo.
6ª Crítica del absolutismo: Las monarquías absolutas son irracionales, ya que el poder no es hereditario. A finales del siglo XVIII, Francia derrocó la monarquía, influenciada por obras como El espíritu de las leyes (1748) de Montesquieu, que defendía la separación de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial).
Jean-Jacques Rousseau y la Crítica a la Sociedad
El filósofo suizo Rousseau es una figura central de la Ilustración, aunque crítico con su optimismo. Mientras los ilustrados veían el progreso como fruto de la razón, él la consideraba causa de la corrupción humana. El pensamiento político de Rousseau, como el de Hobbes y Locke, reflexiona sobre el paso del estado de naturaleza al estado de sociedad.
1º El estado de naturaleza: Rousseau imagina al hombre primitivo como un “buen salvaje” aislado, sin sociabilidad natural (contra Aristóteles) ni en guerra con los demás (contra Hobbes). Era un ser sin moral, pero con inocencia, bondad innata y creencia en la igualdad. En este estado, sin lenguaje ni hogar, libre de preocupaciones, el ser humano era feliz. No había separación entre lo que es y lo que parece ser.
2º El contrato: El cambio surge por la escasez de recursos debido a periodos climáticos adversos. El “buen salvaje” tuvo miedo y, para sobrevivir, estableció un contrato social. La sociedad surgió lentamente, y al principio el ser humano se sintió seguro. Pero con la propiedad privada y la autoridad, surgieron las desigualdades, las guerras y los vicios humanos (envidia, egoísmo, odio), además de la pérdida de libertad. La sociedad es un engaño que favorece a los ricos, una crítica al liberalismo de Locke.
3º El estado de sociedad: En sociedad, el ser humano es menos libre y menos feliz. Su bondad se transforma en degeneración e hipocresía. La educación es su máscara. “Nuestras almas se han corrompido a medida que nuestras ciencias y nuestras artes han avanzado hacia la perfección”. El ser humano es el único animal capaz de degenerar en imbécil. Rousseau se opone a la idea ilustrada de que vivir en sociedad supone un progreso.